Partida Rol por web

Keira trepó por la escalera de cuerda hasta llegar a lo más alto del palo mayor. Allí tenían su puesto de vigía, lo que parecía ser su nuevo "hogar". 

La joven no entendía por qué su padre la había enviado de nuevo a hacer guardia. Normalmente era un trabajo que se turnaba... Tendrá su motivo, como siempre... Se dijo, intentando convencerse de sus propias palabras. Pero la verdad, aquel había sido su peor día en el Black Dragon. 

Se apoyó en el borde y contempló la infinidad que la rodeaba. Sus pupilas se dilataron, intentando atrapar el máximo de luz posible. Pero todo estaba oscuro, como si viajaran en un barco fantasma... Ni siquiera parecía que la brisa corriera. La joven sintió un escalofrío recorrer su espalda y una mueca se formó en sus labios. Odiaba aquellas noches en las que las estrellas parecían haberse escondido y les negaban el brillo de su luz.

De pronto, una voz suena a tu espalda.

- Buenas noches, pequeña.

Blake, tu padre, termina de trepar hasta el puesto y entra a tu lado. Te mira con una sonrisa de medio lado.

- ¿Qué tal estas? Te he echado de menos.

Keira estaba tan concentrada en contemplar el mar que rodeaba al Black Dragon, que no escuchó a su padre trepar por la cuerda. Se volvió con una mirada de sorpresa y un grito ahogado en sus labios.

- ¡Padre...! - Allí sí que podía llamarle como siempre, allí estaban solos y en aquel momento agradeció a las ocultas estrellas que le hubiera mandado hacer aquella odiada guardia. Se lanzó a sus brazos y enterró la cabeza en su pecho, como cuando era pequeña y llevaba unos días sin verle. 

Al darse cuenta de que se estaba comportando como una cría, se apartó y sus mejillas adquirieron un suave tono rojizo. 

- Yo también te he echado de menos. Me cuesta verte sólo como al capitán, pero me esfuerzo... - Sus labios se torcieron en una sonrisa. - Llevo enfadada todo el día... - Le confesó apartando ligeramente la mirada, clavando nuevamente sus pupilas allá donde llegaba la luz del barco. Siempre había tenido esa confianza y lealtad con su padre, y, por muy enfadada que se sintiera, nunca la rompería. Suspiró y le miró de soslayo... - Todo ha cambiado y me siento muy perdida. Además, no terminan de gustarme los nuevos... En ellos nunca encontrarás la fidelidad de tus hombres, están deseando poder pagar lo creen que deben e irse de aquí. No saben valorar sus vidas... -

Blake asiente y pasa sus dedos callosos por tu mejilla.

- Se que tienes muchas preguntas, y a mi me gustaría contarte muchas cosas, pero no hay mucho tiempo y hay cosas que todavía no te puedo decir. - Como siempre que tratáis algo importante, Blake se coloca a tu lado, mirando al horizonte, esta noche un simple mar de oscuridad. - Se que te lo pido a menudo, pero tienes que confiar en mí. Aunque eres mi hija, y tienes derecho a ciertas cosas. Así que dime por qué estas enfadada y te contaré por qué te he reunido aquí esta noche.

Después de lo que había pasado estaba claro que la mayoria de los presentes en la cena no estaban en la misma situación que Lidia. Sabía que no pensaban lo mismo. Tras llegar al comedor se sienta en la mesa con el resto. Cogé uno de los platos y después de que esté lleno se sienta a comer sin decir una palabra.

Pasados unos minutos observa como llega el capitán enfrente de ella. En ese momento deja la cuchara en la mesa y ojea al capitán, este tras acercarse a la mesa pronuncia un saludo. Lidia le hace un gesto con la cabeza mientras observa como mira al resto parando su mirada en Keira. Dirijiendose a ella le comunica su siguiente tarea.
- Estoy segura que hoy o es tu día Keira.- Pienso mientras miro de nuevo mi plato y me centro en la comida que cada día sienta mejor.

Al instante casi como si hubiera podido leer su pensamiento Keira se levanta y va a realizar sus tareas.

