Partida Rol por web

Scythe

Prólogo - Cristina Blanco Gutiérrez

Cargando editor
22/06/2018, 19:20
Director

 

Aldea de Regueiro, Orense

 

Observas la casa donde nació tu antepasado Manuel Blanco Romasanta, la casa está en ruinas desde hace décadas pero aún notas su aroma, a pesar del tiempo el aroma de un licántropo permanece adherido como si de un vago recuerdo se tratase.

Notas la paz del lugar, la aldea apenas posee un par de casas todavía habitadas. Una de ellas está habitada por la rama limpia de los Romasanta, aquella que nunca vio mezclada su sangre con la maldición del lobo. La rama maldita se trasladó en su mayoría a Arga, un pueblo cercano y allí todavía reside la mayoría...aunque en el caso de tu padre él decidió emigrar y alejarse de Galicia intentando que la maldición se quedara en la región.

Buen intento, pero infructuoso...la maldición de la familia está en la sangre y da igual que te alejes mil kilómetros de los montes de Galicia...la luna te encontrará tarde o temprano y la rabia escondida surgirá.

Respiras hondo, pensativa cuando escuchas un crujido de una rama. Es un sonido tenue, apenas audible pero que ha roto con el silencio sepulcral...parece que no estás sola visitando las ruinas de tu casa familiar...

Notas de juego

Tirada de Percepción. Difucultad -25%.

En tu estado no transformado tendrás acceso a la Superpercepción (es una concesión pero es algo que veo lógico).

Cargando editor
22/06/2018, 20:31
Cristina Blanco Gutierrez

Regresé al lugar donde todo comenzó, esperando encontrar algunas respuestas sobre el legado familiar. Se decía que existía un diario, donde los Romasanta, relataban sus historias, sus transformaciones y lo que hacían para controlarlas. Quizás allí encontrase alguna pista sobre ese supuesto libro, escrito por las primeras generaciones de licántropos.

Como era de esperar, la casa de Manuel Blanco Romasanta, mi antepasado, estaba en ruinas y cubierta de espesa vegetación. Mis dedos se deslizaron por la fría piedra, como si tratase de percibir algo en ella. Quizás que me contase algo sobre mi pasado. Entonces mi imaginación voló y pude ver al primer Romasanta convertido en lobo. Su pelaje, sus ojos... aquellos ojos daban miedo... eran fríos e impasibles...  incluso a mí me asustaban puesto que brillaban en la más absoluta oscuridad.

Acecha en los bosques sin saber controlarse, sin confiar su secreto a nadie... matando por instinto y dejando finalmente su maldición como legado a su familia. Maldición que se ha ido controlando y aprendiendo a usarla por unos pocos. Enseñados desde pequeños a controlar sus emociones y su instinto para que el día que reciban el legado, estén listos. Solo los varones, hijos de "Romasanta", tenían ese "privilegio". No las mujeres. No yo.

No estaba lista para ello, no se me enseñó nada al respecto y solo sabía de la locura que generaba esta maldición a quienes la padecían. Su misma locura era la que había terminado llevando a la muerte a los Romasanta de estos años atrás. Quizás incluso, el único que no se volvió loco antes de morir, fue mi padre... pero aún así, la locura se instaló en mi madre. La maldición de la licantropía vuelve loco a su portador o a sus seres queridos... Pensé para mí con cierto pesar, mientras seguía caminando alrededor de las ruinas familiares lentamente.

El crujido de una rama no muy lejana me puso alerta. Creí que había dado esquinazo a mi primo en Toledo, antes de ir a Madrid y jugar al despiste allí y venirme al hogar de nuestro antepasado... Pero parecía que me había seguido hasta allí, pero... ¿cómo?

Agudizo mi oído y detecto al menos a tres personas que avanzan en sigilo. Por el sonido de sus pisadas son de complexión fuerte y les oigo separarse. ¿Intentan rodearme? - Aquello no me gustaba nada, empezaba a sentirme como se sintió sin duda mi antepasado, cuando decidieron darle caza como el animal que estaba demostrando ser. Pero yo no era un animal. ¿O sí?

Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza y sentía como la bestia buscaba salir al exterior. Pero debía controlarme. Fuesen quienes fuesen, dudaba que conocieran mi secreto. Además, era una mujer y el legado era solo para hombres. Pero mi instinto me decía que debía salir de allí. Así pues, no lo dudé más y tras escuchar unos instantes más el sonido del bosque, determiné en que posición estaban más o menos y corrí justamente en la que más me alejase de ellos.

- Tiradas (1)

Motivo: Percepción

Tirada: 1d100

Dificultad: 88-

Resultado: 7 (Exito)

Notas de juego

En tu estado no transformado tendrás acceso a la Superpercepción (es una concesión pero es algo que veo lógico).

Ok, gracias ^^. Y sí, también le encuentro la lógica a lo que dices.

Máster: Empiezas bien, un crítico :P -> Escuchas a tres personas acercándose, complexión fuerte los tres pero se mueven con experiencia ya que apenas hacen ruido. Su situación actual está a ochenta metros y van hacia donde estás tú. Parece que dos intentan flanquearte y el otro va directo a tu espalda.

Jugador: Me dio tan mal rollo la imagen del lobo, que tenía que usarla xDD

Cargando editor
29/06/2018, 23:01
Director

Los hombres te siguen a buen paso, están físicamente bien preparados y conocen el terreno. En ese momento notas dos presencias más que no habías notado antes ya que enmascararon su olor y estaban a favor del viento. Están delante tuya a unos doscientos metros esperándote...los tres que te siguen te están lanzando hacia esos dos como si se tratara de un ataque coordinado propio de una manada. Puede que sean parientes tuyos aunque no es conveniente que te pares a preguntar...

Escuchas un chasquido, el sonido de una cuerda que acaba de soltarse y de pronto ves como una saeta te impacta en el hombro, notas un inmenso dolor...como si la flecha estuviera ardiendo. Con rabia la arrancas apresuradamente y ves que la punta es de plata pura. No son parientes tuyo fijo...son cazadores.

Te detienes en seco y notas cómo el resto de cazadores también lo hace. Todos mantienen la posición, están a la espera. Uno de ellos avanza hacia ti andando y al momento puedes verlo entre el follaje.

- Tiradas (2)

Motivo: Esquivar

Tirada: 1d100

Dificultad: 60-

Resultado: 91 (Fracaso)

Motivo: Daño

Tirada: 1d10

Resultado: 10(+30)=40

Cargando editor
29/06/2018, 23:08
Lasko

El hombre que camina hacia ti viste como un monje, con un color púrpura oscuro. Es alto, alrededor de metro ochenta y cinco y parece estar en un buen estado físico. 

- Perdón por el ataque... - te grita en castellano aunque notas que su acento no es de la península, seguramente es de centroeuropa por la forma en la que carga las erres - ...mi hermano quería que te pararas y no se le ocurrió mejor manera. Te pido mil perdones por ello...no queremos hacerte daño, si no ya no estarías con vida. Me llamo Lasko y pertenezco a Il Sacrario. ¿Podría, por favor, hablar contigo?

Cargando editor
30/06/2018, 11:15
Cristina Blanco Gutierrez

Había jugado bien mi baza, o al menos eso era lo que pensaba mientras corría por aquel bosque. Esperaba alejarme lo bastante de ellos como para cambiar de forma y huir más rápido. Pero las cosas no salen nunca como uno piensa. - Era una trampa. - Pienso mientras sigo corriendo al notar la presencia de más hombres. Debía encontrar una salida pronto. En ese momento me sentí tal y como se sintió mi antepasado en aquellos bosques, cuando salieron a darle caza.

El sonido de un chasquido y una cuerda, junto con un silbido en el aire, me hacen girarme hacia el lugar de donde proviene. Veo que algo viene hacia mí, pero soy incapaz de esquivarlo. Un virote atraviesa mi ropa, mi piel, mi carne y quema... me arde y el dolor es casi insoportable. Lo arranco con fuerza y veo la punta de plata cubierta con mi propia sangre, la cual me da la impresión que está hirviendo al contacto con aquel material. Arrojo el virote lejos de mí y pongo mi mano sobre mi hombro. Duele y sigue sangrando. 

