Partida Rol por web

Miró a Christian y entonces, los recuerdos volvieron como un caudal de información que no parecía detenerse.

-Hay que seguir el camino que Sarah eligió, luego hay que entrar en la caverna y el resto es asunto mío.

Se mesó los cabellos y empezó a andar por ese camino, tras dar unos pasos se volvió al resto del grupo con aire solemne y los ojos llenos de humedad y les preguntó:

-¿Podrán confiar en mí?

Sarah tuvo amables palabras con Juliette, me hacía una idea como era su vida anterior y aunque no acababa de adivinar todo lo ocurrido no lo veía como el fin del mundo ni mucho menos, yo tampoco había sido un angelito en el pasado y como muestro lo ocurrido con Sarah tiempo atrás.

- Bueno, pues por el camino del centro entonces… - me detuve cuando regresó con nosotros, me dieron ganas de abrazarla y tranquilizarla – Yo si confío, no soy quien para juzgar el pasado de nadie - aseguré

El camino del centro serpenteaba en medio de este bosque mágico. Juliette encabezaba la comitiva, ya recordaba su pasado bastante claro, al menos lo que era importante ahora. Pronto divisaron la cueva. Sus resplandores azules eran maravillosos, parecía hecha de cristal y algunas partes de las paredes resplandecían.

-¡Qué maravilloso milady!- dijo Sir Dydimus, extasiado por la belleza del lugar. Hasta Ambrosius había dejado de temblar para contemplar el paisaje.

Sarah estaba al lado de Jareth y, un poco más atrás, Christian compartía la comitiva con Hoggle. Delante de todo, como buen caballero perruno, se encontraba Dydimus, su córcel Ambrosius y la joven Juliette, que estaba comenzando a enfrentar su pasado.

Solo así podría construir un futuro.

Sarah había sonreído a su amiga y asentido con la cabeza. No hacía falta que dijera nada más. Desde la primera vez que se habían visto en el periódico donde trabajaban, habían conectado de una forma extraña. En seguida se hicieron amigas y se habían echado un cable mutuamente cuando así lo habían necesitado. ¿Como no iba a confiar en ella?

Siguieron caminando, adentrándose en aquel camino que tanto el mapa como Juliette habían indicado. Sarah caminaba junto a Jareth, sentía su presencia muy cerca de ella. Sabía que si alargaba la mano podría rozar sus dedos, y así lo deseaba, buscar anhelante el contacto suave de su piel. Pero no podía... Apretó el puño con fuerza e intentó pensar en otras cosas, recordar a Michael, aunque no llegaba a vislumbrar su rostro, era como un borrón en su recuerdo.

Perdida como se hallaba en sus pensamientos, casi ni se dio cuenta de que ya habían llegado. Se detuvo al contemplar aquella maravilla extenderse delante suyo. - Que hermoso... - Dijo en un susurro contenido, como si temiera que ante el sonido de su voz aquello pudiera llegar a desvanecerse.

Christian no sabía muy bien qué hacer tan cerca de Sarah. En todos los años oscuros en su fortaleza no habría podido imaginar que volvería a verla, y aún menos estar tan cerca como para ser capaz de escuchar su respiración.

Iba mirando el suelo, aparentemente estando alerta de las piedra y raíces que dificultaban el camino, pero realmente no era capaz de levantar la cabeza por miedo a que sus ojos se cruzaran con los de Sarah.

Ni siquiera se dio cuenta de que ya habían llegado a la cueva.

Sir Dydimus nos llamó la atención sobre que habíamos llegado, la comitiva estaba un poco más silenciosa de lo normal, tampoco me apetecía hablar mucho pues prefería pensar lo menos posible.

Llegamos a una cueva muy extraña, parecía de cristal, me adelanté un poco para examinar aquellas paredes y tratar de adivinar si el lugar escondía alguna trampa mientras Juliette nos indicaría si había que meterse en este curioso lugar.

Se quedó parada ante la asombrosa belleza que había ante ella. Estaba convencida de que una vez que todo aquella terminara, no les volvería a ver pero casi que era mejor por las cosas que estaba sintiendo. Bajó la cabeza un instante y luego se dio vuelta para verlos a todos, incluso al cabizbajo Christian, sabía que algo ocultaba pero no quería adivinar el qué.

-Bueno, creo que hemos llegado...

No quería sus poderes, los aborrecía pero habría de llegar hasta el final con lo que estaban haciendo por el bien de los tres, porque de ella no estaba muy segura.

Entraron todos a su tiempo en la caverna. Lo primero que vieron era un sitio bastante grande que tenía una abertura a la izquierda y otra a la derecha. Las estalagmitas adornaban el techo pareciendo picos de singular belleza. Dentro del sitio había un poco de aire frío que no se sabía muy bien de dónde provenía.

Juliette recordó los trucos que allí había: una magia que sellaba la caja y lo de los espectros, cosa que también conocía Sarah, esos seres podían adoptar la forma de cualquiera para hacer su propósito.

- Bien – suspiré cuado dijo Juliette que habíamos llegado.

Habían como dos aberturas en los laterales y yo me encontraba un poco perdido, pero ella nos guiaría si era cierto lo dicho anteriormente sabría donde ir en concreto, donde se encontraba el corazón.

Saqué un par de mis bolas de cristal para jugar distraídamente con ellas y estando tan cerca del final quizás me hicieran falta.

