Partida Rol por web

A la mañana siguiente partieron al fuerte de Nethergarte. Al hacerlo por aire el viaje no fue tan largo como parecía a simple vista. Al acercarse pudieron notar dos cosas, la primera era que el cielo se había vuelto negro la segunda era la cantidad de rayos que había en la zona donde se suponía que el Portal Oscuro debía encontrarse.

De todas formas, las fuerzas de la Alianza se dirigieron hacia el Fuerte de Nethergarde. Allí pudieron ver un grupo de magos de Dalaran que luchaban con todas sus fuerzas por repeler a los demonios. Lo malo es que al ver sus caras se podían hacer una clara idea de quienes estaban ganando la batalla y precisamente no eran los magos.

Al tener una vista aérea notaron dos cosas interesantes, la primera era que no era un ejercito de demonios lo que atacaba el fuerte, la segunda era que no salían refuerzos del Portal Oscuro.

La nave abrió fuego contra los demonios y empezó a ayudar a los magos mientras bajaban cuerdas para que ustedes se unan a la carnicería.

El Zeppelin en el que viajaban se dirigía a una velocidad increíble hacia las Tierras Devastadas y a lo lejos podían notar dos cosas interesantes. La primera era que el cielo se encontraba totalmente oscurecido, la segunda era una tormenta que se levantaba con una fuerza increíble donde una vez estuvo el portal oscuro.

El Zeppelin de la Horda aterrizó en las afueras de la zona reuniéndose con un grupo de cazadores orcos que los estaban esperando. La idea era montar y entrar cargando contra los demonios. Además no querían que la Alianza malinterpretara la llegada de una nave de guerra de la Horda y los atacara.

El orco que los recibió los miraba con ojos perdidos. Sus ojos estaban totalmente blancos, al cabo de unos segundos ven que su color volvió y les sonríe.

Perdón, estaba viendo lo que está pasando en Nethergarde. Las fuerzas de la Alianza están repeliendo a los demonios. Pero lo más interesante no es eso, es que del Portal Oscuro no salen más demonios. Es como si hubieran enviado a un grupo a reconocer el lugar y que luego los hayan abandonado a su suerte.

El orco pone el brazo en posición recta cuando un águila se posa en él. Le hace una caricia en las alas y vuelve a mirar al resto.

Monten, partimos hacia la batalla. La Alianza está entreteniendolos mientras nosotros les damos el golpe final.

Leinad estaba triste, pero era el sino de su vida. - Cada vez que voy a un sitio me encuentro un combate a muerte por la supervivencia. Su Orden se había creado para eso, pero también eso quería decir que no había paz, que no la hubo, y nadie sabía si la habrá. Y si la hay, si algún día llega, si durará mucho tiempo. - Era una pena.

Enseguida se recobró. Allí estaba para algo. Se requerían sus servicios otra vez, y como siempre, se empeñaría para salvar al resto. Era su destino.

Un viaje rápido nos lleva hacia las Tierras Devastadas, lugar donde se alza el Portal Oscuro que comunica Azeroth con la antigua Draenor, que hoy en día no es más que un cementerio, un yermo infernal y más destruido que estas tierras. Extrañamente, el cielo de las Tierras Devastadas está oscuro y podemos ver como los rayos salen desde el Portal Oscuro, signo de que está funcionando y de que nada bueno puede augurar.

Siento como la naturaleza está siendo corrompida en ese sitio, como la vida ha sido mancillada y vapuleada por culpa de la inmundicia de la Legión Ardiente. Muerdo mi labio de ira ante la idea del daño que han hecho y de cuanto más harán antes de que esto termine.

El castillo de Nethergarde es el centro de operaciones de la Alianza contra el embate de los demonios y, al llegar, nos reciben ahí para que bajemos del vehículo a través de unas sogas. Me preparo para bajar junto con el resto de los miembros de la Alianza que decidimos ir a luchar. Nerghan va con nosotros y le sonrío pues es un buen paladín en quien confío para luchar lado a lado. Al resto no los conozco, pero si han decidido venir, es porque son buenas y valerosas personas pues, no es fácil encarar lo que mis ojos ven.