- ¿Por qué no me curo?

Consciente de que es inútil huir, me detengo en seco y escucho como los demás lo hacen. Siento a la bestia rugir en mi interior. Quiere salir. Vengarse. Pero ambos sabemos que no debe hacerlo. - Aún no.

Veo como de la espesura sale uno de los hombres que me persigue. Le miro extrañada. - ¿Un monje? - Continuo tensa, alerta, sintiendo como la plata me ha dejado el hombro destrozado por dentro. - Esto tardará en curar. - Sabía que la plata era mala para los hombres-lobo, la teníamos prohibida en casa para evitar accidentes con mi padre. Pero jamás pensé que fuese para tanto. Miro sorprendida y enojada al monje cuando me habla.

- ¿Perdón por el ataque? - Eso si que no me lo esperaba. - ¿No queréis hacerme daño y me dáis caza como si fuese un animal? ¿Y esto que coño es? - Repliqué quitando la mano de mi hombro y mostrando la palma de mi mano ensangrentada al hombre. No solía usar nunca palabrotas en mi lenguaje, salvo cuando estaba realmente cabreada y jamás lo había estado tanto. Volví a presionar con la mano mi hombro y miré a mi alrededor. Buscando una salida, buscándoles a ellos... Y miré al monje desafiante.

- Supongo que no tengo elección, al igual que vosotros no la tuvistéis, ¿no es así? ¿Qué hay de la buena educación y los buenos modales? Invitar a una chica a tomar algo y charlar. ¿Tanto tiempo en el monasterio le hizo olvidar como pedirle una cita a una mujer? - Entretenerles podría ser una buena idea, pero quizás era mejor intentar hacerme la tonta. No podían saber mi secreto, ¿verdad? Estaba destinado a los hombres de la familia.

Entonces me fijé que aquel hombre, Lasko, llevaba más virotes y caí en la cuenta de que quizás todos ellos llevasen realmente munición con plata. Sabían lo que buscaban: a mí, un licántropo. Y toda esa rabia se convirtió en miedo a morir en aquel lugar. Y el miedo me robó la voz y me hizo cambiar mi postura a una más sumisa.

Asentí repetidas veces con la cabeza ante la última pregunta del monje, tratando de ocultar ese miedo.

Cargando editor
01/07/2018, 17:45
Lasko

El monje se muestra tranquilo antes tus palabras y más ante tu mirada de cordero degollado.

- Es normal que tengas miedo...te pido disculpas de nuevo, hemos actuado de esta manera porque ya conocemos a tu familia de algunos enfrentamientos pasados. - te mira fijamente la herida y ve que no sana rápido - ...sí, sabemos que eres una Romasanta. Sólo ellos visitan esta casa...te llevamos observando un tiempo y nos hemos decidido a hablar contigo ahora que la situación ha cambiado.

¿La situación ha cambiado? Eso no lo entiendes pero tienes una mala impresión. Saben que eres portadora de la maldición fijo, por eso usaron puntas de plata.

- Queremos que nos acompañes voluntariamente, no sufrirás ningún daño siempre que no nos ataques ni intentas escapar. Tenemos orden de llevarte hasta el Vaticano y allí conocerás al Santo Padre.

Llevarte al Vaticano, eso tampoco te suena bien del todo. Pero el monje te mira detenidamente y hasta vez buena voluntad en sus ojos...y también ves el fuego de la fe inquebrantable. Es un creyente y cree en su misión, tu padre te comentó algunas veces el peligro de la Inquisición española y ahora entiendes lo que quería decir.

- Has de tomar una decisión Cristina, si no...tendremos que poner fin a tu sufrimiento y acabar con la maldición que portas...

