Partida Rol por web

El mejicano sonrió bajo su desaliñado aspecto. Las palabras de Maverick habían surtido su efecto hechicero y, de algún modo, parecía que había calmado los ánimos de los presentes.

Aunque por desgracia no hasta tal punto de permitirles que se quedaran en el pueblo.

Incluso para alguien tan corto de mente como Pancho, resultaba evidente que más que por el saqueo de la tumba, el tal Edmund estaba preocupado por evitar que los paisanos intentaran algo contra los forasteros.

Vamos, que el tipo prefería evitar que se produjera una trifulca y alguien saliera malparado.

- Oigan. Si ustedes no lo hicieron mejor para todos, pero muchos no estarán satisfecho hasta que encuentren alguien a quien colgar de una soga. Háganme caso, cuanto antes se vayan, menos problemas tendrán. -

Pancho asintió ante las palabras del que tal vez fuera el sheriff del pueblo (no recordaba bien el nombre que Lonegan les había dado sobre el tipo que logró aprehenderle, era un poco cabeza hueca para esas cosas; quizás fuera este hombre o quizás no) pero aprovechó sus palabras para añadir:

-Claro, seeeeñorr. Pongo pies en polvorosa….- La palabra “soga” surgida de labios de aquél hombre le había puesto a amedrentar, y se frotó nerviosamente de nuevo la nuez, como si tuviera ahí un rasponazo molesto que nunca termina de desaparecer. -...pero si que me gustaría poder llevarme un poco de aguardiente para hacer más llevadero el caaaamino.- Se acercó a la barra, poniendo algo del poco dinero que le quedaba sobre la misma, y señalando a una botella de tequila de la estantería de bebidas.

Pancho aprovechó esta ocasión para mirar por encima de la barra en busca de una trampilla o portezuela tras la misma, que condujera a algún sótano.

Entonces recordó también las palabras de Mc Ready, justo antes de despedirse la noche anterior, sobre llevarles algo de comida:

-¿Y sería mucha molestia que antes de irme pudiera pasarme por el almacén?- Señaló hacia la puerta principal del saloon, a través de la cual se veía la tienda al otro lado de la calle. -Anoche cuando llegamos tarde al pueblo estaba cerrado, y no tuvimos ocasión de comprar provisiones para el caaaaamino híjole.-

Tras todo esto (consiguiera o no su botella de tequila) Pancho se despediría con un sonoro -¡A mas ver!- y se dirigiría a la tienda de enfrente para comprar viandas para la banda de Lonegan.

Eso si es que obtenía permiso del tal Edmund, claro, pues en caso contrario simplemente cogería el caballo y se iría.

Antes de irse echaría un vistazo a las afueras del saloon, para ver si descubría una posible entrada exterior a un sótano del edificio (si es que no la había descubierto antes en el interior al echar un vistazo tras la barra con la excusa del tequila).

Si Maverick le acompañaba, bien. Y si no tampoco había problema en que este se quedara con los paisanos más tiempo. Seguramente al jugador de cartas profesional le iría mejor dándole a la lengua para convencer a los paisanos de quedarse que si permanecía con él (que era en realidad un busca problemas, aunque se había estado guardando la lengua todo el rato hasta ahora, y tal como estaba la gente del pueblo, igual en algún momento al loco mejicano se le iba la olla y le daba una paliza a alguno).

Luego, tras pasar por la tienda - almacén si eso era posible, se dirigiría con Maverick al último lugar en el que se despidieron de la banda. Al punto de encuentro, vamos.

Cuando cesan las voces, ya no soy capaz de enterarme de nada y eso me pone nerviosas. James hace un gesto como que todo está bien y que nos vayamos. Pero yo no estoy tan segura...

Solo he visto que quieren largar a Pancho y a Michael. Y que ahora, ese vejestorio, dice que va a ir a avisar, que quiere que el Sheriff los eche.

Niego mirando a James y luego me dirijo a Jack
-Si va al Sheriff con quejas para que los largue, como poco, atraeran atención indebida y no podrán buscar lo que queremos. ¿No deberiamos encargarnos de él?-

La situación finalmente había alcanzado la calma, aunque ese viejo seguía empeñado en ir a avisar al sheriff. Así pues, parecía que había que decidir una vez más con rapidez, antes de que se volvieran a complicar las cosas.

