Partida Rol por web

Endurecí la mirada ante sus burlas. No me gustaba esa condescendencia suya, sobre todo después de haberme intentado atacar. No tenía derecho a tratarme como un colega suyo.

- Señor Knight, si le digo la verdad, no tengo tiempo para perderlo en estas pantomimas.- Con un movimiento rápido, disparé un dardo tranquilizante contra el espía. Esperaba que con eso bastase, no quería prolongar el enfrentamiento más de lo necesario.

Y fue entonces, en ese preciso momento, mientras Moreau se disponía a disparar, cuando Julius se precipitó sobre el periodista...

Al americano no sólo se le dabe bien bromear, Moreau en seguida se dió cuenta de que se enfrentaba a un luchador experto. Knight se lanzó hacia él tan rápido que no pudo evitar el puñetazo, durante unos segundos, la cabeza le dió vueltas, y puntitos brillantes bailaban ante sus ojos por la fuerza del golpe. Pero no habría un segundo. Había conseguido accionar su brazalete a tiempo. Cuando pudo enfocar la vista de nuevo, vio a Knight inconsciente en el suelo.

Al menos, ese era un enemigo del que no tenía que preocuparse por ahora, pero ya empezaban a oñirse los sonidos de la gente que venía a comprobar lo que había ocurrido. Pronto habría allí un montón de prusianos que no estarían muy felices de ver el estado en el que estaba todo.

Knight estaba fuera de combate, pero mis posibilidades de salir de ahí sin mayores consecuencias se reducian a cada segundo que pasaba. Así que tomé el parche de Julius, esperando hacerlo funcionar tal como lo había echo él, y me dispuse a irme. Sin embargo, no pude hacerlo.

Suspirando, agarré al inconsciente espía del brazo y me lo eché al hombro. Sabía que no tenía por que ayudarle, y que dejarle ahí me traería menos problemas. Pero no podía abandonar a un hombre a su suerte. Si lo hiciera, estaría traicionando mis ideales, y no sería peor que él mismo.

Hecho esto, abrí la puerta, e intenté huir esquivando a los guardias.

¿Le renuevo las dos cartas simultáneamente o primero una y luego la otra?

Al quitarle el parche al americano, se dió cuenta de que aquel artefacto no era usado simplemente por sus ventajas en aquella situación. Una cicatriz que empezaba un poco por encima de la ceja izquierda y llegaba a la mejilla mostraba la herida que debía de ser responsable de la pérdida de visión del ojo izquierdo de Knight. Por el aspecto, una cicatriz que se debía a una palea y no a ningún tipo de operación quirúrjica precisa, pero fuese como fuese, una lente plateada cubría ahora su pupila izquierda. El visor, Moreau se dui cuenta, sería problablemente inutil para cualquier otra persona.

Al menos, no todo iba mal, incluso con Knight sobre sus hombros consiguió moverse con el suficiente sigilo para no ser oído por las personas que se aproximaban, y logró alejarse varios metros en dirección contraria antes de oyera sus exclamaciones al ver el resultado de la explosión.

Estando los enemigos a mi espalda, no me quedaba opción de volver a aquella habitación. Tenía que volver a la cueva. Recordaba ligeramente el camino, por lo que me dirigí allí, cargando con el cuerpo del inerte Julius. En mi  trayecto, intenté percatarme de si había algún cabo o algo similar para atar a Julius, ya que no creía que estuviera muy contento al despertarse.

Mis preocupaciones tambien incluían a Jalabar. Esperaba que estuviera teniendo éxito en su empeño, y que las distracciones hubiesen sido suficientes.

En el almacén que estaba junto a la salida de la fortaleza encontró algún cordel con el que atar las manos del americano, aún inconsciente, y tras asegurarse de que no había nadie al otro lado de la puerta por la que habían entrado hacía varios minutos, volvió a cargárselo al hombro y salió a la cueva.

