Partida Rol por web

The Headless Girl and Blind Boy

0.1 Interludix

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27/07/2014, 22:51
Narrador

En el entramado del tiempo y el espacio existe un lugar, oculto a ojos de los dioses que sí conocen su existencia, alejado de cualquier criatura que vive ignorándolo y solo accesible a unos elegidos. Se llega a este sitio por las grietas en los marcos de las puertas, las superficies calmas de los charcos, los reflejos de las copas de oro y bronce, las rocas erosionadas por el viento de poniente y los corazones de los niños.

Un sitio calmo, de reposo eterno, donde el tiempo se detiene y las hebras de las moiras se deshilachan, conformando un nudo antes de seguir su camino.

En Interludix, la cueva del fin de los tiempos, o del inicio de los tiempos según algunos sabios que creen saber de su existencia, nada comienza, nada finaliza; pero ésta vez algo sí pareció comenzar cuando la columna central se iluminó y letras como cortes en la piedra empezaron a cincelarse por una mano invisible: El Orbis ha caído, la niña ha salido.

Pero esta sala principal, esta gruta del conocimiento con palabras que podrían cambiar el curso de la historia de cualquier mundo, con frases que al ser pronunciadas podrían sumir en la oscuridad a los reinos mágicos, no tiene acceso nadie, ni siquiera el guardián. Por ello debemos sentirnos agradecidos al permitir que los vientos nos hayan llevado aquí para ver lo que describimos como un auténtico comienzo, algo nunca visto.


En otra cueva distinta, grande también, es donde mora el guardián de Interludix, que está esperando una visita muy especial: un pequeño ser, eterno como él.

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27/07/2014, 23:59
El Guardián

Bajo su capa oscura, el guardián trata de sacudirse el polvo de incontables eras, se recoloca la capucha para que la sombra tape sus pequeños ojos de sapo y solo pueda verse sus grandes labios morados, que ocultan dientes afilados.

Parece flotar por el camino marcado y echa un breve vistazo a la gran puerta de donde proviene la luz de todas las cosas. Era algo inherente el querer llegar allí y ver en el todo, pero la locura se escondía ahí; hasta los dioses habían decidido ocultar aquel lugar para no caer en tentaciones.

Escuchó una campanilla que anunciaba su visita y el guardián flotó hasta un círculo de pequeñas piedras donde empezó a materializarse una pequeña niña, pálida de piel y de cabellos negros, abrazada a su peluche.

-Bienvenida al cruce- anunció el guardian, usando voz de bajo, tan grave que pareció retumbar en las lejanas paredes que les protegía del todo.

-Muchos mundos te esperan, pero antes deberás prepararte. Has estado demasiado tiempo encerrada-

-Dime, pequeña eterna, ¿qué valoras más, la fuerza para proteger a los demás o el conocimiento?-

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29/07/2014, 15:31
La Niña

La Niña sintió como la luz de la abertura la inundaba, la abrazaba, se fundía con cada poro de su ser. En un instante vivió billones de vidas -todas sus vidas- que se desvanecieron como un suspiro apenas cruzó el umbral y se borraron de su recuerdo como si nunca hubieran existido. Pero esto a la Niña no la afectó, acostumbrada hasta aquel entonces a que cada instante fuera efímero. Cada despertar, un nuevo amanecer.

Llegó a una cueva grande e iluminada por una luz difusa que parecía no tener un origen determinado. Se encontró en medio de un círculo de piedra, abrazada a Trapos y sin ver a Fira por ningún lado, lo que la extrañó de manera incómoda. La luciérnaga había prometido seguirla, pero la Niña de los mil nombres no la podía sentir. ¿Acaso su luz particular le había mentido?

Poco tiempo tuvo para reflexionar acerca de ello. Ante sí tenía al ser más extraño y atemorizante que había visto en su breve pero infinita existencia. Ella, que hasta aquel entonces no había conocido el temor, sintió como unas garras invisibles atenazaban su estómago y la garganta se le secaba y se le cerraba al mismo tiempo, impidiéndole tragar. El ser era enorme, flotaba y su voz retumbaba grave, haciendo vibrar su alma al ritmo de la cadencia de sus palabras.

Encogió su cabeza entre los hombros y atrajo a Trapos más cerca de su rostro y de su corazón para sentirse más segura. Aquel ser no se había presentado ni le había preguntado a ella quién era. Es más, parecía que la aguardaba, que sabía qué hacía allí y que no tenían mucho tiempo para perder en formalismos y protocolos pues cosas importantes debían decirse y decisiones importantes debían tomarse.

