Partida Rol por web

Cristina comenta a Azucena si tiene algo que corte para hacer sangrar al objetivo y hacerlo visible de dicho modo. Aunque tienen formas de hacerlo, el baño del hotel posee un surtido de cremas y demás potingues para la piel. Además de otros elementos que podrían ayudar a descubrirlo realizando un ejercicio de pensamiento lateral. Y por si eso fuera poco Azucena parecía tener un bolso con cosas que pudieran ayudar a detectarlo.

Vuestros afinados sentidos detectan que ha abandonado el baño de caballero tras narcotizar a Gastelu pero no entra en el de señora, parece "olerse" una trampa o emboscada si decide acceder. Detectáis que se aleja, colocándose en el pasillo. No podéis precisar la posición exacta pero está esperando a que salgáis aunque no quedan claras sus intenciones.

Gastelu sigue aparentemente dormido aunque notáis que su respiración durante un momento se acelera, puede que esté teniendo un mal sueño.

Abres un ojo y no ves a nadie, pasan unos segundos y puedes ver como la puerta del baño se abre sola y alguien aparentemente sale por ella. No te ha rematado tras narcotizarte, eso es algo bueno para ti. Tampoco crees que hayas estado mucho tiempo inconsciente, y la memoria a largo plazo parece intacta aunque cuando intentas pensar en lo que ha sucedido un poco antes te duele mucho la cabeza. La droga que te han suministrado afecta sin duda a la memoria a corto plazo.

En el baño contiguo, el de mujeres, tus compañeras parecen seguir allí aunque apenas escuchas nada. Incluso te cuesta concentrarte debido al dolor de cabeza y sigues detectando ese olor dulzón del narcótico en el ambiente.

─Mmmm, joderrr-cagüen-la-puta-de-oros... ─masculló el vasco todavía en el suelo, aguantándose la cabeza.

Gastelu sentía la cabeza como si fuera a estallar, pero había cosas urgentes que hacer.

─Me han gaseado y quien sea que lo ha hecho acaba de salir de mi baño ─dijo por el comunicador a las chicas del baño de al lado.

Con esfuerzo mucho más allá del necesario habitualmente, el vasco se incorporó, apoyándose en un lavabo. Así como pudo se apresuró a seguir al gaseador anónimo hacia el pasillo. Era poco probable que pudiera hacer nada, pero por Dios que al menos iba a intentarlo. Un dolor de cabeza así sólo debían provocarlo unas buenas bebidas, no la mierda de narcótico esa.

No me convencían del todo los argumentos de Blanco para pensar que era a por mí a por quien iban, pero en el fondo aquello daba un poco igual, así que no me detuve a debatir sus palabras. Lo importante era que nos coordináramos para atrapar a aquel “ente invisible” cuanto antes.

La mujer lobo quiso cambiar el plan, queriendo cargar ella nuevamente con el mayor peso del mismo, algo que realmente no me parecía mal; pues de tener que apresar al individuo seguramente ella fuera mucho más habilidosa que yo, pero parecía estar olvidando un detalle.

- Recuerde que yo también puedo ayudar a detectarle, trate de mantener contacto visual por si puedo ayudarla con alguna indicación. - le dije en voz baja a la mujer, comenzando a buscar en mi bolso cuando me preguntó por algo cortante.

No era mucho lo que podría encontrar allí, pues había tenido que renunciar a portar conmigo cualquier tipo de arma por seguridad; pues ser descubierta habría resultado fatal. Sin embargo, sí di con algo que a pesar de ser un objeto común, podía hacer bastante daño si se manejaba de la manera adecuada.

- Seguro que sabrá hacer algo con esto. - le dije cediéndole unas tijeras para cortar las uñas, completamente convencida de ello, y es que sabiendo que aquella mujer era capaz de manejarse con garras; suponía que sabría hacer el máximo daño posible con algo como aquello. - Lo de la sangre es una buena idea, pero no deberíamos descartar la otra. - comenté de pronto, cayendo en algo. - ¿Y si su sangre también es invisible?

Tras percibir los movimientos de quien al parecer aguardaba a que saliéramos, volví a pronunciarme.

