Partida Rol por web

Mientras el sheriff recargaba el arma con una relajada confianza Maverick se volvió hacia él con una convincente mezcla de estupefacción, indignación y miedo. Casi parecía que este había caído por completo en las redes de Ben Foster, hasta que con una rapidez inusitada sacó el revolver y disparó contra él.

El sheriff no tenía un pelo de tonto y no cayó en su juego, apartándose a tiempo de la trayectoria de la bala. Lo que no se esperaba era que se escuchasen dos detonaciones más... De repente Ben Foster, que ahora sangraba profusamente por una herida en el hombro izquierdo, había dejado caer el rifle a medio recargar y su proyectil rodaba por el suelo, y uno de los gemelos apenas se mantenía en pie con las piernas temblorosas mientras la sangre teñía rápidamente su vientre y se extendía por sus pantalones formando hasta manchar el suelo; su hermano gritaba - ¡¡¡ANDRÉS!!! - mientras el sheriff buscaba enloquecido el origen de los disparos, hasta que finalmente encontró a Lonegan, agazapado tras la misma puerta de sus oficinas y apuntándole con el arma exhibiendo una media sonrisa de cruel satisfacción.

- ¡Lonegan, maldito diablo! - dijo retrocediendo unos pasos de Maverick al tiempo que desenfundaba el revolver con la diestra para no verselas desarmado contra sus oponentes. - ¡Te veré morir aunque sea lo último que haga! - Gritó al final disparándole con una mueca de rabia en la cara, pero le temblaba el brazo a causa de la herida y fue incapaz de realizar un tiro certero.

El hermano de andrés estaba ciego de rabia, y olvidándose incluso de que tenía un arma se lanzó a puñetazos como una bestia sobre quien tenía más cerca; Pancho, que aturdido como estaba por los últimos acontecimientos casi no se aparta a tiempo de recibir un soberano mamporrazo.

El hermano herido se tambaleaba como un borracho, y parecía que le costaba terriblemente centrar la mirada. Necesitó de todos sus esfuerzos para levantar el arma que ya tenía desenfundada y disparar una única vez sobre Maverick, pero no llegó a ver los frutos de su empeño; en el momento en el que el revolver escupió su proyectil, Andrés cayó al suelo lívido e inmóvil.

En cuanto pusistes un pie en el sótano fuiste capaz de escuchar las detonaciones de los revólveres. En un momento la calle se había convertido en el escenario de un brutal tiroteo, del que a saber si saldríais ilesos.

El bandido de la celda te miró de hito en hito cuando aparecise con las llaves de la celda, más aún teniendo en cuenta el ruido de disparos que de repente invadía el lugar. Cuando le presentaste tu oferta, el hombre, que apenas era unos centímetros más alto que tu misma, te miró dudoso, pero no pareció pensarselo demasiado antes de cambiar a una expresión decidida. - Como que me llamo Joaquín Orosco. Tú dame un arma, y ya me encargo yo de cobrarme la deuda que tengo con esos blanquitos. - remató la frase frotándose los nudillos de forma amenazante.

James permanecía inmóvil en su posición. Masculló una especie de maldición mientras que de forma instintiva, abría su rifle remington y sustituía el humeante casquillo por un nuevo proyectil . Había acertado el tiro pero no con la precisión suficiente y gracias a ello, Maverick se había llevado un tiro. 

-¡Maldición...Lo siento, muchacho-.

El otro tipo se había enzarzado con Pancho en una pelea a puñetazos. Resultaba peligroso intentar dispararle. Un movimiento inesperado podría convertir a su compañero en el blanco de sus disparos. De modo que fue a por Foster. Lonegan había tenido su oportunidad. Solo tuvo que desplazar ligeramente el rifle hacia su izquierda para encontrar el nuevo blanco. Afianzado sobre el barril como estaba, era un disparo fácil. Acarició el gatillo y sonó una nueva detonación, acompañado de ese olor dulzón a pólvora que se le metía por la nariz y por la boca. 