Escuchó las palabras de Juanita y los gestos de James. Opiniones enfrentadas, para variar. Lonegan decidió hacerle gestos a su compañero para que se acercase de vuelta a donde estaban ellos dos.

-Vamos a hablarlo ahora, rápido- Le dijo a McReady a media voz mientras le hacía gestos con la mano para que se uniera a ellos. Mientras se acerca, le comenta a su otra compañera- Juanita, me parece que ese viejo es un poco escandaloso de más, por lo que hemos podido oír ahí dentro. Cualquier encuentro con él llamaría demasiado la atención ahora mismo. Mientras va a por el sheriff, consigue dar con él y explicarle la situación, tendremos tiempo de hacer algo rápido y marcharnos de aquí en cuanto sea posible.

James se movió con cautela hasta acercarse a sus dos compañeros.

Desde una posición segura, siguieron observando mientras hablaban.

-Ya habéis visto que el muchacho se defiende bien con la lengua. No sé qué le podrá contar ese viejo al Sheriff, pero estoy seguro de que Maverick podrá lidiar con ello. Además si nos encargamos del viejo y nos descubren mientras lo hacemos o alguien lo echa en falta, entonces sí tendremos un problema.

James miró a sus dos compañeros esperando una respuesta.
 

Ahora que los tres estaban juntos, Lonegan paso a explicar la idea que tenía en mente:

-Muy bien, veamos: James, tu que eres la cara menos conocida de los tres, a mi entender, pienso que deberías entrar a sacar a Pancho y Maverick de ahí dentro para reunirnos todos de una maldita vez. Tengo la impresión de que esos dos no van a tener prisa por salir, y nosotros sí que la tenemos. Es importante hablar con ellos para saber si han conseguido recuperar las cosas del sótano. Nosotros os esperaremos aquí al lado, detrás de la casa enfrente de la trasera del saloon, en la misma entrada del pueblo. Cuanto más cerca estemos de salir por piernas de este lugar, tanto mejor. ¿Algún problema?

Miraba a sus compañeros esperando respuestas de apoyo a su plan.

Como tantas otras veces antes, Jack habla y me convence. Pero de verdad, no sólo porque es el que manda.

-No, Jack, no hay problema. Por mí está bien- le digo para luego dirigirme hacia donde esperaremos.

James se frota la barba pensando en la propuesta de Jack. Luego suspira.

-No sé Jack...resultará sospechoso que me acerque a ellos, les diga algo y nos vayamos los tres. Si ya desconfían de ellos, esto pondría las cosas mucho peor. Y esto en caso de que no me reconozcan, en cuyo caso, perderemos cualquier posibilidad de que consigan los bonos.

La respuesta de James era previsible. Siempre había sido el pesimista del grupo, el que ofrecía el contrapunto al optimismo natural de Jack y Juanita. Pero los mejores planes de la banda, habían surgido de contrastar ambas posturas.
 

- Podría decirse que hago de sepulturero - dijo el tipo sombrío y Michael no pudo evitar un escalofrío involuntario. A él le parecía que aquel tipo, más que sepulturero, parecía ser el verdugo del pueblo. Quién sabía si no ejercía de ambas cosas...

Michael se limitó a tragar, como si de pronto algo le hubiera apretado el cuello y le costara respirar.

- Este mundo está loco - continuó aquel tipo.

- Y que lo diga, señor Toll - respondió Michael dispuesto a recuperar el control de la conversación. Justo en ese momento Pancho empezó a parlotear, justificarse y pedir acceder al almacén del pueblo, con ese extraño acento suyo, que resultada incomprensible la mitad de las veces, en especial cuando el mejicano estaba borracho, o bien, cuando estaba demasiado sobrio y desesperado por empezar a beber, lo que venía siendo, entre unas cosas y otras, la mayor parte del tiempo. Estaba claro que en aquel pueblo le tenían cierto aprecio a los hispanos, pues tenían dos de ellos viviendo allí y habían coreados las canciones de borracho de Pancho la noche anterior, pero Maverick sabía cuando era pasarse jugando con la suerte. Así pues decidió echarle un capote, como diría el mejicano.

