Partida Rol por web

Muchos de los "clientes" del garito se echaron al suelo, obedeciendo las voces de la tunante. Parecía lo más logico con tal de evitar males mayores. Pero cuando el supuesto brujo extrajo un pergamino con supuestas malas intenciones, y un pequeño personaje le "ordeno" que lo soltase con claras reminiscencias arcanas haciendo que el tunicado dejase caer el papiro, la cosa parecía que se tornaría caotica. A su lado se colocó un mozeton moreno y de apariencia bergante, y con complicidad le indicó que guardase silencio mientras cerraba uno de sus ojos. A Bodhi no se le escapó la mirada inicial hacia su persona. Pero no era la primera vez. Desde su llegada a Riddleport se había acostumbrado. Incluso una vez, al pasar cerca de unas chicas a las que Martin se refirió como "señoritas que fuman y te llaman de tu", cosa que él no entendió, estas lo miraron con fijeza e incluso descaro, a lo que Martin respondió que no se preocupara, que solo querian saber si "el pan de centeno sabia diferente que el de trigo". Aquello, tampoco lo entendió.

Y como queira que fuese que aquella sotuacion se podía poner muy brava, Bodhi cerró sus ojos, vislumbró toda la grandeza del Mar, y al volver a abrirlos estos brillaban azules en su totalidad. Un azul oscuro como el Oceano embravecido. De subito, una niebla humeda y gelida se formó a su alrededor, y él, Martin, el moreno y el pequeño encaramado a la mesa quedaron rodeados por ella.

El tiefling gateaba desorientado por el piso del Goblin Dorado. En su fuero interno maldecía estar cegado, pues aquel contratiempo estaba perjudicando su forma de actuar habitual. Mordred no era un guerrero, pero guardaba un par o tres de ases en la manga que podían decantar un combate a su favor. intentó memorizar el rostro de la chica del parche en el ojo... si recuperaba la vista tenía claro que iría tras esa maldita condenada.

¡¡Le habían tocado sus infernales cojones!!

Mientras proseguía su ardua travesía, cual rata apestosa, escuchó que su hermano usabas sus "encantos" para manejar la situación de una forma más favorable, pero sabía que dicha actitud podía torcerse en cualquier momento.

- Sólo espero que no abra la boca más de lo habitual...- se decía mentalmente el pícaro jugador, mientras buscaba un refugio entre las piernas de los que allí se hallaban.

La niebla se cernió sobre los asistentes como una especie de manto protector. Martin, quizá por este hecho, extrajo una pequeña hachuela que tenía escondida y le dijo a Bodhi:

 - Tenemos que hacer algo. No podemos permitir que roben el premio sin más. - pero ante la mirada reprobatoria de Bodhi añadió - Sólo voy a utilizarla a modo de cachiporra, no voy a talar ningún árbol. - dijo con una sonrisa, que a Bodhi se le antojó como de despedida.

Martin se dirigió hacia un par de los matones, bajo el abrigo de la niebla. Lanza un golpe, con la hachuela plana, pero falla, quizá por culpa la propia niebla. La chica tuerta, en medio de lo que parece una canción, salmodia unas palabras ininteligibles apuntando hacia Martin. Martin parece entrar en un estado de mareo en el que parece incluso trastabillear. Los dos matones que tiene en frente aprovechan esta situación para descargar sin piedad sus armas contra el indefenso leñador. Estas abren profundos surcos en su cuerpo haciendo que la sangre brote a raudales y desplomando su cuerpo sobre el frío suelo de la sala. A lo que la chica tuerta les recrimina:

 - ¡¡Pero qué hacéis idiotas!! ¡Centraos en el plan, no quiero más muertos!

Voz que se medio diluye entre el jaleo de la sala. Pero entre este jaleo, una atronadora voz al sur de la sala dice:

 - ¡¡QUÉ COJONES ESTÁ PASANDO AQUÍ!!

Y en medio de este caos, y gracias a la distracción de la atronadora voz, el mago aprovecha para conjurar un potente y doloroso haz de energía que impacta sobre un desprevenido Mirn, mientras se da prisa por recoger el pergamino que se le había caído por culpa del "entrometido halfling", que a buen seguro debe de estar pensando mentalmente.

Mordred continuó gateando entre la maraña de piernas y cuerpos tendidos, hasta que palpó la pata de la mesa que estaba buscando. Tanteó alrededor para cerciorarse que se había situado debajo de la mesa que figuraba en su mente. Ante la indefensión de estar ciego, el tiefling se sentía más seguro en esa especie de refugio que se acababa de proporcionar.

Precisamente, cuando comenzaba a sentirse a salvo, entre la muchedumbre se escucha la tenue voz de la anterior chica:

 - ¡¡Pero qué hacéis idiotas!! ¡Centraos en el plan, no quiero más muertos!

Pero esta voz queda eclipsada por una atronadora, y reconocible, voz al sur de la sala que dice:

 - ¡¡QUÉ COJONES ESTÁ PASANDO AQUÍ!!