Sintiéndose así, pequeña y desamparada por primera vez, la respuesta brotó sola de su interior, sin que tuviera que meditarla.

-La fuerza para proteger a los demás. Nadie debería sentir que está solo o desprotegido. Yo no quiero sentirme así... -sus palabras fueron perdiendo fuerza y su voz se apagó apenas terminó de hacer su declaración en un murmullo. Mientras que la voz del Guardián había resonado fuerte y grave llenando el lugar, la voz de la Niña, aguda y temerosa sólo había sido suficiente para alcanzar los límites del círculo del cual no se había atrevido a moverse.

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29/07/2014, 23:40
El Guardián

-Interesante respuesta para una criatura que ha vivido sola durante tanto tiempo- rumió el ser.

-Ven conmigo- urgió el ser extendiendo una mano lisa, de largos dedos y sin uñas. Dio la espalda a la pequeña y empezó a dirigirla a donde debían ir. -No te quedes atrás-

-Y tú no te hagas el inanimado, te huelo- susurró, ¿dirigiéndose a quien?

Anduvo o más bien flotó por el camino bordeado de un vallado bajo, por encima de un corto puente de madera sobre aguas moradas y por debajo de bóvedas plagadas de estalactitas, dejando atrás la gran cueva de entradas y salidas y llegando a un recoveco en una de las paredes. Aquella pequeña habitación natural contenía un banco de piedra, tan pulido que parecía haber sido usado de forma constante y con un leve hundimiento en el centro, testigo de criaturas más corpulentas que aquella que ahora debía sentarse.

-Siéntate- conminó a la pequeña y su acompañante. El Guardían se alejó de ella, quedándose a unos pasos, mirándola.

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29/07/2014, 23:57
Trapos

Entre los brazos de la niña, un peluche descosido, con un ojo pendiendo de un hilo que se mantenía inmóvil. Era un protector, así había sido siempre y aunque hubiera vivido días constantes, idénticos e interminables, nunca había faltado a su cometido. Cuantas criaturas trataron de llegar por la noche, cuando Fira se reencarnaba y no era capaz de velar sobre ella, cuantos combates eternos, repetitivos y complejos que le dejaban sin fuerza por el día.

Trapos se rebulló un momento y alzó la cabeza, mirando a la niña a través de su ojo sano. Ululó suavemente y después pareció aclararse la garganta, -Hola-

Su ojo saltón se movió de un lado a otro, hasta que el hilo empezó a acortarse, como si algo desde dentro de la cabeza del peluche tirase, hasta que ambos ojos estuvieron bien dispuestos a los lados de un pico negro como la pez.

Cuando se liberó de brazos de la pequeña, estiró las alas y voló hasta asentarse sobre su cabeza. Inclinó su cuerpo, mullido y suave pero que semejaba una búho, real ahora más que nunca. -Síguele, luego nos pondremos al día- dijo mirándola primero con un ojo y luego girando la cabeza para mirarla con el otro. -Nadie hace esperar al Guardían, ni siquiera tú, pequeña-

-Tu olfato sigue fino, viejo carcamal- soltó Trapos.

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30/07/2014, 18:20
La Niña

El tono de urgencia que sintió la Niña en aquellas dos palabras hicieron que las dudas y el temor quedaran aparcados a un lado, listos para asaltarla ni bien tuvieran otro momento a solas. Sin pensar en lo que hacía, cruzó con sumo cuidado los límites del círculo y comenzó a caminar en pos de aquel ser, sin entender a qué se refería cuando habló de oler.

Sin embargo, no pasó demasiado tiempo antes de que sus palabras cobraran sentido. Apenas había dado unos pasitos cuando el peluche que llevaba en brazos comenzó a moverse, giró su maltratada cabecita y le habló.

-Ay! -la niña dio un salto hacia atrás del susto, soltando a su fiel compañero debido a la impresión. Seguramente el peluche esperaba una reacción del estilo, pues mientras su ojo malo iba recuperando su posición original, las alas de tela se desplegaron y el ahora búho voló hasta su cabeza.

Pasada la sorpresa inicial, los ojos de la Niña subieron lo más alto que pudieron para darle una nueva primera mirada. Era Trapos, sin duda. Pero no era Trapos. ¿Quién era entonces? Las palabras de su único amigo le indicaron que los "cómo" y los "por qué" tendrían que quedar para más tarde. Aquel ser al que Trapos llamaba el Guardián aguardaba a que ella ocupara el sitio que le correspondía en aquella sala, en aquella historia.

