Partida Rol por web

Mientras Henutsen se dedica a copiar lo mejor que puede los borrosos escritos grabados en la gran arcada, Imdlara se adentra bajo la misma, inspeccionando todo el pedregoso camino hasta las puertas de bronce.
La joven, parece notar un promontorio rocoso semienterrado frente a las puertas de bronce y tras verificar que solo se trata de algunas piedras apiladas, las remueve un poco, no sin cuidado.

Bajo éste grupo rocoso, parecen haber quedado dos cuerpos enterrados desde hace muchísimos años. Extrañamente, los cadáveres parecen haberse mantenido en bastante buen estado, parcialmente momificados, quizás gracias a lo árido del lugar o a los minerales que abundan en éste suelo.

Como sea, las ropas marchitas están pegadas a sus huesos tanto como la reseca carne. El equipo, si es que hubo alguna vez, está deteriorado, y sin embargo, aun se ven unas cuantas puntas de flechas en un putrefacto carcaj. Al revisarlas, descubren que todas están en muy más estado, inútiles completamente, exceptuando cuatro flechas que parecen haber resistido milagrosamente el paso del tiempo.
Entre los dos cuerpos, hay también una caja de madera, ya rota y llena de grietas. En su interior, se ven unos cuantos frascos rotos y entre éstos, una pasta aceitosa que aun no se ha resecado. La pasta brilla extrañamente.

Al ver como algunos de los objetos estan en buen estado, Owen se imaginó que podrían tener propiedades mágicas.

Esperad un momento, tal vez alguno sea de interes.

Un rápido conjuro por parte del mago y sus ojos brillaron unos instantes, para luego reslatar todos los objetos mágicos.

Si me disculpais un momento.

Owen empezó a toquetearlos tratando de averiguar sus propiedades. Pero no pudo sacar nada de ellas.

Aquí y ahora no puedo averiguar qué es lo que hacen. Tendré que examinarlo más detenidamente, cuando disponga de más tiempo.

Tras examinar el camino que conduce a las puertas del templo en busca de trampas, y encontrar los cadáveres que se encontraban semienterrados en la arena, espero pacientemente a que el resto del grupo se reuna conmigo y a que el mago termine de inspeccionar los objetos encontrados en dichos cadáveres.

- Probablemente se trate de alguno de los miembros del culto de Sarenrae que murieron en este lugar. Que los Dioses los acojan a su lado. -

Después, tras realizar un pequeño gesto en señal de adoración a la Diosa Desna, continuo hablando.

- Deberíamos continuar la marcha en cuanto Owen finalice de inspeccionar los objetos que hemos encontrado. Me gustaría poder entrar en el templo antes de que caiga la noche. No sé a vosotros, pero a mí, no me gustaría permanecer al aire libre, en este lugar, cuando las estrellas iluminen el cielo. Por cierto, si ninguno de vosotros tiene inconveniente, me gustaría poder portar una de las flechas que hemos encontrado. Gaste una de las mías en la batalla contra los elementales de fuego, y me gustaría volver a tener lleno mi carcaj por si se presentasen dificultades. -

 Cita:

- No habra problema Leila - te contesto mientras afirmo con la cabeza - en cuanto estemos de vuelta y me ponga a estudiarlas, yo mismo hare una copia para tus superiores.

Cita:

- Por mi no hay ningun problema - hago un movmiento con los hombros dando a entender que me da igual - pero si que seria interesante discernir que hay en el frasco. ¿seguimos andando?

- Qué destino tan horroroso. Espero que nosotros corramos mejor suerte, no me gustaría morir en un lugar tan horrible como éste.

Owen ya estaba listo para seguir adelante con la exploración. Le pareció extraña la petición de la elfa, pues ya había dicho que no logró identificar los objetos.

Si quieres llevar una de las flechas hazlo. Aunque no te recomiendo usar objetos mágico que no se saben lo que hacen. Como ya he dicho tendré que examinarlos más detalladamente.
Aunque el ungüento sí que es util. Si untas un arma con él se considera bendita a efectos de dañar a depende qué seres malignos. Hay para cuatro usos.

Imdlara toma una de las flechas, mientras Owen guarda en un papiro la aceitosa pasta supuestamente magica que encontraran entre los restos momificados.
*Las otras tres flechas, aun sin dueño, son guardadas por el mago para ser identificadas más tarde.

El grupo se aproxima entonces a las grandes puertas de bronce que se observan tras la arcada.

Más allá del arco, los hoodoos de piedra roja se abren a una enorme construcción.
La fortaleza parece tener dos partes: la más cercana es una achatada fortaleza cuadrada, cubierta en yeso reseco y en descomposición, y coronado por una enorme minarete del que se escapa una fina humareda.
Las paredes de yeso están ricamente decoradas con tallas geométricas intrincadas de llamas que se agitan, y varios minaretes más pequeños surgen en las esquinas.

En el extremo Este de ese edificio, el piso del valle cae de repente a una grieta, y una segunda estructura se alza sin ninguna ventana o abertura, en una meseta más allá.
A pesar de que siglos de arena han erosionado la mayoría del baño de oro que decoraban originariamente a la estructura, la luz del sol es aun reflejada en la piedra de color rojo oscuro de la ciudadela, y hace brillar toda la estructura como una hoguera enorme.

Un angosto puente rojo, cruza de una fortaleza a la otra, a través del abismo. Un par de puertas de bronce cubiertas con una enorme secuencia de runas antiguas y decorativas bloquea el acceso a la fortaleza más cercana.

