Partida Rol por web

Cuando la luz se apaga puedes ver que la elfa te teletransportó al limite entre las Tierras Fantasmas y el Bosque de la Canción Eterna. Aquí puedes ver a un elfo que está con problemas para respirar y sobre él puedes ver a un nomuerto que está agachado sobre él.

Al darse cuenta de tu presencia el nomuerto se gira y te habla.

¡Por fin llegó alguien! Nosotros no conocemos tanto la geografía de este lugar, pero creo que hay unas plantas rojas allí tras la colina, si quieres salvarlo necesitarás alguna de esas plantas.

Al ver que estás armado y podría llegar a un malentendido el nomuerto saca un pedazo de tela con el símbolo de los Renegados.

¡Vengo por orden de lady Sylvanas Windrunner, ex forestal de Lunargenta y Reina Alma en pena! Nuestra reina no olvidó a su pueblo y manda ayuda, pero ahora necesito que confíes en mí. Ambos sabemos que sin el poder de la fuente del sol ustedes son tan mortales como un humano y a este elfo no le va a ir muy bien.

Los no-muertos que había visto eres seres viles, que solo vivían para destruir lo vivo. Bueno, existían. Y estén en su lugar, razona y parece tener intenciones. No era un siemple ente que estaba en un lugar y atacaba para devorar a todo lo que se le acercase. - Iré, afirmó sin preguntar. Y marchó hacia donde le habían indicado para buscar la flor roja.

Se aprestó al combate y como si se preparase para una carga, caminó con paso presto en búsqueda de lo que le solicitaban.

Para tu sorpresa no te cuesta mucho encontrar las flores de las que te habló el renegado. Al volver, él empieza a crear una pasta ya introducirla en las heridas del élfo. Mientras trabaja empieza a hablarte.

Creo que no me presenté, pero entiende que era un momento desesperado y que por el bien de nuestro compañero teníamos que movernos rápido. Mi nombre es Mordo, mi apellido... prefiero no utilizarlo, muchos de nosotros los renegados dejamos de usar nuestros nombres familiares por respeto a los que una vez fueron nuestra familia. Lo que si puedo decirte es que no están solos.

El renegado se levanta mirando hacia el norte y dice.

Si sigues este camino llegarás a la ciudad de Tranquilien, allí tenemos un grupo de soldados preparados para ayudar a las tropas de Silvermoon contra los invasores elfos nocturnos.

Vuelve a su trabajo rápidamente mientras dice.

Perdón que no puedo seguirte hablando pero mientras más tiempo perdamos aquí peor puede ser el resultado del combate para nosotros.

Te mira con gran atención y a pesar de que la nomuerte deformó sus razgos, te das cuenta que seguramente era un hombre bastante joven cuando murió.

¿Quieres preguntarme algo?

Rongar estaba asustado: - ¿Cómo sabía este que misión le traía y que había Elfos de la Noche por la zona? Sin embargo, no había muchos datos que indicasen que le traía por allí, así que se abstuvo de preguntar para no darle más pistas en su misión. - ¿Te puedo ayudar en algo más?

Al llegar a Tranquillien encuentras una ciudad que perfectamente podía haberse dado por abandonada hace muchos años, aquí fue donde la plaga golpeó con más fuerza y podía ver edificios semi destruidos, las rutas aún seguían bastante afectadas y esa sensación de que estabas caminando por unas ruinas más que por una ciudad.

De todas formas, entre los edificios pudiste ver que varios Elfos de Sangre se agrupaban alrededor de varios extraños, había algunos soldados Renegados, liderados por un nomuerto con una armadura de placas de color negro y otros dos muertos que llevaban unas túnicas negras. Por un momento un escalofrío te recorrió la nuca y te hizo acordar cuando se dió la invasión a Silvermoon por la plaga, pero viendo los estandartes que portaban (el de Lady Sylvannas y el de la Horda) te dabas cuenta que claramente no venían con la intención de invadir.

