Partida Rol por web

 Precisamente Dunoyer, ese era mi punto...

Ahora, si tenéis pensada alguna tarea para mi, decidmela por favor...

- ¡¡Yo quiero ser parte de la delegación diplomática que viaje a Prusia!! -añadí en tono infantil y cabezón, sintiéndome excluido de la lista que Dunoyer había dado hasta ahora.- Con todos mis respetos, ¡soy el mejor amigo de la señorita, no acepto quedarme al margen y tengo que defender sus intereses aunque eso me aleje de la construcción del Halcón y me haga caminar sobre el maldito suelo de Prusia! -miré a todos, desafiándoles puerilmente a que me dijeran que no.- Es más, como el señor Wenning no puede viajar hasta allí por ser la cabeza del proyecto, ¡me permitiré hablar en su nombre con mi querida amiga!

Estaba cortando el diálogo apacible entre Jean Paul y Pierre, pero no iba a levantar la mano y esperar mi turno en estos momentos.

Dunoyer miró sorprendido al Vizconde de Morcef, para a continuación fruncir el ceño, mientras sopesaba su respuesta.

-Excelencia, ¿se está ofreciendo voluntario?¿Entiende usted los riesgos que podría correr en suelo prusiano si deciden que son una molestia? Agradezco que intente ayudar-dijo en un tono más amable-, pero no estoy seguro de que haya entendido lo que supondrá ese viaje. Si se enteran de su propósito pueden intentar detenerlos, hacerlos prisioneros con algún falso pretexto. Y en cuanto a usted, señor Jalabar...

-Vamos Comandante, déjelos ir. Insulta a dos hombres valientes...perdón, a un hombre y a un enano-dijo la joven oriental sonriéndole a Jalabar-al negarles el derecho a seguir los mandatos de su corazón y su conciencia. Además, su Excelencia ya conoce el aspecto del hombre que se marchó con nuestra la Señorita Wenning. Y el Señor Jalabar...¿me equivoco al decir que su padre podría ofrecer un lugar de asilo al grupo, a salvo de las autoridades prusianas? Sin contar con que será mucho más dificil que se atrevan a hacer algo contra él, el hijo del rey de una de las sedes enanas más importantes de Prusia. Y usted mismo lo ha dicho. Cuantas menos personas sepan de esto...

Wenning que se había sorprendido al escuchar la petición de Jalabar, se levantó de su silla enfadado al oir el razonamiento de Tsubasa.

-Señorita Kamo, ¿puede saberse qué pretende? Sabe perfectamente que aunque pudiesen dudar en tomar acciones abierta en contra de Jalabar, eso no significa que estén a salvo. Podrían  intentar que tuviesen un accidente, o intentar un ataque disfrazándolo de un simple crimen.

-Cierto, pero yo nunca dije lo contrario. No dije que estuvieran a salvo, sino que sería más dificil atentar contra ellos. Y ese "más dificil" puede ser ventaja suficiente. En todo caso, Herr Wenning, la decisión ya no está en sus manos. Querían a alguien que acompañase al señor du Lapin y al Capitán Hochner, y ahora los tiene. Voluntarios que tendría todo el sentido que estuviesen en esa expadición diplomática, y que nos ahorrarán el problema de contar a otras personas detalles que es mejor que permanezcan en secreto. ¿Aceptan entonces, Vizconde, Jalabar?-Dijo dándose la vuelta para dirigirse a los interpelados

 Con una reverencia y con justo como de querer besar su mano respondo a la dama Tsubasa.

-Acepto de todo agrado señora.

Medite en silencio el plan de acción propuesto por Dunoyer antes de responder

-así pues, mi papel seria el de fachada diplomática mientras el Capitan Hochner realiza la auténtica tarea de rescatar a la señorita Wenning, y espero que a su amado también o la pobre tal vez no querría marcharse-

Suspire y asentí -lo haré, es lo mejor para el Imperio. Aunque antes de que el ilustre Jalabar decida unirse a esta empresa debería meditar sobre que le aguarde un destino similar al de la señorita Wenning si somos capturados, sería desastroso que el también "desertara" y ayudase en el Carro de Selene-

Me levnato con total calma y frialdad. Mi voz es calma y suave. Mis ojos firmes y decidimos. El corazón del artista ya no trabaja, son sus manos e ingenio los que ahora sirven al estadista, al cortesano...

 Concuerdo con usted Charles, en este tipo de situaciones lo mejor es pensar con la cabeza fría y de manera totalmente objetiva, sin dejarnos llevar por nuestras emociones.

Jalabar, en el supuesto de que usted nos acompañase, tendría que actuar con total calma y frialdad, aunque por dentro sienta las ganas de destruir todo a su alrededor. Si cree poder hacerlo, no me opongo a que nos acompañe. A mi parecer, sus habilidades, talento y experiencia podrá sernos de suma utilidad... al igual que sus artilugios, claro esta...

