Partida Rol por web

- Oh, así que estamos hablando con simples bandidos. Muy bien, entonces secuéstrenme y paguen las consecuencias.

Aún con todo, no quise dejar de contestar a Julius:

- Le recuerdo que ha sido usted el último en hablar antes de que nos apuntara un arma. Y créame, es una reacción natural...

- Jalabar, deja de intentarlo. Menuda estrategia... ¿De qué nos sirve que le hagas creer a este tipo que eres pariente del rey enano? Aunque haya sido tan bobo de creérselo, los prusianos nos dejarán a nuestra suerte en cuanto contacte con ellos.- Negué con la cabeza, dando énfasis a mis palabras.- El hecho de que seas enano no te va a salvar de todas las situaciones... Como si todos estuvieseis unidos por sangre. ¡Discúlpeme, amigo, yo soy hijo de Napoleón III!

Lamenté la dureza de mis palabras, pero tenía que dar cierta veracidad si quería que me creyese. La captura parecía inevitable, pero al menos debíamos evitar que informara a las autoridades Prusianas... Intuía que no se arriesgaría mucho si se encontraba fuera de la ley.

-Bueno, bueno, así que sólo pretendía hacerse el listillo. Bah, casi mejor, así me ahorro trabajos. ¡Señor Podolski! Lo siento, pero voy a mancharle un poco la tienda.-Dijo, apuntando a los tres compañeros con el arma. El señor Podolski ginió otra vez, deseaperado y volvió a esconderse tras el mostrador.

- ¡Espera, espera! ¿No has oído? Somos hombres de negocios... Aunque eso no quiera decir que sean negocios limpios. Nuestros cuerpos muertos no valen más de lo que puedas intentar pasar por carne picada... Pero vivos podemos beneficiarnos mutuamente. Oímos de la escasez de "productos de importación", y decidimos investigar para introducir nuestras propias fuentes... Pero si tratáramos con tu grupo, podéis sacar tajada. ¿O acaso no incrementaría vuestro beneficio poder retomar la ruta marítima?- Esperaba que mi propuesta sonara interesante, a la par que ponía toda mi alma en hacerme pasar por algún tipo de contrabandista. Lo cual no resultaba muy fácil, ya que no tenía mucha pericia en el arte del teatro.

-¿Y por qué no lo han dicho antes?He estado a punto de matarlos, creía que eran uno de los perritos de la condesa. Pero siendo así, más me vale tratarles bien, ¿no?-Se guardó la pistola y empezó a desatarle las manos al americano, y luego siguió con las del enano.-Bueno, bueno, ¿y cuales son sus propuestas entonces?

Miré a Jacob con un punto de resentimiento y admiración. Aún actuando, no me había gustado nada sus palabras; pero había dado sus frutos, incluso tal vez le debíamos la vida...

- Bueno, necesitamos más información sobre cómo ha pasado, pero creemos que podemos volver a poner a su disposición el transporte marino. Según tenemos entendido, el suministro se veía dificultado por esas extrañas corrientes, ¿no?- La falta de detallas me obligaba a ser impreciso, pero era lo máximo que podía hacer. Noté la expresión de Jalabar, y le dediqué una mirada de disculpa. Esperaba encarecidamente que entendiera mis actos.

-¿Las corrientes? No, hombre, no. ¿Con quién se cree que trata? Nosotros somos marinos de verdad, claro que nos han fastidiado esas cosas, pero el mar siempre tiene sus peligros. Si hemos tenido problemas ha sido por la maldita condesa. No sabemos como, porque hasta ahora tampoco es que fueran tan listos para esas cosas, pero el caso es que sus hombres encontraron uno de nuestros escondites. Cazaron a varios de los nuestros hasta que nos dimos cuenta de lo que pasaba. Pero ahora que ya sabemos donde están emboscados, esos no nos vuelven a pillar.-El chico se rio a carcajadas ante la idea de la decepción que se llevarían los guardas al no poder ponerles las manos encima a más contrabandistas, y le dio una amistosa palmada en la espalda a Moreau que le dolió tanto como si fuera menos amistosa.-Pena, porque era un sitio bastante bueno, pero tampoco vamos a peleárselo. Sitios para escondernos tenemos más, pero cuellos solo tenemos uno.

