Partida Rol por web

-Qué agradable sorpresa, Señor Moreau. Y ahora, a riesgo de repetirme, ¿qué le parece si levanta las manos?

Arriesgándose a echar un vistazo sobre el borde, Moreau confirmó sus sospechas. Protegiéndose tras las paredes y las rocas, pudo disinguir a Amara y a sus dos compinches del tren, acompañados de otro guarda. Y como no podía ser de otra manera, todos armados.

La preocupación me carcomía como un gusano en la madera. ¿Dónde está Jalabar? ¿Por qué se retrasa tanto? Mon Dieu, estoy seguro de que ha sido capturado. Sabía que no tenía que dejarle ir solo. ¿Por qué fui tan estúpido? Maldita sea, tenía que haberle acompañado...

A la par, ignoraba los comentarios de Knight. No estaba de humor para sus puyas, y la posibilidad de salir sin Jalabar era incontemplable. Debí de haber esperado un ataque por su parte, pero he de confesar que me pilló de sorpresa. Me revolví como pude de su empellón, y acabamos los dos en la barca. Lo cual he de confesar, fue una suerte.
Cuando sonaron los disparos me temía que fuera Julius con algún tipo de arma oculta. Pero la voz de la señorita del tren reveló el origen de la nueva amenaza. Casi parecían haber pasado meses desde aquel incidente, y ahora volvía a presentarse aquí. Por supuesto, rendirme iba a ser la última de las opciones, pero podía usar aun un poco de astucia.
- Oh, ma petit chéri. Amara, volvemos a encontrarnos en circunstancias poco comunes. ¿Puede usted creerlo? ¿Es el destino? Creo que guía mis pasos para aunarlos con los suyos. ¡Aunque siempre en direcciones distintas! ¿No podríamos quizá dejar las armas y salir a tomar algo? Estoy seguro de que a sus acompañantes no les importaría que usted y yo fuésemos a dar un paseo por el lago.- Con esta palabrería, más propia del vizconde, solo pretendía obtener más tiempo. Mis manos se habían movido hacia el rincón donde estaban las armas, y tomando un cuchillo y la pistola, desaté a Julius. Podía ser estúpido por mi parte, pero era lo más parecido que tenía en el momento a un aliado, y enfrentarme solo en mi estado era un suicidio.

Murmurando algo sobre curiosas amistades, Knight se dedicó a evaluar la situación rápidamente, con un rápido vistazo a la barca y a sus oponentes, para finalmente compartir sus conclusiones con el periodista

-La Derringer tiene dos disparos antes de recargar. Las de ellos 4 y tienen más alcance. También tenemos 5 dagas arrojadizas. Y cuchillos, pero dudo que se acerquen tanto como para luchar cuerpo a cuerpo. La situación no pinta demasiado bien. Y Moreau, supongo que no tengo que advertírselo, pero podría haber bastante movimiento, así que si lleva las piedras encima, que no se caigan al agua. Sacrificarme para podér llevarme a mis enemigos conmigo no es mi estilo. Prefiero acabar prisionero que muerto. ¿Algún plan?

- Me temo que tendremos que jugárnosla, Julius. Tal vez si pudiéramos mover la barca para acercarnos tendríamos mayores posibilidades, aunque ellos también podrían alcanzarnos con mayor facilidad. Pero no veo otra opción que el enfrentamiento directo. Creo que Amara es la cabeza pensante del grupo, los otros tres no son más que matones. Si nos libramos de ella primero, podríamos forzar a esos brutos a un enfrentamiento mano a mano. ¿Qué le parece?- Hablé en susurros, lo suficiente para que el espía me oyera.

Mientras le comentaba esto a Julius, procuraba buscar en la galería algo que pudiese ayudarnos. Cualquier ligera ventaja nos ayudaría, desde cajas inestables tras nuestros atacantes a cobertura en la sala tras la que nos pudiésemos refugiar.

-Oh, Señor Moreau. No dudo de que tuviesen ganas de verme.-Respondió Amara en un tono que recordó al periodista el ronroneo de un gato que acabase de cazar un ratón-Sin duda deben de guardar gratos recuerdos de nuestro encuentro en el tren. Es la única explicación para que su amigo Jalabar entrase paseando tranquilamente en mi despacho. Pero imagínese que creía que por ser hijo de quien era tenía ciertos privilegios aquí. Tuve que informarlo de que no era así. Pero estoy seguro de que su mazmorra que le asignen será muy cómoda y me ocuparé de visitarlo a menudo. ¿No quiere acompañarnos? Puedo proporcionarle un alojamiento igual de comfortable.

Mientras decía esto, no predía tiempo en hacer señales a uno de sus acompañantes. Uno de los hombres del tren, haciéndose acompañar por el soldado, empezaron a moverse en dirección a la barca, intentando refugiarse en los salientes y formaciones calcáreas para evitar pasar mucho tiempo al descubierto. Parecía que Amara no quería esperar demasiado a que Jacob se decidiera. Si el no salía, iba a mandar a sus hombres a por él.

Al ver el movimiento entre las rocas de los dos truhanes al servicio de Amara, me puse en tensión. El movimiento nos convenía, pues nos daba mayor alcance, pero seguían teniendo la ventaja del número. Volví a susurrar a Julius.

- Vienen por las rocas. Usted vigile a Amara y a su gorila, la tiene más a tiro. Yo me ocupo de ese par.- Recogí un par de los cuchillos arrojadizos y aguardé a la mejor opción para apuntar.

Knight parecía un buen tirador, y a pesar de que las condiciones no fuesen las mejores, consiguió hacer blanco en su primer disparo, haciendo tambalearse a Amara, aunque no lo suficiente para que ésta no pudiese devolverle el favor, hiriéndolo a su vez. EL americano apretó los dientes, sin dejar que el dolor hiciera templar sus manos y se preparó para volver a disparar.

En aquel momento, sentí gravemente el disparo de Julius. En el fondo no quería que nadie resultase herido, ni tan siquiera Amara y sus acompañantes. Tal vez entregarnos hubiese sido mejor solución, si hubiésemos podido escapar después. Pero ya era tarde. Los disparos cruzados auguraban un cercano fin de nuestra aventura, si bien se mostraba más desfavorable que beneficioso para nuestra causa.

Alzándome desde el fondo de la barca, intenté lanzar uno de los cuchillos a los rufianes que se disponían a atacarnos desde las rocas. Si le alcanzaba algún punto vital, como la garganta, quedaría totalmente fuera de la liza, y no me paré a pensar en las posteriores repercusiones morales que tendría un asesinato. Y si lo hice, lo saqué de mi mente con rapidez. No era el momento, y ellos no tendrían esa consideración conmigo.

El periodista debía de haber tomado apuntes del manejo de los cuchillos de Knight, porque no le costó mucho herir a uno de los que se acercaba. Pero no lo suficiente para evitar que se echaran cuerpo a tierra y disparasen desde allí.