Partida Rol por web

- Hai...

Se colocó al lado de su amiga, con el maletín sujeto por ambas manos delante del cuerpo y miró a Tezuka que seguía bastante callado.

- Buenas tardes, sempai...

El chico simplemente asintió mientras las dejó ir. Él decidió quedarse más tiempo ahí, intentando adivinar qué había pasado y dispuesto a leer las líneas que le tocaría decir en aquella obra. Justo en ese momento se percataba de que había aceptado actuar en público.

Haruka siguió silenciosa a Yukino por los casi desiertos pasillos. La miraba de reojo, intentando adivinar cuál era el estado de ánimo de su amiga que aquel día había sido tan cambiante.

Se despidió con un gesto de la mano antes de marchar con Haruka, demasiado consciente de sus miradas y de su propio rostro sonrojado. ¿Qué le pasaba aquel día? Se apartó el cabello del rostro, sin saber qué decir o hacer pues no quería que Haruka la interrogara sobre el tema pero la chica no parecía demasiado dispuesta a hacerlo, más bien parecía totalmente confundida.

- Ah...¿qué habéis hecho en clase?

- Nos han puesto un examen la semana que viene de Biología. Solo hay que memorizar, así que no creo que tengas que preocuparte mucho.- le explicaba la chica.- Y nos han dicho que vayamos pensando qué queremos hacer como clase en el día de puertas abiertas. ¿Se te ocurre algo? El año pasado hicieron un salón del té que tuvo bastante éxito la verdad.

Lo del examen no era ninguna sorpresa puesto que estaban a mediados de trimestre y era obvio que empezaran a examinarles, sin embargo sería un poco pesado ponerse a memorizar a la vez el temario y la obra, aunque puesto que se había apuntado a teatro por placer estaba convencida de que podría con ello.

En cuanto a qué hacer como clase lo cierto es que no tenía muchas ideas. Lo de una obra de teatro lo descartaba porque ya sería su actividad como taller. El año anterior su clase hizo un desfile de modelos en el que sólo acabaron participando los chicos porque las chicas se negaron así que fue un fracaso. Sin embargo, la clase ganadora fue una que hizo una casa del terror, algo que no pensaba sugerir, ya lo pasó suficiente mal cuando se vio obligada a entrar a la de esa vez como para tener que participar en una.

- No sé, no se me da muy bien pensar en estas cosas - se llevó una mano a la nuca, con una sonrisa azorada pues ahora sólo podía pensar en la casa del terror -. Algún tipo de restaurante o algo temático, no sé...¿Se ha propuesto algo?

La chica se encogió de hombros.

- Otro salón del té pero esta vez con maids y mayordomos.-no le apasionaba la idea y menos ahora que la gente de clase contaba con ella. ¿Y si al final salía esa idea?- No son muy originales la verdad y se conforman con poco...- intentó excusarles.

Una gota de sudor resbaló por su frente mientras mantenía la sonrisa. La verdad es que el café de maids sonaba espantoso porque imaginaba los trajecitos que les tocaría vestir, pero mucho mejor que la casa del terror de modo que posiblemente se conformaría.

- Buenooo, no tiene por qué estar tan mal...lo importante es que nos lo pasemos bien...Al menos vendrá mucha gente a vernos.

La idea de que a Yukino le pareciera bien animó un poco más a Haruka. Consideraba a su amiga con bastante cabeza aunque a veces, como hacía unos minutos en la sala de teatro, apareciera su lado visceral y dejara de lado la razón. Sonrió y asintió con la cabeza una vez:

-¡Hai! Encargaré los trajes. Puedo conseguirte el tuyo si quieres.

Ya habían salido afuera y recorrido gran parte de los terrenos. Un coche pitó dos veces.

- ¡Es mi hermana mayor! ¿Nos vemos mañana?

