Partida Rol por web

Mañana por la mañana volveré a la playa. Me gusta mucho la sensación aunque esto es un poco raro.

Cierra los ojos un momento, como soñando despierto, hasta que el claxon del coche que tiene detrás le recuerda que el semáforo se ha puesto en verde y continúa su camino hacia el cedar´s sinai

Michael da gas a la moto y acelera, zigzagueando entre los coches. El ruido de las olas se hace mas presente, mas intenso. Las subidas y bajadas emocionales mas profundas y marcadas.

Michael surca una ola enorme con su tabla. Justo ante él, como si caminara sobre la ola, ve a un hombre de piel bronceada por el sol y marcada por los tatuajes, sin un vello en todo el cuerpo.

Demasiado tarde, Michael ve que el todoterreno de delante ha frenado, yendo su moto demasiado deprisa. Intenta evitar empotrarse contra la trasera del vehículo, lo que logra al precio de derrapar hasta caer, deslizándose sobre el asfalto varios metros, desollándose.

Al final parece que si que se me va la olla.

Poco a poco intenta levantarse y, atontado, busca el teléfono móvil para llamar a una ambulancia. Un poco de deformación profesional le hace mirarse las abrasiones por el cuerpo para hacerse un diagnóstico, in situ.

Al menos parece que no tengo nada roto.

La chaqueta de la moto y los pantalones se han llevado la peor parte. Los pantalones, al ser de tela normal, han cedido antes y hay abrasiones leves en la cara externa de la pierna derecha - lado con el que cayó. Algo en el costado y el antebrazo dónde el derrape levantó un poco las prendas. Nada roto, pero va a tener el lado derecho del cuerpo de un bonito púrpura en breve.

Pese a que el dolor está ahí, el subidón y el éxtasis siguen dominando. Está alerta, consciente de lo que le rodea. El tráfico le esquiva, un mensajero en moto se ha parado junto a él para ofrecerle ayuda y su proeza ha atraído al clásico grupo de mirones en la acera mas cercana a su caída.

A lo lejos ve su móvil, o lo que queda de él tras pasarle por encima parte del tráfico angelino.

¡Joder! Dice mirando el móvil
Se vuelve hacia el mensajero.
Tio, ¿podrias llamar a una ambulancia?

Intenta levantarse él y a continuación la moto para subir a la acera apartandose del tráfico endiablado de la carretera.

- Estoy en ello - responde presto el mensajero. Moteros, siempre prestos a ayudar a un hermano.

La moto de Michael ha sufrido daños leves, pero aparatosos. La cacha derecha está completamente arañada, el retrovisor derecho desaparecido en combate. La matrícula y las luces de freno están cada una por un sitio distinto, sólo la placa ha mantenido la integridad.

El ruido de las olas insiste. Pese al éxtasis, una sensación de mareo, como un vértigo repentino que nace en la base del cráneo, se apodera de Michael amenazando con convertir sus piernas en gelatina.

- Están en camino - anuncia el mensajero - ¿necesitas llamar a alguien mas? - pregunta tendiéndole el teléfono.

Tengo que llamar al trabajo

Piensa, mientras las rodillas le flaquean y se sienta en el bordillo.

¿Puedes llamar a mi trabajo y decirles que Michael Brassi ha tenido un accidente? Especifica que no es grave y que tienen que llamar a alguien para que me sustituya hoy. Hospital Cedar´s sinai.

Dice mientras se masajea las sienes. Mirando el casco, para ver si algun golpe fuerte se lo ha llevado en la cabeza

El mensajero asiente. Algunos de los mirones susurra un poco alto algo sobre no quitarse el casco - tarde para eso. El mareo aumenta, dándole a Michael una peculiar mezcla de éxtasis y nausea, subidón y vértigo. Hasta que se hace la oscuridad.

Envuelto en la mas absoluta negrura, incapaz de verse la propia nariz, el sonido de las olas del mar arropa y arrulla a Michael, su ritmo hipnótico.

- Oye el pulso.

Al sonido de las olas se le une el canto de las ballenas, voces entrelazándose con el rumor del mar.

- Oye el ritmo.

