Partida Rol por web

En medio del fragor de la batalla, percibíis una sombra que pasa cruzando la sala, cuando por un instante levantáis la vista, véis que la jaula del viejo Scratch está abierta, y el demonio está sobrevolando la sala y parece lanzar improperios a todos los que estáis abajo.

La mano del pequeño clérigo de la diosa del arte se introdujo en el costado del bribón, liberando las energías de la encandiladora dama, y este quedó atontado por estas ...

A través de la espesa niebla no se veía un carajo. Zendr se acercó un poco más a la puerta. Si tenían planeado salir por ahí, tendrían que pasar por encima del varisio; y bien sabe Desna que no hay en el mundo nada más peligroso que un varisio cabreado con dos cuchillos. - Bueno - pensó - Eso y mi madre con el cucharón de madera. El muchacho no pudo evitar que una nostálgica sonrisa se perfilase en sus labios al recordar a la buena de Fentha ¡Qué cucharazos pegaba!

- Bueno, a ver si aparecen ¿no? - dijo, dirigiéndose al enano - Me estoy empezando a aburrir.

Mientras pensaba qué más cosas pueden llegar a ser peligrosas, una sombra cruzó la sala. Al dirigir la vista hacia arriba, vio revoloteando a la criatura que antes estaba enjaulada. El joven deseó para sus adentros que "aquello" no fuese otro enemigo. Jamás lo reconocería abiertamente, pero se sentía un tanto intimidado por el ser alado.

El tiefling redujo la velocidad de su carrera entre los cuerpos estirados y acurrucados de la gente que se hallaba en el Goblin Dorado. Si debía detener o combatir con alguien, sería mejor que lo hiciera desde una ventajosa posición. Rápidamente se acurrucó en el suelo junto a un par de camareras de buen ver. Se llevó el dedo índice a su boca en señal de que no hicieran ruido. Quizás esa artimaña fuera suficiente para ganar la sorpresa y cazar al mago o tal vez, a la chica tuerta... A ésa le tenía ganas...

- Ssssssh... ¡¡No hagáis ruido!! ¡¡No os va a pasar nada!! ¡¡Aquí estoy yo!!- dijo el semiinfernal de piel carmesí, mientras sonreía con su pícara mirada. 

Bodhi bufó como un gato rabioso. El Mar se hacía els ordo, y lo unico que conseguia era rociar de agua salada el suelo del tugurio. Sin pensarlo dos veces, metio la mano en sus ropas, extrajo el cuchillo de pesca de su padre y se lanzó contra el atontado rufian con la intencion de agarrarlo del pelo y abrirle la garganta como a un pez. Pero la cacharreria de la mesa por sobre la que pisaba alertó al inmundo, pues este se giró en el ultimo segundo y eludió limpiamente el ataque inocente del negro. Tan atontado no debía estar...

La luz se fue abriendo paso en la negrura que hasta ahora rodeaba al hechicero tiefling. Tardó unos instantes en hacerse una idea de lo que veía, no pudo. Así que se dejó llevar por su vena artística...

¡Oh! ¡Malandrines de mal vivir! Venís a esta humilde morada a sustraernos el pan ganado con el sudor de nuestra frente, vergüenza debiere daros, vulgares ladrones de baja estofa.... Mordred, hermano mío... ¿qué mala fortuna nos persigue que allá donde fuéramos no estamos libres de calamidades?

Dredmor se aproximó lentamente hacia su hermano mientras miraba hacia el guardia que se veía acosado por un desconocido, a todas luces un ladrón... Cuando hubo recorrido una distancia prudencial alzó una de sus manos y pronunció las palabras que desencadenarían uno de sus recursos mágicos más potentes mientras daba giros teatrales con la capa alrededor...

La flojera te invada, feo ruin bellaco,

por mierdas te vayas, a tomar por saco.

Un rayo fulgurante salió disparado hacía el individuo impactándole en el costado, los efectos no tardarían en hacerse ver...

La situación continuó su caótico devenir. El hechicero Tiefling descargó un rayo debilitador sobre uno de los rufianes, y el efecto se hizo notar. Sin embargo, el miedo hizo minimizar el efecto, ya que continuó huyendo. Pero la intromisión permitió que el guardia continuase con la persecución de este.

Por otro lado, el otro rufian, continuaba desituado y no atinó a proceder a un ataque. Este hecho lo aprovechó el guardia para superar nuevamente sus defensas y propinarle otro golpe. Sin embargo, el rufian permaneció en pie.