Asintió a Haruka con agradecimiento cuando sugirió lo de su traje; por lo menos eso le garantizaría que no iría vestida de forma horrible o demasiado provocativa; confiaba en el buen juicio de la tímida muchacha. Siguieron andando por los terrenos del colegio, agradeciendo la cálida brisa primaveral que refrescaba su rostro y despejaba la locura que la había acometido en el teatro. Llamarlo "locura" era la única forma de justificar sus actos poco meditados, aunque ni ese apelativo podía ocultar que le había gustado ser tan atrevida por una vez.

- Sip, ¡mañana nos vemos! Que pases buena tarde, Haruka-chan.

Cuatro horas más tarde, a las diez de la noche y tras haber estudiado todo el tiempo para el examen, Yukino se encontraba en su habitación con la luz encendida, el libro abierto y muchísimo sueño. Aunque había dormido esa hora extra en el colegio, necesitaba dormir. Aunque no sería en ese momento, pues el móvil empezó a vibrar anunciando una llamada.

Era Otoya.
 

La Biología era sumamente interesante y sumamente tostón. Le encantaba pero era una materia con más complejidad que otras que exigían simple memorización de modo que le exigía muchísima más concentración. A aquellas horas, con menos horas de sueño de las que le habría gustado a la espalda, estaba agotada.

Su cabeza reposaba sobre el puño derecho mientras con la mano izquierda pasaba las páginas del libro, ahora resaltadas con un marcador fluorescente amarillo en determinadas palabras. Tenía varios días para estudiar pero había querido quitarse lo gordo de encima aquel día para poder enfocarse más al teatro pero empezaba a pensar que se estaba machacando demasiado cuando el teléfono sonó como una bendita distracción.

Las palmas de las manos le sudaban con nerviosismo cuando abrió la tapa, sintiendo una ligera decepción al ver el nombre, aunque en seguida se sobrepuso recordando la conversación pendiente.

- Otoya-kun, espero que estuvieras estudiando... - su tono de voz, relajado y bromista, era muy diferente al que hubiera empleado con Kunimitsu. con Otoya todo era fácil mientras que con Kunimitsu eran titubeos y sonrojos.

La voz de Otoya se escuchaba algo difuminada debido a que estaba echado boca abajo en la cama con el libro de Biología en la cabeza y la cara en la almohada. Su voz sonaba cansada pero aún así se le notaba enérgico:

- Yukino-san. Lo cierto es que creo que se me ha subido la biología a la cabeza.- se dio media vuelta. Había decidido hablar con alguien y desde luego Yukino llevaba en su cabeza todo el día debido al incidente de la sala de teatro. - Oi, quería pedirte perdón por haberte abandonado en lo del teatro así. Tenía que haber defendido más mi posición pero pensar en el beso... te sonará extraño, pero no podría dártelo.- apoyó un pie sobre el otro mientras notaba cómo se ponía un poco colorado- Yo... llevo mucho tiempo enamorado de una chica y... aunque sea imposible, creí que con eso terminaría con el 0,00001% de posibilidades de que se enamore un día de mí. ¡Pero te abandoné con Kunimitsu-sempai! ¡Y me siento muy culpable! ¿Me perdonas? Si no lo haces no podré dormir en cuarenta años.

La voz de Otoya le hizo sonreír de forma inconsciente, de pura alegría, aunque de un modo muy diferente al que la hacía sentir Tezuka. Quería a Otoya, de algún modo se había ganado su corazón de forma rápida, pero era como había dicho, un amor fraternal. Era una mezcla de hermano pequeño y hermano mayor a la vez.

- Ne, Otoya-kun, no tienes que disculparte por eso, yo tampoco podría haberte besado. Lo dije en serio, ¡eres como mi hermano! Además yo...no te rías...nunca he besado a nadie y quiero que mi primer beso y bueno, todos los demás, sean a la persona que me gusta. Además...no es tan malo que sea con Kunimitsu-sempai... - ella también se sonrojó levemente mientras hablaba, tapándose la boca con la base de la mano, avergonzada por sus palabras de modo que decidió cambiar de tema -. No sé qué chica te gusta y no sé si conseguirás que se enamore de ti pero eres un chico estupendo, cualquiera sería afortunada por estar contigo.

