Partida Rol por web

Los jardines de Afrodita

La iniciación

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30/07/2010, 19:46
Director

Citerea, Citera, Grecia
Año 234 AC
Marzo

La ciudad de Citerea amaneció con un cielo claro y limpio, de un azul brillante. La brisa de poniente que trajo Céfiro cuando se levantó el sol, removía las largas cabelleras de las mujeres, acariciaba el rostro de los hombres y llenaba las velas de los barcos que salían a navegar para traer la pesca del día. 

Este viento también trajo una nave extranjera, portando en ella mercancías de islas vecinas y nuevas cosas para vender de la lejana Atenas. En este navío también viajaban nómadas que buscaban un lugar en el que quedarse o probar fortuna, o simplemente, detenerse unos días antes de proseguir su largo viaje por las tierras griegas. Pero quizás eran gentes que simplemente querían asistir a las fiestas en honor a Afrodita, que se celebrarían durante el Equinocio, en apenas tres días.

Desde el barco se divisaba ya la costa, se oía el lamento de las gaviotas y a lo lejos, en lo alto de un enorme acantilado, varias figuras paseaban de aquí para allá. Una de ellas saltó desde lo alto lanzándose al mar y los extranjeros se miraron extrañados preguntándose porqué aquellas personas saltaban si con toda probabilidad morirían. Uno de los marineros comentó que se trataba de un grupo de sacerdotes de Poseidón y que su líder, una mujer llamada Casiopea, era peligrosa, porque estaba loca y se creía una ninfa de las aguas.

Cuando el barco llegó al puerto, los visitantes descubrieron que la ciudad estaba decorada con flores colgadas de todos los edificios. Guirnaldas de rosas blancas y amarillas adornaban las columnas y las casas, incluso las velas de los barcos pesqueros tenían cintas de colores amarillos y anaranjados atadas en los mástiles. Las doncellas llevaban coronas de flores y los hombres simplemente portaban diademas doradas. En medio de una plaza un grupo de jovenes llenaban las calles de música, animando la mañana y al mercado, que empezaba a crecer en gentío.  Al otro lado del puerto, más allá, sobre una colina, se divisaba la parte de arriba de un templo, seguramente el templo de Afrodita.

Notas de juego

Bueno, todos vosotros empezáis llegando en barco a Citerea. Tenéis via libre para interpretar si os conocéis del viaje, para ir hacia algún lugar concreto de la ciudad (tiene de todo, como los centros comerciales xD) o para hacer lo que os guste. Cualquier duda, comentadla ;)

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30/07/2010, 20:44
Director

Citerea, Citera, Grecia
Año 234 AC
Marzo

El templo se preparaba para la fiesta, en tan solo dos días daría comienzo la fiesta de primavera y las sacerdotisas del templo estaban muy atareadas con los preparativos, sobre todo desde que recibieron la noticia de que el Oráculo de Delfos iba a visitarlas. Llegó el dia anterior y se instaló en las dependencias de invitados, con ella viajaba un sacerdote envuelto en capas que no dejaba ver ni su rostro ni sus manos, y un joven guerrero espartano que tuvo que buscar alojamiento en la ciudad, porque no se le permitia la entrada a hombres en las estancias de las novicias.

Daniella, por orden de la sacerdotisa Cloris, debía cuidar de Dysis, y atender todas sus necesidades según el momento. Si todo salía bien, durante el Equinocio recibiría no solo la bendición de Afrodita, sino también la de los demás dioses. Los tres días que la Oráculo había estado en el templo se había mostrado silenciosa y reservada y eso resultaba un tanto frustrante, pues Daniella no sabía si estaba callada por algo que ella hubiera hecho o porque simplemente, la sacerdotisa era así...

Y luego estaba Adrastros, aquel joven espartano que había venido con Dysis, al que en una ocasión había encontrado vigilando los jardines cercanos a dónde dormía la Oráculo como si se tratase de un puesto avanzado de guardia. Continuamente el espartano pedía ver a la joven, pero el sacerdote, Cyrano, era el único que podía entrar en su habitación.

Notas de juego

Bueno chicas, esto es una introducción para que os vayáis haciendo amigas... o no ;)

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30/07/2010, 21:32
Sísifo

Mi mente poco a poco se despejaba, después de haberme pasado casi todo el viaje pensando en los designios de mi padre, sin duda trataría de no defraudarle, al menos el amanecer me trajo ideas limpias, un nuevo lugar, gente nueva y por supuesto me encontraba sólo.