Me quedo unos instantes callado, estudiando las dos estructuras. Despues de un par de minutos me aparto parte del turbante blanco que me tapa la cabeza y la cara, para se me entienda bien.

- Parece que para llegar a ese edificio - digo señalando la construccion que hay detras del abismo - hay que cruzar este otro. Dejarme echar un ojo a esas puertas antes de que Imdlara detecte si hay alguna trampa. Sobre el oleo - continuo mientras mi quito la mochila para estar mas comodo - creo que lo deberia de llevar Dranger, que es quien mas posibilidades tiene de golpear ¿no?

 Kasr se queda tumbado, observando tranquilo, al lado de la mochila.

Owen se acercó detrás de Henutsen, intrigado al parecer igual que él sobre lo que queda de la ciudad. En la otra puerta también habían una seríe de runas grabadas, pero estas aun eran menos inteligibles.

Creo que deberíamos andarnos con cuidado. No me gusta nada el que salga humo de aquel lugar, seguramente debe haber alguien.
Me da que esto no va a estar tan deshabitado como podríamos creer en un principio, y no me refiero por los elementales.

Despues se quedó observando los dos edificios y el espacio entre ellos.

También le comentó algo a Henutsen en su lengua.

Si hay alguien en el templo lo más seguro es que sean los antiguos cultistas. Deberemos tener cuidado y capturar a uno de ellos vivo.
Tengo un conjuro que me permite hablar cualquier idioma, aunque no lo tengo preparado hoy, podría llegar a usarlo si fuese realmente necesario.

 Tras sus últimas palabras acerca de copiar las runas del arco, el enano, permanece silencioso, con el hacha bien asida, apoyando su lado romo en su hombro, dejando descansar la musculatura del brazo.

 Cunado son hallados los cuerpos de aquella gente, tal vez adoradores, tal vez aventureros, sus mandibulas se aprietan, haciendo deslizar sus músculos faciales bajo la piel mal afeitada de sus fauces.

 Ándate con ojo DRanger, ándate con ojo, otros han estado aquí y no han vivido para contarlo...

 Junto a los cuerpos son encontrados algunos objetos que han logrado desafiar el tiempo y laclimatología, Owen no tarda en anunciar su naturaleza mágica. Cuando se descubre el uso del aceite y Henutsen propone que sea él quien lo lleve para usarlo en caso necesario, el silencioso enano asiente en su silencio habitual. Guardando el frasco con el aceite en su grueso cinturoón de múltiples bolsillos.

 - Vayamos con el orrden de marrcha prropuesto, es lo más sensato.

Ante ustedes se alza una enorme puerta doble, forjada en bronce y llena de runas inentendibles.
No parece tener cerradura, aunque seguramente se pueda barrar desde adentro. De todas formas, sin dudas es pesada.

Despues de asentir a las palabras de Owen Grend, me dirijo al resto del grupo.

- No detecto nada de magia - afirmo tras pasar mi mano unos instantes por la puerta - dentro tiene que hacer mucho calor, si os fijais hay vapor saliendo por todas las rendijas - señalo por debajo de la puerta para que podais ver el vapor - la puerta no parece tener cerradura, pero sin embargo mover cada hoja tiene que ser bastante dificil de mover, tienen que pesar bastante. No he visto ninguna trampa aunque quizas Imdlara nos aporte algo mas de luz... cuando ella confirme que podemos abrir la puerta... Drangen... deberias de empujarla, si quieres puedo intentar ayudarte.

Ante la mención de empujar las puertas, Owen retrocedió unos pasos.

Por precaución, más que nada.

Además, no os serviría de mucho para algo tan... físico.

No obstante estaba atento a los alrededores por si aparecian más elementales, o algo peor.

- Si sale vapor además de calor ha de haber agua. El calor húmedo es horroroso.

Tras guardar en mi carcaj una de las estrañas flechas que hemos encontrado en los cadáveres, mientras el mago que me acompaña me advierte sobre lo poco aconsejable que es portar un objeto mágico sin conocer primero cuales son sus propiedades, sonrio ligeramente a Owen y, mientras le doy un pequeña palmadita en el hombro, le digo:

- Tranquilo, mi joven mago, estaré bien. No creo que esta simple flecha pueda hacerme mucho más daño del que podrían hacerme los seres que moran en el interior de estos viejos edificios. Además, ¿qué sería de la vida sin un poco de riesgo? -

Después, tras elevar una pequeña y silenciosa plegaria a la Diosa de la suerte, con el fin de evitar que mis propias palabras se vuelvan contra mí, y de esperar a que Henutsen termine de examinar magicamente las puertas que se alzan ante nosotros, me acerco decididamente a dichas puertas, y comienzo a examinarlas detenidamente, con el fin de comprobar si pudieran guardar alguna sorpresa desagradable.

Tras terminar de examinar las enormes puertas que se alzan ante mí, y comprobar que parecen no estar protegidas por ninguna trampa, me vuelvo hacia mis compañeros y les digo:

- He terminado de examinar las puertas y parece que ninguna trampa las protege. Si queréis, podemos intentar abrirlas con el fin de poder acceder al edificio. Aun así, deberíamos hacerlo con sumo cuidado, intentando realizar el menor ruido posible, para evitar alertar a los seres que puedan morar en el interior del templo. -

Después, tras haber terminado de hablar, y tras haberme retirado del lado de las puertas con el fin de que puedan ser abiertas por el guerrero y por el druida, preparo mi arco con una de mis flechas y permanezco atenta a cualquier cosa que pueda resultar sospechosa.