Partida Rol por web

No tuvisteis ningún problema para apareceros en casa de Liam, cosa que agradecisteis. El cansancio acumulado y el estado mental en el que os encontrábais solo podía generar algún tipo de desgracia. Algo que, desde el anterior percance, teníais más que presente.

La casa estaba igual. Más silenciosa y lúgubre, pero igual. Empezasteis a andar sin echar las luces. Os sentíais bien así. Solos. En intimidad. Por eso os costó verla. Sentada en uno de los grandes sofás, en el que siempre se había sentado John Nathiel en sus momentos de lectura y tranquilidad. Su viuda.

Os miraba con los ojos vacíos, como si no fuera capaz de reconoceros o de ni siquiera saber que estábais allí. Solo vosotros dos. Porque de Ryan Jackson no había ni rastro.
 

Llegaste a la planta, y por un momento tuviste que cerciorarte de que se trataba de la misma. Las ruinas estaban allí. Pero ya no había cadáveres. Ni el de adultos, ni el de Katherine. Ni tampoco las personas y los llantos que os habían sobresaturado tanto minutos atrás.

- Chico... ¡chico! - sin saber cómo, se había acercado a ti una pequeña enfermera que te recordaba demasiado a la señora Keaton... pero sin su tradicional mala leche  - ¿A quién buscas chico? Los... ¿los cu...cuerpos? - señaló con cierta timidez al espacio en el que habían estado antes parte del séquito de Amycus Mcnair.

No dijo nada más. Se limitó a señalarte hacia una habitación ligeramente alejada de donde vosotros os encontrábais. Decidiste ir hasta allí, sin tener claro que junto a ellos se encontrara el de Katherine.

Estaba, y tanto que estaba. Los cinco bultos ocultos bajos las sábanas. Unos metros separada, el pequeño cuerpo de Katherine. Destapado, y siendo observado por una figura que hacía demasiado tiempo que no tenías ante tus ojos. Mucho más delgado y enfermizo. Casi irreconocible. James Jackson.

Deje escapar un suspiro de alivio al reconocer el lugar en el que estabamos. Mi casa, aquel que habia sido mi hogar durante tantos años. Era curioso como cambiaban los sitios. Era como si aquellas paredes que tanta alegria habian destilado en el pasado supieran ahora que él ya no estaba, que era la tristeza y no aquella felicidad de antaño la que debia impregnarlo todo ahora.

En cualquier caso seguia siendo mi casa, aquel santuario en el que, al menos hasta el momento, habia conseguido sentirme seguro y a salvo. Aquella zona neutral en la que se supone que no podia pasar nada. Un lugar en el que podriamos respirar.

Respirar.

Ni siquiera era consciente de qué hora era, o de cuanto tiempo habia pasado desde que habia tenido la reunion con mi padre aquella mañana. Tampoco fui consciente de que no habia comido nada en todo el dia. No tenia ganas de comer. Mi estomago era ahora mismo como una pesada piedra maciza, incapaz de asimilar nada.

Sin embargo, nada de aquello fue capaz de alejar aquella subita sensacion de bienestar que me embargo al verme alli, con Ari, a solas. Senti que podia ser yo, que podia librarme de los escudos, de las mascaras, de aquel muro que me hacia mostrarme. Quizas por eso sonrei, inconscientemente, a la pelirroja, inclinando ligeramente la cabeza, caballeroso incluso- Bienvenida a casa. - le dije, intentando descargar parte de la tension que ambos llevabamos acumulada,  mirando a mi alrededor, alzando una ceja, al ver que Ryan no habia llegado- ¿Donde se ha metido el melon este? - dije, negando, con incredulidad- ¿Que te juegas a que se ha indignado? - añadi, sacudiendo la cabeza, a sabiendas de que tratandose de Ryan, seguro que estaba por ahi, cabreado como una mona por la broma de antes. Y estaba a punto de añadir algo mas, de ofrecerle asiento y algo de comer o beber cuando, de repente, senti aquellos ojos que tan bien conocia clavados en mi. Unos ojos que siempre habian sido amables, calidos, que siempre habian estado cargados de amor, pero que ahora se mostraban tistres, vacíos, gélidos.