Sarah parecía como hipnotizada ante singular belleza. Durante unos minutos se quedó en silencio, temiendo romper, con el sonido de su voz, aquel instante mágico.

Pero tarde o temprano iba a pasar, y la voz de Juliette consiguió que volviera a la realidad. La miró con ojos brillantes, con la ilusión de un niño pequeño ante un nuevo juguete. Una tenue sonrisa había aparecido en su rostro melancólico. - Es tan hermoso... - Se repitió por segunda vez. Suspiró y entonces fue cuando vio las dos aberturas a derecha e izquierda. - ¿Por dónde es? - Le preguntó a su amiga tras haber caminado un par de pasos hacia la izquierda, intentando ver algo...

-¡Es por la derecha!

Dijo la joven rubia con una sonrisa en los labios, aunque no estaba muy segura de estar haciendo lo correcto. Comenzó a adentrarse sin esperar a los demás, ya le daba lo mismo y si había peligro, quería ser la primera en enfrentarlo y así darle una oportunidad al resto.

Christian no había dicho nada desde que eligieron el camino en el linde del bosque. No tenía ganas de hablar.

Cuando llegaron a la bifurcación, se adelantó y siguió a Juliette de forma maquinal, sin detenerse.

- Cuanto antes terminemos mejor- pensó.

Pasan por la dirección indicada por Juliette. El túnel es largo pero iluminado por las rocas de azul fosforescente. Llegan pronto a una sección circular. Juliette busca con la mirada esa roca con la muesca de luna en donde se halla la caja. En el momento en que está buscando por las paredes de pronto las rocas dejan de iluminar y por un instante todo se vuelve negro. Las rocas se encienden nuevamente y el grupo contempla, más que asombrado, cómo su número ha variado.

Ahora hay dos Juliette, dos Christian, dos Jareth y hasta dos Sarah.

Gracias a todos los dioses solamente sigue habiendo un Dydimus, un Hoggle, un Ambrosius y una elfa.

-¿Qué está pasando?

Pregunta Sarah.

-Juliette, ¿dónde nos has traído?

De pronto Juliette parecía acelerar el paso, tomó la grieta de la derecha sin esperar a nadie, aceleré yo también un poco el paso con la precaución de no dejar a Sarah detrás, después de tanto tiempo tampoco quería que le pasara nada malo.

Buscaba algo por las rocas cuando todo se oscureció y cuando volvió el fulgor de las rocas… ¡La mayoría de nosotros nos habíamos duplicado!

- ¿Y esto? – Dije extrañado

Me enfrenté a mi otro yo y lo tanteé ¿Era idéntico? ¿Hasta en las bolas que tenía en la mano? ¿Se movía a la vez que yo como en un espejo? ¿Eran de carne y hueso? Estiré la mano para tratar de “traspasarlo”

Christian reprimió un grito cuando la luz se apagó. Tenía pánico a la oscuridad: no se sabía lo que podría esconderse allí, entre las tinieblas y el manto de sombras.

Cuando se volvió a hacer la luz, se quedó atónito: habían aparecido réplicas de cada uno de ellos, seguramente por obra de algún tipo de hechicería.

- ¡¡¿Qué demonios...?!!-exclamó.- ¿No será algún tipo de truco, verdad?-preguntó enfadado a Juliette.

Estaba empezando a pensar que no debería haber confiado en ella. Sabía que había convertido a su padre en un monstruo, ella misma lo había confesado, así que ella también debería ser uno.

-Yo lo único que sé es que hay un solo Christian aquí.

Dijo Christian.

-Y no eres tú.

Agregó señalando a Christian.

Sir Dydimus miraba a derecha e izquierda cada vez más confundido.

-¿Qué significa todo esto??¿Son ardides de mi padre??

Al principio Sarah no entendía qué ocurría. ¿Como era posible que se hubieran duplicado todos? Se había llevado un buen susto. Y más cuando la otra habló como si fuera ella. ¿Está intentando suplantarme? Se preguntó extrañada. ¿Qué ocurría allí?

Entonces recordó lo que le había dicho Grarl...

- Son Espectros, suelen tomar formas familiares para confundirnos - . Había dado un par de pasos hacia atrás y contemplaba entre asustada y curiosa su propio doble... 

Juliette miró a todo el mundo confundida, ella misma no entendía qué rayos estaba sucediendo; por dentro se desmoronó, no hacía falta más y la culpable siempre parecía ella. Deseó estar muerta apenas Christian terminó de pronunciar aquellas palabras que la señalaban, Christian o el clon de él, lo que fuera, daba lo mismo. Quizás tenía razón. Lo miró con los ojos llenos de lágrimas, con la respiración agitada, preguntándose si su otra yo se sentía igual.

-Yo no... Si no confías en mí ¿por qué no vas por tu propio camino?

Miró a la otra Juliette y le sonrió, le daba igual lo que pasara, ella intentaría seguir avanzando a pesar de que ellos desconfiaran de ella.

-Podría sacarnos de aquí, a los verdaderos... Siempre que estén de acuerdo.

Miró a Christian de nuevo.

-Lamento mucho que no confíes en mí pero si crees que voy a lastimarte de nuevo, sólo puedo decir que te estás equivocando. ¿Listos para seguir?

Mientras hablaba iba rodeando a los verdaderos, quería apartarlos de los otros pero al mismo tiempo parecía un baile para hechizarlos.