Partida Rol por web

Los rayos de sol se cuelan por las rendijas de la persiana que cubre el amplio ventanal de tu dormitorio, traviesos, juguetean con tus dedos, la mano extendida en el lado vacío de la cama…una cama demasiado grande, demasiado grande para una sola persona.

Los ojos entreabiertos se entretienen en mirar el vaivén de la luz que te ilumina, quizás intenten evitar pensar en la soledad, o puede que simplemente aún tengan sueño, pues todo se hace más llevadero en el mundo onírico, donde los colores están más definidos, donde siempre podemos dar a los sueños el significado que queramos, blanco o negro, según nos convenga.

Al moverte ligeramente tu cuerpo protesta, cansado, más de lo habitual, y es raro…porque según el reloj que hay junto a la cama son las diez y media, ¡las diez y media!, tu curso de cocina ha empezado hace una hora y media. Un vano intento de recordar lo sucedido la noche anterior, un molesto dolor de cabeza en cuanto la mueves, ¿qué paso anoche?, nada acude a tu mente en respuesta a esa pregunta, ningún detalle después de salir del colegio por la tarde. ¿Quedaste con alguien?, en principio no tenías ningún plan, sólo regresar a casa, un día más, una noche más para pensar, impotencia y culpabilidad, rabia y amor, siempre está fuera…aunque mañana vuelve...¿es mejor así?

- ¿...Hhmmm? ¿Y media pasadas...? - murmuraba recién despertada, retirándose los mechones revoltosos de la cara y suspirando pesadamente...

Se incorporó, quedándose sentada en la cama, con los pies descalzos sobre el suelo... Recorrió entonces la habitación con la mirada. ¿Cómo había llegado a aquella cama? ¿Cómo sin recordar qué había hecho antes...? - Bbbffff... - bufó, llevándose las manos a la cabeza, con los codos sobre las rodillas... ¿Habría bebido...? Aquel curso no era su vida... Había aprendido a quitarle el valor a las cosas, a no darle más importancia de la que tienen e incluso a no dedicarles ilusión...

Con todas aquellas dudas en la mente, y después de tomarse aquel par de minutos para despejarse, Solaine se levantó de la cama para colocarse una bata de seda roja por encima y las zapatillas y salir afuera de la habitación en busca de alguna respuesta. Su expresión, con aquellos ojitos tristones entrecerrados y el ceño fruncido, denotaba extrañeza, a la par que melancolía... Despertar sola en una cama de matrimonio sin saber qué había hecho el día antes...

Si, vas a colocarte la bata de seda roja por encima cuando te das cuenta de que llevas puesta ropa de calle, la misma que cuando saliste del colegio, en el mismo estado, bueno, bastante más arrugada, pero nada más.

La luz se hace ahora más molesta, sientes como si alguien te observara, como si alguien estuviera penetrando en un tu intimidad, buscando conocer los secretos que se esconden tras el suave azul de esos ojos, hermosos y tristes, que reflejan mucho más de lo que a veces desearías.

El silencio ahora es patente, en tu pedestal apenas llega el ruido de la ciudad, esa falta del mismo hace más real la soledad, nuevamente ese cansancio cuando te levantas, te duelen los brazos, no en un punto concreto, sino como si hubieras hecho pesas de más en el gimnasio.

Cavaliê se revisó de arriba abajo, comprobando que en efecto iba vestida... Se llevó una mano a la frente, retirándose el cabello de la cara presa de una terrible confusión. Y como si realmente hubiese alguien escondido en aquella casa, volvió a colgar la bata en el perchero, dirigiéndose hacia el salón a paso lento, frotándose sus doloridos brazos mientras prestaba atención a todos los rincones de la casa...

¿Qué he hecho...? ¿Qué estuve haciendo ayer...? Los brazos... - se remangó las mangas de la camisa, buscando algo extraño en ellos - ¿...Cuando he hecho fuerza con ellos...?