Cuando Karinna llegó a la mesa Lidia no hizo ningún gesto, ni siquiera contestó a la mujer, estaba entretenida con los gestos del capitan y la tripulación.

-Sin duda, Pol es muy diestro- pienso impresionada por todos los platos que trae a la vez.

Me siento con Eskjö y Pol, de muy buen humor. Sonrío a Karinna, siempre tan cortés y educada a pesar de su aspecto cansado.

- Bien, hemos afianzado los nudos. Mañana, seguiremos teniendo velas- contesto en tono de broma.-¿Y tú? Pareces cansada...

Miro al capitán cuando da las órdenes y asiento. Me gustaría preguntarle qué vamos a hacer pero ha sido una buena tarde y no me apetece discutir ni enfrentarme con un hombre tan pomposo. Keira se va sin comer nada. 

- Umh, si ella va a hacer guardia... ¿podremos turnarnos la cama?

Keira suspiró y, mientras sus ojos ambarinos sondeaban la oscuridad, empezó a hablar dejando que su corazón desatara todo aquello que la atormentaba.

- Llevo trece años contigo. Siempre te he admirado y sabes que haría cualquier cosa por ti. Pero de repente, cuando me has empezado a tratar como a esos extraños, a esos que gracias a ti pueden ver un nuevo amanecer y te lo pagan con quejas y lamentos, entonces me he sentido pequeña e insignificante. Siempre me he sentido orgullosa de ser tu hija, poder decir que soy la hija del capitán Blake Lemacks, y ahora... - Durante unos segundos se mantuvo en silencio. Sentía el corazón en un puño y las manos frías... - Ahora es como si fuera igual que ellos... para ti... - Terminó diciendo en un susurro y sin apartar la mirada de la negrura que les rodeaba...

Blake se apoya de nuevo en la baranda, observando bajo sus pies la cubierta y los marineros en el trabajo.

- Keira. Te he dado responsabilidades, te he puesto a realizar labores que otros marineros realizan. Estamos faltos de personal y necesito a todo el mundo trabajando. Tu y Pol teníais el cometido de vigilar la actividad de los nuevos miembros allí donde mis ojos no podían mirar.

Calla durante unos segundos, abre la boca un par de veces, como si fuera a decir algo, pero duda y vuelve a cerrarla. Blake siempre ha sido directo y verle acechado por la incertidumbre es algo extraño para ti. Finalmente, parece que va a hablar. Suelta un largo suspiro y, sin mirarte, te agarra la mano con sus enormes dedos.

- Me estoy haciendo viejo, hija mía. Por suerte pronto podré encontrar la paz que llevo buscando durante tantos años. Mi viaje habrá terminado, sea cual sea el final, y me retiraré de esta vida... Por eso necesito ver que puedes desenvolverte sola, que puedes ser otra marinera más y que puedes ayudarme. Necesito ver que puedo confíar el Black Dragon a la capitana Lemacks...

La usurra nos pregunta amablemente qué tal nos ha ido la tarde cuando nos sentamos a comer. Tras tomar asiento y después de que Clady responda amablemente a Karinna, yo mismo hago intervención en tono bastante humorístico.

- Sí, aquí Clady necesitaba un par de brazos fuertes y nos esclavizó a Pol y a mí a apretar nudos... Le faltaba el látigo. Así que ahora tenemos hambre, me muero de ganas por comer.

Luego comienzo a servirme la comida, y una vez están todos servidos, empiezo a comer con ganas, pero teniendo cuidado de no parecer demasiado ordinario. Sin duda, estar en un barco abre el apetito como ninguna otra cosa.

- ¡Nooo...! - 

Keira se volvió a mirar a su padre, sus ojos se habían llenado de lágrimas al escuchar sus palabras.

- No digas eso... Todavía te queda mucho tiempo para ser el capitán del Black Dragon... - No podía imaginarse el navío sin la presencia del capitán Blake. Sabía que algún día llegaría el momento en el que ella acabara teniendo su propio barco. Siempre había admirado a su padre y deseaba poder llegar a ser como él. Pero en el fondo de su corazón no quería que llegara ese día, no quería perderle ni como capitán, ni como padre...