Mordred se giró instintivamente, y le pareció que vio un destello a sus espaldas, ..., ¿quizá la ceguera remitía?

Dredmor seguía en su, pensaba, posición desafiante. Sin embargo, ninguna respuesta sobrevino a su desafío. Sólo escuchaba el diferente griterío de otra gente que se encontraba en la sala, lamentándose de haberse quedado ciega.

Entre la muchedumbre se escucha una tenue voz de la anterior chica:

 - ¡¡Pero qué hacéis idiotas!! ¡Centraos en el plan, no quiero más muertos!

Pero esta voz queda eclipsada por una atronadora, y reconocible, voz al sur de la sala que dice:

 - ¡¡QUÉ COJONES ESTÁ PASANDO AQUÍ!!

Después de su desafío, el tiefling no había recibido respuesta y los sonidos que podía escuchar eran señales de movimiento. De pronto la voz de la chica volvió a oírse, esta vez menos segura de si misma tratando de imponer el orden en su grupo de acción... Y al momento la voz inconfundible de Larur entró en escena, llegaban los refuerzos...

Dredmor aún era incapaz de ver pero para orientarse utilizó el oído y trató de hablarle a los ladrones, no podía ser otra cosa que un robo, para amedrentarles un poco...

Ahora sí que la habéis cagado!!! No tenéis ni idea de con quién os estáis jugando los cuartos!!! Salid de aquí antes de que tengamos algo que lamentar!!!

El teatrero tiefling puso en marcha toda su parafernalia infernal, giraba sobre si mismo encorbado agarrando su capa de manera teatral mientras enseñaba sus afilados dientes en una terrorífica sonrisa que prometía dolor y muerte....

- ¡Touché! - exclamó con extraño accento el colorido y elegante mediano cuando el mago soltó el pergamino de las manos fruto de su hechizo. Pero la victoria duró poco, pues un proyectil mágico impactó en él hiriendolo levemente y rasgandole uno de los dobletes del pequeño chaleco que llevaba. - ¡Por la Rosa Eterna, como osáis desgarrar la tela de mi ropa! - exclamó con indignación el mediano, como si ese fuera el mayor de los problemas en aquella caótica sala.

Mirn abrió la mano que le quedaba libre (pues con la otra sostenía una espada corta que bien podría ser un abrecartas) y de ella emanó un rayo brillante dirigió hacia uno de los matones pero que no supó si logró impactar, debido a la espesa niebla que había creado de la nada el individuo de tez morena.
 

El menudo, aunque decidido, clérigo de Shelyn recibió el impacto del proyectil del mago con gran entereza. Sin embargo, parecía que no iba a recular ante este aviso, y con gran decisión arremetió contra uno de los malechores invocando los dones de Shelyn. Pero el velo de niebla que los cubría, también era un abrigo para los malhechores, y si chisporroteante arco pasó a escasos milímetros de su contrincante estrellándose inofensivamente en una mesa de la sala.

Mordred escuchó la voz del recio Larur. Sin duda algo brutal estaba ocurriendo allí, pero el tiefling era incapaz de ver qué estaba sucediendo. Cegado por el conjuro, el pícaro pensó que lo mejor era mantenerse bajo la mesa y no hacer ni el más mínimo ruido. De aquella guisa no podía enfrentarse ni al más inane de los asaltantes.

A pesar de eso, cierta sensación de esperanza comenzaba a florecer en el corazón del bribón, pues llevaba unos segundos que ya comenzaba a diferenciar sombras entre la terrible noche que suponía vivir bajo un manto de ceguera. 

Zendr contempló atónito como el hombre de tez oscura hizo surgir de la nada una espesa niebla que los cubrió por completo. Apenas podía ver nada, pero pudo escuchar el inequívoco ruido de la reyerta y el de algo pesado cayendo al suelo; probablemente un cuerpo. Fastidiado por el cariz que estaba tomando el asunto, decidió prepararse para un inminente combate (que a todas luces había comenzado ya). Dado que ya no hacía falta el disimulo, agarró una daga en cada mano y optó por pasar a la acción. Iba a ponerse en movimiento, tanteando entre el frío manto que se había levantado, cuando se percató de algo y no pudo evitar echarse a reír: - ¡Al final va a ser cierto que no veo nada!- Dijo para sí con una socarrona sonrisa perfilada en el semblante. Luego, sabedor de que la situación requería seriedad, esgrimió de nuevo una actitud adusta e intentó confeccionar un mapa mental de la estancia para moverse. Con todo, no logró evitar tropezarse un par de veces.

Mordred seguía escuchando, aparte de los gritos y desesperaciones de algunos jugadores y camareras, la refriega que parecía haber, pero seguía sin ver nada, ..., o sí. La oscuridad pasó a ser sombras confusas, pero que poco a poco iban ganando nitidez con gran velocidad.

