Partida Rol por web

Un guerrero tatuado de ascendencia varisia emergió de la niebla con un par de dagas en ristre. Sin pensarlo ni un ápice, el muchacho lanzó un par de cuchilladas que dejaron al matón en una maltrecha situación.

Mordred vio en aquella irrupción la oportunidad de dejar al matasietes fuera de combate, y con un nuevo gesto felino, extrajo otra daga y la lanzó con otra demostración de puntería supina. Las dagas arrojadas por el vástago infernal, volaban por el aire imprimidas por la fuerza demoníaca que discurría por las venas del pícaro. El arma se hundió profúndamente en el tórax del matón, que cayó al suelo sin remisión.

Los recuerdos que durante años quiso olvidar el tiefling, comenzaron a aflorar nuevamente en el tramposo jugador. La instrucción que realizara en aquella lejana isla, emergió evocada por la necesidad del combate. Mordred había sido tutelado con un sólo objetivo... ¡¡El asesinato!! Y sus dagas eran pruebas fehacientes de ello. Llevaba media vida intentando escapar de ello, pero todo su aprendizaje fluía como un reflejo instintivo que lo empujaba a matar sin compasión. Seguramente aquel grupos de tunantes, fueran en su mayoría un grupo de ignorantes conducidos por un líder con mucha mala fe, pero cada vez que sus dagas se hincaban en el cuerpo de una nueva víctima, Mordred no sentía pena... más bien éxtasis. Como si fuera adicto al acto de arrancarle la vida a los demás.

¡¿Qué le habían hecho?! ¡¿Cómo podían haberlo convertido en ese monstruo que deseaba desterrar?! ¡¿Por qué se sentía tan vacío?! 

El proyectil del otrora asesino, salió con precisión milimétrica en busca de su objetivo. Pasó a un escaso metro de Zendr, y se hundió profundamente en el desprevenido ladrón, que sólo pudo llevarse la mano al vientre para contemplar como de este comenzaba a emanar su vida en forma de rojo elemento. Acto seguido se desplomó en el suelo ya inconsciente ...

La situacion se tornaba caotica en extremo. Los guardias del tugurio arremetian contra los matones sin reservas. De la nada surgian llamaradas y explosiones destelleantes, a buen seguro obra del mago ladron y tal vez de algun cliente del antro que tambien gesticulaba, balbuceaba y brincaba como el anciano Mtombo de su tribu antes de conjurar algun efecto. Uno de aquellos seres deformes con cuernitos de chivo apareció para atacar a los matones, el grandote bronceado había sacado dos cuchillos y tambien bregaba con los truhanes, y por ultimo el hombrecillo elegante se colocó a su vera. Parecía que los bandos comenzaban a dibujarse. El matachín al otro lado de la mesa era su objetivo. Con la mano extendida, y los ojos ardiendo de azul noche, Bodhi susurró el nombre del Mar y este hizo acto de presencia. Pero la mesa obstruia la ligereza de movimientos, el y el chorro de agua salina salio con furia de la nada para barrer el mueble y dejarlo limpio de lo que tuviese encima, destrozando copas, vasos y todo lo que halló a su paso. El maton enfrente suyo, quedó intacto.

De la fulgurante ira al hastío profundo había un paso, y para el hechicero tiefling era un paso muy estrecho. Se sentía como el niño al que no le dejan jugar y se enfada, y como tal se comportó. Se cruzó de brazos, puso un mohín en su cara y se limitó a esperar acontecimientos.

Pues me enfado, ala...

Aunque todo era postureo, con el resto de sus sentidos intentó hacerse una idea de qué podría estar pasando a su alrededor y cual sería su reacción cuando pudiera verlo con sus propios ojos. Estaba claro que estaban siendo víctimas de un robo... bueno, ellos no...el Goblin Dorado. Mal inicio para un negocio.

La escena siguió a velocidad de vértigo. Larur, con una especie de sexto sentido, giró sobre sus talones y empezó a correr hacia la puerta, mientras gritaba algo:

 - ¡RÁPIDO MUCHACHO!¡A LA PUERTA!¡PRETENDEN ESCAPAR CON EL COFRE!