Jack disparó al hombre que había hecho de su vida un infierno los últimos años, pero el disparo no fue ni mucho menos letal.

Tanto tiempo entre rejas te ha quitado la práctica, o tal vez es que te estás haciendo viejo.

Pero tras ver como uno de los secuaces de Foster caía prácticamente fulminado por el disparo de McReady, decidió olvidarse de achacar su problema de puntería a la edad. El otro ayudante había saltado furiosamente sobre Pancho, con el que se debatía a puñetazo limpio. Un objetivo demasiado peligroso, tendrían el riesgo de impactar sobre el mexicano. Además, no tenía intención de dejar de disparar contra Foster, aunque le fuera la vida en ello. Tras abatir al otro hombre, McReady se unía a sus intenciones disparando contra el sheriff. Su amigo había respetado su petición, y le había dejado un primer intento en exclusiva. Consideraciones de camaradas aparte, ahora lo suyo era aunar fuerzas contra el enemigo. 

En ese momento recordó que Juanita había hecho una pregunta sobre un mexicano encerrado en las celdas del sótano, pero cuando se quiso dar la vuelta para dirigirse a ella tras los disparos, ya había desaparecido escaleras abajo, supuso el forajido.

Mas vale que traigas pronto a ese hombre, Juanita, o al menos que vuelvas pronto a nuestro lado. No es que vayamos sobrados de tiradores aquí dentro.

Tras lo cual, Lonegan procedió a disparar de nuevo contra Foster.

Todo se sucedió repentinamente. Demasiado rápido para Pancho. Para cuando quiso cerciorarse, uno de los dos hermanos gemelos recibió un disparo mortal de necesidad en el vientre. -¡Andrés!- Gritó Pacho, afectado, a pesar de que Andrés usó su último aliento en intentar alcanzar a Maverick antes de caer inerte al suelo.

Cuando su hermano Juan se arrojo sobre Pancho furioso, este no supo cómo reaccionar. Por un lado, Mc Ready, Lonegan y Maverick le habían salvado de una muerte casi segura. Por el otro, la muerte de Andrés le había afectado, y en cierto modo se sentía culpable. Aquellos dos hispanos se portaron en todo momento bien con él, y ahora...

-Lo entiendo, Juan...- Mascuyó Pancho mientras su compatriota intentaba golpearle furibundo. -... y créeme que lo siento.-

Pancho intentó agarrar al desesperado Juan, más que hacerle daño, usando su mayor fuerza y peso para apresarle e inmovilizarlo.- Pero no quiero que acabes muerto como tu hermano.-

Pancho no.podía ni imaginar cómo debía sentirse Juan o por lo que debía estar pasando, pero ahora, intentar dominarle por la fuerza era lo mejor que podía hacer por él, a pesar de todo el.odio que sabía Juan González albergaría toda su vida, si Pancho conseguía que Juan saliera de esta.

Justo mientras me acerco a la puerta de la celda para soltarle, un miedo a estar cometiendo un error me cruza fugaz por la mente. Pero tan pronto como pasa, lo deshecho. Es una estupidez y esto es urgente e importante.

Abro la puerta y le entrego al mexicano, a Orosco, como dice llamarse, el revolver que le quitamos al ayudante del sheriff.

Luego subo arriba para ayudar a Jack y James a darle lo suyo a los de fuera.

A Maverick el corazón le latía a cien por hora. Antes la perspectiva de enfrentarse al sheriff en inferioridad numérica le abrumaba, pero la aparición de la ayuda inesperada le había pillado tan desprevenido como al resto, y durante unos segundos fue incapaz de decidir como actuar. Por fin había levantado el revolver para disparar al sheriff cuando un disparo le arrancó el arma de las manos y a punto estuvo de dejarle también sin un par de dedos; había sido el último disparo del gemelo moribundo antes de caer al suelo sin vida. Desprovisto de su arma, Maverick se apresuró a recogerla y moverse tras unos maderos para evitar recibir de lleno alguna bala perdida.