Moreau llegó al final de la galería que conducía a la entrada de la cueva cuando el americano estaba empezando a mostrar signos de que los efectos del anestésico comenzaban a desvanecerse. Estaría despierto en pocos minutos, pero por el momento lo dejó apoyado en la pared, agradeciendo el respiro que para sus hombros doloridos suponía el librarse de su peso, y asomó la cabeza para comprobar que el camino hasta la barca estaba despejado. No parecía haber nada extraño hasta que un movimiento en uno de los laterales de la cueva captó su atención. La penumbra no le dejaba ver con claridad, pero esforzando la vista, pudo ver a un soldado vigilando su bote desde medio escondido detrás de unas formaciones calcáreas.

No confiaba mucho en las terroríficas cuevas, según había visto llenas de terrores innombrables. También me preocupaba el posible despertar de Julius. Y la gota que colmó el vaso llegó con la visión entre las sombras del guardia vigilando el bote. ¿Qué hacía allí? Supuse que de alguna forma se había enterado de nuestra llegada. Tenía que eliminarle. Alcé el arma de proyectiles y disparé al hombre, en pos de dejarle inconsciente.

Mientras lo hacía, pensaba en que hacer a continuación. Lo primero era cachear a Julius antes de que despertara. Era peligroso dejarle con ese arsenal. También era obvio que debía esconder la barca, puesto que alguien podría venir a investigar. Yo mismo, con mi uniforme, podría hacer de guardia si no encontraba donde esconderme. Y ya solo quedaba esperar a Jalabar hasta perder toda esperanza de que fuera a salir.

El cansancio y la tensión se estaban dejando sentir, pero no se podía permitir fallar. Se secó el sudor de la frente con la manga, y apoyándose en la pared para estabilizar el tiro, accionó el disparador. Con un casi inaudible "tump", el dardo voló al clavarse en el brazo del guarda, que demasiado tarde se dio cuenta de lo que ocurría. Levantó el arma para disparar, pero antes de que pudiera hacerlo, la droga ya le había dejado inconsciente. Era hora de ocuparse de Knight.

La Derringer y aproximadamente una decena de cuchillos acabaron en un rincón de la barca, dejando a Moreau preguntándose cómo demonios conseguía el americano siquiera andar con tal cantidad de armas encima. También cogió el pequeño alfiler con ganzúa, así como las piedras que había sacado de aquella máquina. Ahora que las veía de cerca, se dió cuenta de que estaban talladas. Dragones azules y bestias marinas recorrían la superficie de las pequeñas gemas, casi pareciendo moverse con los cambios en la luz sobre su superficie. Una superficie que era extrañamente cálida al tacto. Podía ser simplemente del calor del cuerpo de Knight, pero aún así...Fuese como fuese, se las guardó en el bolsillo y se dedicó a atar y amoradazar al guarda con un pañuelo y unas cuerdas que recogió de la barca.

Y ya sólo quedaba esperar a Jalabar.

Knight se despertó tomándose su captura con sorprendente sentido del humor. Incluso insistió en que debería trabajar para ellos. El hecho de que Jacob hubiese decidido esperar a Jalabar en lugar de salir de allí no le hizo tanta gracia, pero sus intentos de convencer a Jacob cayeron en oídos sordos. Así que después de intentarlo durante unos minutos, se quedó alli sentado en silencio, intentando recuperarse del mareo efecto de la droga, y mirando con preocupación a las entradas a la galería.

Y quizás debería haberle hecho caso.

Llevaban más de una hora esperando cuando Knight hizo su movimiento. Mientras Jacob revolvía dentro de la barca, pensando si sería más seguro moverla, el americano lo golpeó con su pierna en la parte de atrás de las rodillas y se echó sobre él, cayendo los dos al interior del bote. El periodista se revolvió para sacárselo de encima y conseguir algo de espacio para golpearlo cuando un par de disparos hicieron volar astillas de la madera.

-Baje la cabeza y desáteme. Y deme la pistola.-le dijo Knight, ansioso, extendiendo las manos para que le quitara las cuerdas con las que lo había atado.

Mientras aún dudaba lo que debía hacer, una voz conocida sonó en la dirección de la que venían los disparos.