Llegaron en tiempo récord a encontrarse con una tormenta de proporciones importantes. Allí un orco les informa de lo que acontecía más adelante y también acerca de las luchas que llevaba la alianza contra sus propios enemigos, que eran también los nuestros.

Argul suspiró.

-¿Soy el único acá que cree que esto puede ser un cebo? ¿Una carnada para llevar a nuestras fuerzas a un frente mientras nos apuñalan en el trasero?- su voz salió con fuerza, buscaba complicidad mirando a los recién llegados pero también a los orcos que los habían recibido.

Por la expresión de la cara de Aldarion, se sorprende al verme y hablarle. Por sus movimientos parecía que iba a atacarme pero me equivocaba:-Por tu expresión ya has conocido a los Eredar. Cierto que una vez Draenei y Eredar fueron uno. Pero la influencia de Sargeras destruyó nuestra raza.-la palabras en mi boca se entrecortan por la amargura y la tristeza que afloran en mi corazón.

-Antes de partir hacia esas Tierras Devastadas, debo resolver una transacción comercial, nos vemos por la mañana Aldarion. Es un honor conocerte.-finalizo con una reverencia, me alejo de allí y dado que tengo que esperar hasta la mañana siguiente para poder recoger la armadura decido terminar de explorar la ciudad y descansar en una posada. Al romper el alba me dirijo hacia el comerciante, que ya tenía lista mi coraza de Veraplata. Me quito mi vieja y mellada cota de malla y dejo al descubierto mi cuerpo azulado y musculoso. Con la ayuda del comerciante me coloca la coraza y me ayuda a atarla a mi cuerpo, acomodando mi cola. Respiro profundamente y noto como la Luz fluye como el viento a través de mi cuerpo y esa coraza:-Tienes mi gratitud por esta coraza y aquí tienes el pago por tus servicios. Adiós.-digo mientras le entrego un pequeño saquito con el dinero acordado. 

Acto seguido parto hacia las Tierras Devastadas. El viaje se hace corto a pesar de que no voy con Sha'sui, aunque me aseguran que en cuanto llegue a la fortaleza Nethergarte allí estará. Al llegar aterrizo junto a otros guerreros. Entre ellos veo a Aldarion, al que me acerco:-Hola amigo mío.-digo estrechandole la mano:-Noto que no te resulta fácil estar aquí, para mí tampoco. La Luz practicamente ha abandonado este lugar. De no ser por los valerosos guerreros de la Alianza.-comento. A lo que añado:-Veo que no somos los únicos en acudir a la llamada de la batalla, vamos a presentarnos.- y emprendo la marcha a los que nos han acompañado en el viaje:-Hola amigos, veo que acudís con diligencia a la llamada de la batalla. Soy Nerghan, paladín de la Luz Sagrada. Él es Aldarion, druida de la Zarpa Kaldorei. Cómo os llamáis?-termino por preguntar.

Uno de los guerreros que está parado detrás del escudo de los magos mira a Nerghan a los gritos para hacerse escuchar en las detonaciones le contesta.

¡Me llamo Lordenson! ¡General Lordenson, soy el líder de los guerreros de Nethergarde! El elfo que ves allí es el archimago Thas'ranar líder de los magos de Nethergarde. Pero no creo que este sea el mejor momento para presentaciones.

El hombre agarra su espada y le grita a sus hombres.

¡Guerreros hora de matar demonios! ¡Por la Alianza, por Azeroth!

Las fuerzas de Nethergarde y las fuerzas de la Alianza cargaron contra los demonios que tenían en frente. De todas formas, lo que más les sorprendió es ver que no eran los únicos que estaban luchando contra los demonios. Un grupo de guerreros de la Horda se encargaba de atacar la retaguardia de los demonios y presionarlos hacia las fuerzas de la Alianza, si seguían a ese paso los demonios serían rápidamente aplastados entre los dos ejércitos.

Los orcos y las fuerzas que habían llegado de Orgrimmar empezaron a moverse. Fue en ese momento que el orco que parecía el líder escuchó a Argul y gritó con fuerzas.

