Partida Rol por web

El hechicero se rasca la barbilla, pensativo. - Nuestros herreros no destacan precisamente por fabricar grandes armas...

De repente pega un respingo y salta en dirección al libro que estaba leyendo. Pasa las hojas rápidamente, demasiado dada la rareza de los ejemplares encuadernados, que tan solo unos cuantos maestros pueden permitirse tener, y que poca gente fuera de vuestro gremio es capaz de leer.

Al cabo de un momento parece encontrar lo que busca. Para corroborarlo lee en voz baja "acero milondense". Bruscamente gira el libro hacia ti y señala la ilustración de una espada bellamente ornamentada. Tiene la hoja ligeramente curva y se asemeja más a una cimitarra que a una espada.

- ¿Era algo así? - te pregunta.

Niegas con la cabeza, pues la imagen que muestra ante ti no se asemeja a la espada que recuerdas. Rowan frunce ligeramente el ceño, pero su gesto tiene algo de alivio mezclado con la decepción.

- Al menos no es una hoja de Milonda. Estaba temiendo... - se interrumpe bruscamente. - Ilsa me dijo que fuiste a ver a Rhenar. ¿Recuerdas cómo era su herida? Si no fue acero milondense... pero un espadachín dindavara habría acabado con él de un solo golpe - añade, más pensando en voz alta que dirigiéndose a ti.

El cansancio empieza a hacer mella en ti. Ha sido un día ajetreado y la noche anterior no puedes decir que la noche anterior te sirviese para descansar. Agotada y ensimismada en tus pensamientos, luchas por mantener el equilibrio sobre el tejado del hospital.

- Como vigía no eres lo mejor que he visto...

La voz te sorprende a tu espalda. Sobresaltada, te giras bruscamente y estás a punto de perder el equilibrio. Extiendes tus alas para nivelarte hasta que asientas nuevamente tu peso sobre el tejado. Miras a tu alrededor, pero obviamente, allí no hay nadie.

- Será mejor que no me busques, yo no tengo alas para moverme tan rápido y tal vez no te interese encontrarte conmigo. - Irritada, intentas localizar el origen de la voz, pero parece venir de todos lados y no ves a nadie que pueda estar hablando.

- Hay mucha vigilancia para un simple oficial de tu gremio, ¿no te parece?

Maldices en silencio preguntándote quién es tu interlocutor y cuales son sus intenciones.

La puerta de tu habitación se abre violentamente y una figura aparece espada en mano en el umbral. Tras ella, puedes ver a Irina inmóvil en el suelo, con un charco de sangre extendiéndose lentamente desde su cabeza.

- Me ha costado mucho tiempo encontrarte... - Te sorprende escuchar las palabras en tu idioma natal. La voz te resulta familar, pero fuera de contexto no consigues localizarla.

La figura avanza un paso, abandonando las sombras del pasillo mientras entra en tu habitación. ¡Mark! El joven de tu aldea ha cambiado desde vuestro último encuentro. La sombra de la barba sin afeitar oscurece levemente su rostro y te parece que está más delgado pese a que sus hombros y brazos están más contorneados. Pero lo que más te llama la atención es su mirada. Mark tiene los ojos de una persona que no está enteramente cuerda, ligeramente más abiertos de lo debido e inyectados en un profundo odio.

- La última vez saliste corriendo, pero si quieres escapar hoy tendrás que pasar por encima de mi cadaver. - Sus palabras escupen desprecio y las pronuncia mientras levanta la espada, colocándola frente a sus ojos a modo de desafío. Pensando una vez más en el cuerpo de Irina, te consuela ver que el filo no tiene ninguna mancha de sangre.

Ilsa da un respingo muy poco profesional y aterrorizada se atreve a susurrar:

¡Quién demonios eres!

Después del primer momento de pánico y con los nervios a flor de piel observa atentamente su entorno mientras recupera su aplomo y trata de localizar a su visitante. La pregunta correcta es: ¿Qué demonio eres?

El sonido de la voz retumba una vez más.

- Soy otro vigilante más... - El tono te parece casi sarcástico, aunque dadas las circunstancias no estás en la mejor situación para juzgarlo. - Alguien que se siente intrigado de por qué una maestra hechicera y varios oficiales de alto rango de la guardia de la ciudad se dedican a vigilar el estado de salud de un simple encantador sin a penas estatus.