- Mucho me temo, señor Toll, que mi inesperado compañero de viaje tiene razón. Cuando llegamos anoche al pueblo, el aguacero apenas nos permitió nada más que el tiempo justo para refugiarnos en este saloon. Voy de camino a Tucson y hacerlo sin provisiones, al menos para alcanzar los próximos pueblos, es una locura ¿no le parece?

- Así pues, con el permiso de usted y del ayudante del sheriff aqui presente - dirigió una inclinación de cabeza hacia el muchacho - haremos una visita a su almacén y dejaremos allí unos cuantos dólares - dijo sonriendo. La mención del dinero solía tranquilizar a la gente. Era más fácil ordeñar a la vaca que matarla - espero que no le importe que dejemos nuestros asuntos aqui y nuestras deudas con sus habitantes, correctamente zanjadas, como los caballeros que todos somos ¿no creen?

Dicho esto se levantó de la mesa y volvió a ponerse el sombrero en la cabeza tras hacer con este un gesto de respeto al enterrador, al sheriff y a los últios parroquianos que aún estaban en el local.

- Señor... Pancho - dijo como si dudara del nombre de su interlocutor - si es tan amable de acompañarme - y se encaminó hacia la puerta del saloon.

El barman aceptó el dinero de Pancho sin poner pegas. Parecía que al menos a él no le causasteis una mala impresión, a pesar de la borrachera de Pancho la noche pasada, y aunque Pancho miró y miró, lo único que se asemejaba a una puerta al sótano era la puerta de la alacena, que como comprobó Maverick anoche, solo era un armario escobero.

Cuando Maverick se despidió por los dos, el tal Edmund Toll asintió con la cabeza y señaló hacia la ventana del saloon. - El almacén está al final de la calle, en dirección opuesta a la iglesia. No tiene pérdida, es el edificio más grande de esa zona. - para cuando abandonásteis el saloon Edmund Toll se había acercado a la barra y pedía al barman una bebida mientras dejaba el sombrero a un lado. Mientras tanto el resto de hombres y el ayudante del sheriff se apartaron un poco de vosotros al salir, como si no quisieran acercarse demasiado, y continuaron debatiendo entre murmullos.

Tras la decisión de no hacer nada con el anciano, este rápidamente desapareció por el final de la calle principal al girar tras el último edificio hacia la iglesia. La suerte os sonrió, ya que precisamente el tema de discusión entre Lonegan y McReady se resolvió por su cuenta cuando tras unas pocas palabras más con el hombre alto de pelo entrecano Maverick hizo un gesto a Pancho y ambos salieron del saloon mientras en el interior seguían hablando seguramente sobre el ladrón de cadáveres del cementerio, aunque ahora sin insultos ni amenazas.

Mientras se dirigían a por sus caballos Maverick estaba a punto de decirle algo a Pancho, pero se detuvo al ver a alguien conocido a su alrededor. Eran Lonegan, Juanita y McReady, que estaban escondidos en un callejón junto al saloon, cerca de las ventanas. Ahora mismo no era difícil verles, pero únicamente porque habían visto a sus dos compañeros y deliberadamente no se estaban ocultando de ellos; además, la calle principal aún estaba desierta y no había peligro de que alguien pudiera descubrirles inmediatamente.

Pancho se alegró mucho de conseguir una nueva botella en el saloon, y salió al exterior junto a Maverick tras colocarla a buen resguardo bajo su poncho.

El mejicano se sorprendió al descubrir al resto de miembros de la banda ocultos en el callejón. No esperaba encontrarlos allí.

Fue cuidadoso comprobando que nadie más en el pueblo andaba cerca, y miró a un lado y otro de la calle antes de aproximarse al callejón y decir:

-¡Híjole! No ha habido forma de bajar a ese maldito sótano. ¿Pues como que por dónde hay un aaaacceso?- Aún a unos metros, el mejicano desprendía un rancio olor a alcohol y a cuadra (o a caballos, no sabría decirse).

