Abres los ojos, y los vuelves a cerrar rápidamente. Unos débiles haces de luz se cuelan por la ventana, travesando una fina cortina. No es mucha luz, pero tus ojos se resienten como si hubiesen estado mucho tiempo sin ver.
Estás en una cama, blanca. En una habitación de aspecto antiséptico. A tu lado unas máquinas monitorizan tus constantes vitales. Y se escucha un molesto piip… piip… piip…
Parece la habitación de un hospital.
Abres los ojos, y los vuelves a cerrar rápidamente. Unos débiles haces de luz se cuelan por la ventana, travesando una fina cortina. No es mucha luz, pero tus ojos se resienten como si hubiesen estado mucho tiempo sin ver.
Estás en una cama, blanca. En una habitación de aspecto antiséptico. A tu lado unas máquinas monitorizan tus constantes vitales. Y se escucha un molesto piip… piip… piip…
Parece la habitación de un hospital.
Abres los ojos, y los vuelves a cerrar rápidamente. Unos débiles haces de luz se cuelan por la ventana, travesando una fina cortina. No es mucha luz, pero tus ojos se resienten como si hubiesen estado mucho tiempo sin ver.
Estás en una cama, blanca. En una habitación de aspecto antiséptico. A tu lado unas máquinas monitorizan tus constantes vitales. Y se escucha un molesto piip… piip… piip…
Parece la habitación de un hospital.
La luz era molesta cuando abrí los ojos, al principio, no distinguía nada, aunque poco a poco y después de muchos y contínuos parpadeos, mis ojos se acostumbraron.. una ventana, aquello era una ventana. No tardé en fijarme en el resto de cosas que me rodeaban y sólo había una explicación para aquel lugar, un hospital y máquinas.. ¿ qué me había pasado? Aún recordaba como aquel niño nos había engañado a todos, pero aquellos no eran mis recuerdos o tal vez sí, pero no estaba segura de ello así que lo primero era cercionarse, como aquel que tiene una crisis de personalidad y por un momento duda sobre quién podrá ser en ese momento.
Despacio, pues no sabía lo que me ocurría, levanté una de mis manos para poder verla sin tener que incorporarme, simplemente para mirar el color de mi piel y así averiguar si esta Kate, Jessie o alguien a quien aún no tenía el gusto de conocer.
Ves una mano. Tu propia mano, aunque con una aguja clavada en el brazo. Más concretamente de esas que suministran alimento de forma intravenosa. No puedes evitar suspirar al ser tú misma de nuevo. Pero... ¿Qué haces aquí?
Pasan los minutos mientras te devaneas mentalmente, tratando de desentrañar el misterio. Y de pronto se abre la puerta de la habitación. Entra por ella una joven, una chica que te suena de mucho.
¡Es ella! ¡La chica que salvaste del derrumbamiento!
Se acerca con una sonrisa, y se sienta junto a tu cama.
- Veo que ya te has despertado. Has estado en coma unos cuantos días... Los médicos no sabían lo que te pasaba. - hace una pausa, sonriéndote de nuevo. Se te acerca en un ademán confidente y te susurra. - La señora Dawson sólo pudo salvarte a ti y a otro chico de ellos, mientras estábais en coma. No me dijo dónde estabas, pero me dijo que viviese con normalidad, y que te buscase hoy. Tiene un mensaje para ti.
Llegas a la puerta. Posas tu mano en el picaporte. Y justo en ese momento alguien lo acciona desde el otro lado de la puerta. Todo pasa muy de prisa. De pronto la puerta se abre y caes sobre alguien.
Reconoces su voz por su chillido. Reconoces el tacto de su cabello al caer sobre ella. Reconoces su conciencia al sentir ese pitido inconfundible. Es ella…
Pese a haber descargado todo su peso contra Margaret no caéis. Ella te sostiene, y te abraza con fuerza. Tú la abrazas también. Entonces ella te susurra algo al oído.
- Ya pensaba que nunca te despertarías…
Apartándole un mechón de pelo, le acaricio el rostro y la beso con ternura. Cuando sus labios se separaron, ya se encontraba mejor. Suspiro lánguidamente con una perpetua sonrisa bobalicona.