Intentas tranquilizarte y mirar metódicamente a tu alrededor. Desde luego no hay nadie en el tejado, salvo que posea una habilidad increíble para esconderse detrás de las chimeneas que coronan el edificio. Mientras tratas de discernir si algún efecto mágico a tu alrededor podría traerte la voz de un lugar lejano, piensas que tal vez tu misterioso interlocutor se oculte junto a alguna de las cornisas y esté proyectando su voz de algún modo más mundano.

Ilsa, evidentemente molesta, comienza a pensar en uno de sus torbellinos.

-¿Vigilante? ¿De qué gremio eres?

Al final decide detener su sintonización, y por primera vez se dedica a pensar.

-Si quisieras matarme a mi o a ese 'simple encantador' no andarías de charla conmigo, pero no deseas revelar tu identidad. Luego o estabas de paseo por los tejados como un gato, o realmente lo buscas a él. Evidentemente no eres un hechicero, ni un soldado. Díme, si tú deambulas por la noche, a la intemperie y tiritando alrededor de aquél encantador simple, ¿te crees merecedor de un mayor estatus? -Insinúa Ilsa con evidente desprecio. mientras prepara la réplica. ¡¿Qué hago retando a un oponente que ni puedo identificar?!

¿La herida? Biza invocó de nuevo a su memoria

La herida era de espada. Recuerdo que la medico me dijo que era tremendamente profunda, tanto que solo podría provenir de una hoja extraordinariamente afilada o bien que el golpe hubiera sido realizado con una fuerza impresionante.

-Ha pasado mucho tiempo. ¿Todavia recuerdas todo lo que ocurrio?-dijo Diana en su mismo idioma, mientras se levantaba despacio, sin tratar de hacer ningun movimiento brusco, como si se tratase de un animal al que no convenia asustar.

-¿Y como has sabido que estaba aquí?-siguio preguntando. Sabia que la respuesta era obvia: un centauro llamaba mucho la atención en una ciudad, y si Mark andaba cerca se habria enterado enseguida. Pero tal vez si conseguia distraerle durante un tiempo, podria buscar algun objeto de su habitación que le permitiera defenderse.

Recordando la reciente pesadilla, no pudo evitar que se le erizase la piel. La mirada del capitan Johan seguia clavada en su mente. No habia podido haber evitado gritar al levantarse, pero no sabia si habia conseguido despertar a los demas. Su esperanza mas cercana era Stepjan, si es que no estaba en el mismo estado que Irina.

- ...extraordinariamente afilada... - Repite Rowan, pensativo.

Nuevamente coge el libro y busca una nueva imagen. Cuando te la muestra reconoces un arma similar a la que recuerdas haber visto. Ligeramente curvada y de un solo filo, la empuñadura bellamente decorada y terminada en una guarda circular. Asientes entusiasmada y el maestro esboza una media sonrisa.

- Es una dinda, una espada de Dindavara. Para sus nobles esas armas representan el alma del guerrero y su propio dios es el Padre-Espada. Los armeros de esa nación son altamente respetados y no es para menos, pues forjan armas de una calidad extraordinaria. Es muy raro ver una de esas espadas en manos de alguien que no sea un noble de esa nación. -  Más animado, se sirve una nueva copa y la alza para brindar contigo. - Eso limita notablemente nuestra búsqueda.

Bebe un largo trago antes de volver a sentarse en el sillón.

- Y, cambiando de tema... Respecto a nuestra conversación de ayer por la noche, ¿has hecho algún avance con Eric? - pregunta. - Es probable que pronto necesitemos tomar una decisión con respecto a los Soles Azules y tu informe será bastante necesario.

El sonido que escuchas a duras penas parece una risa.

 - Eso tendrás que decírmelo tú, maestra. ¿Eres merecedora de un título superior al de Rhenar tras estar deambulando por la noche y tiritando en un tejado? - La voz responde a tu desprecio con sarcasmo.

Irritada, intentas localizar nuevamente la voz, pero no consigues detectar ningún trazo de magia para hacerlo.

