Partida Rol por web

Tras ejecutar a la súcubo, Sarabeth se había tomado un respiro y había aprovechado para localizar a una presa más que escurridiza. Descubrió que se había llevado una de sus mochilas y luego huido hacia el sur, y tomó nota de ello. Sin embargo, los sonidos del combate volvieron a traer su atención de vuelta a la Cornucópia: Leah había logrado alcanzar a los dos fugitivos, Ivy y Lyan, y se había enzarzado en combate con ellos. Sonrió.

Así me gusta. Que no escapen con armas.

Vio a su Daniel correr en esa dirección, pues Leah, en inferioridad numérica y armamentística, había sufrido alguna herida. Sin embargo, la de su compañero predestinado no fue la única intervención externa: cerca de ella, la Muerte, que hasta ahora había mantenido su pacto con los profesionales, alzó su jabalina y la arrojó, hiriendo de nuevo a Leah. El rostro de Sarabeth pasó de la sorpresa a la furia.

Perra... Debía tener una alianza con Ivy y Lyan. ¿Pretendes cubrirles la retirada? Pues has elegido un mal momento para traicionarnos.

Echó otro vistazo hacia la pelea mientras sus manos apretaban con fuerza la lanza corta que tan bien le había servido hasta ahora. No podía estar segura desde esa distancia, pero Leah parecía herida. Quizá de gravedad. Quizá lo suficiente para morir allí. Ella y la otra tributo no habían hablado directamente en ningún momento, pero no hacía falta: saltaba a la vista que Leah era una guerrera. Una profesional. Era una competidora, sí, así que hubiese tenido que morir igual, pero no así. No a traición. Se merecía morir de cara a su adversario, con un arma en la mano. En un buen combate.

Echó a correr hacia Adele.

No así. No atacada desde la espalda, sin posibilidad de defenderse. Esa no era una muerte para una guerrera, sino para una traidora. Como Adele.

La punta de la lanza entró por la parte alta de la espalda y brotó de uno de los pechos de la tributo del distrito 7, perforándole un pulmón en el proceso.

- Una traidora como tú no merece siquiera mirar a su verdugo a la cara. Tú no eres la Muerte... yo lo soy.

Tras decir esto levantó el extremo del asta de la lanza, empujando a Adele de bruces al suelo, y allí de un tirón le arrancó el arma que aún seguía clavada en su pecho. Se aseguró de pisar su cuerpo agonizante mientras seguía su camino.

En su cabeza aún resonaba la sirena que había dado el aviso del comienzo de la Cornucopia. El escenario en el que los habían soltado no se lo esperaba en absoluto y la sorpresa había hecho que perdiera tiempo. Corriera lo que corriese ya daba igual, aquellos segundos tirados a la basura le habían puesto en la cola de la cadena alimenticia y lo sabía, pero aún así trató de hacerse paso hacia el centro de la plaza: hacia el tiovivo.

La joven se hizo con un cuchillo, un arma que casi parecía ridícula en sus manos debido a su talla. Había puesto todas sus esperanzas y sus planes en una de aquellas espadas, pero ahora aquel pequeño filo era lo único que tenía. Otro cambio más en sus planes, pero no iba a darse por vencida; había nacido para esto.

A su lado pudo ver como Lily y James la traicionaron haciendo caso omiso de su aviso durante los entrenamientos: "Si demostráis que servís para algo durante la Cornucopia hay trato". Tras coger provisiones habían huido como cobardes, así que no sintió lástima por la chica cuando Sarabeth la mató de aquella manera tan salvaje. Lástima que no había podido estrangularla con sus propias manos. Pero James aún seguía vivo, y si ella aún respiraba al terminar la Cornucopia podía tener por seguro que iba a defender su honor.