- Primero ve a sentarte. ¡Acabas de despertarte de un coma! – te dice mientras te empuja suavemente hacia la cama, donde te vuelves a sentar.
Ella coge una pequeña butaca que hay en la habitación y la arrastra para ponerla junto a la cama. Entonces se sienta y te mira, sonriente. Toma una de tus manos entre las suyas mientras habla.
- Es una larga historia. Los 3 os quedasteis como dormidos mientras íbamos en el avión. No hubo forma de despertaros, por lo que abortamos la misión. En cierto modo me sentí relajada por no tener que enfrentarme a esa mujer…
Su mirada se pierde en la ventana.
- Cuando volvimos todo fue muy extraño. Tú y los otros dos estabais en… coma. Nadie sabía cómo había sucedido. Yo me pensaba que te ingresarían allá mismo, la Corporación tiene medios suficientes para ello. Pero no, a ti te enviaron aquí, no sé por qué. A los otros dos se los quedaron. – acaricia tus dedos mientras sigue mirando al vacío, rememorando los sucesos de estos últimos días. – Yo vine contigo. Noté que la gente estaba muy rara, y continuamente notaba ese molesto pitido, el que oigo cuando la gente miente. Pero no era cuando alguien me hablaba. Estaba por todas partes…
- Durante el tiempo que hemos estado aquí, una semana creo. No me he separado de ti… ¡Y justo cuando me voy te despiertas! He ido a tomarme un café y, ¿sabes? He conocido a una chica muy simpática. Se llama Elisabeth. Venía a visitar a alguien, a una amiga que estaba ingresada aquí. Y curiosamente también estaba en coma, creo que llegó poco antes que nosotros aquí.
Margaret se aferra a tu mano con fuerza y se te acerca.
- ¿Y sabes qué es lo más curioso? Creo que es especial, como nosotros. No sé por qué… pero lo presiento. ¿Tú qué crees?
Sonreí al ver mi mano. Sí, esta vez era la mía y no es porque me molestase ser negra ni mucho menos, ya que normalmente el color de la gente me daba igual, o más bien la gente en sí, como si querían ser verdes pistacho, pero lo que no me hacía tanta gracia, era lo de tener que estar en un cuerpo que no era mía, como si fuera una maldita intrusa a la que echar, una ladrona de cuerpos o algo así.. sonaba demasiado a película de esas que te estrujan los sesos para decirte al final que todo se lo estaba imaginando.
Algo me había pasado y para eso no hacía falta ser demasiado inteligente, sino no tendría una intravenosa en el brazo ni estaría en un hospital, pero ¿ qué? Quizás mi cabeza no había podido soportar todo aquello o algo así..
No tuve mucho tiempo para pensar nada más, pues cuando la puerta se abrió me quedé mirando a la muchacha unos instantes y no tardé en reconocerla y sus palabras me hicieron asentir, aunque lo hice aún sonriendo, casi alegrándome de estar viva.
- ¿ Qué mensaje? - susurré pero tenía la boca seca y mis palabras salieron graves, haciendo que el aire rozara mi garganta casi provocándome algo de dolor.. tenía la boca seca y pastosa.. sin duda, llevaba días sin hablar y me vendría bien un vaso de agua, aunque quizás aún no podría beber..
La joven respira hondo. Mira hacia la puerta durante unos instantes, y luego se vuelve a acercar a ti.
- La señora Dawson me dijo que… - se detiene durante unos instantes. – que la profecía ha cambiado. El futuro ha cambiado, desde que entrasteis en el coma.
Se aleja un poco de ti. Su expresión denota que no sabe muy bien de que va ese mensaje que te acaba de transmitir. – Por cierto, no pude presentarme, ni agradecerte que me salvaras de ese derrumbamiento.
Ladea la cabeza, sonriente.
- Me llamo Elisabeth, puedes llamarme Eli. Ah, y muchas gracias por salvarme. La verdad es que no sabía que existieran más especiales, a parte de mi hermano y yo…
¿Ha dicho especiales?
En el epílogo notarás que el ritmo sube un poco. Es que ahora soy libre, y quiero acabar bien bien la partida sin que se haga pesado.
- En ese caso… - comienza Margaret, con una pícara sonrisa en su rostro. – No sé dónde estará exactamente, pero seguro que está por aquí.