El líder de los muertos estaba mirando a los elfos y se arrodilló frente al grupo (luego el resto de sus acompañantes también lo hizo).

Venimos a ayudarlos, se que no avisamos nada pero teníamos que movernos nada. Detectamos un grupo de elfos nocturnos dirigirse hacia el norte en dirección a Lunargenta, cuando pasaron por nuestras tierras empezamos a seguirlos y se que ustedes son un pueblo neutral...

La voz del muerto cambió y se volvió más enérgica a pesar de que estaba aún arrodillado.

... pero esta guerra entre la Alianza y la Horda se vuelve cada vez más fuerte y conociendo los rencores entre su pueblo y los Elfos Nocturnos creemos que les podría venir bien un poco de ayuda de nuestra parte.

Ikegar se acercó apresurado, como ya venía. Se presentó ante los Hermanos y con el típico golpe en el pecho se presentó. - Soy el PAladín Ikegar Blade, me envía la Magistrix Erona, tras haber cazado a una de las espías, elfas de la noche, que portaba documentos y esbozos de nuestra ciudad. Tomó aliento durante unos instantes y prosiguió. - Parece que el aviso ha llegado antes que yo. Suspira como apenado, como si en una batalla unos guerreros se hubieran disputado el honor de dar muerte a un temible enemigo y algunos, han estado a punto, pero un compañero les ganó la partida - Me entretuve ayudando a un hermano enfermo, ya que el Enterrador Mordo, esperaba que la reseña a uno de los Renegados hiciera mella, que me mandó por unas plantas curativas, y gracias a esta el Señor Mordo curó al paciente.

El Renegado da un paso adelante y te escucha con atención. Mientras hablas notas como la poca piel que el queda en la cara toma un aire más preocupado. El guerrero desenfunda una espada negra como su armadura y mira al resto de los Renegados y Elfos de Sangre.

¿Espías? ¿En Lunargenta?

Se gira y te dedica una media sonrisa.

Lo felicito paladín por eliminar a una espía pero ese es justamente el problema, usted pudo luchar contra una espía e hizo bien su trabajo. Pero le aseguro que los elfos nocturnos son una raza inteligente y no van a enviar solo un espía.

Te mira a los ojos con preocupación.

Los elfos nocturnos no deben haber podido entrar a Silvermoon así como así, seguramente estén en alguna parte de las Tierras Fantasmas ¿puedes encargarte de organizar un grupo de búsqueda para eliminarlos antes que ellos ataquen?

El renegado suspira y mira alrededor.

Es algo que podría hacer yo pero no conozco estas tierras tan bien como ustedes, mi hogar fue y siempre será Lordaeron. Ofrezco mi espada para luchar contra los invasores pero no podré guiarlos en estas tierras tan bien como un elfo.

Te extiende una mano que parece tener más hueso que carne.

¿Puedo contar contigo?

Sacó su arma y le puso frente a su cara, en señal de honores. - Cuente con mi arma y mi fuerza. Le contestó ceremoniosamente.

No tenía nada claro, con lo escaso de población de este lugar, como reclutar a gente para ir a una misión, pero si no, en tal caso iría solo, o ... con este despellejado.

Al ver que no hubo mucha charla, ni muchas dudas, ni muchos problemas. El grupo formado por Elfos de Sangre y Renegados empezó a movilizarse por los negros bosques de la Tierras Fantasma. Mientras se movían el bosque parecía mágico incluso extraño, por un lado la oscuridad y la muerte era algo que se podía ver a cada paso, pero la magia de los elfos seguía presente aún en los lugares donde la muerte había arrasado con la tierra y toda la vida.

Tras pasar por la cicatriz muerta, una zona de tierra seriamente afectada por la plaga donde solo había muerte e incluso algunos nomuertos seguían "viviendo" por más que las tropas de Arthas dejaron atrás ese terreno hace años, encontraron lo que parecían unas carpas extrañas entre los árboles. El problema es que a simple vista no vieron ningún rastro de los dueños de esas carpas.