- Tengo localizada su posición, ¿y usted? - pregunté a Blanco, mientras me percataba de que el ritmo de la respiración de Gastelu cambiaba, aunque no parecía tratarse de nada preocupante.

- Si cambiase de forma... escóndase en el baño de nuevo. Cabe la posibilidad de que no recuerde quien es y acabe atacándola también. - Le indiqué a Ruiz mientras buscaba entre sus cosas.

Tardó un rato, pero sacó unas tijeras. - Son perfectas, pequeñas y punzantes. No matarán pero sí harán sangrar, que es lo que nos interesa. - Entonces realizó una buena pregunta. - Espero que no lo sea, así veríamos el borrón de sangre en su cuerpo corriendo o las manchas en el suelo, pero tampoco es problema porque tendría más que olfatear y en caso de hacerse visible en una multitud le descubriría antes. Aún cambiándose de ropa, sus heridas olerán.

» Y pretendo herirle varias veces, no solo una, a ser posible en el abdomen, pero eso será lo complicado, acertar el sitio sin verle realmente. - Sonreí. Aquello iba a ser un reto para mí. Sentía como mi corazón bombeaba con fuerza. - Sigue en el pasillo. Quiere a una de las dos y mi perfíl ha sido bajo todo este tiempo. Sígame la corriente y estese alerta por si fuese a por usted.

La verdad era que no recordaba los poderes que tenía Ruiz. Sabía los que tenía mi grupo, que era con los que iba a trabajar, pero no los de aquella mujer, salvo que era la que más idiomas sabía. Pero eso, ahora mismo, no servía de mucho. Quizás tuviese el oído más fino y pudiese detectarle por eso, pero yo contaba con el oído y el olfato de la bestia salvaje que era.

- Gracias papá por meterme en este lío el día que me mordiste.

Abrí la puerta y salí junto a Ruiz. - Vaya. Dijo que nos esperaría fuera. - Miré a ambos lados del pasillo, localizando así el lugar donde se encontraba el hombre invisible mientras que mi mano ocultaba las tijeras. Golpeé la puerta del baño. - Cariño, te esperamos aquí fuera o más bien te esperará la señorita Ruiz. - Dije hablando a la puerta. - Yo tengo que ir a asearme y cambiarme, otra vez se me ha adelantado este tostón. El susto de perdernos y el rescate, supongo.

Me giré hacia Ruiz. - Nuestra habitación está en aquel lado de allí. - Dije señalando hacia donde había detectado al hombre que nos acechaba y esperando confirmación por su parte. - No tardaré. Espero que él tarde menos.

Dicho esto me encaminé hacia las habitaciones, guiándome por mis sentidos para localizar el punto exacto donde estaba el azechador y usar las tijeras con él. Quizás pudiese convertir solamente una de mis manos en una garra, era algo que no había intentado nunca, pero no me quería delatar tan pronto, así que lo mejor era el uso de la tijera y si me golpeaba o narcotizaba, me despertaría rápidamente.

Cuando llegué a donde mis sentidos me decían que estaba, me di la vuelta. - ¡Ah! ¡Señorita Ruiz! ¡Si quieren ir bajando les veré en la zona de ocio! - Suficiente para que ella lo confirmase y él actuase. Ahora sabríamos a por cual de las dos iba y si yo no me había equivocado, las tijeras se hundirían en su carne una y otra vez.

Escucháis a Gastelu que parece que se ha despertado y dice:

─Me han gaseado y quien sea que lo ha hecho acaba de salir de mi baño 

Escucháis al sujeto que sigue esperando aunque parece haberse dado cuenta de que Gastelu está despierto y escucháis como se aleja unos metros cuando Cristina sale del baño. Logra colocarse cerca del hombre invisible y éste parece dar un paso hacia atrás por precaución pero no hace movimientos bruscos, seguramente por miedo a que lo detectéis. Más bien está a la espera de ver qué háceis.

Justo en ese momento comienza a sonar una alarma de incendios que se activa en la planta baja, justo en la zona de cafetería donde os habíais reunido. A lo lejos escucháis a miembros del personal del hotel correr y subir a la zona de habitaciones para ir avisando a todos los huéspedes. 