- Siempre he seguido tus pasos y he hecho lo que me has ordenado. Sabes que nunca te he discutido, y aunque no estuviera de acuerdo, sabía que tenías tus motivos y te he obedecido. Pero no quiero perderte como a Will, ni como a Thomas ni como a Antonio... - La joven se mordió el labio. Sabía que si su padre dejaba el barco, posiblemente no volvería a verlo... Y aunque su sueño siempre había sido llegar a ser como él, le horrorizaba la idea de perderle...

- Keira. Basta. Esto no tiene discusión posible. - La severidad característica de Blake, esa que te había convertido en la mujer que eras y que a la vez tanto odiabas, había vuelto a los ojos y a la voz del capitán.

- Eso ocurrirá, y no dentro de mucho. Pero antes necesito terminar algo, y necesito a esa gente. Pol, Feisal y Héctor me han hablado bien de la mayoría. He visto que te llevas bien con ese avalonés, Edward. Alguno de esos podría ser parte de tu futura tripulación, o no, pero por ahora deberán servir a mi causa. Hay un solo punto negro. La tal Stanford, ¿qué me puedes decir de ella?

Keira apretó con fuerza los dientes y apartó la mirada de su capitán. Odiaba cuando le hablaba así...

- ¿Edward? - Le preguntó, sorprendida, cuando él hizo referencia a que se llevaban bien. - Sólo hemos hablado un par de veces. Si quieres que te de mi opinión más sincera, te la daré... Creo que ni la señorita Stanford ni Edward llegarán a sentirse nunca tripulantes del Black Dragón... Sienten que nos deben algo y estarán aquí hasta que consideren que han pagado su deuda. Edward es un alma inquieta y el estar aquí, sin hacer nada, le atormenta... Y la señorita Stanford... No soporta las órdenes y siente que la esclavizamos. Esta misma tarde se lamentaba, diciendo que estaba mejor en esa asquerosa prisión... - 

La joven volvió a entrelazar su mirada ambarina con la de su padre. Su expresión estaba seria y sus ojos mostraban una expresión distante, como siempre que él le echaba bronca... La brisa marina jugaba con sus cabellos cobrizos, y en un acto reflejo, ella se caló una vez más, el sombrero.

- Edward le dijo a Pol que le gustaba el barco. No tiene que quedarse mucho, lo suficiente. Saldrán de aquí, si quieren, cuando yo diga que han pagado su deuda. Hasta entonces me da igual si se integran o no. En cuanto a Stanford, esta noche hablaré con ella.

Blake te sostiene la mirada durante unos minutos. La brisa hace un torbellino curioso entre vuestros cuerpos, de forma que vuestra rojiza cabellera se mezcla durante unos segundos antes de volver a posarse. Pero al momento tu padre suaviza sus ojos.

- Venga, pequeña. No me mires así. Se por lo que estas pasando. ¿Crees que me siento feliz mandando a mi propia hija a vigilar a unos ex-convictos que debo mantener en mi barco? No, cariño, no. - Su enorme mano se apoya en tu menudo hombro, apretándolo cariñosamente. - Pero no hay otra opción, y Pol y tu sois los únicos que me podéis ayudar en esto.

Saluda cordialmente a todos los presentes y juega un poco con su comida antes de ingerirla. Esta vez su mente parecía algo mas dispersa, casi distante.

Nada complicado, subir cosas, bajar cosas... tal vez arrastrar algo de vez en cuando. Nada tan divertido como atar nudos sin duda. Lidia sin duda parecía muy callada, parece que las palabras de Keira le habían afectado y su propio comentario tampoco había ayudado.

Supongo que pronto te convertirás en toda una especialista en el arte de anudar- Le guiña el ojo mientras dirige su atención a Clady. Recuerda la conversación del día anterior y al parecer era la favorita del capitán para dicha tarea. 

Keira asintió con la cabeza y una sonrisa sesgada se dibujó en sus labios.