Elfos de Sangre, se hicieron llamar Altonatos pero no pueden ver lo que tienen en frente.

En ese momento un grupo de elfos nocturnos se materializó a su alrededor. Esa habilidad que la hace un raza muy en conjunto con la naturaleza es la misma que hace que puedan pasar desapercibidos a simple vista y rodear un pequeño ejercito sin que nadie se lo venga venir.

Mavren no lo dudó y sacó su espada.

¡Guerreros de la Reina Alma en Pena, tropas de Silvermoon preparense a expulsar a esta plaga de estas tierras! ¡Por la horda!

Contra todo pronostico el nomuerto cargó contra uno de los elfos y empezó a luchar cuerpo a cuerpo. A tu alrededor el fragor de la batalla atrapa a todas las tropas y también salta encima de uno de los elfos de la noche.

Ikegar ya había combatido en este día, pero eso no haría que rehuyera la batalla. Había caminado presto para el combate, al esperar emboscadas en cualquier momento, o que los monstruitos recobrasen su actividad y atacasen al grupo.

Buscó la línea para defender a los de su alrededor y poder cubrirse con las habilidades de los luchadores vecinos. Era vencer o morir, y esta última opción no estaba entre sus posibles conclusiones.

Saltas contra el primer elfo que vez y lo haces a una velocidad tal que son pocos los que te acompañan en la carga, la parte buena es que el elfo no se ve venir el golpe hasta que es demasiado tarde y tiene un leve tajo en la cara. Cuando agarra sus dagas contraataca y va hacia tu pecho.

El golpe del elfo nocturno se desvía y te corta una parte de la cintura, pero no es más que un corte superficial. Cuando se retira un paso para contraatacar empieza a mover las dagas de un lado hacia el otro.

¿Así que nos descubrieron? Parece que los que una vez traicionaron a nuestra raza volvieron a traicionar a la alianza juntandose con estos muertos.

No se pensaba amilanar con unas cuchillas tan discretas a estas alturas. Además su arma tenía más mala idea ... ¿O era el propio Ikegar? De todas maneras parecía que el baile de sus armas le distraía un poco.

Esta vez el golpe si da en el elfo y lo hace caer fulminado, a tu alrededor los grupos de renegados y elfos de sangre siguen luchando pero la ventaja está claramente decantándose para el lado de los elfos de sangre y sus nuevos aliados. De los 10 elfos que habían empezado a pelear puedes ver que hay 3.

Al mirar al elfo que había muerto notas un pequeño pañuelo azul con un león dorado estampado en la tela.

Era un paladín y se debía al combate y a los compañeros de batalla, pero no antes de conseguir pruebas. Pegó un tirón al pañuelo con un logo de alguna parte. Tras eso, buscó un objetivo, un compañero, fuera de sangre o fuer aliando, al que ayudar, para terminar pronto con la contienda.

Tu ataque llega desde un punto que era imposible para el elfo nocturno pensar en defenderse, cuando tu lo golpeas él desvía su mirada y uno de los guardias de los Renegados se encarga de terminar con la vida del pobre elfo.

Una vez que la batalla se termina de apagar, el grupo de los vencedores se empieza a reunir cerca del ejecutor Marven, el no muerto no parece muy contento.

El sumo ejecutor está levantando en alto un pedazo de tela azul como el que viste que llevaba el elfo. Mientras tenía en alto la tela el no muerto decía en voz alta y potente.

La Alianza atacó esta noche las tierras de los elfos de Quel'thalas, ellos fueron los primeros en clavar la daga del odio y de la guerra. Los Elfos de Sangre lucharon valientemente para defender su tierra pero no eligieron pelear.

Se gira y empieza a mirar a los elfos presentes.

