Partida Rol por web

El acólito de Moloch se queda sorprendido al ver que los rayos de luz arco iris se reflejan en Henutsen y en Imdlara sin afectarlos en lo más minimo!
¡Al menos....al menos deberían haber quedado ciegos!! Piensa concentrado en algún conjuro que pueda salvarlo.

¡Malditos infieles! Los voy a quemar a todos!

Owen observa como el acolito de Moloch trata de incapacitar a dos de sus compañeros. Por fortuna estos tienen una gran fuerza de voluntad y el conjuro no les afecta. Pero no por ello deja de ser peligroso.
El mago sonrie al ver como por un instante se refleja el miedo en la cara de su enemigo.

Hubiera preferido cogerte con vida, pero eres demasiado peligroso. Habra que acabar contigo.

Owen se concentra en su energia interna, y tras unas breves palabras un nuevo proyectil plateado sale de su mano en direción a Gali. El proyectil esquiva sin problemas a Imdlara y Henutsen que están trabados en combate contra su adversario e impacta contra este.

El proyectil de fuerza arcana vuela zumbando a toda velocidad, pasa rozando a Henutsen, e impacta contra alguna fuerza invisible, frente a la cabeza del mago!

El acólito, sigue sangrando copiosamente a través de la herida de la flecha, mientras queda recostado contra las paredes a su espalda, tratando de mantenerse en pie.

Jajajaja! Ríe escupiendo una sangre roja como el fuego dibujado en el suelo de la sala.

 Dranger, completamente fuera de sí, se lanza de nuevo contra el magucho de pacotilla ese. El cual parecía casi tan desquiciado y agenado como el propio enano... malditos fanáticos.

 Esta vez el filo de la arma enana no topa con obstáculo alguno en su camino para decapitar el mago, pero apareció una especia de campo azulado ante el filo... ¿sería, no obstante, capaz el acero enano de penetrar las defensas arcanas del mago?

El hacha rebota contra el campo de fuerza arcana, sacando chispas....chispas del hacha.

El movimiento de Henutsen y Kasr es totalmente coordinado, mientras que el druida da un paso en diagonal, gira sobre si mismo y golpea con la cimitarra por debajo de la cintura del brujo, el animal corre hasta estar al alcanze del enemigo comun e intenta atraparle con las zarpas.

La cimitarra logra colarse por debajo del escudo de fuerza y le produce una enorme herida al mago. Rezando a Moloch, el acólito cae contra la pared haciendo un esfuerzo por mantenerse en pie y defenderse con sus poderosos conjuros ígneos.

Observo como el joven druida consigue impactar con su cimitarra en la zona baja del vientre del enemigo al que nos enfrentamos, y como este se apoya en la pared situada a su espalda atenazado por el dolor.

Entonces, tras suplicarle una vez más a Desna, la Diosa de la suerte, que escuche a su fiel seguidora y guie mi mano, cargo una nueva flecha en el arco y disparo.

- Espero que ese Dios tuyo al que tanto amas tenga piedad de ti cuando llegues a su reino de llamas -

La sacerdotisa optó por meterse en el fregado, avanzando y soltando un fuerte -para sus parámetros- golpe de cimitarra.

Tanto la flecha de Imdlara como el afilado acero de Leila, son desviados por la fuerza arcana que protege al mago. Chispas azules surgen de la cimitarra, mientras la flecha se hace añicos contra la durisima superficie mágica.
El mago, escupe un buen borbotón de sangre, y se concentra para lanzar un conjuro.

Jammenuing! Jammening! Ardo Moloch!

Al terminar su conjuro, unas llamas surgen de sus dedos extendidos, quemandolo todo. Sin embargo, el esfuerzo es demasiado para el mago, el cual sufre unas tremendas toses, escupiendo sangre...y cae inconsciente al suelo.

Con su ultimo conjuro, toda la habitacion se ve envuelta en llamas. Sin embargo, a pesar de sufrir terribles quemaduras, logran esquivar en parte las llamaradas gracias a sus rapidos reflejos y resistencia. El calor es terrible en el lugar, aun más ahora debido al conjuro ardiente...
El mago, permanece moribundo en el suelo, desangrándose por la herida de Henutsen e Imdlara

La sacerdotisa no podía dejar de gemir al sufrir las quemaduras, jamás en su vida había sentido tanto dolor, tenía buena parte de las ropas ennegrecidas, y toda la piel que tenía a la vista estaba quemada y supurante incluyendo un rostro deformado que se había quedado sin párpados.

Apenas teniéndose en pie, consiguió levantar el símbolo de su dios y musitar una oración. De inmediato, las heridas dolieron menos, y al acabar el rezo murmuró otro similar. Finalmente, el tercero de sus rezos dejó a todos sus compañeros y a ella misma completamente curados, y la piel quemada se disolvió en polvo dejando piel nueva y blanca bajo ella.

- ¡Qué horror! -dijo simplemente.

Y a continuación, pateó con fuerza al moribundo sacerdote.

- Si alguien ve una ballesta por ahí, o un arco, igual puedo ser de más ayuda la próxima vez, tengo poca fuerza para el combate cuerpo a cuerpo... aunque en realidad tampoco soy buena tiradora, soy una inútil...

- No le mateis - digo señalando al mago - puede sernos de utilidad.

Le ato, por si acaso, y despues me pongo a revisar la sala mientras que Kasr, relamiendose, no le quita un ojo de encima.

La pequeña sala está vacia, y bastante chamuscada debido a la magia del mago. El suelo, tiene unos dibujos que tras analisarlos, parecen ser un mapa de los alrededores, mostrando los Hoodoos y la ciudadela.
Ademas, tras registrar al mago, encuentran varios objetos curiosos...una pluma, dos pociones, una daga, un simbolo sagrado, y una llave...

Todos salen de la habitación, y se acercan a Leila, quien usa su don sagrado para curar las quemaduras sufridas. El calor en la ciudadela, sin embargo, es agotador...sobre todo tras el reciente combate.

Tras las curaciones empleadas, Leila estuvo a punto de desmayarse por el calor, absolutamente agotada. Con un hilo de voz aún acertó a decir:

- Necesito salir de aquí...