Leah vio que algo se movía a su lado y atacó, pero aquella chica pelirroja era demasiado rápida. Recordaba que se llamaba Ivy, pero no sabía mucho más de ella a parte de que tenía una espada que le pertenecía. La joven no se achantó y echó a correr detrás del tributo del distrito 12, pero era increíblemente rápida, así que optó por intentar acuchillar a Lyan, su compañero de distrito, que trataba de huir al igual que ella. Sin embargo, de alguna manera sobrehumana, Ivy le arrebató su presa y se le llevó consigo dejando a Leah a punto de saborear la sangre que tanto tiempo llevaba esperando. 

Había fallado tres veces delante de las cámaras, su distrito y su familia. No podía irse así, no podía dejar aquel mundo sin demostrar que los años de duro entrenamiento habían servido para algo.

La Fuerza, cansada de que la mareasen de aquella manera, puso en marcha todos sus músculos para darles caza y saltó sobre ellos tirándolos al suelo. Pero una vez más Ivy fue inusitadamente rápida y le cortó la carne de la espalda de manera impredecible. Ivy podía ser la Justicia, pero a Leah le parecía todo irónicamente injusto. La Fuerza gritó de dolor y las lágrimas de rabia empañaron sus ojos mientras una descarga de electricidad corría por su cuerpo. Podía notar la cálida sangre brotar de sus heridas y como un sabor óxido acudía a su paladar. Sin embargo no podía comprender como Ivy le había causado tanto dolor teniendo tan poco espacio para maniobrar, y es que lo que Leah no sabía es que Adele le había clavado una jabalina en la espalda justo a la vez, como si fuera un animal.

Aún así ya era demasiado tarde para Ivy. Leah la miró enloquecida, y de su boca caía una mezcla entre sangre y saliva cuando alzó ambas manos para comenzar a acuchillarla sin piedad.

Ivy sujetando su vientre se pone en pie como puede y echa a correr hacia el norte mientras la sangre brota de sus heridas.

Greir continúa con su carrera.
Scott se acerca corriendo con la mochila de Isaac en la mano, alcanzando la altura de Greir. 
Daniel corre tras Ivy para rematarla, pero se siente cansado. Igual que hace Sarabeth, evaluando la valía de los restantes mientras resopla desde su posición. 
Briar encuentra los cuadros de mandos del tiovivo, en una cabina adyacente.
Ethan llega y sostiene a la enfurecida Leah, y cierra sus heridas arrancándose la tela de las mangas. 
Gen cierra los ojos intentando descansar en un mundo de luz y sonido que da vueltas con él. 

Ivy intenta correr mientras se tapa la herida de su vientre, pero el sangrado es abundante y su sentido del equilibrio falla, siente que se marea e hinca rodilla en el suelo.
Greir llega a la altura de Leah. Scott aprovecha que Ethan tiene sujeta a la rabiosa mujer con la que comparte distrito para administrar una dosis de medigel en sus heridas. El gel coagula rápidamente y las heridas dejan de sangrar.
Daniel alcanza a la nauseada Ivy, la atraviesa de lado a lado con la espada. 
Briar detiene el Tiovivo para alivio de Gen, que comenzaba a estar mareado.

Greir supo que la Cornucopia había terminado y le bastó una mirada a su alrededor para darse cuenta de que las cosas iban muy deprisa. Muy deprisa. Un rápido cálculo le hizo comprender que la proporción entre profesionales y presas era demasiado desigual y que pronto comenzarían las traiciones. Y no podía permitir eso.

Apreciaba el honor, la gloria y el deber. Estaba allí por las tres cosas. Para honrar a su distrito. Para alimentar a su familia y a sus vecinos. Para disfrutar de la vida en la Aldea de los Vencedores una vez todo hubiese acabado. Y sólo iba a lograrlo ella, Gen si no podía conseguirlo. Por eso levantó el arma y aprovechó que Scott atendía a Leah para clavarle la espada por la espalda.

-Lo siento, Scott -dijo mientras bajaba el arma-. No es nada personal.

No lo era. De verdad que no lo era. Pero cinco presas para ocho cazadores era un riesgo demasiado alto.