Cargando editor
01/07/2018, 17:57
Director

Tus sentidos siguen agudizados y escuchas otros pasos que se acercan con cautela, no son monjes...sus pasos suenan de manera diferente. Esta persona está a favor del viento por lo que lo hueles perfectamente: es un hombre joven, incluso hueles la colonia que lleva y sabes que es una que venden en los súpers del país. 

Escuchas un chasquido atenuado, como unas anillas que se sueltan de objetos de pequeño tamaño. Luego escuchas con voz firme un grito:

- Cierra los ojos y corre hacia mí...

Cierras los ojos y entiendes el motivo, a los pocos segundos escuchas dos explosiones y notas una luz brillante muy potente que incluso te afecta con los párpados cerrados. Escuchas los gritos de los monjes que están jurando en latín, parece que se han tragado los flashes de las granadas enviadas. Luego escuchas otra explosión y hueles el humo que sale de la granada. Tienes que correr hacia la voz, no está demasiado lejos pero debes hacerlo rápido...

Cargando editor
01/07/2018, 18:52
Cristina Blanco Gutierrez

Hablaba pidiendo perdón, disculpándose por el daño causado... solicitaba que le acompañase con educación, como si tuviese opción a elegir. Pero era todo una mentira. Simplemente una forma de hablar para no pasar a ser su prisionera, solo su invitada. Sus ojos se clavan en mi herida y ve que no se cura. Eso no debería decirle nada, pues un humano normal no sana como un licántropo, pero supongo que ve el dolor en mis ojos, detrás de mi miedo.

Las opciones no estaban del todo mal. O iba con ellos, dócil como un cordero, o me sacrificaban allí mismo. No tenía mucho que pensar, mi supervivencia estaba por encima de todo. Además, de aquí al Vaticano, quizás encontrase como huir, solo debía ganarme su confianza. Mis sentidos permanecían alerta, buscando el latido de los corazones de aquellos hombres, si es que alguno realmente lo tenía. Pero lo que percibo son unos pasos, junto el aroma de colonia barata para hombres. No cuadra con los que están a mi alrededor.

El sonido de unas anillas metálicas es acompañado por la voz varonil que me dice que cierre los ojos y corra. Le hago caso al tiempo que siento la explosión cerca mío y el fogonazo de luz atraviesa hasta mis párpados. Siento una nueva explosión y esta vez huelo el humo. No sabía quien era, pero me estaba salvando de aquello. No me lo pienso más y comienzo a correr en dirección a aquella voz, sosteniendo mi herida con la mano.

Corro lo más rápido que puedo, guiándome por el olor de aquella colonia y dejando atrás las voces y gritos de aquellos monjes. ¿Quién es mi salvador? ¿Cuántos más saben que soy una Romasanta?

Cargando editor
02/07/2018, 15:20
Director

Corres en dirección hacia la voz aunque no sabemos mucho más, pasado unos segundos cuando crees que ya estás cerca de la persona que lanzó las granadas notas como alguien te agarra el brazo con fuerza y comienza a guiarte hacia la maleza. Notas varias ramas arañarte la cara y abres los ojos.

Delante de ti corre un chico de unos veinte años, cuerpo atlético y moreno. Se mueve con soltura y esquiva los obstáculos con facilidad. Hueles su colonia barata, claramente es el que tiró las granadas porque aún ves una colgada de su mochila. 

Tras casi media hora corriendo a todo poder, os detenéis tras un castaño bastante grande Notas que os siguen aunque a distancia ya que van con cautela, estarán a unos diez minutos de vuestra posición. Es una buena ventaja aunque no suficiente para escapar de los monjes.

Cargando editor
02/07/2018, 15:25
Corso

- ¿La herida comenzó a curar? - te pregunta el chico, su acento es gallego sin lugar a dudas. - Pensé que los Romasanta tenían los sentidos más agudos...debiste detectarlos antes...

Sabe que eres una Romasanta, seguramente sea de una familia de lobisomes de la zona aunque su olor es normal. Se presenta mientras echa un vistazo a su alrededor.

- Me llamo Corso...venía siguiendo a esos monjes. Atacaron a un par de los tuyos en Monforte...no mostraron ninguna delicadeza, has tenido mucha suerte...le pusiste ojos al rubiales y puede que eso impidiera que acabaran contigo...