Al retroceder, el sheriff había intentado refugiarse tras unos barriles que le protegieran contra los disparos de sus atacantes, pero fue en vano. Apenas se movió, una nueva ráfaga de disparos de Lonegan le impactaron en el cuerpo deteniéndolo e hiriendolo gravemente, terminando con el disparo de McReady que reventó el craneo de Ben Foster como un melón maduro, esparciendo sus sesos por la calle.

Solo el otro gemelo mexicano que acompañaba al sheriff se defendía aún, pero no por mucho. Un par de golpes de las manos como barcas que tenía Pancho le dejaron aturdido y desorientado, aunque aún golpeaba a aire en vano intentando acertar a pancho en su desesperación y gritando como si estuviera poseído. Finalmente Pancho le agarró de un brazo y le aplastó el cuerpo contra el suelo para que no pudiera moverse.

No muy lejos estaban los caballos de Pancho y Maverick, que relinchaban asustados tras el tiroteo. Era el único ruido cercano aparte de la mezcla de gruñidos y gimoteos del mexicano al que Pancho tenía apresado contra el suelo, pero sabíais que no tardaría mucho en crearse un auténtico escándalo. El tiroteo se habrá escuchado en todo el pueblo, y no serán pocos los curiosos que se acerquen preocupados.

Prácticamente al mismo tiempo Juanita subía las escaleras con un nuevo compañero, Joaquín Orosco, que se hallaba preso en una de las celdas del sheriff. De algún modo ya había conseguido un revolver, y el bandido, ni corto ni perezoso, encajó un tiro entre los ojos al último de los ayudantes del sheriff que se encontraba atado en un rincón, dejándolo seco en el acto.

Cuando el bandido salió de las oficinas a la carrera y vió el desastre de la calle principal tuvo que controlar una arcada, pero se repuso enseguida y se quitó el mal sabor de boca escupiendo al suelo. Ignorando cualquier llamada de atención, y sin ver más aliados del sheriff cerca, Orosco salió corriendo como alma que lleva el diablo en dirección a la salida del pueblo.

-¡No tan rápido!-dijo James apuntando a Orosco-Juanita, Jack...¿necesitamos a éste para algo?

El plomo había hablado, y su elocuencia había dejado a dos hombres muertos y otro (Michael) casi herido.

Con el ayudante del sheriff que seguía vivo aún retenido contra el suelo, Pancho buscó con la mirada a los recién llegados de los que Mc Ready hablaba. Una era Juanita, y el otro era un individuo de rasgos indios hispanos al que Pancho no conocía.

-¿Pues otro a repartir no más?- No quedó muy claro si Pancho querría decir que le parecía bien (o mal) que alguien más se les uniera. Digamos que la expresión verbal no era su fuerte.

Mientras seguía grebando con su “prisionero”, rebuscó en su cinto el cuchillo y con él cortó un trozo de lazo para atar las manos de Juan, y desarmarle si acaso. Por alguna razón que no aclaró, el mexicano parecía querer dejar vivo al único ayudante del sheriff que seguía con vida, también mexicano como Pancho.

Castillo le dedicó un par de segundos a sopesar la situación. El aire olía aún a pólvora, y los ciudadanos del pueblo empezaban a inquietarse: -¿Y ahorita qué? ¿Qué pasó, compadres? ¿Encontraron ya los bonos, nos arreamos lejos de acá…?- Dijo lanzando una mirada nerviosa a los cercanos y (aún más nerviosos que él) caballos. -¿...o qué cooooosa?-

Subo las escaleras detrás de Orosco, tan rápido como me es posible para ayudar a mis amigos. Pero no es lo suficientemente rapido como para ayudarles, ya que cuando llego está todo resuelto, ni como para impedir que Orosco le pegue un tiro al ayudante del sheriff que está atado. No es que le tuviese piedad ninguna a ese matón pero era innecesario.