La hoja traza un corte surcando la superficie de la ancha espalda del miembro de distrito no profesional que había hecho dos presas, pero el chico es muy robusto y encaja el golpe.

En ese instante una risa malévola y demoníaca, como la que sería propia de una caja de juguete, suena por el sistema de megafonia agonizando lentamente.. En el momento en que Briar levanta el dedo del botón con el que apaga el Carrusel, la luz del Tiovivo se apaga, dejando a los Tributos en la más completa oscuridad.

Llego a Leah a tiempo y me dispongo a darle las medicinas de la mochila de Isaac. Parece estar fuera de peligro y me relajo, ha pasado todo muy rápido. Noto un fuerte dolor en la espalda cuando la espada corta la piel. No entiendo lo que pasa hasta que escucho las palabras y me giro para ver a Greir con la espada en su mano, manchada de sangre. Aprieto la mandíbula con furia contenida mientras me levanto para encararme a ella. Qué irónico. Parece que los más valientes y honorables somos los de los distritos no profesionales.

-Yo pensaba que los distritos profesionales os presentabais voluntarios para probar vuestro honor y vuestra valía en la batalla. No sé que honor puede haber en atacar por la espalda a un aliado cuando se encuentra curando a otra aliada. Maldita cobarde, espero que mueras como tal y que todas estas cámaras lo graben para que te recuerden como lo que eres, nada más que una sucia cobarde.-Escupo las últimas palabras con desprecio y la luz se va de pronto.

Adiós familia. Espero que no tengáis que ver esto.

Grito Noooooooo! Con todas mis fuerzas mientras intento desviar con mi cuchillo los ataques que vayan hacia Scott (Acción de parada de destreza+armas cc ) si va a atacarle daniel priorizo el parar su ataque para que no le vuelvan a golpear por la espalda, si no paro el de greir.

-¿Qué sabes tú del honor? -dijo mientras cortaba en la dirección en la que recordaba que se encontraba-. Estás aquí por accidente.

En cambio ella había dado un paso al frente y proclamado que quería ir a la Arena. A morir. A matar. A demostrar su fuerza y habilidades. A sangrar por su distrito y su familia. ¡Sí! ¡Sí! ¿Qué sabía él de honor?

Ella no iba a morir. No allí. No por la mano de los tributos. Greir era la mejor. Greir se había preparado. Greir triunfaría.

-¡Por el distrito uno!

La hoja de Greir traza un arco descendente, encontrando en su camino la hoja de Ethan, que desvía el golpe pero no lo detiene completamente. En el momento en que las hojas chocan en la oscuridad emitiendo una pequeña chispa, un haz de luz vincula los cuerpos de Scott y Greir.  El cuerpo de Scott parece vibrar, mientras que los movimientos de Greir se realentizan. 
Scott salta para un lado, antes de que la hoja le vuelva a cortar, arañando ésta el suelo. 

Daniel se acerca al tumulto y con un gesto divertido levanta la hoja y la deja caer sobre Greir. El acero parte la clavícula, las costillas y desgarra un pulmón a su paso. 
Leah permanece en el suelo, inconsciente de lo que ocurre a su alrededor

En la cabina de mandos un destello indica que Briar vuelve a hacer uso de su don.

Los ojos de Sarabeth relucen en la oscuridad, es lo último que ve Gen.

Gen estaba sentado, apoyado en una mochila. El sobresalto provocado por la oscuridad repentina había durado poco, y estaba inclinándose hacia delante y entornando los ojos para tratar de ver a Greir. Si hubiera tenido fuerzas hubiera gritado y agitado los brazos para animarla.

Daniel se movió, hizo algo. No le dio tiempo de darse cuenta de que sobre quién había dejado caer la espada. Fue atravesado por una sensación que no llegó a ser dolor, no dio tiempo. Gen murió sin darse cuenta de que le estaban matando. Su último pensamiento fue para Greir.