Me quedé pensativo durante unos instantes. Al parecer, mis conclusiones eran totalmente infundadas, sin una correspondencia con la realidad. Sin embargo, la propia condesa se había desentendido de la falta de suministros, y no veía motivos por los que sus agentes le engañasen en cuanto a la captura de los prisioneros. Tal vez era momento de realizar una visita a esos “hombres de la Condesa”.

- Vaya, parece que nuestras conclusiones fueron algo precipitadas. Pero creo que aun tenemos modo de ayudar. Nosotros, de manera independiente, podríamos echar a esos tipejos de donde se escondan. Cazar a los cazadores. Lo cual os permitiría volver a ese escondite y no supondría ninguna pérdida para vuestro grupo.- Esperaba no tener que enfrentarme a un grupo armado, pero si sabíamos donde se escondían podríamos "hablar en privado" con alguno de los miembros... Y salir de la zona discretamente. Lo veía factible en ese momento, y era la única pista que teníamos para seguir.

El chico se encogió de hombros.

-A nosotros el sitio ya no nos interesa. Si los echan ahora, seguro que luego la condesa manda a otro grupo más numeroso, y no hay ganas de andar a tiros para dos por tres, que nosotros en esto andamos metidos para hacer unos cuartos, no para andar peleando. Una vez que han descubierto el escondite, ya no sirve de nada. Así que hablemos de negocios. ¿Y qué clase de cosas son las que quieren que llevemos?

Las opciones se me cerraban por momentos. Al parecer, lo sucedido no tenía en absoluto que ver con las armas del Carro. Hubiese pagado por unos momentos a solas con mis compañeros, para redefinir el plan a seguir. Hasta entonces, debía improvisar.

- Bueno, podemos ofrecerles productos de importación selectos, ya sean de Francia o incluso del otro lado del charco, de Estados unidos. Tenemos fuentes y contactos para establecer una ruta de aprovisionamiento, que esperamos que sea viable. Claro, que me temo que no habíamos contado con intermediarios.- Dirigí una tímida sonrisa al traficante.- ¿Cree que podría dejarnos a solas 5 minutos para discutir una nueva partición?

-Pues aún tengo unos cuantos sitios más que visitar. Mire, les dejo una hora o así, ustedes hablan de lo que tengan que hablar y despues me cuentan lo que piensan. Señor Podolski, luego les traigo sus cosas.

Y así, despidiéndose con una inclinación de cabeza, el chico salió del local, dejandoles a solas con el tendero, que los miraba con mal disimulado fastidio por tenerlos allí.

-Oiga, buen hombre, ¿por qué no va a rebuscar en la parte trasera algunas botellas del mejor licor local que tenga? Pero que sea del bueno, no quiero aguarrás, ¿eh?-Mientras Podolski se iba, no sin echar una última mirada desaprobadora al americano, Knight bajó la voz para hablar con Jalabar y Moreau. Una cierta irritación sonaba en sus palabras-¿Me equivoco o nuestra pista ha acabado siendo un callejón sin salida? Creí que lo de los contrabandistas era algo más fiable. ¿Se puede saber de donde sacaron esa información?

Estuve medianamente atento a los detalles que el villano soltó gracias al buen hacer de Jacob (menos mal que no me necesitó, porque de todas formas no sabía como entrar en la conversación después del inicio...). Una vez acabado el encuentro y mientras el tendero salía, discutimos la nueva partición:

- No saque conclusiones tan precipitadas -contesté al americano, más que nada porque la idea de que el Carro pudiera estar por aquí era mía, aunque lo de los contrabandistas era solo una posibilidad-. Solo sabemos que ellos han sufrido poco el efecto de las mareas, por muy buenos marineros que se crean; lo que significa que o bien no son el blanco del arma y no entran dentro de su radio de acción, o bien se autoexcluyen de la zona afectada porque saben dónde es...