Me acerqué hasta el borde de la cubierta asombrado al ver como alguien saltada desde lo alto de un acantilado, tras las explicaciones del marinero quedé con el ceño fruncido cruzando mis brazos sobre mi pecho mientras pensaba si aquello era locura o valentía.

Por fin llegamos a puerto, no era la primera vez que iba a bordo de un barco pero si que agradecía pisar tierra firme, por suerte los dioses habían estado con nosotros y el viaje transcurrió sin incidentes.

Comencé a sumergirme en aquellas calles embriagándome con los aromas del lugar, olía a mar y a flores, muchas flores habían, por el camino me enteré que se iban a celebrar unas fiestas en honor a Afrodita, llegué a una plaza donde unos músicos amenizaban la mañana, quedé unos minutos disfrutando de la música y observando la gente que tenía alrededor.

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31/07/2010, 10:33
Cadrolon

Apenas si me di cuenta de quienes eran los otros pasajeros en el barco, no me gusta navegar y permaneci aparte de todos durante todo el viaje.

Finalmente llegamos a tierra, gracias a Manannan y Dagda, cuando al fin cruzo la pasarela les ofrezco una pequeña oración silenciosa de agradecimiento, solo entonces contemplo la hermosa ciudad helena, una villa de aspecto agradable y festivo con gentes de apariencia afable.

Empiezo a caminar sin un rumbo definido, intentando absorber el ambiente de la zona sin prisas, hasta que decido detenerme en un bar y pido algo del dulce vino local que degusto con calma observando a la gente pasar. La forma de vestir como en el resto de grecia es mucho mas desahogada que en las galias, el clima aquí es mas cálido y noto como la túnica me molesta un poco, pero es una incomodidad menor y un druida ha de mantener su dignidad como representante de los dioses, mas aun en estas tierras lejanas.

Meditando estas y otras diferencias entre esta tierra y mi tierra natal me quedo un rato en el bar.

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31/07/2010, 19:50
Laertes

Durante el viaje me coloque en la proa, aquella sensacion de sentirme libre se hacia mas palpable alli.

Necesitaba cambiar de vida e ir a Citerea, era ese cambio que esperaba. Susurrado por los Dioses, me decidi en meterme en el primer barco que saliera y ellos decidieron que mi lugar sea este.

Paseaba por la ciudad, impregnandome del aroma festivo que rodeaba cada rincon, los olores, los colores, su gente sonriente y las bellas mujeres que por alli paseaban. Me alegraron el corazon, sin duda los Dioses sabian elegir, aquel lugar me parecio encantador y digno de cualquier sueño de Morfeo.

Mi boca estaba seca de tanta belleza y busque una taberna con encanto para saciar mi gaznate.

 

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01/08/2010, 10:52
Daniella

La Oráculo llevaba ya tres días en el templo. Daniella intentaba esforzarse, cumplir cualquier deseo que tuviera y estar preparada ante cualquier requerimiento de ella. Durante varios días la habían preparado para esa tarea. Era menester de ella encargarse de que a la Oráculo no le faltara de nada, y se sintiera cómoda y tranquila.

Pero la joven se sentía frustrada. El silencio que mantenía la Oráculo la desquiciaba. No sabía si estaba cumpliendo correctamente con su deber, o al contrario, había hecho alguna cosa que le hubiera podido molestar.

Daniella se encontraba delante de la puerta de su dormitorio. Alzó su mano para llamar suavemente. Antes de retirarse para descansar, quería asegurarse de que no necesitaba nada. Bajó la mano sin atreverse a dar esos suaves golpes que llamarían la atención de la Oráculo. La joven se sentía nerviosa, ¿y si la molestaba en aquella hora de la noche? Pero... ¿Y si al retirarse la dejaba desatendida? Se mordió el labio inferior mirando con nerviosismo a diestro y siniestro. El jardín se encontraba silencioso, tan sólo se escuchaba el suave sonido de los grillos que parecían cantarle como cada noche a la luna. A esas horas nadie deambulaba por allí. Casi esperaba encontrarse a Adrastros, como hacía un par de días... Pero no, allí no parecía haber nadie.

Un suspiro profundo salió del pecho de Daniella. Con nerviosismo se retiró un suave mechón de delante de los ojos, y finalmente, sin pensarlo más, alargó la mano y llamó picando con suavidad en la puerta.

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02/08/2010, 23:52
Etheokles

La suave brisa del mar, la hipnótica visión de la salida y puesta del sol, la aventura de un viaje hacia nuevos horizontes, la idea de musa inspiradora emergiendo de entre la bruma... nauseas... vómitos... Solo estas dos últimas cosas pudo sentir Etheokles, nada de todo lo anterior. Odiaba viajar en barco, lo descomponía. Y eso que era un viajante que había recorrido medio mundo. Cada viaje marino era una pesadilla, pero se enfrentaba a ellas.