En medio de estos momentos de recuperación visual escuchó claramente:

 - Ahora sí que la habéis cagado!!! No tenéis ni idea de con quién os estáis jugando los cuartos!!! Salid de aquí antes de que tengamos algo que lamentar!!!

No podía ser otro que tu hermano. Te giras instintivamente, y lo intuyes ver de pie, totalmente sólo y estático, "plantando cara" a los malhechores.

Y al fin sucedió lo que más temia. Martin, poco dispuesto a perder aquello que había ganado saco una hachuela de las suyas y se enzarzó en combate. Y como era de esperar, el numero de malhechores era elevado y el pobre leñador acabó en el suelo cubierto de cortes y heridas.

- Martiiiiiin!!! - vociferó Bodhi al oir el plof de su cuerpo al caer. Y tanteando el suelo como un ciego con la punta de su sandalia, el pescador comenzó a buscar a su amigo herido. La niebla impedia toda vision, tal como debía ser, pero guiandose por el sonido de la caida, Bodhi topó al fin con lo que parecía ser algo tirado ene el suelo. Al agacharse y palpar la sangre, no le cupo duda de que era martin. Rapido y eficaz, el muchacho de la selva comenzó a tratar los profundos cortes de su amigo, intentando contener la hemorragia que se llevaba su vida.

Bodhi se acercó como pudo en la densa niebla que se asemejaba que podía cortarse con un cuchillo. Tan densa era que le costó localizar al bueno de Martin, pero al final llegó a su lado y lo pudo contemplar mejor. Estaba tumbado con dos grandes cortes en el estómago de dónde emanaba abundante sangre, un simple vistazo de la herida le bastó a Bodhi para cerciorarse que su amigo, quizá el único, estaba irremediablemente cruzando las puertas al otro mundo.

Sin embargo Martin, sancando fuerzas de la flaqueza, abrió pesadamente los ojos y pudo extraer aire de sus pulmones para dedicar unas últimas palabras a su amigo:
- Parece que el juego ha sido al final mi perdición, ..., cof, cof ... - tosió escupiendo sangre - ...., pero no juzgues a las cosas, sino a las personas, ..., las personas son capaces de lo mejor y de lo peor, ..., aunque a veces hay que enseñarles la realidad en toda su crudeza para que se percaten de algún daño que están haciendo a alguien, ..., o a sí mismos, ...  - la vista de Martin empezó a perderse - ..., verás que esta ciudad todavía puede salvarse, aunque el cáncer esté extendido por todas partes, ..., todavía hay personas que merecen la pena ...

Finalmente, la vista de Martin se perdió entre la niebla presente. El forzudo leñador se fue, con sus virtudes y sus defectos ....

El enano irrumpió en la sala con cara de pocos amigos y apartando a la gente a medida que entraba, pero sus cortas piernas no daban más de sí:
- ¡MALDITOS RATEROS! ¡QUITAD VUESTRAS SUCIAS MANOS DE ESTA SALA DE JUEGO! - Gritaba mientras intentaba abrirse paso entre la gente.

Por otro lado, la chica tuerta siguió increpando a parte de los matones, y al resto les siguió dando órdenes:
- ¡Salid de la niebla tontos y proteged esa zona! - Dijo a los que tenía al lado, y girándose al resto añadió - Y vosotros dos proteged aquella zona, ..., ¡y nada de muertos!

Los matones procedieron a obedecer retrasándose y emergiendo de la niebla densa conjurada, quedándose atentos por si alguien salía de allí. Por el contrario, los otros dos se prepararon para proteger la zona.

Uno de ellos salió al paso del guardia del Goblin Dorado que venía a detenerlos. El guardia aprovechó para lanzar una estocada, pero el matón esquivó con facilidad, y aprovechando el impulso del guardia dió un golpe a la espada de este y se la arrancó de sus manos. El guardia, viéndose desprovisto de su arma, no se lo pensó dos veces y trató de lanzarle un puñetazo al matón. Este reaccionó e intentó arremeter antes, pero esta vez el guardia estaba preparado y fintó a su izquierda para lanzar el puñetazo con la derecha. El puño revasó las defensas del matón y se terminó implantando en la cara de este.

El mago, con un pergamino en la mano, se dirigió hacia el cofre del premio del torneo, desplegó el pergamino y lo recitó. Acto seguido el cofre parece encogerse hasta quedarse como una fina tela.

La oscuridad se seguía cerniendo en el hermano hechicero. Pero a cambio, su oído parecía discernir algo de lo que estaba pasando. La inconfundible voz de Larur volvió a sonar atronadora en la sala, pese a la cantidad de gritos de la muchedumbre:

- ¡MALDITOS RATEROS! ¡QUITAD VUESTRAS SUCIAS MANOS DE ESTA SALA DE JUEGO! - La voz parecía cada vez más cerca.

Por otro lado, volvió a escucharse la voz femenina que siguió dando órdenes:
- ¡Salid de la niebla tontos y proteged esa zona! - Y acto seguido añadió - Y vosotros dos proteged aquella zona, ..., ¡y nada de muertos!