Partida Rol por web

Arya y tú hicisteis, tuvisteis suerte y encontrasteis un matrimonio con los que hacer un trato. Marcus y Madelain, propietarios de una pequeña taberna llamada “La Pinta”, Situada en el Distrito Central y que era famosa por su cerveza artesanal de elaboración propia y su estofado de cordero. Tú por el día, solías ir a trabajar, ya sea de guardaespaldas, segurata o hasta peón de carga, si la situación lo requería. Y por las noches de té encargabas de la seguridad del local y echar a los últimos borrachos de la humilde posada y ellos te cuidaban a Arya.

Arya había llenado tus últimos años, como nunca antes lo hubieras pensado, y el vacío que sentías por dentro era infinito. Una y otra vez te viene a la mente la imagen de Marcus desangrándose en el suelo, con una fea herida en el abdomen. Cuando te acercaste y te arrodillaste sobre el anciano, el pronuncio solo unas palabras con su último aliento “la niña, se la han llevado, la niña, Lamm….”

La esposa de Marcus, Madelein llego en ese momento, y tuviste que ser fuerte y consolarla, mientras por dentro sentías una angustia y un vacío que todavía no has podido quitarte.

Fuiste a la guardia para que te ayudaran pero al parecer, estaban desbordados y aunque intentaron consolarte, lo único que hicieron fue tomarte los datos y si se daba el caso de que la encontraran avisarte.

Nunca me interesé demasiado por las gentes de Korvosa, Ahora me arrepiento. Quizás si hubiera prestado más atención ahora me sonaría ese nombre. Nunca se me dio bien tratar con la gente, nunca me importaron. Pero ahora debía encontrar a un tal Lamm si ese era su nombre o tal vez tan solo fuera parte de el. Lo primero que haría sería preguntar a la esposa de Marcus si el conocía a ese tal "Lamm" es posible que ella me pudiera dar alguna pista de por donde podría empezar a buscar. De no ser así preguntaría a los parroquianos de la taberna  seguro que  estaría más dispuestos a ayudarme que alguien para quien tan solo soy una completa desconocida.
Si eso tampoco funcionara iría a  los diferentes templos de la ciudad pidiendo ayuda, quizás ellos si supieran algo de Lamm o me podrían ayudar de la forma que fuera.

A pesar de que los templos de la ciudad no son ni  de cerca lugares a los que tenga respeto alguno, como diría el mismísimo Gorum en una batalla vale todo, y estaba dispuesta a  intentar lo que fuera por tal de recuperar a mi pobre niña.
Si esto último tampoco funcionara no me quedaría otra que salir a pasear de noche y abrír unas cuantas cabezas hasta que alguien sepa algo de Lamm o Arya.

Lógicamente, Madelain está un poco en estado de chock, y poco habladora, la taberna la mantiene cerrada por defunción, ya que sin su marido, no sabe qué hacer. Cuando le preguntas sobre Lamm, ella parpadea por un instance.

Lamm dices, y comienza a llorar… cuando recupera la compostura, y entre sollozos Ya se lo dije a Marcus, que dejara al chiquillo, pero el insistió en entregarlo a la guardia y ahora mira…y continua llorando...

Trato de calmarme, trato de suprimir ese primer instinto de abofetearla y hacer que me diga todo lo que sabe de Lamm, pero es una buena mujer, ella y su difunto marido nos han ayúdado mucho. Inspiro profundamente y expiro para calmarme. Con la voz queda casi en un susurro le digo:

Madelain mujer, cálmate de que estás hablando, se que es dura la perdida de Marcus pero ya no se puede hacer nada por el. Ayúdame a salvar a Arya te lo ruego. Todo lo que me puedas decir de ese Lamm será de ayuda. A que guardia? que chiquillo? El tiempo corre en contra de Arya por favor te lo suplico, ayúdame.

Al terminar de decirle todo esto mis ojos contienen a duras penas las lagrimas, mil ideas cruzan mi mente como un torbellino de todo lo que le puede estar pasando a mi pequeña. 

Tus palabras, aunque suenan toscas, están llenas de ternura y Madelain reacciona.