Pasó la mayor parte del viaje acurrucado en un rincón, con una capucha sobre su cabeza. La sola idea de que alguien lo viera en aquel estado significaba para su ego un puñal en su corazón. Apenas llegaron a puerto llevó sus ojos al cielo.

Oh, gracias Zeus. Sacrificaré una gallina en tu honor por haber finalizado esta pesadi... Ultimo vómito del viaje.

Caminó rápidamente tratando que nadie lo reconozca hasta encontrar la taberna mas cercana. Necesitaba tomar un baño inmediatamente, y un trago de vino.

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03/08/2010, 20:32
Dysis

Dysis suspira con vehemencia.

El sonido de la puerta.

Cierra los ojos unos segundos y toma aire.

El sacerdote ya había pasado por la habitación aquel día. No podía ser que volviera... No podía ser...

Con calma se pone de pie, se recoloca los vestidos y el cabello y toma el pomo de la puerta. Sus ojos brillan al observar quién está tras ella.

Oh, hola..., muestra una tímida sonrisa y baja su mirada al suelo, casi con la misma sumisión que podría ofrecer una criada. ¿Querías algo?

Notas de juego

Sorry por tardar, es lo que toca >.<

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04/08/2010, 00:32
Melisos

Un viaje en barco pagado con dinero reunido de limosnas me ha dejado sin nada. Literalmente. Lo habitual. Sin equipaje, sin dinero, sin nada salvo mi libertad. Y la aparentemente inacabable busqueda que me traia hasta esta ciudad casi mitica.

Y sin embargo, pese a todo, una ciudad al fin y al cabo. Son sus gentes, su politica y sus posibilidades. El no tener que preocuparme por posesiones o compañias me permite dirigirme directamente al nucleo de la actividad ciudadana. Nada mas dejar el barco, me adentro en la ciudad con la intencion de integrarme en ella, contemplarla y aprehenderla.

El viaje ha sido bastante aburrido y no me siento cansado, pero tengo hambre, de modo que lo primero que busco es algun ciudadano con aspecto pudiente al que pedir dinero. Por experiencia se que pedir limosna suele dar pie a interesantes conversaciones.

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04/08/2010, 10:43
Daniella

La puerta tardó un poco en abrirse. Daniella sentía como su pulso se aceleraba, se mordió el labio con nerviosismo y bajó la mirada a sus pies. Horrorizada observó como una pequeña mancha de barro se había quedado pegada en el dedo meñique. Rápidamente cogió un pañuelo y alzando la pierna empezó a limpiárselo, cuando en ese momento finalmente la puerta se abrió.

Al escuchar el sonido del pomo, Daniella rápidamente se recolocó colocando sus manos tras la espalda para apartar de la vista de la oráculo el pañuelo que sostenía.

- Buenas noches, disculpad las molestias. - Le dijo haciendo una suave reverencia a modo de saludo... - Venía por si necesitabais alguna cosa más antes de retirarme a mis aposentos. - Su voz sonaba suave y fresca, recordaba al sonido del arroyo en los meses de primavera. Sus ojos castaños miraron a la Oráculo con timidez mientras esperaba la respuesta de la joven.

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04/08/2010, 11:01
Dysis

Permanece con la mirada en el suelo. Se le han llenado los ojos de lágrimas, y si alguien se diera cuenta sería difícil de explicar. Toma aire discretamente y entrecruza sus dedos contra su vientre, intentando ocultar su nerviosismo pero, probablemente, dando fé de él.

Tras unos segundos, cuando se siente algo más recompuesta, se atreve a levantar levemente la mirada, para observar la cara de la muchacha entre sus rizos. Medio dibuja una sonrisa y susurra. Yo... no, no necesito nada. No sabría qué pedir. Aunque ha negado necesitar nada, permanece allí, de pie, hierática, observando en silencio a la mujer con cara inexpresiva, a pesar de su media sonrisa. Pensándolo bien... cualquiera diría que se ha pasado tomando hebras de mandrágora. Vuelve a elevar su voz apenas unos decibelios para decir, Muchas gracias por todo. Me estáis tratando muy bien en este lugar... Los dioses os lo agradecerán, estad seguros.

Termina su frase y dobla un poco sus manos, manteniendo su postura de estatua demasiado drogada como para comprender la realidad. En silencio. Observando a la muchacha.