Revisó que todo estuviera en orden en aquella casa y miró a través de las ventanas, como buscando la causa que hacía que se sintiera tan acechada... Cogió aire un par de veces y lo exhaló nerviosamente...

La revisión de la casa iba dando resultados de normalidad y eso tranquilizaba a la joven francesa, sus brazos estaban en aparente buen estado, pero ese sentimiento de ser observada no desaparece, nada en las ventanas, nada en ningún sitio…Excepto en la puerta de la entrada, donde grabada en la parte interna rezaba esta inscripción.

LA-ROUX SOLAINE CAVALIÊ...VAS A MORIR...

Aquellas palabras parecían brillar con fuerza mientras más las mirabas, de nuevo ese silencio, y entonces algo cae de tu bolsillo, lo miras mientras parece flotar en el aire unos eternos instantes, como si fuera etéreo, y el sonido metálico al chocar con el suelo…

Una bala, rueda aproximadamente medio metro, hasta detenerse por completo, una bala nueva, brillante, orgullosa en medio del suelo de madera de tu casa, de vuestra casa.

- ¡¡¡...HAAAAAAAAAH!!! - se llevó una temblorosa mano a la boca al tiempo que dió un par de pasos hacia atrás, hasta dar de espaldas contra la pared. La respiración se le aceleraba conforme más iba centrando la vista en aquel ultimátum y en la bala que descansaba sobre el parquet, hasta palidecer y, sin posibilidad de pensamiento consciente, correr hacia la cocina para hacerse con un cuchillo. Lo sujetó con una mano, aterrorizada y con indicios de llanto histérico, y tras asegurarse de que la puerta principal estaba bien cerrada, fue en busca de su teléfono móvil...

Tengo... Tengo que llamar a la policía... Alguien me ha traído aquí... Alguien ha entrado en mi casa... ¿Me... Me habran drogado? - fue asomándose por las esquinas de su hogar, marcando torpemente el teléfono de la policía - No... No quiero salir de aquí... Tiene que venir alguien....

El cuchillo en una mano y el móvil en la otra mientras comprobabas que la puerta principal estuviera cerrada, como así es, cerrada con llave y estas puestas en su interior, la inscripción sigue allí, claro, no va a desaparecer sin más, aquellas palabras, tu nombre escrito perfectamente sobre ellas.

Con alguna dificultad logras marcar el número deseado, silencio, pero tras ese breve momento una voz de hombre resuena al otro lado de la línea.

La-Roux Solaine Cavaliê…vas a morir… un susurro…

Policía de Nueva York, buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

- (...) ¡¡AAAAAAAAHHH!! - grita horrorizada tras escuchar aquella voz, deshaciéndose del móvil para que éste caiga al suelo, con la llamada aún abierta...

Aterrorizada, se bate consigo misma para decidir si responder o no a la llamada, llevándose de nuevo las temblorosas manos a las boca, presa del pánico... No respondió, cortó la llamada a los largos segundos, y marcó inmediatamente el teléfono de su marido, quien debería estar ya despierto y arreglándose para la vuelta... No dejó de mirar a un lado un a otro, vigilante, mientras pegaba el teléfono a su oreja...

Vamos, Mike... Coge el teléfono... Coge el teléfono...

Otro grito, nervios y unos ojos medio llorosos que intentan escudriñar cada centímetro de espacio que la rodea, por suerte el teléfono sigue funcionando después de su golpe con el suelo, aunque se ha llevado una pequeña marca en la pantalla, justo donde pone la hora.

Los tonos se suceden, bajos y lejanos, como siempre en una llamada internacional, pues él esta lejos, muy lejos de donde tú te encuentras ahora, una voz familiar que te fortalece contesta al fin, ¿Solaine? no sabes si alegre o sorprendido, ¿Qué tal cariño?, mañana llegaré sobre las seis dice sin dejarte hablar con voz cordial.