Cargando editor
02/07/2018, 15:50
Cristina Blanco Gutierrez

El olfato me guía hasta el portador de la colonia, quien me agarra con fuerza del brazo y tira de mí. No puedo evitar soltar un pequeño gruñido al sentir el tirón a causa del dolor que me genera en la herida. Siento las ramas arañando mi rostro mientras corremos en silencio y abro lo ojos. 

Delante mío corre un joven, agil, veloz. No me dice nada, pero cuando se gira un segundo a mirar atrás descubro que es un chico algo más joven que yo. La carrera se me antoja interminable y puedo sentirles detrás nuestra, a pesar del tiempo y distancias recorridos. Me cuesta seguirle el ritmo con el hombro así, pero corremos por nuestra vida. Nos detenemos tras un castaño enorme y me apoyo en él, jadeante por la carrera.

- No...no estoy segura... - Le respondo extrañada. Sabe que soy una Romasanta. Conoce mi maldición, el daño que hizo mi antepasado en estas tierras y no solo no me teme, sino que parece que me ayuda. Retiré un momento la mano del hombro y aún sangraba, lo peor era como dolía aún, así que volví a presionar con mi mano nuevamente. - Digamos que... soy nueva en todo esto. - Sonreí levemente. - Es la primera vez que me atacan.

Volví a mirar la herida mientras el joven se presentaba. - ¿De los míos? - ¿Quedaban más Romasanta? - Su comentario sobre el rubio me hizo sonreir de nuevo. - Quizás fuese eso o que encontrar a una mujer Romasanta es complicado. Al menos en mi rama. - Estaba claro que sabía de que hablaba, era ridículo tratar de ocultarle nada. Además, me había salvado el pellejo o al menos, me había dado unos cuantos minutos más de vida. - Soy Cristina y... gracias por tu ayuda. - Le sonreí agradecida. - Me veía ya entrando en el Vaticano.

Miré hacia atrás unos instantes. - Están ahí detrás, seguramente siguiendo mi rastro de sangre. Deberíamos movernos y seguir intimando después. ¿No te parece? - Bromee un poco, buscando calmarme. Buscando olvidar el miedo que había pasado minutos atrás en el bosque.

Cargando editor
03/07/2018, 12:51
Corso

Saca un pañuelo y te lo pone sobre la herida durante unos instantes, luego lo coloca sobre el suelo. No dice su nombre de momento, parece que su presentación será más tarde.

- Les voy a dejar un regalo con la granada que me queda... - señala una dirección - ...a cinco kilómetros aproximadamente en esta dirección debería estar el coche en el que vine...de ahí te llevaré a Arga, es el único pueblo seguro para ti en la zona.

Arga es el pueblo donde se refugiaron los que escaparon de Esgos, por lo tanto una localidad llena de lobisomes.

- Arga está protegida por la Orden, los monjes no se atreverán a acercarse...no si quieren tener a la iglesia gallega de su lado para sus intereses...lo que han hecho con estas cacerías ha sido tensar la cuerda demasiado...

Ves como prepara una trampa con la granada, para que cuando cojan el pañuelo estalle y los ciegue momentáneamente de nuevo.

- Ahora toca correr...luego veré si tengo algo que pueda ayudarte con esa herida, aunque sé que curáis rápido así que no creo que tengas problemas...

Notas de juego

Tirada de Acechar/Esconderse.

Cargando editor
03/07/2018, 13:11
Cristina Blanco Gutierrez

Saca un pañuelo y lo acerca a mi herida, separo mi mano de mi hombro para dejarle hacer y observo como va montando la trampa, después de mirar a la dirección a la que señala. Varias preguntas se empiezan a generar en mi mente, pero no es el momento de hacerlas. Pero no puedo evitar preguntar por - ¿La Orden? - cuando la menciona.