-Mamá...- fue lo unico que dije, mirandola, sintiendo como el alma se me quebraba por dentro. Y tendi mi mano hacia Ari, esperando que se acercara, quizas para apartar los pensamientos de mi madre de donde sabia con seguridad que estaban en aquel momento- ¿Como estas? Mira... esta es Ari... - "la hija de Weasley, el amigo de papa" estuve a punto de decir. Sin embargo la imagen de los dos cadaveres me golpeo de repente, como un mazazo capaz de tumbarme y me detuve, justo a tiempo- Una... amiga. - acabe por decir sencillamente- Hemos venido a por algunas cosas. - añadi, guardando entonces silencio, dando tiempo a ambas para que intercambiaran saludos y sobre todo pendiente de la posible reaccion de mi madre.

- Las notas fueron a principio de curso- mucho antes del encierre de la psicópata de tu novia. Le había cabreado que de todo lo que había dicho, Ryan solo hubiese procesado la parte que le permitía ponerse a la defensiva y hacerse el ofendido. A estas alturas ya debería saber que la intención de Arianna no era echarle la culpa a él sino sacar algo en claro de todo aquel asunto.

Le sorprende no escuchar alguna bordería inmediata de boca del chico y es entonces cuando se da cuenta de que ya no están entre las ruinas del ministerio, sino encerrados por unas paredes que no reconoce, envueltos en un silencio aterrador a la par que reconfortante. Al ir a llevarse la mano para retirarse un mechón de cabello de la cara, se da cuenta de que ésta se encuentra en la de Liam y entonces ata cabos. Está en casa de Liam. 

Y estamos solos. Ese pensamiento se encadena con las palabras de Liam, mientras le sigue en su recorrido por la casa. Ella nunca había estado ahí.- Se ha indignado seguro. - A estas alturas empezaba a conocerle. Antaño le habría sorprendido que un chico que se las daba de no tener sentimientos se ofendiese tanto y se sintiese herido a la primera de cambio. Ahora ya nada le sorprendía. 

Todo lo que Arianna hubiera podido añadir queda acallado por la constatación de una presencia. La mujer está ahí, sentada y claramente sufriendo. Arianna siente una pizca de remordimiento. La imagen de la madre de Liam sufriendo frente a ellos se ve remplazada por la de su propia madre, a quien no había tenido la decencia de llamar para comprobar que estaba bien, tras la muerte de su padre. Inconscientemente busca con la mirada un teléfono en la sala. Por lo que sabía la madre de Liam era muggle. Tenía que tener un teléfono para contactar con su familia no mágica. Quizás no pondría reparos en que ella lo utilizase para contactar con la suya. 

Cuando sus ojos vuelven a posarse sobre la mujer de la silla, se fija en la mano tendida de Liam y se acerca hacia ellos como el chico le está pidiendo. - Un placer, señora Nathiel. - saluda, poniendo especial cuidado en no añadir su apellido a la presentación ofrecido por el chico. No le había pasado desapercibido su titubeo a la hora de contarle a su madre quién era la pelirroja. Aquella mujer no merecía sufrir más de lo que ya estaba sufriendo. 

No hubo palabras de agradecimiento para aquella mujer, ni siquiera una mirada cargada de gratitud. Simplemente giré la vista en la dirección indicada, y marché a toda prisa hacia el lugar indicado. El dolor había pasado a una segunda cámara de importancia, y mis antiguos aliados -o aliados todavía, pero molesto con ellos- a un tercero.

Al abrir la puerta, mi vista fue hacia el primer cuerpo, pasando la vista por cada uno de ellos hasta llegar al de Katherine. Había algo que entonces, no acababa de encajarme. Pero todos mis pensmaientos pasaron a un segundo plano cuando mi vista se paró en James Jackson. Mi tío, quien observaba el cadaver de Katherine.

Apreté los dientes, así como los puños hasta el punto de que el dolor dejó de sentirse en las palmas y se instalo en la parte alta de la nuca, avisandome de que la presión, la fuerza y la rabia acabarían por consumirme en una violenta y peligrosa espiral de destrucción si no ponía los pies sobre el suelo y comenzaba a pensar con la cabeza fría.

