Partida Rol por web

14 de Febrero de 1979

El Hospital San Mungo se encuentra en Londrres oculto de los muggles como unos grandes almacenes abandonados, pero Brent y Brelen pueden ver como un edificio en perfecto estado de conservación se irgue frente a ellos y como un escudo anuncia el tipo de servicio que ofrecen, se trata de una varita y un hueso cruzados.

El hospital hace unas horas que ha dejado de ser un caos. Desde el atentado los heridos se amontonaban en los pasillos, pero los sanadores son hábiles curanderos y en solo un par de días han dado el alta al agran mayoría de los pacientes despejando las plantas. La recepción parece tranquila.

- Bueno Brent, aquí estamos. Deberemos preguntar a la recepcionista en que habitación están los Proudfoot.

Brelen empieza a andar con paso elegante hasta la recepción, se apoya con el costado en el mostrador y espera a que la recepcionista le atienda con una bonita sonrisa en su cara.

Fiona, para su desgracia, no había podido evitar a su superior y la había vuelto a mandar a Urgencias a atender más gente diez minutos después de tumbarse en el sofá de su despacho. La pobre muchacha llevaba casi 24 horas de un lado para otro, y lo soportaba como buenamente podía intentando ser amable con todos los heridos, pero estaba al límite de su paciencia. Exhausta, había tenido que transformar sus zapatos en un calzado más cómodo que le permitieran caminar deprisa y sin dolor, y había encantado su carpeta y la pluma para que la siguieran levitando por encima de su cabeza mientras les dictaba cosas.  

Se acercó a la recepción con cara de agotamiento ignorando a todo el que estuviera allí y se adelantó a la gente que esperaba.

-Perdón… Disculpen…- murmuró sin ganas.

Alargó la mano para coger la carpeta y sacó varios impresos.

-Toma, rica.- se los puso en el escritorio- Los últimos de la sala. Creo que con esto se acabó el follón. Apúntame las horas extras cuando puedas.

Suspiró aliviada a la vez que se frotaba los ojos con una mano mientras esperaba a la recepcionista. Tenía un aspecto realmente lamentable, ojeras, sin maquillar y los rizos completamente alborotados. Solo deseaba llegar a casa y dormir.

- Pues sí, Barry Gibb, pues sí... ten cuidado con lo que dices, ¿eh? No quiero meterme en jaleos por culpa tuya - ¿Hola? Más bien es Brelen el que debería decirle eso a Brent... Ambos se acercan a la recepción cuando una mujer con aspecto de sanadora pasa por delante de ellos y empieza a hacer nosequé papeleo. En circunstancias normales Brent hubiera apartado como si nada a la chica y se hubiera puesto delante de la recepcionista, pero en esta situación...

Tocó el hombro de Fiona con una ceja alzada. - Oye guapa, ya que te has colado... ¿Qué menos que dedicarnos un minuto de tu sin valiosísimo tiempo? Si te preguntas por qué me figuro que eres sanadora, aparte de por lo de las horas extras, digamos que parece que hayas estado bailando con hipogrifos. - dice el mago con una sonrisa algo críptica, sin cambiar el tono de voz a la llegada de la ironía - Buscamos a los Proudfoot, tenemos que hablar con ellos, venimos de parte... -

Mh... estaba pensando en decir una mentira, pero al fin y al cabo contar lo que a uno le interesa de la verdad es mucho más rentable y fácil.

-... de Albus Dumbledore. Por temas de trabajo no ha podido venir a ver a sus amigos y nos ha pedido que vengamos a charlar un rato con ellos y pedirles disculpas por el hecho de que no esté aquí con ellos. ¿Sabes en qué habitación están y si podemos verles? -

Brelen mira a la chica que se acerca a la recepción con cara agotada. Se fija en su vestimente y en su cara, le suena de haberla visto por Hogwarts.

Cuando va a abrir la boca para entablar conversación con ella, Brent le interrumpe y empieza su discurso con cara seria, como siempre.

Este tío no sabe tratar a una dama

Disculpa a mi amigo dice Brelen con una encantadora sonrisa al tiempo que tiende su mano. Un día duro, ¿verdad? Como bien dice mi amigo, venimos de parte de Albus a visitar a los Proudfoot, yo soy Brelen

La sanadora miró al tipo con cara de estar a punto de echarse a llorar y abrió la boca para decirle algo, pero entonces el otro caballero (porque era un caballero comparado con el anterior) le habló. Aunque el “daño” ya estaba hecho.