La trampa parece estar lista y debemos marcharnos de allí ya, ahora que hemos recuperado un poco el aliento. - Pocas veces me he hecho alguna herida desde que me convertí en... - un monstruo - ... una Romasanta. Y menos aún con plata. - Suspiré. Siempre me había gustado la plata más que el oro, quizás porque estuviese prohibida en casa o porque era lo que me podía permitir. Ahora daba igual. Jamás podría tocar ese metal precioso sin sufrir sus devastadores efectos sobre mi piel y mi carne.

El joven no respondió a nada, simplemente salió corriendo y yo detrás. Estaba claro que opinaba como yo, menos hablar y más correr. Así pues no tardé en salir detrás suya, no quería perderle de vista demasiado, aunque podía seguirle con mi olfato, gracias a esa colonia que llevaba, era mejor permancer juntos.

- Tiradas (1)

Motivo: Acechar/Esconderse

Tirada: 1d100

Resultado: 87

Notas de juego

Bueno, tiro y ya ves tu si es acechar o esconderse, que la diferencia es que en acechar tengo 99 y en esconderme 49

Me da que con eso y la dificultad que pongas, da igual la habilidad que elijas xDD

Cargando editor
03/07/2018, 13:51
Corso

Seguís corriendo y tras un cuarto de hora escucháis una pequeña explosión. Parece que los seguís manteniendo a distancia. Tras casi una hora moviéndoos lo más rápido que vuestras piernas daban lográis llegar al coche. Es un viejo SEAT 1200 SPORT que ha pasado por mejores tiempos, pero que parece funcionar. Os montáis y el chico acelera en cuanto te sientas en el asiento del copiloto.

Sale a toda velocidad dirección Orense por lo que ves en los carteles. Mientras conduce te dice:

- Si logras alcanzarlo hay un botiquín tras tu asiento, y seguramente alguna botella de agua...no sé si aún quedarán galletas saladas para comer...han sido muchas noches moviéndome en el coche y puede que las haya terminado...

Tras un buen rato conduciendo parece que decide presentarse:

- Mi nombre es Corso, pertenezco a la Orden de Breogán. ¿Los tuyos no te hablaron de la Orden?...pues a ver cómo te cuento quiénes somos y lo que hacemos...

El chico sonríe ante la perspectiva de comentarte quiénes son. Intentas rebuscar en tus recuerdos a ver si alguna vez escuchaste hablar de la Orden.

- No te preocupes por ser una Romasanta...no todos tus antepasados hicieron malas cosas, es más...uno de los primeros Romasanta aunque con otro apellido sirvió fielmente a la Orden durante su larga vida...en el Codex Umbrae se cuenta esa historia...y si todo sale bien puede que algún día tengas la oportunidad de leer ese códice medieval....

Notas de juego

Tirada de Conocimientos Generales. Dificultad estándar.

Cargando editor
03/07/2018, 14:37
Cristina Blanco Gutierrez

Sonreí cuando pasado un tiempo, escuché aquella explosión. Habíamos ganado suficiente ventaja como para ganarnos otra pausa, pero Corso parecía no tener intención de detenerse nuevamente. Debía reconocer que el joven sabía correr y moverse por aquel medio. La carrera me dejó casi sin aliento, pero ver el "coche de la fuga" me hizo recuperarlo de golpe. - Quizás tardemos menos en llegar corriendo... - Pensé mientras me subía al viejo Seat, el cual rugió como una bestia antes de salir casi quemando rueda, mientras terminaba de cerrar la puerta.

Miré hacia atrás, tal y como me indicó el chico. El asiento trasero tenía algunas botellas de agua y se veían los envoltorios de las galletas que decía. - Creo que con el agua servirá. - Dije cogiendo un par de ellas y ofreciéndole una al joven. - Con esta velocidad y las curvas, es más fácil que me derrame toda el agua oxigenada sobre el coche antes de que llegue a mi herida.

El chico ya se había presentado anteriormente, pero volvió a hacerlo. La frenética carrera nos había hecho olvidar algunos pequeños detalles. - ¿La Orden de Breogán? - Pregunté extrañada. - No, nadie me habló de ella... es más... yo no debería ser una Romasanta. Mi familia guarda esto para los varones y que sean primogénitos y, a pesar de lo chicazo que soy, te aseguro que no soy un hombre. - Sonreí al decirlo.