Habría dicho cualquier cosa escandalosa o se habría comportado como las chicas de teatro al escuchar aquella leve confesión de parte de Yukino, pero él no era así. A él no le habría gustado que se rieran de él al saber qué tipo de chica le gustaba y quería demasiado a su amiga como para hacerla sentir incómoda. Además, la conocía muy bien y ahora mismo debía de estar bastante colorada. Nunca había podido confiar tanto en una persona y lo cierto es que sentaba bien eso de contarse confidencias.

- Arigató, Yukino-san.- hacía poco que había empezado a llamarla por su nombre pero resultaba un alivio poder tener cercanía con alguien- Aunque te aseguro que estarías tú más cerca de conseguir gustarle al chico que sea- Kunimitsu-sempai por supuesto- que yo conseguirla a ella. Es... muy complicado. Yo...- era justo. Yukino en parte le había abierto su corazón y él sentía la necesidad de hacer lo mismo y de estar igualado con ella.- ... tiene novio y es mi amigo...

El silencio que se hizo en su parte de la línea fue más que evidente tras las últimas palabras de Otoya. Era como el primo de Tezuka, Mei y Hayane, un amor no correspondido pero en su caso se sumaba el hecho de ser imposible puesto que aunque Mei - porque era Mei - de repente le correspondiera, no podría hacerle eso a su amigo. Una profunda lástima por su amigo la llenó por dentro, a sabiendas de que no había mucho que decir.

- Otoya-kun...no sé qué decir...creo que ahora te debo dos abrazos...

El chico sonrió ante las palabras de Yukino, colocándose otra vez boca abajo porque empezaba a notar cómo las mejillas le ardían ante tal confesión:

- Arigató ne. No se te olvide dármelos mañana, ¿eh? Aún a costa de que nos vuelvan a relacionar quiero esos abrazos de mi one-san.- y volvió a sonreír. Daba gusto poder contar con Yukino. Ella le admiraba pero no de la misma manera que el resto de personas y eso era de agadecer. Realmente la sentía como familia.- Ne, Yukino-san. Seremos amigos siempre, ¿no?

Hablar de estas cosas me pone muy sensible. Se va a pensar que soy un blando... pero al menos quiero asegurarme de que ella estará ahí. Su apoyo es importante.

Mientras hablaba con Otoya había apoyado la cabeza sobre los brazos, cruzados sobre la mesa, sintiendo el profundo lazo de amistad que la unía con él. Era extraño, muchísimo porque no se había sentido así con nadie de su antigua preparatoria, pero el chico tenía algo especial. Se hacía querer, quizás por eso más que por su talento musical sería por lo que triunfaría en el mundo del espectáculo.

- Si no te olvidas de mí cuando seas rico y famoso... - bromeó para aligerar el tono de la conversación y animar un poco al chico aunque finalmente le complació -. Siempre seremos amigos.

Tras aquello le contó cómo se habían encontrado a Tezuka en el restaurante el día anterior y las explicaciones que le había dado el chico, tomando la determinación final de contárselo a sus padres. Le pidió que no contara nada aunque suponía que para él eso tendría un significado especial puesto que tenía relación con Mei y en la buena intención de su hermano con ella.

El chico escuchó con atención la historia sobre el día anterior, flipándolo al principio bastante pero después tranquilizándose con el desenlace de la historia. Lo cierto es que por un momento había desconfiado de Kunimitsu-sempai por tanta traición, pero luego se dio cuenta de que lo había prejuzgado, al igual que quizás había hecho Yukino.