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04/08/2010, 11:46
Daniella

 

Durante unos segundos el silencio reinante entre ambas jóvenes fue roto por el sonido de los grillos, que continuaban su oda a la luna. Daniella se quedó parada, mordiéndose el labio inferior y a la espectativa de la respuesta de la Oráculo... Ya la he fastidiado, seguro que se queja por molestarla a estas horas. No tendría que haber venido... La joven no pudo evitar que pensamientos funestos invadieran su mente. El silencio se hacía opresivo, como si una capa de espeso aceite se hubiera impregnado en el ambiente. Cuando finalmente la Oráculo levantó la mirada, Daniella no pudo evitar observar el brillo decreciente de sus claros ojos.

Daniella se sintió desfallecer cuando le agradeció el trato recibido. Sintió como toda la tensión que había tenido todos esos días, los nervios y el pánico a fallar en ese menester, la abandonaran de golpe, sintiendo como si su cuerpo quisiera ponerse a volar...

Una sonrisa sincera asomó a sus rosados labios. Asintió con la cabeza en un movimiento suave. Sus manos continuaban jugando con nerviosismo con el pañuelo que mantenía tras su espalda. Pero era como si una pesada losa hubiera sido retirada de sus débiles hombros.

- No teneis que agradecer nuestra atención, es todo un honor poder teneros aquí, en el templo. Sabed que estoy a vuestra disposición para cualquier cosa que necesiteis. - Le dijo con su voz suave mientras su cuerpo volvía a hacer una reverencia.

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05/08/2010, 02:14
Dysis

En un gesto rápido, toma una de las manos de la muchacha con su propia mano, intentando interrumpir la reverencia. No, yo... yo estoy a vuestro servicio. Yo..., corta su frase, como si sintiera que ha dicho algo que no tenía que decir.

Aparta su mano, con un suave movimiento, y vuelve a juntar sus manos, apretándolas fuerte entre sí, en una postura que, quizás, está muy estudiada. Os agradezco todo lo que hacéis por mí, de verdad. Os lo agradezco yo y os lo agradecen los dioses.

Mira por detrás de la muchacha, buscando unos segundos con la mirada, con un leve halo de preocupación, y vuelve a centrar su atención en ella, intentando mostrar una sonrisa.

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05/08/2010, 23:13
Director

Sísifo miraba distraido a la gente que iba y venía: mercaderes con sus carros, vendedores agitando sus mercancias ante los ojos de los transeuntes, niños y niñas corretando por aquí y allá, parejas de adolescentes que caminaban de la mano, señoras que llenaban sus cestas con frutas y flores, hombres que salían a los bosques a cazar o cortar leña... pero sobre todo, por encima de todo aquello, estaba la música, unas melodías que llenaban de alegria todos los corazones.

La taberna más concurrida había sacado sus mesas a las calles para servir todo tipo de manjares, tanto para los extranjeros como para los locales: tartas de queso, euchylous (una especie de bizcocho) o bazyma (tarta con miel, higos y nueces); buñuelos de aceite, como los ekkrides o los taggemidés; con miel, llamados stretés; y uno especial llamado epychités. En honor a Afrodita se habían horneado unos pastelillos llamados kribanés, cuya forma era la de un pecho femenino, representado los perfectos senos de Afrodita. Estos eran los que más éxito tenían aquella fresca mañana de primavera. Para beber, toda clase de vinos, desde los tintos a los blancos, pasando por los rosados, y también se servía kykeon con queso de cabra, con miel, o con menta.

Tanto Cadrolon como Laertes habían elegido el mismo lugar, pero diferentes mesas. Etheokles buscó un lugar dónde bañarse, pero en aquel lugar solo se servía comida y bebida, y si deseaba darse un buen baño, debía acercarse al templo de Afrodita, situado en la zona norte, a unas calles de allí. Melisos, en cambio, buscó una calle concurrida en la que pedir unas limosnas y apenas tardó en conseguir la primera: cuatro monedas. Al levantar la vista se fijó en que las monedas se las había ofrecido una joven de extraños ropajes azules y cabello rubio claro, que estaba húmedo y se le pegaba a los hombros. Llevaba numerosos collares colgados del cuello, fabricados a base de conchas marinas de formas caracoladas, piedras blancas y erizos de mar. Uno de los collares estaba hecho con las espinas de varios peces. La chica le sonrió de forma amable y sincera.

