Partida Rol por web

Estoy muy seria delante del contramaestre. Si los dioses me han traído aquí, no es para que vaguee y no aproveche el tiempo.

- Señorita pescado de agua dulce, por favor- bromeo.- Sé manejarme con los aparejos y las cuerdas, hacer buenos nudos, no tengo miedo a trepar... y me desenvuelvo  muy bien en medio de las tormentas. 

Le digo muy llanamente lo que sé hacer.

-Tengo ganas de quedarme al aire libre, espero que le sirva...

Después de ojear la habitación Lidia se decidió a ir a realizar las tareas que le dispensarían para ese día. No estaba demasiado entusiasmada.Después de su inexistente conversación con Karinna y el interrogatorío con Eskjö se planteaba si había elegido bien en el calabozo.

Al empezar el turno se reunió con los dos compañeros de faena. Lidia cogió sus utensilios y comenzó a limpiar sin hacer ningún gesto, no se encontraba demasiado cerca de sus otros dos compañeros los cuales parecián tener cuentas pendientes aunque sí podía escucharles cuando hablaban.

Va a ser un día muy largo..-Pensó mirando al horizonte y volvío a su tarea.

Sin armas? Realmente no recuerdo la ultima vez que usé los puños... Edward se encoge de hombros y sonríe inocentemente Supongo que se una cosa o dos...

Se para de la cama y le da el último mordisco a su manzana Cualquier entrenamiento es bueno, como ya imaginas pase demasiado tiempo en un espacio algo... ríe mientras patea suavemente la pared de madera ...limitado. 

Se cruza de brazos mientras apoya su espalda contra la pared. -Solo Keira? sin duda una mujer bastante interesante si. lo observa con mirada analítica y una expresión algo pensativa Y que me dices del resto de la tripulación?- 

Volví mi mirada hacia los ojos de la usurra de nuevo, y la obsequié con una sonrisa un tanto socarrona.

- Desde luego - comencé a contestar a su pregunta - la última vez que acabé un barco, no había un misterioso embozado que resultó ser después una bella mujer usurra. Ni tampoco esta preciosidad de pelo castaño. - Miré a Lidia con gesto divertido a la par que igual de golfo. - Hay que ver... Con tanto piropo, ya me estoy empezando a parecer al pesado del montaigne... Será mejor que me contenga. - Lancé otra carcajada al aire. Sin duda estaba de buen humor, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto ni estaba tan bien acompañado.

Le hice un gesto a la joven Lidia, que parecía estar algo ausente, y la invité a que se acercase a nosotros.

- Vamos Lidia, no te margines... Acércate y cuéntanos de tu pasado. Al fin y al cabo, aquí vamos a estar todos juntos, y no es plan que algunos se queden a un lado.

- Muy bien, Señorita pescado de agua dulce - Dice el marinero sonriente. Te mira de arriba a abajo, repite el proceso a la inversa y finalmente contesta. - Hay viento fuerte, así que tenemos que asentar los trapos. Comprueba que el estay del palo mayor está firme y mira que las jarcias estén bien atadas a las cabillas. Ah, y no te olvides de los obenques. Si ves cualquier nudo suelto, átalo. Luego comprobaré tu trabajo. - Levanta una ceja - ¿Lo has entendido todo, señorita pescado de agua dulce?

Pul se rasca la nuca y contesta.

- Si hace tiempo que no peleas podrías terminar algo mal. - Suelta una carcajada, pero parece que lo piensa realmente. - Aunque como te apetezca, podemos ir al comedor, ahora estará vacío.

Ante tu última pregunta, él se encoge de hombros, siempre sonriente. - La mayoría son viejos lobos de mar, mientras que Keira es joven como yo, por eso acostumbro a hablar con ella. Aquí te puedes encontrar de todo, pero todo buenas personas. El capitán Blake tiene ojo para la tripulación. - Sus ojos brillan durante unos segundos cuando menciona al hombre.

No me interesaba en particular la conversación que estaban manteniendo al parecer para ellos esto era un periodo de festividad casi en toda regla.

Acercandome un poco respondí a Eskjö.-Cada día que pasa en este barco es un acercamiento a el galán.- Comenté e hice una pequeña pausa.- Mi pasado es de seguro que no será tan interesante como el vuestro.- Digo mirando alternativamente a los dos presentes.- Lo mio sólo fué un error de comunicación y acabé en este barco.-Dije y continué limpiando la zona.

Escucho atentamente lo todo lo que me dice sin poder evitar una media sonrisa. El hombre me ha caído en gracia.

-Si, señor. Me pongo ahora mismo con las tareas encomendadas- contesto más que dispuesta a trabajar todo lo necesario para quedarme al aire libre y haciendo tareas más divertidas que fregar los suelos de la cubierta.

-A ver, a ver... empecemos por lo más importante. El palo mayor y las dichosas jarcias... vamos a ver si todo está en orden...

Al escuchar el comentario de Pol, se peina con un gesto de su mano para finalmente posarla al final de la nuca mientras agacha la cabeza. -Supongo que es verdad, podría recibir unos cuantos golpes de más... pero que más da, tampoco sería la primera vez.-

mmmm, parece que realmente lo admiráis verdad? Parece un hombre que sabe ganarse el respeto de su tripulación. Se estira los brazos y hombros preparándose para el entrenamiento. El comedor me parece bien, sin embargo espero que tengáis algo de piedad con migo, estoy algo... fuera de estado jajaja! 

Algo en su interior le dice que esto va a terminar mal, pero realmente no le importa ya que para él es un desafío, y una buena manera de conocer a Pol. Alguna vez escucho que la mejor forma de conocer a alguien, es cruzando puños ya que en el combate es donde las personas muestran su verdadera naturaleza. Ademas, iba a ser un excelente ejercicio.