Se levanta y se queda frente a ti.
- Aunque vestido así, ¿vas a vagar por el hospital? – te miras a ti mismo y te ves vestido con una bata de hospital. Margaret suelta una carcajada y te señala una bolsa.
- Ahí tienes ropa, puedes cambiarte en el baño. Yo voy a esperar fuera, a ver si veo a Elisabeth.
Se dirige hacia la puerta y posa su mano en el picaporte. Te dedica una sonrisa antes de salir.
No había nada más agradable que despertarte para descubrir que ya íbamos a empezar con los acertijos y las bromas, vamos, que lo que más me gustaba era eso precisamente, con lo feliz que me hacía siempre las personas que decían como yo lo que pensaban sin importarles una mierda si te gustaba o no lo que decían.. como mucho, eras un poco sutil si la persona con la que hablabas te caía bien..
- Ya estamos jodiendo con el puto futuro y ahora va y cambia.. ¿ y qué quiere que haga? Pero si estoy en un hispital.. seguro que casi me muero y ya vienen a no dejarme ni descansar.. la vieja de los..
Traté de relajarme pues la pobre muchacha que traía el mensaje no tenía ninguna culpa de que tanto misterio y tanta cosa sin sentido me sacara de mis casillas y por suerte, no me costó demasiado pensar en otra cosa cuando siguió hablando.
- Yo soy Kate, aunque supongo que ya te lo habrán dicho y bueno, siento no haber podido ayudar también a tu hermano yo.. soy rápida pero no lo suficientemente fuerte como para haberos sacado a los dos a la vez.. - En realidad aquello era algo que no había superado del todo. - ¿ Y qué es exactamente eso especial que haces?
Elisabeth parece encoger un poco al sentir que quizá te has incomodado con el mensaje. Esboza una tímida sonrisa.
- Bueno, por lo de mi hermano… no pasa nada. Vinieron dos chicos a visitarme. Ellos también eran especiales. Uno hizo que me despertara, me curó… El otro me dijo que mi hermano estaba vivo, pero que no podría encontrarlo hasta un día en concreto.
Se encoge de hombros y se te vuelve a acercar en ademán confidente.
- Yo puedo encontrar a la gente. Si cierro los ojos, y pienso en alguien… puedo ver dónde está. Sea donde sea. Aunque hay gente… otros especiales, que pueden esconderse de mí, o evitar que encuentre a alguien. Por eso no puedo ver a mi hermano… Porque sé que está vivo, que está ahí… Pero no puedo encontrarle.
Extiendes tu mente por el hospital. A parte de la repulsión hacia tu poder que produce Margaret, consigues encontrar algo peculiar.
Es una mente normal, a primera vista. Pero si te fijas un poco puedes sentir como esa mente tiene algún tipo de… conexión. Es como si pudiese proyectarse muy lejos. Sabes que hay telépatas que pueden proyectar sus sentidos, según el doctor Voltaire, pero este es diferente. No es un telépata, no. Si no ya se habría percatado de tu presencia y habría erigido defensas mentales o… ¡o algo parecido!
Esta mente especial no parece darse cuenta de tu presencia. Pero sientes algo especial en ella. Algo que te llama la atención. Coges de la mano a Margaret, dispuesto a seguir a la volátil conciencia cual faro.
Sonreí con tristeza a sus palabras y coloqué unos segundos la mano en la suya, aunque en seguida la aparté, tan sólo para demostrar que sentía lo que la estaba sucediendo.
- Espero que puedas encontrarlo pronto. En eso no te puedo ayudar mucho, aunque si cuando salga de aquí puedo seguir corriendo como lo hacía hasta ahora, siempre te puedo acortar el camino para que vayas a su encuentro.. Creo que no tardaría demasiado en dar la vuelta al mundo si no tuviera que saltar océanos..
A lo que me quedé pensando si yendo tan rápido podría pasar por encima del agua sin hundirme, pero quizás mejor que por un mar, sería probarlo en una piscina, ya que sabía nadar pero no me apetecía ser el alimento de algún tiburón..
- Yo también tengo un hermano.. pero no nos hablamos.. - Me encogí de hombros, ya que jamás le perdonía que hubiera acabado en la cárcel por su culpa.