Mientras hablaba con el periodista, Seagal sacó la punta de un pañuelo del bolsillo de su pantalón. Desde el ángulo donde estaban los demás no podían verlo, pero Otto estaba en un lugar desde el que podía verlo perfectamente. Era de seda. Roja.
Seagal lo mostró tan sólo unos segundos, antes de volverlo a guardar, sin hacer ningún otro gesto o señal en dirección a Otto, y sin tan siquiera mirarlo
Un nuevo personaje se unió a nosotros tras la aparición de la señorita Miranda. El hombre daba la imagen del perfecto caballero de ciudad, y actuaba de la misma manera. Quizás tuviera un deje de prepotencia o de sarcasmo, pero no me dejé influir y le dirigí la mejor de mis sonrisas.
- Es un placer, señor Seagal, tanto conocerle como recibir sus elogios. Espero poder cumplir sus expectativas. No me gustaría robarle su tiempo, y puede ahorrarse responder si lo considera una intromisión, pero, ¿cuál es su trabajo con el señor Wenning? El Imperio de la Bandera del Oso es un lugar bastante alejado, así que debe ser todo un experto si se han requerido sus servicios.
-¿Mi trabajo? Ya sabe como es esto...Secretos y más secretos. Se podría decir que me han encomendado ayudar a la señorita Wenning con algunos asuntos. Despues de todo sería una lástima no sacar el máximo provecho del talento de esta joven.
Dándose la vuelta volvió junto a Miranda, y dándole unas palmadas en el hombro le dijo:
-Por cierto, creo que ya es hora de volver a nuestro trabajo. Tenemos muchas cosas que hacer hoy y no nos gustaría que alguien tuviese alguna queja de nosotros.
-Creo que será mejor que les pida que se marchen ya. Las interrupciones no son buenas para nuestra concentración-dijo volviendo a dirigirse al grupo-Buenos días, señores
-buenos dias caballero, señorita- hago un saludo cortes y me dispongo a partir, no me gusta ese americano, pero no parece que sea un peligro ni nada asi para Miranda, supongo que sera cuestión de seguir el paseo y espero que mis compañeros lo entiendan tambien asi
Sí, vámonos - dijo el capitán hochner mirando con gesto aldo despectivo al dandy que ni siquiera se había dignado dirigirle la palabra. Después, dirigiéndose a Miranda dijo - Estará usted segura en compañía de este hombre señorita Wenning, espero. - Después caminó unos pasos alejándose, llevando de la brida a su caballo, y preguntó a los que con él venían - ¿Tenemos tiempo para acercarnos hasta Nouvion como alguien propuso?
Me acerco a la señorita miranda y al señor segal para despedirme.
-Fue una agrable sorpresa el encontrarla por aquí hoy, espero que le agrade -lo que le pasé-, y caballero, un gusto conocerle.
Me retiro tranquilamente hacia mis compañeros aun que por dentro sigo sin digerir a ese tipo.
- Tengan muy buen día, pues. Espero que nos volvamos a encontrar en situaciones más propicias.- Dirigí mi caballo junto a los de mis tres compañeros, que planteaban llegar a Nouvion.- Seguro que sí, señor Hochner, y creo que el trayecto será gratificante.
Miranda se despidió del grupo y los vio marcharse antes de seguir a Seagal de nuevo al interior de la torre.
Los cuatro compañeros siguieron su camino hacia Nouvion. Era un pueblo rural y no una gran ciudad. No había teatros o óperas ni clubs sociales para caballeros, pero estaba en una zona próspera y tampoco era demasiado pequeño. Había bastantes tiendas de diferentes tipos, una oficina de telégrafos y otras comodidades y servicios. Y las calles estaban limpias y bien cuidadas. No era demasiado interesante, pero era agradable.
"un pueblo pequeño y agradable sin nada especial" Nouvillon es tal como me lo esperaba y mantengo mi caballo a un paso lento mientras disfruto del ambiente
-creo que nos dijeron que había un local agradable, el cafe de Rene, vayamos a tomar una copa antes de volver al nido-
De hecho seguramente tener una instalación tan importante próxima hará mucho por la prosperidad del pueblo, obreros y militares llenaran los locales pronto, en cuanto empiecen a darse permisos
Avanzo con tranquilidad y seriedad junto a mis compañeros, de no ser por la mala impresión que me dio el señor Segal, estaría encantado. Respiro profundamente e intento relajarme.