- Yo observo para saber quién intentó matar a ese hombre, - dice sincerándose - pero no has contestado a mi pregunta. ¿Por qué vigilas tú? Estás demasiado lejos como para protegerle si alguien intenta acercarse, ¿no te parece?

Su pregunta realmente toca una fibra sensible. ¿Estás aquí para proteger a Rhenar o tan solo para descubrir a su asaltante en caso de que vuelva a intentar terminar el trabajo?

Mark echa un vistazo rápido por la habitación.

- Llegué aquí por el olfato, siguiendo tu hedor - insulta contestando a tu pregunta, aunque tú misma ya te habías dado la respuesta que buscabas. - Y sí, claro que recuerdo nuestros enfrentamientos. ¡Y hoy acabaremos con ellos de una vez por todas!

Se agacha hacia un lado y coge tu espada, que se había quedado en uno de los laterales del dormitorio. Sonríe mientras la mira y al instante siguente la lanza hacia ti, envainada.

- Coge tu arma - dice orgulloso. - No dejaré que nadie piense que estabas en inferioridad de condiciones cuando acabé contigo.

Agarras la espada al vuelo y sujetas la empuñadura. A penas un instante después Mark se lanza hacia ti lanzando un tajo vertical en un rápido movimiento de su espada.

Con la compostura recuperada, aquél... ser comenzaba a caerle simpático, pero no pensaba dejarse atacar.

-Bueno, mi querido invitado, aquí ya ha aparecido otro guardián, y creo que suponéis con demasiada ligereza que me encuentro sola vigilando. Ilsa apoya su espalda en alguna superficie sólida, como una chimenea o alguna pared y busca algún lugar desde el que saltar al vacío en caso de que aquella criatura lleve a cabo un ataque.

-Evidentemente quien quiera atacar a Rhenar utilizará todos sus recursos y no creo que se atreva a entrar por la puerta. Tratará de hacerlo del modo más silencioso posible, y el hecho de que vos hayáis aparecido confirma mi hipótesis. Seáis un asesino o no, estáis tocando la tela de araña. Cuidaos de quedar atrapado en ella...

Por otro lado, si vuestro propósito no es otro que observar, no podéis consumir más el deseo de esta maestra de conocer a alguien tan excelente en la habilidad del camuflaje y la ocultación... y que tanto parece saber de todo lo que está ocurriendo.

Ilsa piensa casi tan rápido como miente:

Valía la pena pasar la noche a la intemperie. Además, parece que este era un buen lugar para aposentarse. Pero lo más importante, es que la presencia de este tipo da a entender que hay otras personas preocupadas por la seguridad de Rhenar. Debe ser iniciado en alguna disciplina...

Ehm. el cambio de tercio de Rowan había pillado a Biza totalmente ensimismada en las ilustraciones del libro. Tardó un rato en reaccionar.

¿Eric? Me temo que no. Todo este asunto me ha tenido ocupada y no he tenido tiempo siquiera para hablar con él. Biza sabía que estaba mintiendo. En realidad no le apetecía hablar con su cuñado de ese tema y había evitado que ese momento llegara a producirse.

-Menudo cambio.-comenta Diana sujetando su espada.-La ultima vez me lanzaste un puñal. -A continuacion le devuelve la sonrisa.-¿Y porque estas tan seguro de que me vas a vencer?

Al ver que su oponente ya estaba listo para pelear contra ella, se echo a un lado para esquivar su golpe.

Rowan nota que te ha cogido desprevenida, así que intenta explicarse.

- Es importante, Biza. Tenemos que averiguar lo que ha ocurrido con Rhenar y Jezz, y las Górgonae probablemente no tengan capacidad para descubrirlo por si mismas. Ilsa cree que una sociedad secreta está actuando en Uldnacht y, si es cierto, tendremos que pararla.

Su semblante, algo más animado de lo normal por el descubrimiento que habéis hecho, retoma su seriedad habitual.

- Ahora tenemos un gran pista con la dinda que has recordado, pero aún así, dudo que nosotros solos tengamos la capacidad para encontrar a su portador. Si no cometen un error, necesitaremos ayuda y los Soles son probablemente nuestros principales aliados.