-O está diciendo la verdad y si las rutas han sido interrumpidas ha sido porque la gete de la condesa ha conseguido encarcelar a varios de la organización. Creía que la información sobre los contrabandistas provenía de la Condesa de Dirschau. ¿Se puede saber de dónde la han sacado?

- De la condesa, como usted ya sabe -contesté secamente-. Solo que la deducción de que el problema de los contrabandistas podría implicar al Carro es cosa nuestra y no de ella. Y también sabe que no asistí a la última reunión, pero por lo que tengo entendido, la condesa no consiguió avances en sus intentos de tratar con los contrabandistas, y tampoco envió grupos tan numerosos. ¿Señor Moreau? -pregunté directamente al periodista sobre la situación por si recuerdaba algún detalle que hubiera pasado por alto, y, porque no confesarlo, para intentar impedir que el estadounidense cuestionará nuestros métodos de nuevo...

- Jalabar está en lo cierto. La condesa negó con rotundidad el haber detenido a los contrabandistas. Eso nos enfrenta a una mentira. Bien de la condesa, lo cual no tendría mucho sentido, o bien de los contrabandistas. Yo creo en esta última opción, aunque no lo hayan hecho con malicia. Ven que al salir de uno de sus escondites son detenidos por agentes del gobierno, y lo relacionan directamente con la condesa. ¿Pero y si han sido los hombres de Bismarck? Tal vez se encontraban demasiado cerca del Carro... Por eso quería investigar su antiguo escondrijo.

Knight frunció el ceño, no demasiado convencido, pero, al final, se encogió de hombros y asintió.

-Supongo que es una posibilidad, y hasta que tengamos pistas más seguras, no nos queda más remedio que investigar todas las posibilidades. La cuestión ahora será conseguir que nuestro nuevo "socio" nos diga como llegar, sin despertar demasiado sus sospechas de que no somos quien el señor Moreau le ha hecho creer que somos. Buen trabajo, por cierto. -Dijo con una sonrisa, mirando apreciativamente al periodista-¿Nunca ha pensado en cambiar de trabajo?Estoy seguro de que lo haría bien como...agregado cultural. ¿Tienen alguna idea para sacarle la información sin que le entren de nuevo ganas de apuntarnos con una pistola? Porque si no quiere decírnoslo siendo amables...-recogió sus cuchillos, que aún estaban en el suelo, y les dedicó una mirada cariñosa antes de hacerlos desaparecer en distintas partes de su traje-puede que siéndolo un poco menos quiera hablar más.

- No se me ocurre la forma de volver al tema anterior sin levantar sospechas, me temo. Pero no me siento cómodo con usar la violencia para obtener la información. Supongo que tengo ciertos valores morales incompatibles con la profesión de agregado cultural.- Me quedé pensativo unos segundos. La única alternativa era conseguir la confianza suficiente para que nos dijera sus escondrijos, pero no teníamos tiempo para ello.- Aunque supongo que si consiguiera intimidarle lo suficiente para que nos lo contara no se podría decir que le hubiésemos hecho daño alguno. Claro, que siempre podemos contemplar otras vías, esta no deja de ser nuestra primera parada.

Podolski trajo las botellas que Knight había reclamado, y la conversación tuvo que ser interrumpida, al estar de nuevo aquel molesto testigo presente. El agregado cultural, junto con sus acompañantes menos versados en diplomacia internacional, tuvieron que esperar aburridos, observando el ajetreo de la tienda, mientras esperaban la vuelta del contrabandista. El chico, como había prometido, llegó una hora después. Entró por la puerta y se acercó al mostrador, detrás del que estaba Podolski, atendiendo a unos clientes.

-Las cosas están en el carro, delante de la puerta. Revíselas y prepare la lista de la semana que viene.-dijo en cuanto los clientes de Podolski se marcharon. Podolski salió, y el chico se dio la vuelta y se apoyó de espaldas en el mostrador-¿Ya han hecho sus planes?