-Creo que deberíamos preguntar a donde se localiza, aun que también podríamos seguir avanzando hasta dar con el.
Cabalgando entre los demás, el capitán Hochner pareció interesarse un poco por los lugareños y los edificios de la localidad, pero perdió rápidamente su interés, al ver que no era más que un pueblo grande. -Sí, vayamos al café ese a ver si tiene algo de especial. sinceramente esperaba encontrar algo más interesante aquí, no sé. - dijo, y siguió junto a los demás.
No fue muy dificil encontrar el Café René, cerca como estaba de la entrada del pueblo. Al entrar pudieron ver que tenía bastantes clientes, y muy variados. Había gente del pueblo, tomándose un café y charlando, pero también reconocieron alguna cara como perteneciente al personal del Halcón. Aquí había un par de hombres de negocios, bien vestidos, que parecían estar de paso, tomando algo caliente con cara de cansancio. Allá, un soldado le hacía la corte a una de las camareras, a lo que ésta respondía con unas protestas no demasiado enérgicas referentes a su trabajo. En la parte posterior del café, había varios reservados, para aquellos que deseasen más tranquilidad, y pudieron ver entrar en ellos a una pareja de muchachos del pueblo, y a una joven, que a juzgar por su aspecto, debía tener sangre feérica, con un libro en la mano.
En el libro que llevaba la muchacha, una cinta de seda roja, utilizado como marcador, sobresalía de entre las páginas.
-Una mesa, y la recomendación del día señor.
la señorita con sanrge faerica que toma?
Observo con aprobación el ambiente animado del local, sin duda este seria uno de los principales beneficiados de tener el nido del halcón tan tróximo
-tiene un local muy agradable caballero, como dijo el señor Atreides ¿que nos recomienda para recuperar el animo?-
la señorita con sangre feerica estaba entrando en un reservado, o eso creo, ¿sola o con los dos chicos del pueblo?
los destinatarios Jean Paul
La señorita feerica, despues de pedirle a René algo de comer, entró en uno de los reservados. La zona de los reservados está algo separada del resto, así que no se puede saber si dos personas entran en el mismo o no, puesto que no se ve bien, pero la pareja y la señorita no parecen tener nada que ver entre sí.
Por cierto, a René, puesto que es idea suya, se lo dejo llevar a moucho
Veo como el señor Atreides se fija en algo con atención y dirijo mi mirada hacia allí hasta ver como la dama feérica se introduce en un reservado. Después comento con Jean Paul - Umm, interesante dama, ¿qué cree que estará haciendo por aquí? Desde luego tiene un aspecto muy agradable.
Sven, no me viste fijarme en nada, todo fue de reojo :P
René era un hombre de mediana edad, no demasiado alto, de cuerpo más grueso que fornido, y de rostro alargado y regordete que despedía afabilidad. El pelo que le faltaba en la cabeza había decidido mudarse hacía tiempo al gran "moustache" que lucía bajo su nariz. Todo ello se completaba con la clásica vestimenta de tabernero, camisa blanca, chaleco y corbata negras, y un gran delantal blanco que casi llegaba a los pies. A pesar de todo se movía ágilmente entre las mesas, atendiendo a sus clientes con gran cortesía.
Ante el requerimiento acerca del menú, René contestó con una sonrisa que despedía amabilidad.
--- Hmmm... Si me permiten el atrevimiento, por su cara de cansancio creo que les vendría bien algo consistente. Todavía nos queda algo de guiso de ternera, que hoy estaba francamente sabroso, quizás acompañado con un tinto de la casa. ¿Les parece bien? Lo cultiva un sobrino de mi mujer, y puede que no sea un vino digno de grandes mesas, pero créanme, no les defraudará.
Mañana me voy, por lo que tal vez no pueda concetarme durate el fin de semana.