Asentí a las palabras del Vizconde -cierto, Jalabar pongase en esta situación. Estamos en la recepción que nos hagán en Prusia, aparece Miranda y nos pide que nos marchemos y no hagamos nada mas por ella, ¿cree que sería capaz de actuar con frialdad en ese caso?, porque si no es así ayudará mas a Miranda quedandose aqui-

Son palabras duras, pero espero que el enano comprenda su importancia

- Por supuesto que no actuaría con frialdad, señor du Lapin. ¡No acudo con frialdad a Prusia, y no pienso mostrarla allí! -dije en tono orgulloso.- Sin embargo yo conozco a la señorita, si me permiten decirlo, desde hace más tiempo que ustedes: ¿qué clase de mensaje vamos a transmitirle enviando a hombres tan importantes para el proyecto, pero sin ningún antiguo conocido entre ellos? ¿Realmente quieren que piense que es una persona querida, pero que el Halcón es más importante para todos? ¡Es necesario que me vea fuera de mi entorno para que comprenda hasta que punto a Otto y a mí nos han trastornado sus acciones!

Y después de gritarles a todos, me dediqué a contestar las preguntas más personales de los demás. Aunque intenté ser más razonable y amable, lo único que lo diferenciaba de mi anterior discurso al grupo era una cara menos encendida; incluso el tono era casi el mismo, y eso que intenté no resultar borde...

- Señor Wenning, ¿acaso esta temiendo por mi seguridad? ¡Sepa usted que no soy una inocente dama, como su hija! Lamento decir que no pienso negociar esto; si no estoy en la misión diplomática, me marcharé de estas instalaciones para hacer el viaje hasta la penosa Prusia por mi cuenta y riesgo -contesté a Dunoyer, Otto y Kamo.

- Tranquilo, señor du Lapin. No tiene porqué temer mi participación en el Carro de Selene. Ni aún amenazando a la señorita conseguirán que me digne a ver esa abominación de las leyes de la mecánica... Lo lamento, pero odio demasiado a Prusia: si se da el caso prefiero pudrirme en una celda sabiendo que mi decisión acabó con la vida de la señorita sin nada a cambio. En el caso de que no haya podido explosionar su centro de pruebas como acto de venganza -añado seriamente.

- No me crea tan capaz, vizconde de Morcef -respondí mucho más calmado que a los demás, complacido por sus halagos-. ¡Pero en algo podré serles de utilidad, seguro!

Frunci el ceño, las declaraciones de Jalabar no me tranquilizaban en nada, pero no era a mi a quien le correspondía detener al fogoso enano si lo consideraba mejor, de modo que mire a Dunoyer esperando su decisión

El Comandante miró a Wenning. Tras un largo rato, finalmente éste asintió.

-Señor Jalabar, realmente me hace plantearme si será peor dejarle ir o encerrarle en un calabozo hasta que la misión tenga algún resultado. Confío en que durante el viaje tenga tiempo de reflexionar sobre lo que va a hacer. Y en las consecuencias que puede tener actuar sin pensar. Y no sólo para usted. También para sus compañeros, e incluso para Miranda. Pero ya que parece que no hay forma de detenerlo, al menos irá acompañado. Accedo a que se una a la expedición-Dijo finalmente, de mala gana

- ¡Por fin un atisbo de esperanza! -contesté casi alegre (porque la situación no daba para más) ante la aceptación de Dunoyer, mientras de reojo observé la reacciones de los demás, desde las dudas de Charles y Otto hasta la mayor aprobación de Jean Paul y Tsubasa.

Después, fue cosa de permanecer paciente hasta que los demás acabaran de definir detalles y compartir pensamientos, mientras me seguía negando a desayunar, ya con la mente puesta en volver a hacer las maletas tras haberlas desecho la tarde anterior.

-No se preocupe Dunoyer, estoy seguro que maese Jalabar reflexionara sobre lo que tiene que hacer. Ademas, estoy seguro que como todo buen artista sabe que para lograr crear algo, se necesita de cierta paciencia, mesura, así como de corazón, sacrificio y constancia.

Asistí solemnemente a otra muestra de apoyo por parte de Jean Paul, agradecido por el uso de la palabra artista.

Tras reflexionar un momento sobre la situación decidí tomar parte en el curso de los acontecimientos

- Señores, no me puedo quedar impasible ante este hecho. Ayer no pude hacer nada por socorrer a la señorita Miranda, y eso es algo que no me perdonaré. Por tanto, es mi deber ir con ustedes. Al fin y al cabo, soy mejor que cualquier desconocido, y si necesito una tapadera, mi fama como periodista me valdrá para no levantar sospechas. Se podría afirmar que estoy para cubrir el encuentro entre los dos proyectos, lo cual no tiene por qué ser del todo falso. ¡Por favor, déjenme acompañarles!

El capitán Hochner, mirando detalladamente al periodista añadió - eso es cierto, siempre es mejor alguien conocido, pero además seguro que usted tiene muchas habilidades que serán útiles para este trabajo. No lo dude ni un momento. -

-Realmente, no sé si llamarles valientes o locos por la manera en que todos se han ofrecido a participar en esta empresa, sin dudar ni un instante. Y sin embargo no puedo más que reconocer la nobleza y caballerosidad que están mostrando. Sólo deseo entonces que puedan todos regresar sanos y salvos. Y puesto que ya está decidido quienes van a ir, debemos ahora planear lo que va a hacerse.  No conviene retrasar mucho este viaje, pero tampoco es necesario, ni aconsejable, partir inmediatamente. Deben ir preparados. Decidir cómo viajarán y qué llevarán consigo. Y los primeros pasos que tomarán cuando lleguen allí.

 -En ese caso caballeros, creo que deberíamos volver al nido para preparar nuestras cosas para el viaje.