- Ha llegado el momento en el que será mejor que me cuentes todo lo que sabes. Ahora que lo he perdido todo, ya no importa lo que sepa o deje de saber. Ahora que no me queda nada, cuentame todo lo que sabes. Dime donde esta ella. - Dije, en clara referencia a Isabella. El último clavo al que me quedaba por agarrarme.

Me acerqué hasta donde estaba, sujetando la varita en mi mano izquierda y parandome junto a Katherine, dedicandole un rápido vistazo para después mirar a James. Las marcas de la tortura aun seguían en mi cara, en mi cuerpo. Poco tenía que perder ya. - ¿Dónde has estado? -

- Cassandra, contrólate. Entiendo el dolor por el que estáis pasando, pero no tienes derecho a pagarlo con la hija de los Blair.

Era la voz de Vaionali. Seguía haciéndosete raro verla fuera de Hogwarts.

- No tienes ni puta idea de lo que estás hablando, Mencia. Así que cállate, y empieza a contarnos todo lo que habéis estado ocultándonos. 

Por algún motivo, no te sorprendieron sus palabras. Pero si descolocaba tus últimas teorías.

- Vamos a bajar todos el tono, y a centrarnos en lo importante - Evens. Tan serio, frío y estremecedor como siempre. - Hemos perdido a cinco altos cargos del Ministerio y a más de decenas de empleados. La mayor masacre vivida en nuestro país desde la época de Voldemort. Ahora hay que solucionar esta situación. 

Silencio. Parecía que alguien se estaba moviendo.

- Analicemos la situación. - Lily Reedmon al habla. - No solo tenemos a un grupo terrorista matando a nuestros jóvenes y un país dispuesto a declararnos la guerra. Ahora resulta que se han asociado en nuestra contra, han comido la cabeza a miembros de nuestras filas y han secuestrado a nuestro Ministro. ¿Alguien puede explicarme cómo hemos sido tan gilipollas para permitirnos llegar a esta situación?

- Todavía no está claro qué ha pasado con Miller - No terminaste de reconocer su voz, pero estaba claro que se trataba de su padre, Erik Grey. - O con el resto. No veo que os cuestionéis la lealtad de James Jackson, y llevamos meses sin saber de él. Por no mencionar, que este ataque solo ha podido tener este impacto con ayuda interna.

- Vamos a dejar estos debates para cuando llegue el momento - Por fin oías a tu padre. - Si hay que sacar a Amycus de alli, habrá que dividirse. Erik, Valentin...

-... y yo - Cassandra. - No vais a hacer esto sin uno de nosotros. - Quizá hubiera sido más sensato que fuera su marido. No porque fuera mejor, sino algo más templado. Pero conociendo a Isabella, podias imaginarte cómo era su madre.

- Volveremos a reunirnos esta noche. Ahora hay mucho que hacer.

El ruido te pasos te sobresaltó. Sin pensartelo dos veces, desapareciste de allí.

Suspiró pesadamente al escuchar tu pregunta.

- ¿Cuando? Cuando estuviera seguro de que no tenías opción de meterte en una venganza suicida, sin ni siquiera saber qué había pasado en realidad.

Y de nuevo, volvías a ser la niña pequeña e indefensa que nunca habías dejado de ser para Greg.

- Lo llaman... lo llamaban... - Se encogió de hombros, con inexplicable pasotismo. - Encontrarás partidarios de ambos lados. - Volvió a levantarse, y comenzó a andar sin rumbo por la limitada estancia. - Conocí a Erika hace algo más de un año. Ambos seguíamos la pista del legado de Clarks. Resulta curioso que decidieramos investigarlo a la vez, ¿no crees?

Notaste en sus ojos que esperaba obtener una pequeña respuesta que no se reflejó en ti.

- Allí encontramos ciertos documentos. Viejos, descuidados, que debían haber sido eliminados. No encontramos mucho la primera vez. Solo listas con las familias inglesas más poderosas, suficientes como para que Rouvin necesitara implicarse en este asunto. Pero algo me decía que nos dejábamos algo más. Por eso volví.

Por fin se había parado en el sitio. No podía ser buena señal.

