Los objetos tan comunes, a no ser que sea una situación apurada en la que los necesites con extrema urgencia y sólo puedas contar con lo que lleves encima, los consigues sin problemas
Jean Paul fue conducido al piso de abajo y atado a una silla mientras esperaba a que lo interrogasen. No sabía cuanto tiempo había pasado cuando la pueta volvió a abrirse y von Braum entró en aquella sala acompañado de otras dos personas, una dama y un caballero. El caballero le miró con curiosidad mientras von Braum les explica los acontecimientos de la noche.
-Es curioso, pero su cara me resulta conocida. Y no acostumbro a tratar con maleantes. ¿Su nombre?
Viene de Capítulo 2: Desde Prusia con amor. Mensaje del 12/07/2011, 02:32
Sonrío débilmente.
-Soy Jean Paul Charles Aymard Sartre. Soy escritor... o al menos intento serlo... vine con la esperanza de encontrar a una mujer que vi en un tren.
La respuesta pareció divertirle
-¿Es una costumbre francesa?¿Registrar casas ajenas en busca de compañía femenina?
La bofetada llegó rápida e inesperada. No fue demasiado fuerte, probablemente ni siquiera le dejaría marca, aunque notaba cómo su mejilla empezaba a enrojecer.
-Sus invenciones seguro que resultan entretenidas en otra ocasión, pero ahora mismo preferiría que no nos tomase por estúpidos.-Su boca seguía manteniendo una simpática sonrisa, pero aquellos ojos dificilmente podrían ser más fríos.
-¡Lord Ireton! Este hombre es mi prisionero, no toleraré que emplee la violencia con él-Reclamó von Braum.
Le regreso la mirada en espera del avance de los acontecimientos.
-Es usted demasiado blando Herr Braum. No se necesitan tantas consideraciones hacia un criminal. O hacia un espía. Uno de los delitos más aborrecibles. Ir a un país extranjero para atentar contra la paz y la tranquilidad de otros pueblos, trabajar para traer la guerra y la destrucción. Tsk, tsk, tsk. Terrible. Por eso está castigado de esa manera. ¿Sabe cual es la pena por espionaje, verdad?-le dijo a Jean Paul- Una muy adecuada para su afición a divertir a la gente. Seguro que vendrán muchos espectadores a verlo bailar al final de la soga.
La mujer, que hasta ahora se había quedado mirándolos sin decir nada intervino por primera vez.
-No creo que sea un espectáculo especialmente edificante. -Se acercó a Jean Paul y le sujetó la barbilla, alzándole la cabeza y haciendo que le mirase a los ojos. Una uña de impecáble manicura recorrió con suavidad la línea de su mandíbula.-Y estoy seguro de que el señor Sartre será mucho más interesante vivo que muerto. Pero por supuesto, para que podamos hacer algo para ayudarle, tendrá que darnos algo con lo que negociar.
Medito unos momentos y con la cabeza baja empiezo a pensar, una dama hermosa que no había visto antes me levanta la barbilla, veo con mis ojos humedecidos mi triste final en la horca, volteo a ver Lord Irenton y empiezo a recitar en voz baja.
En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín .
¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!
Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos horadados ,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.
Creo que se arriesgar mi pellejo.
-Creo que la palabra que busca es "bufón", querida. Me pregunto si también tendrá ganas de rimas mientras se pudre en alguna celda. ¿O cree que alguien se preocupará por usted? ¿Cree que cuando contactemos con la embajada francesa nos dirán que relación tienen con usted? ¿Nos preguntarán si somos tan amables de devolverles al espía que nos han enviado? ¿O dirán que no tienen que ver nada con esto y que podemos hacer lo que queramos con usted?
Sonrío a la dama al "elogiarme".
-Muchas gracias mi señora, aunque aún no creo aspirar a ese titulo.
Sin embargo mi semblante cambia hacía el odioso de "Lord Ireton"
-Para ser un Lord Mr. Iron, creo que le falta sentido artístico.... desafortunadamente algo cada vez mas común, inclusive en Francia...
-Y no, no soy ningún espía. Aunque la idea suena tan romántica como las historias de el gran Julio Verne.
-¿No lo es?¿Y qué es exactamente? -dijo el inglés, destilando sorna con cada palabra-¿Un vendedor de biblias? ¿Un buhonero? ¿O el hada de los dientes? ¿Qué es lo que hace que tenga que entrar aquí a hurtadillas en medio de la noche?
Aún con algo de nervios, pero harto ya del tipo de lentes le respondo.
-Señor, ya le dije que soy un artista, o bueno, al menos intento serlo. Y le vuelvo a repetir, el motivo de que me encuentre aquí es por una dama. Además, ¿a que viene todo este cuento de espías? ¿Es que acaso ocultan algo que las autoridades locales no deban saber?- Hago una pausa y trago saliva. -Si es así, sepan que tendré mucho cuidado de cuidar mi pellejo y no decir nada.
-Otra vez la misma cantinela.-El inglés reprimió un bostezo-La búsqueda en mitad de la noche de damas misteriosas en casas ajenas debe ser un deporte popular en Francia, pero aquí no lo es tanto. ¿Como era que se llamaba la suya? ¿Amara, fue lo que dijo? No me suena demasiado. Aunque pensándolo bien, puede que sea cierto en parte. Después de todo, aunque no con ese nombre, tenemos aquí alojada a una señorita, y hermosa por cierto. Un poco aburrida para mi gusto, siempre me han gustado con algo más de "picante". Pero a lo mejor es más del gusto de su emperador.
Rojo ante el insulto intento forcejear contra mis ataduras, mientras pretendo regresarle el insulto..
-Maldito infeliz, como se atreve a insultar de esa manera. Es que acaso cree que los franceses somos tan bellacos como usted. Nada mas falsos señor, nosotros somos unos verdaderos caballeros, y como tales estamos dispuestos a defender nuestro honor y el de los demás. Nunca, en mi vida me atrevería a realizar semejante bellaquería.
Von Braum, había observado los intercambios en silencio, pero claramente estaba empezando a perder la paciencia.
-Dejemos las bromas. Nadie creerá que ha entrado aquí en busca de una mujer de la que nadie sabe nada. Si no tiene respuestas que darnos, irá a una celda hasta que cambie de opinión.
-Nadie esta aquí bromeando señores. Pero si no esta contento con mi palabra pregunte, que yo le sabre responder.
-Entonces puede empezar por contarnos cuales eran sus objetivos, y darnos los nombres de la gente para la que trabaja y la de los que los ayudaron.
-Le responderé señor, por que usted me parece una persona civilizada. En primer lugar, nadie me esta pagando ni un céntimo por allanar su morada, ni me ha proporcionado los medios para hacerlo, todo lo hice por mi propio esfuerzo. En segundo lugar, como le había dicho antes, he entrado en esta casa buscando a esta joven; sin embargo, en contra de lo que vuestro petulante e incivilizado compañero suponía- digo mirando con aversión a Lord Ireton, no he entrado a forzar a nadie, después de todo, esa idea es propia solo de persona ruines.- retiro mi vista del ingles no sin un gesto leve de desprecio, hago una pausa y continuo explicando.
-Y si, se que se preguntará el bueno que motivos tendrá ese joven tan apuesto para invadir mi casa en mitad de la noche. Ahora bien, la respuesta a eso es que entre siguiendo a otra persona. Una persona que se había colado a esta casa antes de mi, y a quien había visto también en ese tren.