Orosco echa a correr pero James le para, apuntándole. Pero cuando me pregunta, niego

-No. Déjale ir. El trato era que nos ayudase y ya lo ha hecho- "No le quiero cerca. No me fío y, además, no quiero repartir con más gente"

Como leyéndome el pensamiento, Pancho pregunta si el nuevo entra en el reparto y si ya tenemos los bonos. Le ignoro para bajar, rápidamente, al sotano de nuevo a buscar algo con lo que empezar a cavar. No quiero perder ni un sólo minuto. Este lío que hemos montado atraerá gente...

James se masajeó los dedos con la otra mano y recogió su rifle del suelo. Hizo una mueca al observar que los grabados del tambor se habían arruinado y que el precioso revólver ahora presentaban un feo raspón.

- Imagino que puedo irme olvidando de ir al saloon por mi chaqueta - dijo mientras recargaba el arma y la metía en el cinturón. No obstante, ni corto ni perezoso le quitó la chaqueta al sheriff y se la puso como si tal cosa mientras empezaba a mirar qué cosas había guardado éste en los bolsillos. Sin apenas dejar de prestar atención a lo que estaba haciendo añadió

- Debo decir que no puedo sino alegrarme de verles señores - les dirigió una breve mirada y se tocó el ala del sombrero volviendo a la vista hacia Juanita - y claro está, a usted también, señorita - mientras decía éste hizo un gesto de asco al ver que un desconocido le volaba la cabeza al mejicano.

Desenfundó el arma y apuntó desde la cintura al fugado y antes de abrir fuego volvió la mirada interrogante hacia Jack y James - ¿debería? - y amartilló el arma aún a la espera de lo que los veteranos de la banda dijeran.

-No. Déjale ir...¡Vamos! Ya has oído, ¡largo de aquí!-dijo James-.

El veterano se quedó mirando al tipo sin perderle vista y sin bajar del todo el fusil, mientras se alejaba. Solo cuando estuvo lo suficientemente lejos se giró hacia Pancho. 

-Y tú, a ver si aprendes a tener la boca cerrada. Ese tipo no sabía nada de los bonos, ni de repartir nada. Ahora, gracias a ti, ya sabe algo. Tendremos suerte si no está aquí de vuelta con cinco tipos más con ganas de averiguar qué más hay que saber.

-Bueno-añadió suspirando-será mejor que bajéis y ayudéis a buscar. Yo me quedaré aquí vigilando por si viene alguien.

-Ya has oido a James, sería malgastar balas.-Respondió a la petición de Maverick de disparar al mexicano liberado por Juanita. Confía en que ese pobre diablo simplemente haya salido huyendo del pueblo para no volver en una buena temporadada

Tal vez esas balas sean más necesarias cuando la gente empiece a llegar atraída por el tiroteo y vea los cadáveres.

Jack sabe que tienen poco tiempo y, una vez más, hay que tomar decisiones y actuar con rapidez. Pancho y Juanita hablaban de los bonos. Después del chasco que se llevaron en el cementerio, era su única oportunidad de sacar algo de provecho de todo este lío.

-Pancho, acompáñame al sótano de la oficina, tenemos que terminar de sacar esos malditos bonos de su escondite, y ya de paso mis pistolas. Y tenemos que hacerlo antes de que lleguen demasiados curiosos atraídos por el jaleo que hemos montado aquí fuera.-James ya se ha ofrecido a vigilar, así que mira a Maverick y le comenta.- Michael, me gusta comprobar que tenemos a alguien más con manos rápidas por aquí. Si no te importa, creo que estaría bien que acompañaras a James montando guardia. O si lo prefieres, acompáñanos ahí abajo para desenterrar los bonos.

Tras decir estas palabras, Lonegan se interna en la oficina para bajar al sótano.

Pancho se volvió hacia Mc Ready: -Lo siento, señooooor.- Pancho no tenía problema en reconocer cuando había cometido un error.

Volviéndose hacia Lonegan le respondió: -Ahorita voy.- 

Ni corto ni perezoso se cargó al ahora atado Juan sobre sus poderosos hombros, no fuese acabar con un tiro en la cabeza como el otro ayudante del sheriff. 