Miras cada uno de los nudos, compruebas el cableado de las jarcias y el estado de las cabillas y de cada uno de los aparejos que resisten el embiste del viento.

Parece que todo está correcto, al menos para que funcione, aunque hay un par de nudos que seguramente no vendría de más reforzar.

Camino con decisión comprobando todo lo que se me ha pedido: palo mayor y demás aparejos. Miro torciendo un poco el gesto a los nudos que hay que ajustar. Nunca he destacado por mi fuerza. 

Le pongo ganas e intento reforzar los nudos.

Suena la campana de nuevo. Los marineros empiezan a dirigirse hacia la entrada al nivel inferior, quedándose tan solo de guardia los justos para que el barco continúe en marcha. Os avisan de que es hora de comer, de que dejéis todos los bártulos en su sitio y vayáis al comedor.

La mañana había transcurrido en silencio y limpiando, al parecer no había demasiada cosa que decirnos entre nosotros. Una vez terminó el turno de mañana y llamaron a comer con la campana, recogí el trapo, lo metí dentro del cubo, y me dirigí hacia el comedor con el estómago pidiéndome comida de una vez. "Por lo visto, limpiar levanta el apetito..."

Aquella vigía fue eterna. Keira había estado subida al palo mayor, apoyada en el borde del puesto, y con la mirada prendida en el horizonte. El sol abrasaba su rostro y conseguía colarse a través del ala del sombrero. Su nariz se había puesto como un tomate y sus ojos lagrimeaban... 

Los bostezos fueron su mejor compañía, y el dolor de cabeza la tortura dejada por el ron de la noche anterior. Había observado el trayecto del sol, pero parecía que las horas no pasaban. Al menos tenía un pellejo de agua, que utilizó para refrescarse el rostro y evitar caer dormida en su guardia. 

Escuchaba las voces de los marineros, pero si miraba hacia abajo, un mareo sacudía su cabeza. Mierda... No pienso volver a beber ron en mi vida... Se dijo como tantas otras veces. Quizás aquellas buenas intenciones le duraran una semana, a lo sumo, o hasta que olvidara aquella vigía y una buena conversación hiciera que se animara... Al menos había aprendido la lección y había dejado de competir contra Pol, pero... Aquella noche había estado tan molesta, que había cometido la locura de beber hasta casi caer al suelo. 

- ¡La campana! - Ya era hora... Keira se incorporó y miró hacia abajo. Tenía el estómago revuelto y los ojos llorosos tras tantas horas mirando el reflejo del sol en el extenso mar... Se encaramó a la cuerda como una gata y empezó a bajar a toda velocidad... Cuando sus botas llegaron a tocar el suelo, una sonrisa sesgada se perfilaba en sus labios. Caminó hacia el comedor, contoneándose ligeramente.

Le dolían las manos por la limpieza, el agua y la brisa  no hacían ningún bien bajo ese sol de justicia...pero era su trabajo y no iba a desobedecer a quien le había salvado la vida. Lidia no estaba muy comunicativa, sin duda no estaría hecha al dormir sobre esterillas... y ella tampoco pero tenía las suficientes tablas como para no pagar su mal humor con el resto, a parte de que ella sí había dormido bien.

Cualquier cosa era mejor que ese calabozo apestoso.

-¡Ya era hora!-dice de evidente buen humos limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Alcanzó al norteño en su camino al comedor y le apoyó la mano en la espalda- No ha sido un mal trabajo.

Me volví hacia Karinna cuando me alcanzó de camino al comedor. Estaba empapado en sudor debido al sol inclemente, y se podía apreciar como las gotas de sudor resbalaban por mi frente y mi musculado cuerpo, producto del intenso trabajo con tanto calor. - Sí, no ha sido un mal trabajo... - dije con voz ausente, y mis pensamientos aún perdidos en las caderas de ella. No había dejado de observarla durante toda la mañana, mirando su cuerpo, perfecto, tensos sus brazos, se podían adivinar prietas sus nalgas a través del vestido. Y yo poniéndome malo, intentando mirar para otro lado. "Esta mujer me va a llevar por mal camino... Es endiabladamente bella... Y además tiene algo que... maldita sea. No se por qué tengo tantos deseos de agradarla. No debería ser así. ¡Yo no soy así!" Tras un rato de silencio, volví a articular algunos vocablos, con tono neutro y algo frío. - Ha sido un trabajo muy... productivo, sin duda. Caminé en silencio y algo tenso al lado de Karinna, buscando evitarla con la mirada. No me atraía la idea de que estas se cruzaran y me volviese a pasar lo de la noche anterior. Tenía que mantener el control.

Se toma de la nuca con ambas manos y camina recto hacia una esquina estirando la espalda. Los huesos suenan y la fatiga se hace notar, pero realmente lo peor era el dolor de los golpes -Ya es hora de comer, parece que el tiempo se ha pasado muy rápido. Había estado entrenando con Pol y la falta de ejercicio realmente se notaba, pero había aprendido un par de cosas. 

Despeinado, algo maltrecho y muy hambriento y bastante dolorido Edward acude al llamado de la campana, pero se detiene a mitad de camino y observa a Pol. Buen entrenamiento, es hora de comer ¿vienes?

Miro los nudos con cierta desconfianza, esperando que los ajustes que les he dado sean suficientes. Sonrío en cuanto suena la campana, esperando que sea la señal que marca la hora de comer.

-Tanto ir de un lado a otro ha hecho que me olvide del hambre...

- Estoy contigo Karinna, empiezo a tener mucha hambre.- digo cuando alcanzo a mi compañera de cuarto y a mi compatriota.-Hola Eskjö. Al menos la mañana se ha pasado rápido. ¿Habéis tenido mucho que hacer?