- ¿¿¿Mi-Mike??? - tragó saliva. Los labios le temblaban, las lágrimas comenzaban a resvalar por sus mejillas... Y a pesar de que él estuviera a cientos de kilómetros, el solo hecho de poder escuchar su voz la reconfortaba... No obstante... - Yo... Es que... N-no sabía a quien llamar y... ha... ha entrado alguien en casa y... - la inseguridad es demasiada, y finalmente rompe a llorar... - No sé qué hice ayer, alguien me-me metió una bala en el bolsillo y... Han escrito algo en la puerta de casa... - se apoya de espaldas en una pared, y se escurre hasta quedar sentada sobre el suelo, aún con el cuchillo en la mano - H-he intentado llamar a la policía p-pero... Creo que han pinchado la línea y... N-no me fío de llamar a nadie... - ...empieza a hipar, sin dejar de llorar al teléfono.

¿Qué estás diciendo?, Solaine, ¿cómo que ha entrado alguien en casa?, llama a la policía ahora mismo… parece preocupado, ¿Qué no sabes qué hiciste ayer?, ¿una bala?, su tono de voz va subiendo gradualmente, casi terminando en enfado.

Llama a la policía, no puedo hacer nada desde aquí le asustaba el tono de voz empleado por su mujer, Comprueba que todo esté cerrado, ¿qué han escrito? todo es demasiado para asimilarlo de golpe, el llanto de su mujer le hace sentirse impotente, Por favor Solaine, haz lo que te dijo, por favor, cálmate parece arrepentido de haber hablado más alto de la cuenta.

Cavaliê sorbe el llanto, secándose las lágrimas con una mano...

- Esta todo cerrado... Me he despertado con la ropa puesta. Había una bala en el b-bolsillo y... N-no recuerdo qué hice ayer después del trabajo... - solloza de forma más nerviosa, horrorizada - ...Han escrito mi nombre en la puerta principal... Diciendo qu-que iba... a morir... (...) He llamado a la policía pero escucho a... un hombre, no sé quién es, pero me repite esa frase al teléfono... - niega con la cabeza, luchando por controlar su respiración - Tengo miedo, Mike... Alguien... Noto que alguien me está observando... Y no me fío de llamar a nadie... - La-Rouge había vivido el tiempo suficiente en Nueva York para saber que la policía neoyorkina dejaba mucho que desear, además de que estaba legalizado portar armas por defensa propia, lo que te hacía sentirte una posible diana simplemente paseando por la calle...

Aquello que le contaba no contribuía a que Mike mantuviera la calma precisamente, su voz tembló ligeramente Solaine, cierra todo bien, no te muevas de ahí, llamaré a la policía desde aquí y luego a Hugh, para que vaya a casa le costaba un mundo hablar, Cierra las ventanas, no parece probable que nadie te este observando, además si la persona que dices que ha escrito eso en la puerta quisiera matarte ya ha tenido la oportunidad de hacerlo a menos que sea uno de esos chiflados, ese pensamiento cruza como un rayo por la mente de aquel hombre que se sentía impotente para ayudar a su mujer.

Por favor, haz lo que digo, hazlo, tienes que ser valiente, sus intentos de animar a su mujer se difuminan con el llanto de esta, No va a pasarte nada

Solaine se tapó la boca con la intención de que su marido no se inquietara más de lo que estaba escuchando sus sollozos...

Cita:

Horror. Aquello no había hecho más que empeorar la ansiedad que empezaba a experimentar... Pero igualmente asintió, con las lágrimas brotando de sus ojos, ahora enrojecidos por el llanto... - Vale... Vale, no me moveré de aquí - volvió a sorberse la nariz - Esperaré a que vengan... Lo siento, cariño... No quería molestarte en tu trabajo... Te quiero... - ...musitó, finalizando así aquella llamada telefónica...