¡Mi nombre es Nazgrel y tengo el título de ojos del jefe de guerra! Mientras Thrall no se encuentre aquí soy lo más parecido a un jefe de guerra que tenemos y obedecerán mis ordenes. ¿Una emboscada? ¿Una distracción? Es muy posible que lo sean, pero la única forma por la que pueden llegar los demonios a nuestro mundo es ese portal y tenemos que controlarlo lo antes posible.

Cuando vieron que los demonios estaban luchando contra la Alianza, Nazgrel hizo una señal para que rodeen al grupo de demonios.

Los magos de la Alianza pueden contenerlos por un tiempo, si caemos por su retaguardia no nos verán venir y muchos morirán antes que puedan darse cuenta que los atacamos. ¿No es así como te gusta hacer las cosas picaro?

El orco miró a Argul con una sonrisa. Unos minutos después lograron posicionarse detrás de los demonios asaltantes y cargaron hacia el enemigo. Del otro lado del fuerte escucharon los gritos de guerra de la Alianza y comprendieron que los demonios se encontraban entre la espada y la pared.

-Sin morir como los cerdos a los que faeno, si, así me gusta hacer las cosas- devolví la broma al líder del ataque. 

Aun así lo seguí para ser parte de ese martillo de guerra, martillo que reventaría a los mugrosos demonios como si fuesen una nuez pisada por un tauren obeso.

Su forma de pelear no era la más indicada para ese tipo de ataques, claro, pero contaba con muchos aliados para distraer a los inmigrantes dimensionales y eso era justamente lo que precisaba para que su lanza se enterrara en las zonas más vitales de aquellos infelices.

-¡Lok'thar Ogar!- se escuchó gritar a los demás guerreros de la horda al caer sobre sus ya desestabilizados enemigos, y en la exclamación de guerra del pueblo orco la voz de Argul se aunó a la de sus hermanos y hermanas.

El paladín se aprestó al combate de manera silenciosa, y sin chistar ni preguntar siguió la maniobra encomendada. - Si, mejor atacar por donde más daño podamos hacer.

Después del grito de arenga que nos brinda el oficial, bajo del transporte y me preparo para la lucha. Bajo junto con el resto de los guerreros de la Alianza, empuñando mi bastón mágico y decidido a detener el avance de los demonios. Son unos enemigos terribles pero no nos amilanaremos ante sus llamas y sus hedores pues nosotros portamos la verdad y el equilibrio, portamos el valor y el orgullo, porque nosotros peleamos por otros, porque somos la Alianza.

Miro a Nerghan y a los valientes que nos acompañan antes de unirme a la lucha, donde veo a guerreros de la Horda luchando también, intentando hacer una pinza sobre el ejército demoníaco. Veo a un orco que me parece conocido, con quien sobreviví a la batalla de Naxxramas. Le dedico un gesto de aprobación pues, cuando luchamos por defender Azeroth de las amenazas, no hay diferencias políticas que valgan.

El grito del comandante de Nethergarte interrumpe la conversación con el resto de guerreros que me acompaña. Parece que el combate no espera por nadie, giro sobre mis pezuñas y desenvaino mi Mazo de Guerra, enlazo mi mirada con la de Aldarion y nos lanzamos al combate:-Que la Luz proteja nuestros espíritus, el enemigo es implacable y nosotros lo seremos aún más para acabar con él!-grito por encima de los guerreros a mi alrededor:-Por la Luz!! Por Azeroth!!!-

Los diferentes ejercitos de la Horda y la Alianza cargaron hacia los demonios y sorprendentemente casi todos ustedes fallaron el golpe. Quizás por tener recuerdos más frescos que los del el resto en cuanto a luchar contra la Legión, o por estar mas concentrado Nerghan fue el único de ustedes que logró golpear a un demonio. El draenei fue directo hacia un manafago y le estampó su maza contra la cabeza, el pobre demonio no supo con que lo golpearon y cayó muerto en segundos.

El resto de la Horda y la Alianza se esforzaban para luchar contra los demonios que quedaban. Aldarion y Nerghan se encontraron peleando contra un guardia vil. Del otro lado Argul y Ikegar quedaron enfrentados a un infernal que lanzaba llamas viles de su cuerpo.