Fiona suspiró agotada y le dedicó una pobre sonrisa.

- Em...- le dio la mano- Soy la sanadora O’Brian, puedes llamarme Fiona. Y siento no poder ayudarles. Mmm… Los Proudfoot creo… creo que no están para recibir a nadie en este momento. No lo se, yo…- alguien la empujó por detrás y perdió el equilibro durante unos instantes. Y la paciencia- ¡Ay, por favor! Ya basta de tanta tontería en el Hospital, hostias… ¡Hagan el favor de ponerse en fila en vez de apiñarse en la recepción o les juro que los mando a todos con una maldición de vuelta a casa!- les gritó a los que esperaban impacientes. Después cambió el tono de voz al volverse hacia Brent y Brenle- Y ustedes dos acompáñenme a otro sitio, si son tan amables.

La medimaga agarró la carpeta y la pluma, se dio la vuelta y echó a andar por un pasillo. Ambos pudieron escuchar como murmuraba por lo bajo- Mierda de organización que tiene la Administración... Ya podían bajar ellos a poner orden...

Oh, no le había dicho nada... aquella era la gente que a él le gustaba, la que no replicaba cuando no tenían razón. Pero... ¿Fiona... O'Brian? Ese apellido le sonaba vagamente. No, no era nada relacionado con su trabajo. Si no era de su trabajo... tenía que ser de Hogwarts. Pero aquella chica, pese a las pésima pinta que tenía en ese momento, parecía demasiado joven para haber ido con él a Hogwarts... aunque bueno, había 7 posibles años de diferencia, que eran muchos... Pero espera, ¿que hacía intentando deducirlo si podía preguntarlo?

- Oye, ¿estudiaste en Hogwarts? Me suena tu apellido y no sé de qué...

- Será un placer acompañarla señorita Fiona. Seguidamente Brelen hace un gesto con la mano, como diciendo "usted delante" y empieza a seguir a Fiona con una sonrisa en su cara, le divierte la mujer estresada y le resulta un tanto atractiva, ¿aunque qué mujer no le resulta atractiva a Brelen?

Al escuchar la pregunta de Brent la duda sobre si había visto a Fiona o no por Hogwarts queda resuelta, que a una persona le suene puede haber posibilidad de fallo, ¿pero a dos? contando además que Hogwarts es uno de los colegios más famosos de inglaterra y muchos magos se gradúan ahí.

Fiona les llevó hasta un pasillo vacío que tenía varias puertas roble, todas cerradas.

-Hufflepuff,. Del 61 al 68- dijo sin darse la vuelta y caminando deprisa.- ¿Por qué lo pregunta?

Cuando llegó al sitio donde pretendía llevarles se volvió para mirarles. Lo cierto es que le sonaban. Pero bueno, podía ser por mil razones, desde que hubieran sido pacientes anteriores a que se los hubiera encontrado por la calle. Un sanador veía mucha gente al día.

Brent esbozó una sonrisa: sus corazonabas rara vez se equivocaban. - Simple curiosidad científica... Hufflepuff, del 56 al 63. Ahora acabo de caer en quién eres... estuviste en el Club de Ajedrez Mágico, claro. Soy el que abandonó el Club por ciertas... reyertas con los observadores de las partidas, Brent Darrel - el mago llevó las yemas de los dedos con la mano extendida hacia la sien, moviéndola hacia delante con desgana, como si fuera una aberración de saludo militar - Y aquí el amigo Barr... Brelen ya se ha presentado, así que al grano... seguro que tú tienes más ganas de perdernos de vista para que no te molestemos que nosotros.

Anda, me sacas 4 años Fiona...

Brelen siguió andando tras Fiona, tenía ganas de ver a los Proudfoot.

Fiona miró fijamente a Brent con la cara muy seria. De repente sonrió.

-¡Ah! Ya me acuerdo. Si, recuerdo la que le montaste a unos curiosos de primero.-se volvió hacia Brenle- De ti no me acuerdo, no caigo ahora mismo… Lo siento. En fin, aquí estan los Señores Proudfoot.- señaló la puerta de la derecha- Si me disculpan un momento, voy a avisarles de la inesperada visita.