Oígo salir a Gastelu del baño y me giro un poco hacia él. - ¿Gaseado? ¿Estás bien? Habrá que poner una queja en la dirección, cariño. - Esperaba que me siguiese el juego. - Tengo que ir a cambiarme a la habitación antes de que... ya sabes, cosas de mujeres... en cuanto esté lista vamos a dar esa queja, tesoro. - Debía seguir con ese juego y escuché como los pies de aquel hombre invisible se movían alejándose de mí.

Pero aún así, le tenía localizado.

En ese momento saltó la alarma contra-incendios del edificio y para mí fue la ocasión perfecta para atacar con las tijeras. Sin duda estaría tan descolocado como yo, pero no se esperaría eso. Así que me lancé sin dudarlo hacia donde estaba el tipo buscando dar una estocada perfecta y si pudiese asestarle dos o tres seguidas a gran velocidad así lo haría.

Al tiempo, escucho como vienen corriendo a evacuar el edificio. Se nos acababa el tiempo y si lograba ese rastro de sangre, ya tendría algo más con lo que poder rastrear y seguir a ese tipo. Porque eso era lo que iba a hacer, seguirle y cogerle... y cuando estuviésemos solos, cambiaría de piel...

Tras escuchar las impresiones e indicaciones de Blanco, salimos ambas del baño, momento en el que la mujer lobo retomó una actuación ante la que traté de seguirle el juego.

Tras dedicar Blanco unas palabras a Gastelu a través de la puerta, se dirigió a mi nuevamente, señalándome de manera velada el lugar donde estaba aquel hombre invisible.

- La mía también está por allí. - le respondí tratando de hacerle saber que había detectado al hombre en aquel mismo lugar.

Para mi sorpresa, Gastelu no tardó en aparecer después de que Blanco me sugiriera que bajara a la zona de ocio. Iba a proceder a ello, pero la aparición del Señor Gastelu me detuvo, teniendo además que disimular mi sorpresa ante la afirmación que hacía. La Señorita Blanco reaccionó con rapidez y trató de disimular, aunque no estaba segura de que aquello fuera a colar tras las palabras del hombre.

El tipo invisible permanecía cerca de Blanco, aunque pude notar cómo se alejaba algo de ella. Fue tras ello cuando sonó una alarma de incendios de la planta baja, de la zona en la que nos habíamos reunido anteriormente a juzgar por el sonido, y pronto nos vimos con que el personal del hotel abordaba también la planta en la que nos encontrábamos con la intención de desalojar a los clientes.

Viendo cómo la Señorita Blanco trataba de aprovechar la situación para atacar al tipo invisible, decidí quedarme cerca de allí tratando de mantenerle localizado y dispuesta a seguirle si era preciso, y es que cuando los pasillos y zonas comunes del hotel comenzaran a llenarse de huéspedes intentando salir; tanto detectarle como seguir su rastro iba a resultar mucho más complicado.

─Joder, en este sitio pasan cosas de lo más raras. Está mal que lo diga porque soy peluquero, pero esto es una tomadura de pelo. Una oportunidad que tenemos de estar en un hotel caro... ─dijo Gastelu, en la línea un tanto estereotipada del típico español un tanto caradura y aprovechado.

Mientras hablaba, no obstante, estaba alerta. Aquel tipo podía ser invisible, pero seguro que no era inaudible. Incluso unas pisadas de pies desnudos podían ser detectadas si uno iba lo suficientemente alerta. Un roce, una respiración... Claro que su cháchara no ayudaba. Pero luego estaban las otras indicaciones, las chicas estaban hablando en código, siguiendo su papel. El tipo estaba cerca. Y como le descubrieran, irónicamente, nadie le iba a volver a ver.

Los tres parecéis estar bien compenetrados y detectáis al "hombre invisible", parece que no ha tomado precauciones y no contaba con la percepción del grupo. 

Cristina en un rápido movimiento y sin que el enemigo se dé cuenta logra clavarle las tijeras en el costado además, el ser invisible que resulta ser un hombre grita un:

- ¡¡Schlampentochter!! 