Albatros, pelícanos, gaviotas, halcones... Las aves unen sus voces, entretejiéndolas con las del mar y sus enormes criaturas.

- Oye la canción de la Vida.

Una a una, se le unen las voces de los animales, el sonido del viento en los árboles, los truenos en la tormenta, el llanto del recién nacido. Todo encajando a la perfección, como si fuera un único sonido, un son irresistible al que hay que danzar porque cualquier otra idea es impensable.

Y Michael danza al son de las olas, el viento, el trueno, la tierra, y la vida. Michael danza desnudo sobre su tabla, cabalgando las olas, siendo uno con todo y sintiéndose como nunca antes se ha sentido, lleno de vida, propósito y energía. Es para esto que ha nacido. Aún cabalgando, echa atrás la cabeza y lanza un grito, el grito de un halcón.

Michael pisa la arena exultante y clava en ella su tabla.

- Hola, Halcón Jinete de las Olas - saluda el hombre tatuado al que viera sobre las olas antes. A diferencia de Michael, él lleva unos pantalones de piel basta, pero flexible.

Michael mira a su alrededor, extrañado, pero realmente expectante pues tiene la profunda certeza de que esto... todo esto, debe tener algún sentido.

Hola, seas quien seas. Tengo preguntas acerca de muchas cosas.

Siéntate -dice señalando un hueco junto a él con un bastón de madera tallada del que penden plumas y aros de metal. - Siéntate y pregunta. Bebe hasta que tu sed de saber quede saciada.

¿Que me ha ocurrido? ¿Los accidentes, el perro? ¿Los sueños demenciales, Billy? ¿Me estoy volviendo loco? ¿me he dado un golpe en la cabeza y esto es todo un delirio?

Dice aún nervioso, sin sentarse y contento de poder hablar con alguien sin tapujos de lo que le ha ocurrido en las ultimas 24 horas

- Has empezado un viaje. - explica el tatuado dibujando en la arena con su bastón - Los iwa te han destruido y te han vuelto a hacer. Te dieron muerte - dibuja un muñeco de palo rodeado de peces con dientes afilados -y de nuevo la vida- dibuja una silueta humana con borrones en la cabeza, los ojos y varias zonas del torso -. Te han dado, la facultad de comunicarte con los animales- dibuja un muñeco de palo rodeado de lo que parecen animales de palo: perro, gato, pájaro, insecto...-, tu perro entre ellos . Te han dado la facultad de ver y comunicarte con las almas - todo tiene un alma - como la del pequeño difunto al que ayudaste a seguir su camino.- termina.

¿Si? ¿Quienes son esos iwa? ¡A mi nadie me ha preguntado si quería nada de esto!

Respira hondo durante un momento.
 

¿Que es eso del viaje? ¿que tengo que hacer ahora?

Los Iwa son los espíritus que habitan en todas las cosas - explica el tatuado -. La tierra, las rocas, los árboles, los ríos, el viento, las aves, los animales, los peces, el mar...- va añadiendo dibujos a la arena con su bastón -. Tú eres un sanador, un hombre medicina. Pero también eres una voz para el que no tiene, un guía par el perdido. Has iniciado el viaje, la senda del Shamán.

Pero yo no puedo ir a vivir a una reserva india a hablar con los Iwa esos, yo tengo una vida

murmura más para si mismo que para nadie, mientras, ahora si, se sienta al lado del extraño tipo.

Esto no es nada de lo que yo había previsto para mi vida

Le comenta, cansado, casi como en una confidencia.

El halcón no prevé las corrientes que se encuentra, las aprovecha. Como el jinete de las olas no tiene mas plan que montar las que se le vienen encima - responde escueto el tatuado.

El subidón de Michael sigue presente, contrastando con la confusión que siente. Hasta tal punto que ni siquiera parece recordar su desnudez ante un extraño.

Mira al extraño tipo que tiene al lado durante un minuto en silencio. Hasta que le pregunta.
 

¿Y ahora que?

Ahora - dice incorporándose - bailamos al son de pulso del Sueño - y empieza a danzar siguiendo la melodía que conforman las olas con los sonidos de las aves costeras.