-Y a propósito…- Se giró primero a Maverick y luego de nuevo a los otros para informarles: - ...que hace un ratito evité una buena turba ciudadana junto a la iglesia, al otro lado del pueblo, comandada por el cura del pueblo. Y el viejo que acaba de salir del saloon se ve que ahorita va pá llá para avisarles que estamos por acá mismito.-

Hizo una pausa antes de continuar: -Así que sospecho en breve se va a presentar medio pueblo aquí para colgarnos a este y a mi...- Señaló a Maverick. -...porque creen que hemos profanado una tumba del cementerio o no se que diaaaantres.-

Pancho permaneció entonces a la espera, mirando con mucho nerviosismo.

Alternaba su mirada por un lado entre la calle principal, más concretamente en dirección hacia el extremo opuesto del pueblo, a la búsqueda de una ola de ciudadanos alterados. Y por el otro lado miraba hacia los dos caballos que Maverick y él habían traído al pueblo, y que ahora justamente estaban atados a la salida del saloon. Quizás con una mirada ansiosa de "pies para que os quiero".

"¿A qué se referirá Pancho cuando dice que no ha por donde bajar al sotano?" Lo cierto es que no entiendo nada ¿han estado aquí casi un día y ni siquiera han encontrado la puerta?. No es que sea una persona de mucha paciencia pero la poquita que tengo, ya se me está agotando.

-Pues si, como dice Pancho, todo el pueblo va a venir ahora a por ellos, quedarnos aquí no es la mejor de las opciones- Los miedos que tenía hace un momento, vuelven. "No quiero que me cojan... Antes creía que eso no pasaría, que Jack era lo suficientemente listo para sacarnos de cualquier lío. Pero ya no estoy tan segura... él mismo ha pasado 3 años en la carcel..."

Miro a Jack y a James esperando ellos hablen. Yo tengo alguna idea en la cabeza, del tipo prenderle fuego a la iglesia para que todos tengan que ir a apagarlo y, mientras, entrar en el Saloon. Pero no soy idiota, solo impulsiva y sé que la idea no es necesariamente buena, así que opto por callarnela a la espera de ver qué proponen Jack y James.

-Buena la hemos liado-dice James frotándose la barba-Bueno, quizá podamos utilizar esa distracción. Si medio pueblo viene hacia vosotros, es medio pueblo menos del que preocuparse. Si podemos hacer que vayan a otro sitio que no sea el Saloon, quizá podamos nosotros tres entrar y coger lo que haga falta. Creo que Maverick podrá encargarse de la distracción sin problema ¿Qué decís?

Un día entero, para bajar a un puñetero sótano...

-Vaya señores, no puedo decir que me sienta especialmente orgulloso de como han resuelto el primer encargo que se les ha pedido. Veo que algunos encontraron el camino a la bodega, o las escaleras de subida al primer piso antes que las de bajada al sotano.-Dice Lonegan mirando a Pancho y después a Michael.

Se queda observando mientras McReady propone una manera de distraer a la multitud que en breves debería acudir hacia allí buscando ajusticiar a los asaltantes de tumbas.

-La tumba del francés estaba limpia, y ahora mismo tampoco tenemos nada del sótano del saloon. No he venido hasta Las Cruces, después de tres años entre rejas, para irme con cara de tonto y las manos vacías. Necesitamos bajar a ese sótano y necesitamos tiempo para hacerlo, así que creo que la propuesta de McReady tiene sentido. Maverick, aquí mi amigo me hablo de tu habilidad de palabra. ¿Crees que podrás encargarte de la distracción?

Sabía bien que era cargarle el muerto a uno de los nuevos, pero tampoco habían sido capaces de cumplir con su parte del plan, lo que había enfadado un poco al jefe de la banda. Y debían aprender cuanto antes que eso traía consecuencias.

- Vaya señores, no puedo decir que me sienta especialmente orgulloso de cómo han resuelto el primer encargo que se les ha pedido - dijo Lonegan poniendo un mal gesto.