Claramente eso no es ruso. Azucena lo reconoce como alemán, el enemigo es alemán y acaba de insultar a la madre de Cristina. Una mala combinación tratándose de una licántropa. 

La herida sangra y Cristina ya tiene el olor en su memoria olfativa lo que os permitirá seguirlo si intenta escapar, cosa que hace al estar herido. Aunque podéis ver por dónde se aleja...

Muy bien, aquel cabrón había dado un alarido y un insulto. Lo primero era comprensible, era lo normal después de que a uno le clavaran unas tijeras, pero lo segundo... lo segundo le iba a costar caro.

Con la velocidad que le era característica Aitor convocó un objeto contundente que su subconsciente consideró apropiado al lugar, un palo de golf, y golpeó con fuerza en vertical descendente hacia las tijeras, y algo pareció golpear.

Luego, si te parabas a pensar, siendo aquello Suiza, como no tuvieran un campo de golf de interior, como que no acababa uno de imaginarse un aterrazado lo suficientemente grande para no perder la pelotita de marras montaña para abajo... en verano, cuando no hubiera nieve. Bueno, tal vez no fuera el arma más meditada de las que había convocado, pero al menos era silenciosa.

- Tu madre por si acaso. - Gruñí entre dientes antes de cerrar mi puño sobre la tijera, dejando la punta de la misma salir entre mis dedos índice y corazón y tras el golpe asestado por el vasco, que no tardó en llegar, calculé por el sonido y el olfato donde estaba su cabeza y le lancé el derechazo de mi vida, puesto que iba con tijera incluida. Pillase lo que pillase, haría un buen destrozo en su cara y eso era lo que buscaba.

Si huía, que con la gente corriendo y demás, era lo más probable y llegaba a escaparse su rastro de mi olfato, tendríamos a alguien visible con una herida reciente en la cara. Posiblemente una mejilla desgarrada, un agujero nuevo en su boca o incluso un nuevo tuerto en el local.

Lo que si pude sentir y oler en aquel momento, fue como la sangre de aquel hombre salpicaba mi puño y un nuevo grito de dolor era ahogado por la sirena contra-incendidos.

Sin duda aquel tipo invisible no se tomó muy bien el ataque de Blanco, lanzando aquel insulto en relación a su madre a viva voz mientras la sangre comenzaba ya a salir de la herida.

Me sorprendí al ver cómo el Señor Gastelu hacía aparecer un palo de golf de la nada, con el que enseguida golpeó a aquel tipo, mientras que la Señorita Blanco le pegaba un puñetazo. Parecían tener controlada la situación, en cuando a que aquel tipo no se escapara, pero temía que llegaran demasiado lejos.

- Es preferible que continúe consciente. - les hice saber con cierto tono de gravedad y nerviosismo, y es que no estaba habituada a aquel tipo de situaciones. - ¿Pueden atarle con una cuerda o algo similar? - les pregunté, terminando por mirar a Gastelu, y es que si había hecho aparecer algo como un palo de golf, suponía que también podría hacer lo mismo con algo para retener a aquel individuo.

Gastelu saca un palo de golf y golpea al herido, se escucha otro juramente aunque no logra decir mucho más porque Cristina le pega un tremendo golpe que lo deja fuera de combate inmediatamente aunque por suerte para vosotros consciente (de momento). Sigue sangrando aunque no parece ser una herida grave aunque os convendría cerrarla para que no perdiera la consciencia durante el interrogatorio.

Ahora debéis amordazarlo y llevarlo a un sitio tranquilo, cosa que seguramente no os cueste demasiado ya que además de las habitaciones tenéis algún baño cercano y ahora mismo sin nadie dentro. 

Sin mediar palabra Gastelu asintió a Azucena y le lanzó un rollo de cinta americana para que la atrapara y pudiera empezar con la tarea ella misma (seguramente con ayuda de Cristina, claro). ¿Lo llevaba encima antes el vasco? No, desde luego que no, pero igualmente lo sacó de detrás de su espalda.

No había pasado ni un segundo del lanzamiento cuando el vasco empezó a rociar el cuerpo invisible del enemigo abatido con un spray, de esos que se usan para simular nieve y decorar en navidad, con lo que su invisible amigo empezó rápidamente a dejar de serlo...