Ayer por la mañana, Marcus atrapo a un niño corta bolsas, que intentaba robarle. El niño forcejeo y le decía que si no le soltaba, Lamm tomaría medidas al respecto, y que por favor le dejara ir, pero ya sabes como era él, le hecho una regañina y cuando apareció la guardia, lo entrego.

Madelain, se sento en una silla cercana y apoyo sus codos en la mesa, mientras de limpiaba las lágrimas, ese tal Lamm, es un hombre de muy mala reputación, se le acusa de muchos crímenes, y tiene a muchos secuaces que les serven, entre ellos los Corderos de Lamm, niños cortabolsas y informadores…

Levanta la mirada y coge tus manos, ¿?Pero Mujer, que vas hacer, si la guardia no es capaz de encontrar a Gaedrem Lamm, como lo vas hacer tu??

Tras escuchar estas palabras ya tenía una pista, tal vez era poca cosa pero era menos que nada.
Me separo un poco de Madelain reflexionando unos instantes acerca de lo que acaba de contarme, recojo una manta y le cubro los hombros con ella.
Gracias Madelain, no se lo que haré pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras mi pequeña está en peligro. Deberías cerrar unos días. Cuando recupere a Arya juro que volveré a echarte una mano.
Recojo mis cosas me acerco a la puerta y desde allí giro la cabeza y a modo de despedida digo:
Madelain te prometo que si doy con Lamm le haré pagar por la muerte de Marcus.

Al salir de la posada cojo un saquito lo relleno de piedras de pequeño tamaño para que parezca una bolsa lo suficientemente llena de dinero como para que resulte irresistible para alguno de los corderos de Lamm. Tras esto pasearé con la bolsa visible para ver si atraigo la atención de uno de esos rateros y si le pillo puede que le logre sonsacar donde está Lamm ya sea por las buenas o por las malas.
No era el mejor plan del mundo pero era todo lo que tenía.
 

Después de años de entrenamiento, ya estabas preparado. Gaedren Lamm, era el hombre que buscabas y tu sed de Venganza no pararía hasta encontrarlo.

Aunque la ciudad de Korvosa es muy grande, y crees que es cuestión de tiempo encontrarlo.

Corvo se llevó la mano al cuello y cogió con ternura un colgante portarretratos, que llevaba en el cuello y lo beso. Era el último regalo que tenia de su amada Dalmira, que junto a otro colgante gemelo, os jurasteis amor eterno. El colgante de Dalmira,  desapareció aquella trágica noche, junto con la vida de tu amada.

Ya han pasado varios meses, desde la desaparición de tu hermano Esmolet, y todavía se siente el vacío en vuestra casa. Tu padre, se ha encerrado en su trabajo, y ya no pasa tanto tiempo contigo y tu madre, no hay noche que no llore, al lado de la cama de tu hermano, culpándose de su perdida.

Pero un día llego a tus oídos, que se había visto por el mercado a un pequeño Catfolk, callejeando con otros críos. Los de tu raza, eran muy poco comunes por la zona, ¿podría ser tu hermano?, no era posible, porque si lo fuera, hubiera venido a casa con sus padres, ¿no?, pero es algo que tienes que averiguar…

Te paseas por el mercado, intentando parecer una presa fácil, aunque tu aspecto y armamento, no ayudan, te metes en el papel.

Después de una hora dando vueltas, decides comprar una pieza de fruta, bastante apetecible y cuando vas a echar mano a tu bolsa de oro, de das cuenta de que algo no va bien…

No solo te ha desaparecido la bolsa de piedras y en su lugar te han puesto una herradura, sino que también te han sisado el poco oro que te quedaba….

Maldigo mi suerte y rujo de frustración, como he podido ser tan incompetente. 
Tocará cambiar de rol en vez de víctima pasaré a ser acechador. Estaré atenta al mercado por donde Madelain me dijo que robaron a Marcus y trataré de fijarme en los niños que pasan "demasiado" cerca de los mercaderes y viandantes. Al primero que le vea echar mano de una bolsa ajena saltaré tras el y boto a brios  si permito que se me escape otra vez

Me voy al mercado donde han sido vistos los niños y pregunto por ellos...