- No, sé que no te gusta. Y perdona por haberme obcecado... - La joven siempre había sido bastante tozuda. - Me esforzaré más... - Prometió, entrelazando su mirada con la de su padre. Sus iris brillaban por la adoración que sentía por él. Volvió a abrazarlo, enterrando de nuevo su cabeza en su pecho. Durante unos segundos se quedó así, sintiendo los latidos de su corazón y oliendo el mar en su ropa. 

Levantó la mirada y sonrió de nuevo. 

Blake responde a tu abrazo y también te sonríe.

- Venga, pequeña. Solo un poco más. - Se separa para prepararse para bajar, pero antes, como si lo recordara de repente, te dice. - Por cierto. Mañana mandaré a los nuevos en una misión. Tu irás con ellos. Quiero que seas mis ojos y mis oídos. Ayúdales, pero no intervengas en sus decisiones salvo que lo veas necesario. Es una prueba de confianza hacia ellos. Vamos, ve a dormir. Te espera una dura jornada mañana.

Esperando a que le sigas, el capitán Blake baja raudo la red hasta la cubierta.

El capitán aparece de nuevo cuando ya habéis terminado de cenar y charlar. Más allá de la puerta del comedor véis como Keira entra en su propio camarote.

Blake os mira a todos y es en Lidia quien se paran sus ojos esta vez.

- Veo que seguís aquí. Iros ya a vuestros respectivos camarotes. Mañana estaréis en pie al amanecer y haréis vuestra primera misión. Os daré más detalles en ese momento. Podéis marchar todos, menos tú, Lidia. Sube a mi camarote, es el de arriba, en cubierta.

Sale de nuevo del comedor, andando por el pasillo a paso vivo.

Cuando el capitán Blake da las órdenes, contesto algo monótono.

- Sí, capitán. - Aunque pudiera parecer que no lo hago, me fijo en que haya llamado a Lidia para reunirse con él en su camarote.

"¿Acaso se siente solo y busca compañía? No parece que el capitán Blake sea de ese tipo de hombres, pero quién sabe. Quizá la muchacha le parece extremadamente atractiva... o quizá hay algo que no sabemos de ella. Sospechoso, en cualquier caso."

Inconscientemente me llevo la mano a la barbilla y miro durante un instante hacia Lidia, como si intentase averiguar qué ha hecho, o qué no ha hecho, para ser citada en el camarote del capitán. Aunque lo que en realidad busco es algún gesto en su rostro que indique si está tan sorprendida como nosotros, o si por el contrario ya se esperaba esto.

Lidia ya había comido suficiente mientras el capitán se acercó a la mesa y comenzó a hablar. Seguía la mirada del capitán mientras observaba como el resto de acompañantes actuaba delante de él. Un instante después vió como Keira entraba en su camarote.-¿No tenía que hacer guardía esta noche?.- Pensé durante un fugaz segundo. Al instante vuelvo a mirar al capitán el cual continua hablando.

Aunque ya me lo esperadaba mantengo la mirada cuando se para en mi para comunicar que debo subir a su camarote.- Esto es perfecto.- Pienso al escuchar sus últimas palabras.

Justo cuando voy a bajar la mirada me encuentro los ojos de Eskjö clavados en mi, mientras tiene una mano de positada en la barbilla. Casi me sorprendo más de la mirada del bárbaro que de lo que dicho el capitán cosa que me esperaba, en ese momento caigo en cuenta de que todos estarán igual que el barbaro por lo que decido levantarme y recoger lo que faltaba en la mesa para colocarlo e ir donde me ha ordenado el capitán.

Subes a cubierta y te diriges al camarote del capitán.  Los marineros que trabajan por allí cerca apenas te prestan atención. La puerta esta abierta. La noche es completamente cerrada, sin luna ni estrellas, así que casi no puedes ver nada. Al entrar en la sala ves al capitán Blake sentado detrás de un largo escritorio. Un candelabro lo ilumina a medias, dotándolo de un aire amenazador y fiero. El resto de la habitación está en penumbras, intuyéndose solo siluetas.

- Entra y cierra la puerta. ¿Sabe por qué la he llamado venir, Stanford?