En la parte de la entrada, emergieron la chica tuerta y el mago, aunque por posiciones diferentes, con la sana idea de huir lo más rápido posible.

El bueno de Zendr aguardaba expectante frente las puertas del local. De repente, una figura ataviada con una túnica emergió de la niebla.

La voz de su padre acudió a sus mientes en forma de recuerdo: - Hijo mío, en asuntos de magos nunca debes inmiscuirte, pues son peligrosos.

Sabedor de que si le dejaba actuar podría hechizarle de algún terrible modo, decidió actuar con celeridad.
El varisio se cruzó en su camino y le asestó un potente golpe al tiempo que gritaba: - ¡Maldito devorador de almas! ¡Aquí tienes a uno que no teme tus trucos! ¡A mí no me convertirás en mujer!
Sin duda, los cuentos que Grigori le contaba sobre el desdichado Horst (quién veía su sexo cambiado debido al embrujo de un hechicero) habían calado hondo en el joven.

Sin embargo, su primer intento falló.
- ¡Ah! ¡Brujería! Eres rápido ¿eh, sabandija? ¡Prueba ahora!

El súbito ataque del varisio, aunque infructuoso, pilló a su pareja de baile con la guardia baja, por lo que éste se vio capaz de dedicarle otra de sus metálicas caricias.

El primer ataque de Zendr fue muy desastroso. Aunque aparentemente estaba preparado para lo que emergiera de la niebla, en cuanto emergió el mago lo pilló con el pie cambiado, y el ataque que lanzó hendió el aire dejado atrás por el mago. Pero él era un guerrero, y sus instintos sí que estaban preparados para el siguiente movimiento del mago a su lateral. Giró instintivamente su daga en la posición retrasada en la que se encontraba, y comenzó un barrido hacia atrás en persecución del mago. La providencia, o el azar, hicieron que, en la carrera que llevaba el mago, uno de sus brazos, con su respectivo brazalete, quedase atrás, y la daga impactó en este con un fuerte sonido metálico, pero sin ningún efecto más.

A pesar de que el matón había quedado encandilado gracias al floral encantamiento al que le sumió Mirn, el guardia que trataba de acabar con él no estaba teniendo nada de suerte por lo que el mediano pensó que tal vez el alcohol había mermado sus facultades.

- ¡Vaya guardia! Como para confiarte la caja fuerte del lugar... - protestó Mirn con cierta indignación. El clérigo de Shelyn se desplazo rápido hacia la izquierda del matón, casi como un pequeño felino, y agitando su espada corta que bien podría ser un abrecartas con una elegante filigrana la clavó en la pierna del matón con ambas manos en su empuñadura. - ¡Touché! Ya es hora que acabe el baile para tí rufián de tres al cuarto. - exclamó el siervo de la Rosa Eterna.

El semiinfernal apareció de entre la gente que se acurrucaba en el suelo. Con esa treta había conseguido engañar a la chica tuerta que tanta tirria le estaba cogiendo. Mordred se sintió como una víbora expectante entre las marismas del río Velashu, al acecho de aquella estúpida que pronto pagaría haberse metido con él y su hermano. El pícaro lo tenía todo a su favor, e incluso había aguardado con una daga en su mano, pero cuando ya saboreaba las mieles de una nueva víctima, la punta de su acero chocó contra la madera de una silla... ¡¡Maldición!!

El ruido que hizo fue suficiente para llamar la atención a la muchacha, marrando una oportunidad única.

- ¡¡Puedes agradecer al dios que reces que no volveré a fallar una segunda vez, necia!!- espetó con rabia e inquina el jugador de cartas. - ¡¡Has estropeado el día de mi debut y lo pagarás con el otro ojo, ramera!!- sentenció el bribón dispuesto a cortarle la lengua a aquella mujer.

El enano estaba mirando con cara de odio al mago que acababa de emerger de la extraña niebla que había en la sala. El malandrín pretendía escaparse por la misma puerta de entrada, y eso era un hecho que Larur no iba a permitir en absoluto.

En una distracción del mago, a causa del ataque de Zendr que había estado a escasos centímetros de conseguir su objetivo, Larur se escabulló por una de las puertas. Realizó un rodeo en el pequeño vestíbulo de entrada para posicionarse delante de la otra puerta, la que pretendía abrir el mago, y justo cuando este la estaba abriendo, Larur propinó una patada a la puerta de tal modo que esta impactó con la cara del mago con una fuerza jamás experimentada por él antes. El tremendo mamporro lanzó al escuálido mago hacia atrás haciendo que aterrizara, inconscientemente pero milagrosamente vivo, con sus huesos en el suelo.