Después y cargado con Juan, siguió a Juanita y a Lonegan en dirección al sótano.

Una vez abajo, dejó a Juan a un lado y comenzó con la búsqueda de los bonos.

A pesar de haber salido victoriosos e ilesos del tiroteo, el ambiente se había vuelto tan apremiante que no había mucho que discutir. McReady y Maverick montaron guardia mientras el resto bajaban al sótano de las celdas a por vuestro reducido botín y los revólveres de Lonegan.

Las oficinas del sheriff estaban bien provistas, y no tuvisteis problemas en encontrar unas herramientas con las que cavar (no sin ciertos esfuerzos) en el suelo de tierra apisonada. La presencia del propio Lonegan fue lo que más rapidez os proporcionó; evocándo la escena 3 años atrás, cuando descendió por las mismas escaleras, fue capaz de señalar el lugar exacto donde enterró los bonos. Quiso el destino que ese lugar fuera la celda donde hasta escasos momentos estaba encerrado Orosco, que ahora se daba a la fuga y nunca sabría que había tenido un pase hacia la libertad y la riqueza justo bajo sus pies.

Apenas tuvisteis que apartar unos puñados de tierra bien prieta, y por fin encontrásteis vuestro trofeo. Ahí estaban, dentro del mismo pequeño saco de tela: un par de revólveres plateados cubiertos de polvo que descansaban sobre un pequeño nido de papeles de bordes descoloridos, pero en los que aún se podía ver con claridad el sello del banco grabado con tinta, y que valían una pequeña fortuna.
    Al tocar los revólveres de la bolsa para echarles un vistazo Lonegan descubrió una última sorpresa, un viejo colgante de artesanía india adornado con un colmillo; el mismo colmillo con el que que le habían abierto la herida en su mano izquierda...

Pero hasta allí llegó el tiempo que teníais. Los vigilantes en la planta superior os llamaron con urgencia y no os quedó otra que recoger todo el contenido de la bolsa tal cual o habíais encontrado y subir a la carrera.

Arriba, McReady y Maverick cumplían su labor de guardianes. Al principio, la crudeza de la sangrienta escena fue suficiente para mantener a raya a los pueblerinos curiosos, que se alejaron a la carrera entre chillidos de pánico, luego las cosas comenzaron a complicarse.

El mismo anciano que había increpado con tanta fogosidad contra Maverick y Pancho apareció gritando tan fuerte que la voz se le quebraba, con un rifle aparentemente tan viejo como él mismo y comenzó a disparar con una puntería terrible, destrozando cristales y agujereando paredes pero sin acercarse siquiera a acertaros con una sola bala. Un par de disparos de advertencia fueron suficientes para que un familiar jóven apareciera a la carrera y arrastrase al anciano lejos de allí, pero él solo fue el primero.
    Pronto aparecieron un trio de hombres con armas de fuego; disparaban con precisión pero no cuidaban su munición, tras unos intercambios de tiros uno de ellos recibió un tiro en el brazo y se replegaron llevándose al herido.

No habían vuelto a acercarse desde entonces, pero desde la ventana a lo lejos podíais ver como poco a poco la gente volvía a concentrarse en torno a la zona de la iglesia y el bullicio se podía escuchar desde donde os encontrabais. Solo pasaron unos minutos de angustia hasta que se confirmaron vuestras sospechas cuando el pueblo al completo apareció al final de la calle principal formando una turba heterogénea de hombres, mujeres, niños y ancianos, todos armados con aparejos de labranza, todos ellos dispuestos a abalanzarse sobre vosotros.

Fue entonces cuando gritasteis a los del sótano para que subieran. Respondiendo a la urgencia de la situación el trio apareció al momento, uno de ellos sosteniendo en sus manos una abultada bolsa de tela.
    Los pueblerinos estaban a unas docenas de pasos de echarse encima vuestro, y vuestros caballos relinchaban asustados; el aire traía el olor de la pólvora y la sangre recién derramada.