Para Michael aquella fue la gota que colmó el vaso. O al menos una más. Nunca hubiera imaginado que podía haber tantas gotas o que él tuviera un vaso tan pequeño. Desde que se había unido a aquella zarrapastrosa banda se había visto obligado a matar agentes federales, había perdido su petaca, le habían estropeado la chaqueta, le había llovido encima, no había podido cenar, se había visto obligado a barrer delante de todo el mundo y ahora... ¡ahora aquello!

- Mire señor - dijo Michael conteniéndose para no gritar - ese sótano suyo no existe. Ni está, ni se ve, ni nadie lo conoce. A ver si dejamos las cosas claras.

Sin embargo Michael nunca había sido un tipo iracundo y su furia se fue desinchando tan deprisa como había aparecido - Quizás se trate de aquel edificio, el que está medio derruido y que por lo visto se quemó o se hundió - Michael no recordaba muy bien toda la historia y no quiso dar más detalles - a lo mejor el saloon ha cambiado de local y usted - señaló a Jack con un dedo - nos ha enviado al sitio equivocado.

- Ahora, si ustedes me perdonan, voy a intentar que una turba no nos cuelgue por su culpa - dicho esto se dió la vuelta con brusquedad, se caló el sombrero y se encaminó a la calle principal hacia la iglesia. Si alguien conseguía calmar los ánimos era él. Además, la idea de dejar a aquellos tipos... mucho tenían que cambiar las cosas para la banda de Lonegan para que Michael volviera a ver la supuesta parte beneficiosa del proyecto - o al menos les ganaré tiempo - añadió sin darse la vuelta. Ojalá encontraran la plata. Sí, eso sí que sería algo bueno.

Cuando Maverick se dio la vuelta, James levantó la mano mirando hacia Jack, como sugiriéndole que no le replicase. No conocía demasiado al joven, pero conocía lo suficiente a Jack como para saber que lo que pudiese decir, no ayudaría. Además, no podía evitar pensar que el chico tenía su parte de razón. Él y Pancho habían hecho mucho sin recibir nada a cambio; tan solo la promesa de un botín que ahora se les escapaba de las manos. No se les podía pedir más.

Pero...¿era posible que les hubiesen mandado al lugar equivocado?¿Había cambiado de ubicación el Saloon? Intentó orientarse, buscar referencias o indicidos de que aquel fuera el lugar o por contra, sería como argumentaba Michael, aquel otro edificio derruido. 

La noticia de Maverick sobre la aparente inexistencia del sótano con los bonos estatales y los revólveres de Lonegan no era muy alentadora. Ahora Maverick parecía casi apresurado por ir directamente hacia donde se habían congregado la mayor parte de los pueblerinos, y aunque parecía existir todavía una alternativa donde buscar, no era ni mucho menos algo bien planeado.

Pancho continuaba vigilando los alrededores de forma obsesiva. Por suerte nadie apareció por la calle principal; todo estaba en silencio, salvo el muy ocasional ruido de los cascos de los caballos de Lonegan y McReady y el murmullo proveniente del saloon que indicaba que en su interior la conversación no había terminado del todo.

La última vez que estuviste en el pueblo fue hace tres años, la noche siguiente a que murieran "El Chico" y "El Francés", la noche en la que enterraste la plata en la tumba del "Francés". No fue precisamente una visita turística; al igual que el día de hoy tuviste que moverte en silencio y sin ser visto, para tener la oportunidad de escapar y volver a por la plata cuando fuera propicio...

Las circunstancias te obligaron a atravesar por la calle principal para no encontrarte con uno de los pocos agentes del marshall que aún rondaban pro las afueras del pueblo. Tal vez fuera obra de la casualidad, o tal vez de otra cosa, pero ahora que te diste cuenta era increible pensar que ya te ocultaste en el mismo callejón en el que ahora discutías con Lonegan, Juanita, Maverick y Pancho. Solo que antes no era el callejón del saloon, sino del viejo edificio abandonado de un banco. El saloon estaba enfrente, donde ahora estaba ni más ni menos que... la oficina del sheriff.