Hijos del sol, sindorei, les prometo que la Dama Oscura no olvidó su origen y que las tierras de Quel'thalas siempre tendrán un aliado en Lordaeron. Hoy la Alianza golpeó primero, pero si queremos luchar contra ellos debemos hacerlo todos juntos, no soy nadie para hablar de parte de toda la horda pero sería un honor que lucharan a nuestro lado.

Se escuchan varios gritos de alegría y de victoria entre los presentes. El sumo ejecutor se gira y te mira a los ojos.

Paladín, tu lideraste a los elfos en esta batalla, se que su principe está desaparecido en Terrallende pero si pudieras hablar con el regente para negociar la inclusión de los Elfos de Sangre en la Horda sería un gran avance para nuestras razas.

Mavren se sube a su caballos y se empieza a alejar.

Te espero en la ciudad de Entrañas, si los elfos se unen a nosotros me encantaría ser quien los presente con mi reina.

Tras decir esto se aleja galopando.

- Será un honor luchar con estos hermanos de armas que han peleado con tanto valor y para defender el hogar de los míos. Daré la novedad a mi líder y en cuanto pueda me presentaré allí. Un saludo militar al estilo paladín fue dedicado al Sumo Ejecutor, como despedida.

Ya tenía otra cosa que hacer. A los que quedaban les ordenó: - Regresamos, tenemos cosas que hacer y novedades que ofrecer.

No dudó un instante y a la mayor velocidad que pudo desarrollar regresó al mismo lugar del que habían salido. Aquel pueblecito merecía saber lo sucedido, y tras ello regresaría a su ciudad, para informar a los gobernantes.

El viaje de vuelta a Tranquilien fue relativamente tranquilo, si bien en tu camino pudiste ver varios grupos de nomuertos que seguían recordando la invasión de la plaga a fines de la tercer guerra, las Tierras Fantasma habían vuelto a la calma, por un lado habían ganado unos nuevos aliados en los Renegados y el resto de la Horda, por el otro tenían la tranquilidad de que habían podido frustrar un intento de invansión por parte de la Alianza y los Elfos Nocturnos.

Al llegar a Tranquilien los pocos militares que habían quedado en la ciudad y un grupo de civiles te recibió con intriga y algunos con sonrias en sus rostros. Ninguno decía nada, quizás porque no todas las fuerzas que habían partidoa  buscar a los elfos norcturnos habían regresado, pero se podía notar que toda la pequeña ciudad estaba unida en el mismo sentimiento. Los elfos nocturnos habían invadido sus hogares y no iban a dejar que se fueran así nomas.

Un variopinto grupo se empezó a reunir a tu alrededor esperando que comentaras algo de la batalla.

Levantó su arma y con un grito de gúbilo, estirando totalmente el brazo y mirando hacia la punta gritó: - ¡Victoria! Bajó el arma y la guardó. Se dirigió a todos en derredor, y con algo de paciencia, como la de un padre clemente y dispuesto a eneseñar avatares de la vida explicó: - Gentes de Tharquillen, ahora he de informar. Ya os contaré en otro momento lo que sucedió, pero la unión con el Gran Ejecutor ha sido fructuosa y digna de mención. Colocó bien el arma y terminó de explicar: - Lucharon para ayudarnos y nosotros, respondimos con nuestro mejor hacer. Y empezó a caminar para presentarse a los líderes que tenían que saber de lo sucedido.

Uno de los elfos que estaba en la ciudad, más precisamente el maestro de vuelo te miró con cara de sorpresa.

¿Los lideres? ¿Planeas darle esta información al regente y al concejo?

El elfo corre y vuelve con un dracohalcon tomado por las riendas, una vez que se acerca lo suficiente te pone las riendas en la mano derecha.

Se que a los paladines les suelen gustar más las monturas de tierra, pero si quieres hablar con nuestros lideres lo más inteligente sería ir por aire. No tenemos tiempo que perder.