Pero sus palabras sobre mis antepasados me hicieron mirarle en silencio. - ¿Códice Medieval? - Pregunté extrañada. - Hasta donde yo se, todo esto comenzó con Manuel Blanco Romasanta... - ¿Cuánto de mi familia se había perdido a lo largo de la historia? - ... por eso vine a su casa, a buscar respuestas... Y creo que tu tienes las respuestas a todas mis dudas...

- Tiradas (1)

Motivo: Conocimientos Generales

Tirada: 1d100

Resultado: 27

Notas de juego

Jajajajaja. Dificultad estándar?

Bueno, tengo 26, saqué un 27, incluso sin dificultad no doy con la respuesta ;)

 

Cargando editor
05/07/2018, 10:30
Director

Te suena que tu padre te habló de la Orden y del acuerdo tácito que tenían en Galicia. Si vivían en paz y armonía no tendrían problema en existir, la Orden los protegería y permitiría vivir tranquilamente. Lo único que se esperaba es que llegado el momento los de tu sangre ayudaran a la Orden a traer al rey de nuevo a Galicia.

En caso de romper el acuerdo la Orden acabaría con aquellos renegados que no cumplieran el pacto.

Cargando editor
05/07/2018, 10:32
Corso

- No conoces entonces mucho de tu familia...los Blanco Romasanta es un clan pequeño dentro de los lobisomes... - te comenta Corso - ...vuestros antepasados ya tenían la maldición, según lo que yo sé al menos desde el siglo cinco ya estaban malditos...el problema es que tu ancestro se separó de la familia y decidió obrar por su cuenta. No cumplió el pacto y se decidió acabar con él con el acuerdo del resto de familias que seguramente no conozcas... - sonríe - ...va a ser divertido cuando lleguemos a Arga y te presente a tus primos que no conoces. Allí estarás a salvo aunque lamentablemente la Orden te pedirá un favor seguramente...

Os alejáis a toda velocidad, y Corso no afloja el acelerador hasta que cree que estáis más o menos a salvo de los monjes. Para el coche para descansar un rato antes de proseguir el viaje.

- Descansemos un rato, aún queda un cacho y prefiero llegar de noche a Arga que de día. Así los tuyos cubrirán la entrada, espero que sean capaces de olerte...porque ya has mudado de piel ¿no? - te está preguntando si has visto la primera luna.

Cargando editor
05/07/2018, 15:37
Cristina Blanco Gutierrez

- La verdad es que poco... - respondo a Corso mientras miro por la ventana, preguntándome cuanto más no sabría sobre mi maldición, aunque pronto el joven arrojó algo más de luz sobre mi pasado. O más bien el pasado de los míos y mi futuro. Al escuchar la historia por parte de Corso, algunos recuerdos vinieron a mi mente.

- Sí... algo me contó mi padre, pero poco recuerdo de aquello. Supongo que no le presté atención puesto que creí que nunca me tocaría vivir... esto. - Le miré cuando me habló de mis primos desconocidos. - Espero que sean mejores que el primo al que si conozco... y que no quisiera ver jamás.

- ¿Un favor? ¿Qué clase de favor? - Siendo lo que era aquella Orden y sabiendo ahora de donde venía mi legado o mi maldición, tal y como Corso la llamó, no me sorprendía que me pidiesen una prueba de fidelidad para con ellos. Pero me preocupaba lo que quisieran que hiciese. - Espero que no quieran que mate a nadie... - Bromeé buscando calmarme.

Miré hacia todos lados cuando Corso detuvo el coche. - ¿Mudar la piel? - Era un nuevo concepto para mí. - ¿Te refieres a que si ya me he convertido en esa... bestia? - Agaché la cabeza un tanto avergonzada, puesto que me costaba controlarme cuando me convertía en eso.- Me temo que sí. Ya se lo que es cambiar de esa manera, el dolor que se siente y la furia que contiene dentro. La primera vez logré salir de Toledo y perderme cerca del río Tajo, lejos de la gente. Las dos veces siguientes ya me había movido lo suficientemente lejos, como para no dañar a nadie tras aquel cambio.