Se despertó como de costumbre pronto, con el despuntar del alba. Se levantó y de forma metódica ejercitó su cuerpo con una serie de flexiones y abdominales. Desde que realizara su adiestramiento, la actividad física diaria, ocupaba los primeros minutos de cada jornada. Luego se acercó a la jofaina y con algo de agua clara se aseó. 

Se vistió ceremoniosamente, dejando evadir su mente. Ese día tenía que ser importante. Ya conocía al asesino de su amada Dalmira, un tipo llamado Lamm. Aquel hombre no era más que un gángster de tres al cuarto, un carroñero que desde hacía lustros dirigía una banda de matones y ladronzuelos. Lo pagaría con cada una de las gotas de sangre que fluía por sus venas. Acabaría con su pírrico imperio de maleantes y tunantes. Había llegado su final. Calistria, así lo exigía.

Se abrochó el ceñidor donde portaba su sable élfico. El filo de su hermandad. Una orden de guerreros secretos, que nadie debía conocer. Ellos le ampararon y le dieron una motivación para sobreponerse. Los honraría con la sangre de ese inmundo bastardo que tanto mal le hiciera.

Cogió el relicario adornado con motivos de Shelyn y tras acariciarlo, lo colgó de su cuello. Recordó como su prometida disfrutaba de la fe de la Rosa Eterna y cómo honraba sus preceptos... La rabia emergió de nuevo en su corazón, pero tras unos segundos, logró calmarla. 

Ya estaba a punto. Ya podía comenzar la caza. Cerró con un portazo la puerta tras de sí de su humilde estudio. Tras bajar unas estrechas escaleras, descendió hasta la calle. El ruido y la actividad eran ininterrumpibles en los alrededores de la Vieja Korvosa. 

Necesitaba información y no llamar demasiado la atención. Para ello, siempre era bueno acercarse hasta los muelles y preguntar si alguien conocía el paradero de aquel abyecto hombre. Se cubrió con la capucha de su larga casaca y comenzó a caminar. Debía salir de la Isla de Endrin y entrar en la parte continental de la ciudad.

Gaedren Lamm estaba muerto. Eso era lo único que alimentaba sus pensamientos.

Tus años de artista itinerante, se han acabado y decides volver a Korvosa, tu ciudad natal. Has cambiado mucho y esperas que Gaedren Lamm y sus secuaces no te reconozcan o simplemente estén muertos. Lamm era ya muy viejo y decrepito cuando huiste y en cuatro años ha podido pasar de todo.

Nada más llegar, ves que la ciudad no ha cambiado, sigue siendo ostentosa, y el poder, riqueza y conocimiento sigue flotando en el aire, burlándose de los más débiles y recompensando a los más hábiles.

Tu primera parada, es ir a ver a tu familia, no sabes nada de ellos, desde que abandonaste a toda prisa Korvosa y tienes ganas de ver como están. Al llegar a su casa, ves que está abandonada, y en la entrada hay varios tablones clavados.

El camino entre los muelles, es muy bullicioso, lleno de gente de aquí por allí. Tú te vas moviendo entre el gentío, intentando afinar el oído, y de vez en cuando, soltando el nombre de Lamm, como quien no quiere la cosa. Pero no acabas de encontrar nada o simplemente la gente, no quiere hablar del tema.

Ya al final de la jornada, ves un borracho en una esquina pidiendo limosna, te acercas y te agachas para que pueda ver tus ojos, mientras sostienes algunas monedas en la mano.

- Lamm, pronuncias

El borracho algo nervioso y sin quitar la mirada de las monedas, contesta

- Es un personaje peligroso, y comienza a extender la mano hacia las monedas..

Buscas un lugar donde tener una buena visión del mercado, y comienzas tu vigilancia. Te vas fijando en todos los niños y sus reacciones. Pero la mayoría van acompañados de adultos o simplemente no tienen pinta de ladronzuelos.