─Cristina, ¿volvemos al baño con nuestro invitado? ─él ayudaría, claro, pero Gastelu tenía claro quién llevaba los pantalones en ese grupo. No le hubiera gustado recibir el golpe que le había propinado la mujer-loba a su acechador.

Parece que la fuerza de mi nueva naturaleza me acompaña también siendo humana, al igual que mis sentidos agudizados y el golpe que le doy al hombre, si no llego a contenerme, le hubiese destrozado allí mismo. Veo como me mira y ahora que está aturdido, le puedo mostrar lo que se oculta bajo esta piel para que se quede quietecito. Total, no sobrevivirá a esta noche.

Y es que nos ha visto y nos pondrá en peligro a los tres.

Vi como Gastelu le lanzaba un rollo de cinta americana a la mujer y clavé mis ojos en los del hombre el cual ahora era visible gracias a toda la mierda que el vasco le había tirado encima.

- Te vas a portar bien, ¿verdad? - Solté un leve gruñido gutural mientras le enseñaba los dientes. - ¿O prefieres que cambie de forma y te de caza como más disfrutaría? - Eso sería lo que le pasaría al final.

Le sacaríamos al exterior, Gastelu y Azucena se quedarían en el hotel y yo cambiaría de forma para destrozar su cuerpo. Luego volvería para ducharme y cambiarme, pero antes de todo eso, habían muchas preguntas en el aire.

- Es un buen sitio. - Le dije al vasco. - Fácil de limpiar si no colabora. - Cogí al tipo como si no pesara y me lo cargué en el hombro. - Te va a gustar estar en el baño, con suerte solo te dejaremos inconsciente, como hiciste tu con nuestro amigo... - Le gruñí entre dientes. No sabía si me entendía o no. Pero por el tono se daría cuenta de que no era precisamente amigable con él y teníamos a quien podía traducirle todo.

La Señorita Blanco y el Señor Gastelu dejaron a aquel tipo fuera de juego, por suerte sin que este llegara a perder la consciencia. Nada más preguntar al segundo por algo para atar al tipo invisible, me lanzó un rollo de cinta que atrapé, pudiendo comenzar a atarle las manos con esta.

Gastelu roció además a aquel hombre con algo para que resultara visible, mientras Blanco trataba de amedrentarlo. Fue tras ello cuando comenzaron a acordar dónde llevar al hombre, pareciendo ser el baño el lugar escogido, encontrándome yo terminando de atarle las manos.

La Señorita Blanco se encargaría de cargarlo hasta allí, cargándose al tipo al hombro y continuando con sus intentos de intimidación mientras nos dirigíamos al baño. Parecíamos tener todo bajo control, pero realmente no era del todo así.

- ¿Y la alarma de incendios? Podría ser real. - les dije a Blanco y Gastelu, pudiéndose escuchar aún el sonido del aviso. - Alguno de nosotros debería ir a comprobarlo. - añadí, mirándoles de manera alternativa en busca de su opinión. - Yo creo que puedo ayudar a obligarle a hablar. - dije tras mirar brevemente al tipo, preguntándome para quién trabajaría.

Las alarmas siguen sonando y parece que no se trata de un simulacro, en algún sitio hay un fuego o se han activado todas las alarmas. Tras amordazarlo con la cinta americana y trasladarlo al baño, Gastelu hace gala de sus poderes para disponer de un momento de tranquilidad con el prisionero. Pone un cartel de fuera de servicio y atranca la puerta aunque si alguno de vosotros necesita salir no tendrá ningún problema. Ya en el baño el enemigo se ha vuelto visible y no sólo por el spray de Gastelu, parece que la herida le ha obligado a desactivar sus poderes. Es un hombre de mediana edad y con cara de teutón sin lugar a dudas. No parece ser ruso a priori.

Cristina hace uso de su intimidación pero el enemigo aunque herido parece haber sacado fuerzas y se muestra desafiante aunque puede que eso cambie en los próximos minutos o segundos. Azucena también parece ponerse seria y lo hará cantar sí o sí...ambas notáis que su corazón está acelerado.