La sanadora les dedicó una amable sonrisa a ambos y llamó a la puerta de al lado para después entrar.

- Lamento interrumpir de nuevo. Señor Proudfoot, unos señores enviados por Albus Dumbledore desean hablar con usted de inmediato. Han insistido mucho en ello.

Irving Proudfoot no fue quien apareció al otro lado de la puerta, sino una mujer, aunque era fácilmente identificable como la esposa de Irving, Gillian.

-No damos entrevistas, lo siento, pero... -comenzó a decir nada más abrir la puerta, pero cayó al escuchar el nombre de Albus-. Mi marido se ha ido hace un buen rato. Está haciendo su trabajo –dijo con un tono de cierto resentimiento-, pero podéis hablar conmigo...

Desde dentro de la habitación salió otra voz.

-¿Quién es, mamá? –preguntó. Sin duda era Gary Proudfoot.

Buenos días señora Proudfoot, soy Brelen digo cogiéndole la mano y estrechándosela y este es mi compañero, Brent, ambos venimos en nombre del profesor Dumbledore, como ha dicho la señorita Fiona tras eso giro un poco la cabeza y sonrío a Fiona con una de mis mejores sonrisas Muchísimas gracias.

Vuelvo a fijar mi atención en la de Gillian ¿Podemos pasar y entrevistarnos también con su hijo?

- Vamos, Barry Gibb, esto no es una mera entrevista. Como ya le ha dicho mi compañero yo soy Brent Darrel. Para empezar queremos decirle que Albus se alegra de que estén bien al igual que lo hacemos nosotros, a título personal. Además de eso, como ha dicho mi compañero... sí, también queremos hacerles algunas preguntas. - entonces el mago se gira y mira a Fiona, con una sonrisa algo... ¿forzada? - Agradecemos que nos hayas traído hasta aquí, querida, pero me temo que tenemos que pedirte que nos dejes solos... Espero que descanses, pareces necesitarlo.

Fiona esperó a que se terminaran las presentaciones. Entonces Brent se volvió hacia ella pidiéndole que se fuera. A ella le habría encantado, pero no había nadie con ellos y no estaba segura de que se le permitieran visitas por mucho que fueran enviadas por Dumbledore.

- Lo siento mucho, Brent. Pero el señor Proudfoot ni si quiera debería recibir visitas, aunque sean enviadas por Dumbledore. A si que, muy a mi pesar, tendré que quedarme aquí. Es más, si fueran tan amables darme sus varitas durante la visita- dijo extendiendo la mano y acercándose a ellos- me sentiría mucho más tranquila, y creo que la familia Proudfoot también. Las precauciones con este paciente deben ser extremas, y no es cosa mía. Yo no pongo las normas.

Gillian frunció el ceño. Era una mujer alta, de cabello rubio recogido en un moño y semblante serio, aunque tenía varias arugas que indicaban que hubo otros tiempos en los que solía reírse más a menudo. No parecía muy agradada con la visita, pero el escuchar el nombre de Albus parecía haberla tranquilizado.

-Supongo que pueden pasar, aunque espero que no alteren a mi hijo. Ha sido una semana difícil para todos. Entrad, decid lo que tengáis que decid, y procurad salir cuanto antes.

La señora Proudfoot miró entonces a Fiona y asintió. Parecía estar de acuerdo con lo que decía la sanadora.

-Estaría mucho más segura si la sanadora tuviese vuestras varitas. Cualquier medida de seguridad es poca en los tiempos que corren.

Por supuesto, cualquier medida de seguridad es poca con una sonrisa, dirijo mi mano a uno de mis bolsillos y saco de mi bolsa mágica mi varita.

Aquí está, trátala bien le digo sonriendo a Fiona al tiempo que se la tiendo.

- ¿Sólo eso? Dichosa sociedad retrógrada... ¿a nadie se le ha ocurrido que hay muchas maneras de hacer daño sin una varita? - replica Brent, poniendo su varita en la mano de Fiona - Señora Proudfoot, una recomendación: nunca delegue su seguridad a una figura autoritaria. Suelen ser más corruptas que nadie. -

Entonces gira la cabeza para mirar a la sanadora, con una sonrisa torcida. - No te des por aludida, estoy generalizando -