Greir apretó los dientes cuando su golpe no dio en el blanco. El poder que la atenazaba la hizo sudar. ¿Y si se había equivocado al juzgar ahora un buen momento para acabar con Scott? ¿Y si era ella la que perdía?

-¡Gen! -gritó, pidiendo auxilio.

Y entonces estallaron sus huesos y una hoja de metal halló su pulmón. Los breves segundos en los que aún era consciente le permitieron pensar que aquel había sido un buen golpe. Cayó de rodillas, desangrándose. Sí, un buen golpe...

El mundo se volvió oscuro a su alrededor, y eso sobresaltó momentáneamente a Sarabeth. Sin embargo, enseguida dedujo que era una ocasión propicia para hacer algo que debía hacerse. No le gustaba, pero era necesario. Así pues, agudizó sus sentidos, orientándose perfectamente en la oscuridad, y se acercó al herido Gen. Le clavó la lanza en el pecho con una mano mientras le tapaba la boca con la otra.

-Shhhhh... Esto está feo, ya lo sé, pero me dais miedo. Tu y Greir podríais usar vuestros poderes sobre mí, y obligarme a atacar a mi Daniel. Y eso no puedo permitirlo, ¿sabes? Así que debes morir. No pasa nada. Aquí hemos venido a eso, ¿no? No pasa nada... muérete y ya está.

Tardó en darse cuenta de que Gen no la oía, que el lanzazo había acabado con él instantáneamente. Fastidiada, tiró de la lanza, pero la punta había atravesado hasta la mochila detrás del tributo y costaba sacarla. Tuvo que poner un pie en la cara del fallecido y tirar del arma con ambas manos para arrancarla. Casi cae de culo cuando ésta por fin se liberó.

-Perdona. -le dijo a Gen mientras le cerraba los ojos con la mano.

Tanto Lyan como Ivy habían caído previamente bajo su espada y con ello se había satisfecho su necesidad de dejar claro lo que el Sol podía hacer. Ahora venía la única parte de aquellos Juegos que Daniel había planeado con Sarabeth en los días previos al comienzo de aquella masacre.

Como un regalo del cielo, Greir alzó su arma contra Scott, hiriéndolo de muerte. Sin embargo el joven no pareció morir y la luz del lugar se apagó por algún motivo.

- Esto sólo puede ser el destino, como dijo Sarabeth. - pensó el profesional, alzando su propia espada. No veía prácticamente nada, pero Greir estaba ahí, podía sentirlo.  También lo sintió cuando su espada atravesó la carne de la profesional y pudo escuchar el gemido de dolor de sus labios, así como notar que su cuerpo caía de rodillas. Si Sarabeth seguía también el plan ya no habría peligro de que nadie les hiciera actuar en contra de su voluntad.

- ¡Por el distrito uno! - dijo con una amplia sonrisa.

Leah logró levantarse a pesar de los dolores mientras na pelea transcurría a su espalda. La joven caminó a duras penas hasta el cuerpo de Ivy y cogió la pesada espada entre sus manos. Cuando se dio la vuelta ya había dos cadávares más en el suelo. A Leah le temblaban las manos.

-¿Qué coño estáis haciendo? -preguntó alarmada, con la boca llena de sangre, levantando la espada y apuntando con ella a Sarabeth y a Daniel de manera intermitente.

Daniel se agachó a limpiar la espada en la ropa de Greir mientras le cerraba los ojos con una mano y miraba a Leah.

- Sencillamente evitar una desgracia futura, Leah. ¿Acaso tú deseas que alguien que puede hacer que nos matemos entre nosotros tenga total libertad para hacer lo que quiera? El Distrito es el Liderazgo, pero en los Juegos del Hambre impera la fuerza, como tú deberías saber mejor que nadie. - dijo Daniel muy seguro de lo que decía

- Si no estás deacuerdo lo podemos discutir... - dijo él, con algo de sorna - Pero el mal ya está hecho.