- No diré nada de nada. Puedes estar tranquila.- después emitió un bostezo ahogado que quiso disimular, pero que se notó bastante.- Bueno, no sé tú, pero aunque he dormido en las cuatro horas de clase, aún tengo sueño. ¡Nos vemos mañana, Yukino-san!

Tras colgar, a Yukino no le costó dormirse de nuevo. Aunque la conversación con Otoya había tenido todo tipo de matices, siempre predominaba la tranquilidad que él ofrecía. Así, cuando llegó el día siguiente, sorprendentemente fue Yukino la que despertó a Kotaro teniendo incluso el desayuno preparado. El pequeño estaba feliz en su escuela y se le veía muy cómodo con sus amigos y con los estudios. Ryusei había salido antes que sus hijos para trabajar, algo raro. ¿Habría nuevas noticias sobre su caso principal?

Durante la segunda hora de clase, la puerta sonó desviando la atención de todos los alumnos y la profesora hacia ella. Kototsu apareció por allí logrando que los ojos de Hayane se convirtieran en corazones brillantes.

Kototsu:- Disculpe, ¿podría salir un momento Kazehaya Yukino?

Aquel día el humor de Yukino era inmejorable y parte de ello se debía a que había dormido estupendamente. Había hecho el desayuno, había hecho la comida había despertado a su hermano y aún le había sobrado tiempo para charlar animadamente con él.

Luego, como de costumbre, se habían ido con Otoya y su hermana hasta el colegio de los pequeños y una vez allí le había dado los dos abrazos que le debía bajo las miradas incrédulas de los transeúntes y habían hablado de música y películas.

Con ese panorama era difícil no atender las clases con alegría y Yukino estaba centrada en ello cuando la puerta se abrió, dando paso a Kototsu. Le miró con curiosidad, preguntándose que habría venido a decir, cuando las palabras que salieron de sus labios no fueron otras que su propio nombre, acrecentando todavía más la curiosidad.

- Hai.

Yukino se puso en pie, dirigiéndole una mirada confundida a Otoya antes de salir de clase para ver lo que el kaichou tenía que decirle.

- ¿Qué sucede, Kototsu-sama?

Todos los ojos de la clase estuvieron clavados en Yukino hasta que salió del aula, momento en que empezaron los susurros grupales que la profesora no era capaz de acallar.

Una vez fuera, Kototsu, tan elegante como siempre, miró a Yukino. Su expresión era tan seria como acostumbraba y esta vez parecía molesto por algo.

- La policía ha venido a interrogar a Kunimitsu. Hace dos noches hubo un robo más pero esta vez más peligroso. Alguen se metió en la casa de una ancianita y le robó todo lo que tenía. Encima se dedicó a dejar firma, aunque no sé mucho más porque enseguida Tezuka-kun me pidió el favor de venirte a buscar.- no había ningún tipo de emoción en sus palabras. Y realmente parecía molesto porque Tezuka llegara hasta el punto de meterse en problemas que tenían que ver con la policía.- Me ha dicho que estuvo contigo el domingo y que eres su única coartada, pero no quiere verte involucrada si no quieres.

Conforme Kototsu hablaba, los ojos se le iban abriendo por la sorpresa. Por un momento había pensado que habían llamado del colegio de su hermano diciendo que estaba enfermo y tenía que ir a buscarlo o algo así pero ni mucho menos aquello. ¿Y por qué Tezuka era un sospechoso? ¿Sería por la firma? ¿Pero quién le querría involucrar?

Yukino adoptó el aire de seriedad que requería la cuestión, asintiendo con determinación.

- Llévame hasta ahí, por favor. Kunimitsu-sempai dice la verdad, estuve con él, Otoya-kun también puede confirmarlo.

Un súbito pensamiento la asaltó mientras andaban por el pasillo. Estaba investigando robos. Su padre colaboraba con la policía. ¿Estaría él ahí? Eso implicaría cosas no demasiado agradables, pero estaba dispuesta a afrontarlas por la verdad.