Partida Rol por web

Cita:

Noto como el rayo de fuego lanzado por el extraño ser que nos vigila impacta en mi cabeza, mientras me encuentro distraida revisando la habitación, y como el fuerte calor invade mi pelo y mi cuello.

Después, tras no descubrir nada nuevo en la sala, y tras esperar unos minutos con el fin de recuperarme del impacto, me dirijo hacia el gran salón situado al oeste.

- Juro por la Diosa Calistria que te encontraré y, que cuando lo haga, no dejaré de ti nada que tu Señor pueda quemar en su estúpido averno -

Verifico que Imdlara se encuentra bien y a continuacion la sigo, cubriendola para que examine con prontitud la puerta que abre a la nueva habitacion (al oeste), Kasr tiene los pelos de punta y no se separa de las paredes.

El grupo de valientes miembros de la Sociedad de Pathfinder, habían encontrado al fin la Ciudadela del Fuego.
Las recientes tormentas de arena, que durante años se habían aplacado, al parecer habían regresado una vez más a ésta parte del desierto, y con éstas se había revelado la fortaleza en ruinas...

Tras adentrarse en la ciudadela, habían sido sorprendidos por uno de los fieles de Moloch, y el fanático sectario acababa de arrojar un rayo de fuego a la joven Imdlara.
Sea lo que sea que traman los adoradores de semejante entidad del infierno, sin dudas es algo malo y debe ser detenido.
Los aventureros, buscan aun la estatua del maligno dios, pero de momento deben lidiar con el cobarde sectario que los ataca a través de los pequeños orificios de su escondite!

Ahhh!jajaja! Te entregaré a éstos infieles, y mi entrada al Malebolge estará asegurada grandioso y fogoso Moloch!!! JAJAJA!

 ¡Maldito hijo de trasgo!

 El enano, tras ver la cobardía del reciénaparecido brujo, suelta el escudo y se lanza contra la puerta cercana para intentar abrirla y poder alcanzar al fanático. Hacha en mano.

 - Ven y da la carra maldito despojo.- Dice. 

La sacerdotisa parece un tanto aterrada por momentos, por un lado quería socorrer a la herida, y por otro no tenía claro si debia gastar ya sus recursos cuando el combate aún podía dar con heridas mayores. Tampoco podía aportar mucho al juego de ataques, sin un arma a distancia poco podría hacer, y no sabía como llegar al sectario para golpearle directamente. El riesgo era importante y con su forma de atacar el sectario podría terminar matando a alguno de sus compañeros... o a ella misma. La idea de la muerte no era agradable, la idea del enorme dolor que causaban quemaduras como aquellas lo era menos. Esas eran las cosas que no contaban en los libros de hazañas, la muerte y el dolor, el sufrimiento, la derrota. En los libros los héroes no sentían dolor, no tenían duras y nunca perdían. Pero en la vida real todas aquellas cosas podían suceder, y Leila no tenia nada claro que ella estuviese preparada para afrontarlas, o que simplemente tuviese esa pasta especial de la que estaban hechos los aventureros. Una vez más, las dudas sobre sus propias capacidades la invadieron, mezclando esos sentimientos con los de pánico.

Luego de que la joven elfa verifique que no hay trampas en la puerta, el enano abre la puerta y revela una gran recamara ricamente decorada.

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Sin embargo, no llegan a disfrutar de la magnificencia del lugar, pues en cuanto el enano y la elfa se adentran a inspeccionar la recamara, comienzan a oir voces y entrechocar de armaduras, proviniendo de una puerta más al sur...

Rapidamente me coloco alejado de la puerta y Kasr, casi de manera incosciente se pone delante mia protegiendome.

 Ante la búsqueda de trampas de la diligente Imdlara, Dranger recoge el escudo y se lo coloca de nuevo. A pesar de que sus labios forman una apretada línea recta, sus ojos desprenden unas ganas una rabia apenas contenida.