Como una confirmación de sus palabras, la chica tuerta termina de recoger la tela extraña en la que se ha convertido el cofre y desaparece en la niebla.

Mientras tanto, los guardias intentaban reducir a los ladrones con suerte dispar. Mientras al norte se producía un intercambio de estocadas estudiadas sin un claro ganador, al oeste se intercambiaban duros golpes con el sano objetivo de ver quién aguantaba más.

Por otro lado, el mago continuaba desaparecido en medio de la niebla ...

El desconcierto, la frustración y el poco equilibrio mental del extraño hechicero tiefling desembocaron en una decisión de no realizar acción alguna. La ceguera seguía con visos de no cesar por el momento. Y lo único que llegó a sus oídos, por encima del estruendo de la liza que allí se producía, fue la voz de Larur diciendo:

 - ¡RÁPIDO MUCHACHO!¡A LA PUERTA!¡PRETENDEN ESCAPAR CON EL COFRE!

Tras su escena de niñato malcriado escuchó como Larul le conminaba a ir hacia la puerta para cortar la retirada del grupo de asaltantes. Al parecer no era consciente de su condición de afectado por una ceguera total. Se lo haría saber….

¿Y DONDE COÑO ESTÁ LA PUERTA? SI NO PUEDO VERME LA MANO, COMO PARA SABER DONDE ESTA LA PUERTA...

Mientras tanto empezó a moverse pasitos cortos a izquierda y derecha con los brazos abiertos esperando tocar algo… o por lo menos entorpecer a alguien. Era un puto mueble en medio de una situación que le superaba. De nuevo volvió a enfurecerse, alguien iba a pagar toda la furia que se estaba comiendo. Como recuperase la vista y tuviera un objetivo claro no se iba a cortar un pelo.

El mediano de sombrero de ala ancha y perfumado olor se asomó entre las piernas de uno de los guardias que había junto a Bodhi y extendió la mano hacia el matón más próximo y emanó una especie de rayo electrizante que impactó de lleno sobre una de las mesas lanzando por los aires vasos, platos, jarras, comidas y todo lo que hubiera en una escena de lo más grotesca dentro de aquel caos en el que se había convertido el salón del Goblin Dorado.

El pequeño mediano estaba bastante herido, pero parecía fiero y con ganas de combatir.

Zendr notó cómo algo pasaba volando muy cerca de él. Un instante después veía cómo el puño de un cuchillo sobresalía del pecho de su "pareja de baile".

El muchacho giró la cabeza y vio al desconocido que lo había arrojado. El varisio le saludó con la cabeza en señal de aprobación y gratitud.

El hecho de estar entablando combate hizo que al joven le sobreviniese un subidón de adrenalina. Estaba eufórico, casi fastidiado de que le hubiesen quitado la presa. Con todo, no manifestó su desengaño; al fin y al cabo, la ayuda es siempre bien recibida.

Momentos después, la atronadora voz que antes se había oído volvió a hacer acto de presencia. Aseguraba que los ladrones escaparían por la puerta e instaba a los que se encontrasen cerca a seguirle. Esto extrañó a Zendr, ¿unos ladrones que escapan por la puerta principal sin más? Incluso a él se le habría ocurrido algo más elaborado. Sin embargo, un breve vistazo le reveló que, en efecto, la zona de la puerta estaba totalmente vacía (sin contar a la gente desperdigada por el suelo) y la extraña niebla que levantó el hombre de tez oscura les podía llegar a facilitar la huida.

Así pues, sin tiempo para elucubraciones, decidió acercarse también a la entrada.

Con todo, encontró unos segundos para volver la cabeza y dirigirse al extraño hombre que le había ayudado:

- Puede que tenga razón, es posible que allí encontremos otros aspirantes a cadáver, ¿vienes?

- ¿Aspirante a cadáver? ¿Qué te pasa, Zendr? - El lado sano de su cabeza estaba horrorizado por las palabras que habían salido de sus labios. Pero daba igual, ahora estaba inmerso en el frenesí de la lucha, ya habría tiempo para arrepentirse.