Ya por la tarde, te llama la atención una chica, vestida de azul y facciones felinas. Parece que está hablando con niños. En cosa de 10 min ya has visto que se acercaba a tres niños...

No sabes el motivo, y tienes dudas…

La búsqueda parecía encaminada hacia un desenlace poco fructífero. Nadie parecía conocer a ese desgraciado, o lo peor aún, le tenían tanto miedo que no deseaban inmiscuirse en el tema. Continuó escurriéndose entre el gentío que se aglomeraba en los embarcaderos, intentando hallar alguien que le diera el más nimio de los detalle, pero por mucho que preguntara parecía como si el nombre de Lamm perteneciera a un fantasma.

Después de varias horas, optó por por cambiar de zona. Estaba a punto de abandonar los muelles cuando un beodo mendigo oyó su reclamo y le dijo que se acercara. Corvo hizo caso y sacando unos escudos de plata, se agachó hasta hacer contacto visual con aquel borracho desdentado. El hombre hizo el ademán de recoger las monedas, mientras advertía de los riesgos de las pesquisas del Filo de Calistria. Corvo cerró la palma de la mano antes de que el mendigo llegara ni tan siquiera a rozar el dinero, a la par que su mano se deslizaba para tocar la empuñadura de una daga oculta bajo la casaca.

- El peligro me mantiene vivo, amigo.- respondió rápidamente. - Dime donde está Lamm y te ganarás una vela de oro...- añadió para abrir la mente de posible informador.

No hay día que no recuerdes la imagen de tu amada Aerithan mancillada, ensangrentada y con la mano mutilada.

Tus años en el monasterio de Pharasma, te han alejado del tormento, pero sientes que el espíritu de tu amada, no descansa en paz.

Hablando con Gothan, Sumo Sacerdote del templo de Pharasma, sobre tus inquietudes, comprendió tu dolor y el del espíritu inquieto de tu amada y accedió hacer una adivinación sobre lo sucedido.

Gothan, te dio un nombre Gaedren Lamm y una ciudad Korvosa.

Parado en las puertas de Korvosa, esperas encontrar a ese tal Gaedren Lamm y encontrar las respuestas necesarias, para dar descanso al espíritu de tu amada Aerithan.

El mendigo, aunque le tienta la promesa de la Vela de oro, fija su mirada en la daga…

- Gaedren Lamm, es un demonio muy peligroso, si se entera que alguien está preguntando o hablando de él, normalmente aparece al poco tiempo muerto, el mendigo traga saliva, no sé nada más.

Tu denotas miedo en sus palabras, y no solo por tu daga.

Tu búsqueda por el mercado, no saca los frutos que te gustarían. Vas preguntando a todos los niños y algún que otro tendero, pero en todos los casos, nadie ha visto a un niño gato.

Frustrada, te sientas en una en los peldaños de una fuente que hay en el centro del mercado. Desde allí vas mirando y te llama la atención, un par de individuos, en uno de los callejones laterales del mercado. Están tratando con un niño, el cual después de que le den una cosa, sale corriendo y se pierde entre la multitud.

Realmente los dos humanos, no tienen muy buena pinta y parecen maleantes...

Una sonrisa siniestra se dibujó en el rostro del espadachín. Era capaz de oler el miedo en los ojos de las personas. Él mismo había sido partícipe de aquella sensación la noche de la Festividad de la Fundación de la Ciudad, y sabía que el miedo no entendía de nada más que el pavor en sí mismo. 

- Quizás Gaedren pueda quitarle la vida a aquellos que están vivos, pero no pueda arrebatársela a aquellos que murieron hace mucho tiempo...- dijo añadiendo un énfasis macabro y estremecedor. - ¡¿Cuanto quieres?!... ¡¡Tres velas!! ¡¡Cinco!! ¡¡O tal vez quieras diez!!- exclamaba Corvo relajando la presa sobre la empuñadura de su daga, pues sabía que aquel mendigo era inofensivo. - Dime donde está Gaedren y te daré veinte velas de oro. Podrás marcharte a Harse y comenzar una nueva vida...- dijo el espadachín, intentando obtener información a toda costa.