Termina la copa y la deja a un lado, dispuesto a no seguir bebiendo.

- Por eso necesito que investigues si los objetivos de Eric son compatibles con los nuestros, si la fusión entre las compañías es realmente posible. Hay que descubrir qué les ocurrió a nuestros hechiceros y la única pista que tenemos es que alguien parece querer que no se sepa... - Niega con la cabeza en un gesto pesismista, como si lo que habéis descubierto hasta ahora no fuera suficiente para poder ayudar a su nación en un momento crítico.

Nuevamente el extraño sonido de la risa de tu interlocutor retumba en los tejados.

- No, ciertamente no estás sola. Hay otros dos guardias en el interior de la habitación, otro en la puerta, uno en el patio y al menos otros dos paseando dentro y fuera del hospital. Pero aquí arriba nadie te acompaña. - Era demasiado esperar que tu truco funcionase tan fácilmente.

Por un momento la voz guarda silencio, pero al cabo de un rato se vuelve a escuchar.

- Puede que yo sepa muchas cosas, pero aún no me habéis contestado qué hacéis aquí y por qué no estáis buscando a la compañera del oficial... De cualquier forma, si yo quisiera acabar con ese hechicero y con tu tela de araña, atentaría directamente contra el edificio al completo.

No habías contemplado esa posibilidad, pero sus implicaciones te asustan. ¿Cuántos inocentes podrían perecer en el proceso? ¿Es realmente seguro tener a Rhenar en un lugar con otros enfermos?

Intentas evitar el ataque de tu enemigo, pero el filo de su espada es demasiado rápido. Su hoja golpea en tu frente y sientes cómo realiza un profundo corte. Durante un instante eres incapaz de ver nada más que la sangre a tu alrededor y te encuentras levemente mareada. Afortunadamente te recuperas rápidamente, dándote cuenta de que has estado a punto de perder la vida, pero Mark aprovecha el momento para hacerte un suave corte en la clavícula, rasgando la blusa que te habían dejado. Empuñas tu espada con fuerza, dispuesta a terminar con esto de una vez mientras buscas un camino para escapar.

Mark recupera su postura tras el ataque inicial y se dispone a lanzar un nuevo tajo cuando un grito interrumpe su acción. Stepjan se lanza al interior de la habitación, enarbolando una espada corta y maldiciendo al intruso.

- ¡Qué le has hecho a Irina, hijo de puta! - grita mientras lanza una estocada en dirección al dindavara.

Mark te mira con odio cuando escucha el grito de Stepjan.

- Vaya, no podías luchar limpio sin pedir ayuda... Debí imaginarlo.

Su espada hace un giro en el aire mientras se echa a un lado para enfrentarse a su nuevo oponente. Ambos aceros se cruzan y la rabia del sirviente de la casa iguala la técnica de tu enemigo. La sangre salpica nuevamente el suelo de la habitación mientras los dos hombres se golpean simultaneamente.

Stepjan cae al suelo, aparentemente inconsciente con una fea herida en la frente, pero su ataque no ha sido en vano, pues la oreja de Mark sangra profusamente, prácticamente arrancada de su cabeza por la hoja de la espada del sirviente.

Ilsa se queda helada después de escuchar las últimas palabras de su visitante. Conoce la ubicación de todos los vigilantes. Pero peor aún, la sugerencia de atacar el edificio entero es de alguien completamente enloquecido.

-Veo que sabéis mucho de todo -Dice Ilsa sin un ápice de humor.- No obstante me preguntáis con insistencia qué hago aquí. Desearía localizar a la mujer que acompañaba a nuestro enfermo, es evidente. No sé quién sois, pero ¿qué clase de loco propondría atacar el edificio entero tan solo un día después de hacer desparecer a la hechicera?

-Has sido tu quien le ha "llamado".-Diana alterna la mirada entre el cuerpo de Stepjan, y Mark. El criado se habia arriesgado, tal vez por ayudarla, o tal vez por vengarse de Irina, pero cuando saliera de esta se lo agradeceria durante toda su vida.

Se pasa la mano por la frente, donde tenia la herida. Se miro la palma de la mano, ahora roja debido a la sangre, y empuña su espada, dirigiendose contra Mark.