Las palabras de tu marido no había conseguido el efecto deseado por él, que apenas pudo responder un tímido yo también a tu declaración, cuando la llamada finaliza el silencio vuelve a apoderarse de la casa, la soledad, tus sollozos quedan como única compañía, casi un consuelo.

Allí sentada, Solaine, apoyada contra una de las paredes de su casa, con un cuchillo en la mano y el móvil en la otra, los rayos de sol entran alegres por la ventana, confiriendo un matiz de irrealidad a toda la situación, casi puedes escuchar el griterío infantil de los niños saliendo del colegio, te despediste de las otras profesoras, y luego…nada, ni un recuerdo, ni un pensamiento sobre tus planes, ¿quién te trajo a casa?, ¿por qué está eso grabado en tu puerta?.

Todos los pensamientos parecen materializarse físicamente en tu mente, tus ojos se cierran unos instantes al destellar el cuchillo por la luz del sol y enfocarlos, al abrirlos de nuevo nada ha cambiado, pero la sensación de ser observada parece haberse desvanecido con el reflejo.

Con los ojos entrecerrados, cansada de llorar, la joven francesa hizo un esfuerzo para volver a ponerse en pie... Había llegado a parar al salón, donde bajó las persianas, impidiendo la entrada a los cálidos rayos de sol que le daban a la estancia un aire ilusorio... Se sentó después en el enorme sofá situado en mitad de su salón, de cara a resto de la casa, sin separarse ni de su única arma ni de su única forma de comunicarse con el mundo exterior... Porque no pensaba salir.
Puso los pies sobre le sofá, abrazándose a sí misma... ¿Quién la habría traído...? ¿Por qué querrían matarla? No era una persona de carácter muy fuerte, era más bien débil... ¿Quién podría tener algo contra ella? ¿Quién podría detestarla hasta el punto de hacerle algo así...? ¿Sería una broma quizás? No... Demasiadas molestias para una broma...

Sin más, apoyó la cabeza en el respaldo, intentando descansar... A la espera de que la salvación llamara a su puerta...

Un ruido sordo, constante, como si algo golpeara periódicamente en algún lugar de la casa…¿estaba antes ahí?, ¿o acaba de aparecer?, eres incapaz de recordarlo.

Viene del baño, pero no del principal, sino del que está más cerca del salón, apenas un par de minutos desde la llamada, tu respiración sigue demasiado alterada, intranquila e irregular.

Encerrada en su propia casa, ¿sola?, una prisión que ella misma se ha impuesto, unos barrotes que quizás debió romper hace tiempo, pero no lo hizo, dominada por un hermoso y sincero sentimiento…el ruido sigue martilleando tus pensamientos…

(...) ¿QUÉ ES ESO?

Abre los ojos como platos, nerviosa, y tras tomarse unos inquietantes segundos para intentar identificar la naturaleza de aquel monótono sonido, se levantó de nuevo, ésta vez con los pies descalzos, y se dirigió hacia el cuarto de baño... Respirando por la boca... El arma bien cogida... Mirando a un lado y a otro...

Al llegar a la puerta cogió aire, pegada a la misma pared, y la abrio ráuda, con el cuchillo a la altura de su hombro, dispuesta a hacer frente a lo que quiera que hubiese en aquel cuarto...

Hay que admitir la valentía y la determinación de la joven Solaine, que unos pocos minutos antes yacía derrotada en el suelo, o quizás sea el propio miedo lo que haya conseguido que la chica emprendiera aquel recorrido con incierto destino, pero el caso es que lo había hecho.

El ruido aumentaba de intensidad conforme te acercas al baño…abres la puerta de golpe, cuchillo en mano para descubrir la ausencia de nada anormal en la estancia, el ruido es provocado por un bote de champú que se ha volcado y gotea constantemente sobre el fondo de la bañera.

Un alivio que se rompe al ver tu imagen en el espejo, ojos llorosos, gesto desencajado, y aquel cuchillo en alto amenazando al aire.