- Esa vez encontré Datos sobre adultos, adolescentes y niños. Familias enteras con datos demográficos, sanitarios y de pureza de sangre. Demasiado desordenados y fragmentados como para encontrar algún patrón o distribución con sentido. Pero en uno de ellos, aparecía su nombre...

- ¿¿L...Li...Liam??

Pareció que las palabras del chico fueron un pequeño rayo de luz que atravesó su espesa penumbra.

- E....¿eres tú? - Parpadeó unas cuantas veces hasta enfocar su rostro. Entonces, lentamente, siguió con la mirada la dirección que indicaba su hijo, posando su vacías pupilas sobre la pelirroja. - Un plancer Arianna...

Se levantó lentamente, y echó a andar a cámara lenta hacia fuera de la habitación. 

- Os dejo tranquilos. Voy a acostarme un rato... coged lo que necesitéis. - En el último momento se giró hacia Liam. - Cuidate, hijo...

- No eres el único que ha perdido todo, Ryan.

Su voz era débil y desgastada. Parecía que le costaba esfuerzo soltar el aire.

- Está en Bulgaria. O al menos eso creo.

No era solo la debilidad de su voz, era ese extraño silbido que sonaba cuando abría la boca.

- He estado encerrado. Aislado. He sido torturado. Bendecido por la presencia constante en mi cabeza de Rebecca McLaggen. 

Negué con la cabeza - No era decisión tuya. Se suponía… - le miré antes de volver a desviar la mirada al suelo, esbozando una media sonrisa amarga y negando con la cabeza, una vez más. - Me mentiste. Se suponía que eras el único que no lo haría y me mentiste. - Volví a mirarle. - ¿Sabes?, confiaba en tí. Más que en nadie, más que... - Me quedé ahí, con los hombros ligeramente encogidos durante unos segundos antes de dejarlos caer con cierto abatimiento. Puede que para él siguiera siendo una niña pequeña e indefensa, pero esta vez además, debía de ser también la versión de mí misma más increíblemente sincera y decepcionada que había visto en su vida.

Permanecí un rato en silencio mientras él hablaba, con la expresión de estar tomando alguna clase de decisión. Cuando terminó, dejé escapar todo el aire por la nariz en un largo suspiro, pasándome una mano por la cara. Parecía cansada.

- Malfoy, Gray, Blair, Carrow, Smith, Flatter, Oswald… - Levanté la mirada hasta él para ver si había acertado. Me preguntaba si el sentirme como una mierda tenía que ver con la traición de Greg, o con la horrible sensación de que me estaba rindiendo.

- ¿Qué le has contado? ¿Como la has encontrado? ¿Que quería saber? ¿Como sabías lo de Regina? ¿De que coño va toda esta puta mierda? He estado allí. Me ha torturado, me ha golpeado y me ha hecho sufrir. Pero toda esa mierda no importa, tiene a Isabella. ¡Ella es todo lo que me queda! - Acabé por alzar la voz, con cierto rugido furioso.

- Necesito respuestas, James. Y las necesito ahora. - Hubo unos segundos de silencio. El corazón me latía con fuerza, hacía mucho que no lo hacía así. Sentía esa rabía, ese odio e ira incontrolabe dentro de mi. Apretaba los puños con fuerza, ya me dolían. No era capaz de razonas, solo de respirar con fuerza mientras apretaba los dientes más y más hasta sentir ese agudo pinchazo en la mandibula que te pedía que pararas.

Pero no paré.

- ¡MIRAME! - Le grité, golpeandome el pecho con el puño. - ¡NO ENTIENDO NADA! ¡NO SÉ QUE QUIERE DE MI! ¡YA NO ME QUEDA NADA! ¡MI FAMILIA! ¡MIS AMIGOS! ¡MI NOVIA! ¡MI VIDA! ¡TODO! -  Golpeé la mesa con el puño, apretando los dientes y dejandome llevar por la desesperación.