Mordred miró a los ojos de aquel fiero varisio. A punto estuvo de lanzarle una daga, pero cuando su mano de forma instintiva realizaba el camino de buscar la empuñadura, los labios de aquel bestial guerrero dibujaron una sonrisa. En ese momento supo que no tendría que enfrentarse al hombre tatuado. Sin tiempo siquiera para pensar, la voz de Larur resonó como el repicar de un martillo. El pícaro hizo caso al jefe de seguridad del Goblin Dorado, pero dudaba seriamente de que yendo hacia la puerta consiguieran hacerse con el tesoro.

Sea como fuere, se dio cuenta de que sus pasos y los de aquel guerrero tatuado eran los mismos. Con lo que bien pensado, no estaba mal contar con un aliado en caso de que la cosa siguiera "movidita" como hasta el momento.

El pandemonium seguia a buen ritmo. Cuchilladas, ataques lejanos, carreras y zancadillas componían una musica disonante que ponía banda sonora a aquel desastre de velada. El hombre-diablo y el bronceado barbudo parecía se entendian bien en el arte de causar dolor, y el pequeño hombrecillo mariposa continuaba invocando energias extrañas, pero sin recurrir a las pantomimas de magos y hechiceros... sería otro mensajero de lo que los hombres llamaban dioses? Pudiera ser... Bodhi, por su parte se encaramó a la mesa que antes había desportillado y volvió a ser uno con el Oceano. Sin embargo, el Oceano tenía otras cosas en que pensar, puesto que su chorro de agua salada se escurrió entre los pies del maton que tenia enfrente, mojandole el calzado y dejandole las botas limpias como si fuesen nuevas... es posible, susurró una voz dentro de si que parecía la del malogrado Martin, que el muy desgraciado acabe dandote las gracias por limpiarle los pies... El negro de la selva sintió una punzada de nostalgia. Iba a echar mucho de menos a Martin y sus bromas procaces.

Entre la confusión generalizada, y la frustración experimentada por Dredmor, un pequeño haz de luz vino a él. Las sombras comenzaron a definirse, y en la mente del hechichero, supo que el efecto temporal de ceguera se comenzaba a disipar ...

La escena volvía a suceder a ritmo de vértigo. Larur se desplazaba y llegaba a una de las puertas, fijando la mirada en la niebla. El que saliese por aquella zona, no le haría gracia encontrarse con un enano malhumorado, aunque este estuviese desarmado.

Por otro lado, la chica tuerta, y su tunicado amigo, seguían en paradero desconocido.

Los ladrones que quedaban, que no habían sido reducidos, tuvieron comportamientos diferentes. Mientras el de la zona este, decidió huir al recibir varios golpes y no conseguir tumbar al guardia con los múltiples que le había dado él, el de la zona norte volvió a intentar desarmar al guardia de forma infructuosa, ganándose un mamporro en el costado. Este último hizo el ademán de huir ante semejante adversario y las ayudas de este que tenía alrededor, pero su cara mutó inesperadamente a una mueca de odio y se quedó para plantar cara al guardia.

El guardia de la zona este, aunque con la cara y el cuerpo dolorido por los golpes, inició la persecución tras del ladrón que había decidido huir.

El pequeño mediano de coloridas ropas y sombrero de ala ancha se mantuvo tras el guardia que forcejaba con el matón que había quedado más rezagado. Aquel ataque al local estaba resultando de lo más caótico, y probablemente aquel caos era precisamente la mejor arma de los alborotadores para huir habiendo cumplido su propósito.

Mirn se acercó hasta el guardia - ¡Lo necesitaremos vivo! Dejame ayudarte.... - dijo con su voz de tono melódico al tiempo que un remolino de pétalos de rosas empezaba a arremolinarse alrededor de él como si fueran movidos por el viento. El mediano trató de tomar la mano del matón para sucumbirlo a aquella especie de encantamiento. - ¡Soy uno de los rojos petálos de la Rosa Eterna, permite que mi aroma te envuelva, dejate llevar! - pronunció siseante el clérigo de Shelyn.