- Que Poseidón te bendiga, extranjero - susurró, su voz se parecía al rumor de las olas romper contra la orilla. Su ropa estaba mojada, y no portaba ningún tipo de zapato. Su piel era pálida, casi traslúcida, pero brillaba con la luz del sol, otorgándole una tonalidad entre rosada y turquesa. Se despidió de Melisos y entonces se dirigió a cada uno de los reción llegados, que saludó del mismo modo con un gesto de la mano: se tocaba la frente y luego los labios. Una vez hechas las presentaciones, la joven de ropas mojadas que caminaba descalza se marchó brincando al son de la música. A ninguno le pasó desapercibido que la gente la miraba con cierta aprehensión, y que se apartaban a su paso con mucho recelo.

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06/08/2010, 01:12
Daniella

- No mi señora, somos nosotras las que estamos a vuestro servicio. - La Oráculo había interrumpido su reverencia cogiéndola de la mano. Daniella por un momento se había quedado parada, sin saber qué hacer o decir en aquella situación. Durante días se había estado preparando para tan importante visita, pero nadie le había dicho cómo actuar en depende qué momento.

Al ver como la Oráculo miraba por detrás de ella, en un acto reflejo, la joven giró su cabeza para poder ver lo que tanto la preocupaba. Su cabello castaño ondeó, cayendo como si de una cascada se tratase sobre su espalda. Al no ver nada, volvió nuevamente su mirada a la Oráculo...

No le había pasado desapercibido el halo de preocupación que había teñido su clara mirada. - Disculpad que insista, pero... ¿Hay algo que pueda hacer para aliviar vuestra preocupación? - Le preguntó en un susurro, sin apartar sus castaños ojos de los de la mujer.

 

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06/08/2010, 01:43
Cadrolon

-y que Manannan te sonría a ti muchacha- respondo a la joven cuando me saluda, acompañando esto con una inclinación de cabeza

"debe ser una sacerdotisa de poseidon, me pregunto si no sera incluso la suma sacerdotisa a la que llaman loca, tal como la miran los lugareños" la vuelvo a mirar, ya casi se pierde entre la multitud "¿Puede ser una de las que saltaron desde el acantilado cuando llegaba su barco y ha llegado ahora a puerto nadando? lastima que no se haya quedado un poco mas a hablar"

No se me escapa el detalle de que ha saludado a algunos mas, y creo recordar alguna cara del viaje en barco

Con mi bebida y viandas me muevo a la mesa de Laertes -buenas tardes, ¿te importa que me siente contigo ya que los dos somos recién llegados a esta isla?-

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06/08/2010, 08:43
Sísifo

Me dejé sumergir por la fiesta de la ciudad disfrutando por los sentidos, por la gente y por aquella música, Bien, ¿Y ahora que hacer?

Una de mis primeras preocupaciones debía de ser encontrar alojamiento, sin embargo había una cosa que me venía picando desde que puse un pie en la isla, era aquel templo que había en lo alto de una colina, aun era temprano, tendría tiempo para encontrar alojamiento más tarde, sin pensármelo mucho más fui caminando hacia allí, sin prisas pues era cuesta arriba y tampoco era necesario romper a sudar por visitar aquel lugar.

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06/08/2010, 10:40
Etheokles

Ethéokles reboleó los ojos desaminado. Como era posible que en una taberna asi no tuvieran baños? Parecía que todo iba en su contra. El olor de los manjares lo estaba tentando, pero se sentía tan incómodo que ni lo pensó, solo bebió un vaso de vino rápidamente.

Al pedir indicaciones le recomendaron ir hasta el templo de Afrodita, pero asi... no, definitivamente no se presentaría aún en aquel lugar.

Donde si no, donde? Observó el lugar sin prestar demasiada atención, hasta que su mirada se chocó con una construcción en la altura. Será el templo de Poseidón del que he escuchado? Seguramente allí tendrán fuentes.... eso espero.

Comenzaba a transpirar, pero no quería sacarse la capucha. Emprendió la marcha hacia el templo, rogando encontrar lo que deseaba.

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08/08/2010, 02:29
Dysis

Dysis duda, algo nerviosa. Comienza a retorcer los dedos de sus manos y da un paso para acercarse a la muchacha. Su ya normalmente bajo tono de voz se reduce aún más, y se acerca con misterio a la oreja de la joven. ¿Sabes si los sacerdotes duermen?, hace una pausa para coger aire y vuelve a retomar su tembloroso aliento. Me... me gustaría tanto dar un paseo por el jardín...

Da un paso hacia atrás con rapidez, como si hubiera hecho una cosa terriblemente pohibidísima. Mira con timidez a la muchacha y vuelve a bajar la mirada, casi avergonzada, hacia el suelo.