Aproveché la parada para mirar la herida de mi hombro, quitando la sangre con un poco de agua oxigenada y una gasa. - Parece que cierra... es... increible... - Era la primera vez que veía algo así. Mi padre jamás me mostró la regeneración de su cuerpo a pesar de que si se notaba que parecía más joven de lo que realmente era. Algo que, extrañamente, no le funcionó con aquella neumonía que le causó la muerte. ¿Y si hubo algo más? ¿Y si alguién usó plata contra él y... ?

Cargando editor
09/07/2018, 16:09
Corso

- Los cambiapieles sanáis rápido, mucho más que los humanos corrientes...llegará un momento en que tu maldición no te parecerá tan maldita... - te comenta - ...el favor es algo peligroso fijo pero no creo que te pidan matar...para eso están otros, si supiera algo te lo comentaría pero de momento no me han informado de nada...

Medita que contarte sobre Arga:

- Los habitantes de Arga son orgullosos pero no son mala gente, eso sí deberás tratarlos con respeto...algunos de ellos tienen más de cien años aunque no lo aparenten. A tu primo no lo conozco...aunque si es peligroso estará en la Lista y seguramente tarden o temprano sea capturado...o puede que forme parte de la Orden y se dedique a cazar...hay muchos trabajos y no todos son agradables...

Tras descansar montáis en el coche y a menor velocidad os encamináis hacia Arga. Corso mira el retrovisor varias veces y parece estar preocupado.

- Creo que nos siguen...no estoy seguro porque si alguien lo está haciendo lo está haciendo de puta madre... - señala el retrovisor y te dice - ...he visto fugazmente el mismo coche dos veces, no lleva luces y cuando se acerca demasiado frena, es típico del DGSE...¿alguno de los monjes era francés o te dio esa impresión? Suelen reclutar a soldados católicos de fuerzas especiales, sobre todo de Suiza pero el que te habló sé que es alemán...un antiguo miembro del KSK...lo mejorcito de Alemania y seguramente del mundo...

Cargando editor
11/07/2018, 19:40
Cristina Blanco Gutierrez

- Genial... algo peligroso... empiezo a sentir que salí de la sartén para caer en las brasas. - Sonreí al chico y volví a mirar por la ventanilla durante unos instantes.

- ¿Más de cien años? - Corso había logrado llamar mi atención nuevamente cuando se puso a hablar de nuestro destino y no pude responderle más que con aquella pregunta y mi rostro cargado de sorpresa. - Pues si son viejos... - añadí a continuación. - Pero no te preocupes, mis padres me dieron una buena educación y me enseñaron a respetar a los demás. No será un problema. Y mi primo... no se si estará en alguna lista y peligroso solo lo sería conmigo. - Dije a continuación, explicándole la situación que tenía con él. - Verás... en mi rama familiar, este legado solo lo reciben los varones, normalmente el primogénito y es algo que se hereda de padres a hijos. Mi padre tuvo un hermano gemelo y, cuando este recibió el legado familiar, comenzaron las disputas de a quien le correspondía. Mi primo es el primogénito, incluso algo mayor que yo y, considera que le corresponde esta maldición por derecho. Y ahora me persigue para "reclamarme su parte de la herencia". - Traté de resumirlo todo lo que pude, no quería aburrirle con redencillas de familia, aunque fuesen de ese calibre.

Miré al retrovisor cuando Corso me lo señaló. Me parecía imposible que nos hubiesen dado alcance. Les habíamos dejado atrás en el bosque. - Ni idea. Solo me habló ese... fue al único que realmente vi y no olvidaré su mirada ni su voz. Era fría como el hielo. - Me puse a mirar hacia atrás, a la espera de ver aquel coche asomar nuevamente para ver si realmente nos seguían. Pero estaba claro que, si nos daba alcance y frenaba, en una carretera como esa donde la circulación era nula, es que iba tras nosotros.