Aunque el aspecto de la mujer era deplorable, no se había derrumbado como Arianna había esperado que hiciera al ver a su hijo. Aunque no sabía si aquello era peor. la mujer parecía ida, como si le faltase una pieza esencial de su cuerpo, aquella que le permitía funcionar con naturalidad. Arianna se pregunta si eso mismo le habría pasado a ella si la muerte de su padre hubiera tenido lugar en otras circunstancias, si la ausencia de presión y de misterios importantes que resolver le habría hecho imposible impedir el derrumbamiento psicológico. Aquella era una pregunta que no podía responder. 

Arianna se acerca hasta Liam y le da un suave y efímero abrazo.- Se pondrá bien.- le susurra antes de separarse.- ¿Te importa si llamo a mi madre mientras recoges lo que necesitamos?- aquella no era su casa y seguramente más que una ayuda resultaría un incordio en la búsqueda. Por otro lado, aquella llamada era una llamada que necesitaba hacer.- ¿Tienes un teléfono?

Segui a mi madre con la mirada, mientras se alejaba de nosotros, como si fuera un alma en pena. Nunca, jamás, la habia visto asi. Sin embargo, no pude evitar sentir aquella sensacion de que podia ser la ultima vez que la viera, esa angustia atenazando mi estomago- Mamá...- dije entonces, interrumpiendola, antes de que terminara de marcharse- Cuidate tu tambien. - añadi, reprimiendo el impulso de fundirme con ella en un abrazo para no acabar derrumbandome.

Entonces llego el abrazo de Arianna, en el que me sumergi de lleno, a pesar de brevedad-Es una mujer fuerte. - fue lo unico que respondi, asintiendo, mientras apretaba ligeramente su antebrazo- ¿Tu como estas? - le pregunte entonces, consciente de qué era por lo que estaba pasando en aquellos momentos, mucho mas capaz de entenderla que resto.

Sin embargo, pronto me realizo una peticion que dejo claro lo que aun no habia hecho, algo que me hizo esbozar una mueca sorprendida- Claro, y tengo mi movil..Mi madre siempre se empeña en que lo lleve por si acaso.. - dije, buscando en mi bolsillo- Toma, usa el que quieras. -añadi, señalando tambien el telefono fijo, para que pudiera hablar con el que quisiera.

Y, antes de dejarla llamar tranquila, la mire durante un instante, dirigiendome a ella de nuevo- Te espero en mi cuarto ¿vale? - dije, señalando a mi espalda, dedicandole una ultima mirada de apoyo antes de acabar por girarme, con intencion de dejarle la intimidad que necesitaba.

Arianna asiente agradecida ante la buena disposición de su amigo. - Iré en seguida.- le dice, cuando le hace saber que le esperará en su cuarto, al tiempo que coge el móvil que le está ofreciendo el chico de su mano y comienza a marcar un número. 

Cuando se lleva el móvil a la oreja, comienza a juguetear con su pelo con la mano libre, nerviosa por la incertidumbre de lo que va a escuchar al otro lado de la línea, temerosa por cuál puede ser su propia reacción. ¿Qué le va a decir a su madre? Aquello es algo que no tiene claro, pero necesita oír su voz. ¿Y si le habían hecho algo? No. No tenía sentido. Ella nunca había estado dentro de todo eso. Cada tono sin obtener respuesta acentúa su inquietud y nerviosismo. 

- Venga mamá...coge el teléfono. 

Asenti, mientras veia a Ari marcar aquel numero en mi movil. Y, antes de salir de la habitacion, le dedique un silencioso "Animo" que solo mis labios pronunciado.

Y entonces si, la deje a solas, muy a pesar mio.

Si pensabas que tus palabras iban a hacer que Greg se sintiera mal, te equivocaste. A más argumentos que le echabas en cara, más serio y frío se volvía.

- Parte - contestó, tras tu listado de familias. Dio un par de pasos alejándose de ti en dirección a la puerta. - Siepre he hecho lo que tenía que hacer, y lo que creía que era lo mejor - Concluyó, con dureza. - Abre los ojos de una vez.

Le habías hecho daño, algo que todavía te indignaba más. ¿No debías ser tú la dolida y enfadada? Estabas tan frustrada que no te diste cuenta cómo habría la puerta para salir al exterior.

- Nos vemos esta noche.

Fueron las últimas palabras de Greg. Después te quedaste sola en la habitación.

Soltaste todo a borbotones, sin darle tiempo a contestar.