 Entonces quendo salen a inspeccionar el salón en el que se encuentra el trono dorado y se escuchan los pasos pesados provinientes del sur. El enano se dirige a su encuentro sin vacilación y gran determinación.

Penetro lentamente en la habitación, atenta a cualquier cosa que pueda resultar sospechosa, mientras observo ligeramente los gigantescos tapices que cuelgan de las paredes y veo el enorme trono con forma de llama situado al fondo de la cámara.

Después, al escuchar los ruidos provenientes de la zona sur de la sala y ver como Dranger se lanza a la carrera en busca de nuestros posibles enemigos, permanezco inmovil en el lugar en el que me encuentro y grito:

- ¡No Dranger, espera!. ¡No vayas hacia allí! ¡Quizá se trate de un simple truco, como sucedió con el esqueleto, creado con el fin de atraernos hacia esa sala! -

Después, tras haber advertido al enano, me concentro intentando discernir si los sonidos son reales o no.

 Dranger arde de ganas de desquitarse la rabia creciente en su interior. Las palabras de la joven picaruela no hacen más que inflamar más sus deseos de descargar su acero enano en cualquier cuerpo... y se trata de un cobarde y mezquino brujo, mejor que mejor.

 - ¡ Ven aquí miserrable, ven parra que te rraje las trripas gusano cobarrde!- No puede evitar avanzar pero se va hacia el centro del salon para tener persepctiva de toda la sala.- ¡Cuando más tarrdes en salirr peorr serran las cosas, mequetrrefe! ¡Plantame carra gusano de la chispita!

Antes de oir el ruido de guerreros con armaduras acercandose, te pareció escuchar unas palabras susurradas en la habitación central en donde se oculta el acolito de Moloch...
Puede que sea una ilusión, si...
Debe haber alguna entrada a esa sala, ademas de más orificios para espiar afuera.

El Director De Juego Escribió:

Ok, Master, muchas gracias por la información.

Cada vez más convencida de que el ruido de guerreros proveniente de la sala suroeste es un engaño creado magicamente, y aprovechando la distracción creada por Dranger mientras intenta provocar a nuestro enemigo, avanzo sigilosamente pegada a la pared oeste, palpando cada centímetro de dicha pared, con el fin de poder encontrar alguna puerta secreta que nos lleve hasta la habitación en la que se encuentra el hechicero.

- Desna, Mi Señora, no me falléis ahora. Permitidme, a través de vuestra infinita sabiduría, encontrar lo que estoy buscando. -

Imdlara comienza a registrar la pared que da a la habitacion del acólito del archidiablo, sobre todo entre las dos puertas. Mientras tanto Owen se adelanta e ingresa a la gran sala seguido de Leila.
Dranger, corre hacha y escudo en mano, dispuesto a enfrentar a los supuestos guerreros que se amontonan tras la puerta sur.
En eso, la risa chisporroteante de Gali retumba a travez de los pequeños orificios que utiliza para espiar, y mientras Imdlara busca una entrada secreta, una esfera de fuego se forma magicamente ante las palabras del hechicero!
La joven intenta escapar de las llamas, que ya buscan devorar sus ropas y cabellos...

Jijijijijiji!!!! Me he cansado de ustedes, impíos intrusos! Serán sacrificados a Moloch! No me dejan otra alternativa! Jijijijiji!
Con una risa extrema y demente, con la voz cargada de delirio, Gali mueve las manos guiando a la esfera ignea para intentar calcinar a la ladrona.

Mientras Imdlara se echa para atras envuelta en llamas, no puedo por menos que ver de donde ha salido esa bola de fuego y seguir buscando por donde antes estaba buscando ella.

- Leila ayudala ¡- grito señalando a Imdlara - Dranger olvidate de lo de fuera. Es un truco, como todo lo que ha estado haciendo desde que hemos entrado. Ven aqui, a ver si encontramos algo que podamos tirar abajo - digo mientras palpo la pared - Kasr atento - digo poniendo en guardia al Leon que ruge impaciente.