No sabes como ha llegado hasta ahí el colgante del viejo indio; de hecho, se podría decir que te habías olvidado de su existencia.

No recordabas haberlo escondido junto a los bonos, y mucho menos haberlo guardado después de que el anciano moribundo te cortara la mano con él.

James sonrió satisfecho cuando vió a Jack subir con la bolsa. Pero no había tiempo para congratularse.

-¿Así que ya tenemos el botín? Esto está bien, pero será mejor salir de aquí cuanto antes si queremos vivir para disfrutarlo. Viene gente-advirtió McReady-Venga, id a los caballos. Os cubro.

Desde una de las ventanas del edificio, James vigilaba la calle principal. Sus prioridades: disparar a la gente que fuese armada con armas de fuego o al que se acercase demasiado. No eran más que un grupo de pueblerinos. No era capaz de comprender cómo podrían jugarse la vida de aquella manera, si ni siquiera sabían de la existencia de los bonos. Para muchos ni aún sabiendo de ellos, podrían entender qué son.

Cuando el último de sus compañeros llegó hasta los caballos, salió de su parapeto para hacer lo propio.

Al salir al exterior y descubrir la cada vez más peligrosa situación, Pancho se apresuró en reunir los caballos para salir de allí pitando. En principio, el par de bestias con los que Michael Maverick y él llegaron al pueblo y con los que Pancho había dado tantas vueltas de un lado a otro del pueblo, las cuales no andaban lejos.

Una vez sobre uno de los caballos, entregó el otro a Maverick y buscó con la mirada las monturas de Lupita, Lonegan y Mc Ready, intentando reunir el mayor número de criaturas en el menor tiempo posible.

Por suerte, tenía buena mano con los animales, como que se entendía mejor con ellos que con las personas.

Jack y Pancho me alcanzan antes incluso de llegar al sotano y, entre los 3, nos ponemos a cavar con energía. Es importante darnos tanta prisa como sea posible. Afortunadamente, esta vez nuestros esfuerzos son recompensados y encontramos lo que estábamos buscando. En silencio, mentalmente, doy las gracias a la Virgen de Guadalupe, porque no hubiera podido soportar una decepción como la de ayer.

Jack coge la bolsa y nos dirigimos arriba, donde James y Michael nos comentan la situación. No sé si no acabo de entenderlo o es que en este pueblo son idiotas. "Hemos acabado con sus hombres armados, con los que se dedican a esto, ¿y van a venir ellos, granjeros del tres al cuarto, a enfrentarse a nosotros?"

James propone salir de allí con urgencia y solamente asiento. Vamos hacia los caballos y monto. En el momento en que estoy sobre la montura, desenfundo para cubrir a James mientras se reune con nosotros.

-Cuanto antes salgamos de aquí, mejor... Este pueblo me da dentera-

Por fin habían dado con el botín enterrado en el sótano. Los ojos de Lonegan centellearon de júbilo más incluso por el reencuentro con sus revólveres plateados que por la pequeña fortuna que encerraban aquellos bonos. Estaba a punto de sacarlos de la bolsa para enfundárselos, cuando las voces de alarma de sus compañeros desde arriba le interrumpieron bruscamente. Anunciaban la llegada de una turba compuesta por la mayoría de los habitantes del pueblo, que acudía en su dirección.

¿Pero es que no vamos a volver a tener un maldito instante de calma en este jodido pueblo?

Subieron precipitadamente las escaleras y llegaron a la altura de James y Maverick, para observar la multitud que se aproximaba con cara de pocos amigos hacia ellos.

-¿Solo un grupo de pueblerinos empuñando rastrillos y horcas? No dudo de su valor, ni de su optimismo.-Tras escuchar los comentarios de mis compañeros, añado.- Vayámonos cuanto antes, sí.

Jack se aproximó rápidamente a su caballo para montar y esperó a que su compañero se uniera a ellos para salir todos al galope de Las Cruces en cuanto les fuera posible.