- No ha sido necesario que le contara nada. - No necesitaste verle golpeándose la cabeza con el dedo para entender a qué se refería. Estaba ligeramente inclinado, sujetándose el costado derecho. Estabas tan enfadado que ni siquiera te diste cuenta de ello. Hasta que le golpeaste en el pecho.

- ¿Es...esperas que sepa yo qué quiere tu exnovia? - En esta ocasión su voz sonó más débil. - No... no he teni...do mucho mar...margen pa...ra... inve...s...tigar...

Empezó a toser con fuerza. Sobre la manta de Katherine calleron unas gotas de sangre...

Seguí sus pasos con la mirada mientras salía dramáticamente del destartalado archivero. ¿Le había hecho daño?, bueno, a veces las verdades dolían. No podía realmente esperar que no reaccionara de ninguna manera cuando me enterara del montón de mierda que acababa de lanzar directamente al ventilador. Tres años eran mucho tiempo y estaba segura de que si no le hubiera descubierto en Bulgaria aun hoy habría dejado que siguiera en la inopia sin pestañear. ¡Y encima tenía el valor de hacerse el ofendido!. Era mi puñetera familia. No tenía ningún derecho.

Me levanté pesadamente, sacudiéndome los pantalones. Ya volvería. Sus últimas palabras no tenían nada que ver, sabía que lo haría porque era una constante en mi vida. Greg aparecía y desaparecía todo el tiempo. 

Sin más, me pasé ambas manos por el pelo, deshaciendo el encantamiento y recuperando mi color natural. Detestaba ese estúpido color. Realmente ahora mismo detestaba muchísimas cosas.

Una vez satisfecha con el resultado, me recogí el pelo en una coleta y salí por la puerta de vuelta a lo que quedara de cooperación internacional. Ahora mismo, más que lo que hiciera o dejara de hacer Greg, me preocupaba Andrea y donde puñetas se hubiera metido.

La espera fue interminable. Esos largos y profundos pitidos no hacían más que destacar lo rápido que te iba el corazón. Todavía no habías hablado con tu madre desde el atentado, y ni siquiera sabías si se había enterado de lo que había ocurrido. Cuando estabas a punto de colgar el teléfono, una suave y temblorosa voz.

- A...¿Ari? - silencio. - Estás...¿estás bien? - silencio de nuevo.

Más silencio.

- Tu... - silencio entrecortado por sollozos - Tu padre... - más sollozos y menos silencio. - Tu padre ha....

No consiguió terminar la frase. Rompió a llorar.

Los tonos siguen sonando y los nervios de Arianna están a flor de piel. ¿Por qué no lo coge? Pero justo cuando se está separando el auricular de la oreja oye una voz. El sonido es tenue y, por un instante, está convencida de que se lo ha imaginado. Pero entonces su madre vuelve a hablar y esta vez Arianna reconoce la palabra que ésta pronuncia, su propio nombre. 

- ¿Mamá?- en su tono convergen una mezcla de alivio y ansiedad. En cuanto vuelve a oír la voz de su madre su corazón se hace añicos como si estuviese hecho de hierro y le hubiesen golpeado con un martillo. Lo sabe. Lo peor no es que lo sepa sino que intenta contárselo. No sabe que yo lo sé.- Lo sé mamá...lo vi.- Arianna siente como se atraganta con esas palabras y las lágrimas vuelven a amenazar con deslizarse por sus mejillas. Pude haberlo evitado..- ¿Estás bien? ¿Con quién estás? Mamá...no deberías  quedarte sola en casa.- su tono denota preocupación. Confía en que su madre estaba al margen de todo aquello en lo que estaba envuelto su padre, pero no quería arriesgarse.- ¿Por qué papá y el tío tenían que trabajar en el ministerio? ¿Por qué tenían que estar tan metidos en sus creencias?-  Eran muchos porqués para los cuales ella no tenía respuesta. Si hasta ella misma había sido una firme defensora de lo que su padre y su tío hacían hasta hacia relativamente poco, cuando había comenzado a dudar qué era lo que realmente se escondía detrás del acercamiento muggle, algo que en un principio había parecido buscar el bien de todos.