Con resolución volvió la vista al frente, para seguir el camino que la llevaría hasta el banco. Aunque su paso era un tanto dubitativo, una bella sonrisa adornaba su rostro. Aunque no entendiera nada, sentía que mientras Trapos -el nuevo o el viejo, daba igual- estuviera allí, ella estaría a salvo.

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02/08/2014, 00:47
El Guardián

Sentada en el banco, la niña esperaba, pero también lo hacía El Guardián. Respiraba de forma pausada, saboreando cada aspiración y alabando su cosecha como si en vez de una invitada tuviera frente a sí una copa de néctar del árbol del conocimiento.

Se dio la vuelta e hizo un movimiento con una de sus manos sin uñas y la pared de la gruta desapareció, dejando a la vista un púlpito incrustado en la piedra, que fue a donde el guardián encaminó sus pasos. Sobre el púlpito había un libro que parecía variar de tamaño, color y textura según pasaban los segundos. El guardián apoyó su frente plagada de pequeñas grietas, que daba la sensación que en cualquier momento una montaña fuese a crecer de ella, tan dura y obligando que sus pequeños ojos de sapo quedasen como estaban, en el libro.

Aspiró de nuevo y se irguió.

-¿Eres la piedra o eres la honda? ¿La llave de todo o el martillo de sueños? ¿Qué eres, pequeña eterna?- retumbó su voz en aquel pequeño recoveco donde se ocultaba el púlpito, rebotando por las paredes del cuarto donde estaba la niña sentada y devolviendo ecos desde la gran caverna a sus espaldas.

El Guardián esperaba tres respuesta a las tres preguntas aunque supiera que ella no entendería las preguntas, pero así estaba escrito...

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04/08/2014, 19:42
La Niña

La Niña contemplaba los cambios de aquel libro con fascinación. Pasada la primera impresión, el Guardián ya no le parecía tan atemorizante ni, también hay que señalarlo, interesante. En cambio el objeto que descansaba sobre el púlpito la maravillaba y con curiosidad infantil, se preguntaba para qué serviría. Es que la Niña no conocía los libros.

Cuando llegaron las preguntas, su bonito seño se frunció y toda ella adoptó una actitud pensativa. No entendía a qué se refería el ser que se encontraba frente a ella ni qué sentido tenía aquella charla. Miró a Trapos, un extraño pero familiar compañero buscando ayuda más el búho permaneció inmutable. Las respuestas debían provenir del alma de la Niña. Nadie podía ayudarla a encontrarlas más que ella misma.

Repasó las palabras del Guardián una vez más y miró en su corazón para encontrar la solución a aquellos acertijos.

-Soy la piedra. No tengo control sobre mi destino.

-Soy el martillo de los sueños. Mi hogar existe más allá de la realidad.

-Soy lo que soy. Soy la Niña.

La pequeña habló con solemnidad. No estaba segura de por qué había dicho lo que había dicho, pero sentía que aquellas respuestas eran las correctas, las que habitaban en su interior. Expectante una vez más, aguardó a que el Guardián aprobara sus respuestas y le mostrara el siguiente paso para comenzar a vivir aquellas aventuras que le había prometido Fira.

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04/08/2014, 20:51
Trapos

Trapos seguía en su posición privilegiada, sobre la cabeza de la niña, cuando El Guardián la puso a prueba. Sus preguntas eran concretas a la vez que ambiguas. El búho, o lo que la niña afirmaba que era un búho, sabía que esas preguntas serían importantes para las aventuras que ella esperaba vivir.

-Veo que seguimos tan confusos como siempre- afirmaba, mientras él mismo pensaba en las mejores respuestas a esas enigmáticas cuestiones.

Desafortunadamente para la niña que descansaba bajo sus patas, Trapos se distrajo unos instantes. Le pareció ver un insecto, y no uno de los normales, sino uno azul, brillante y volador, los más deliciosos. Mientras se decidía en si debía ir a por él o no y en lo rico del festín se percató, ya tarde, de que no había aconsejado a la niña sobre una respuesta. No es que él tuviera mucha idea sobre qué decir, casi nunca la tenía al tratarse de asuntos del Guardián, pero sabía que debía haber velado por ella. 

No obstante, la Niña, cargada de valor habló con voz clara y segura de sí misma. El peluche mantuvo su rostro impasible, más de haber podido, hubiera soltado una lágrima de orgullo. Aún si ayuda, ella había demostrado poder valerse por sí misma.

-Y bien, Guardián, ya ha respondido- increpó Trapos, que solía tener poca paciencia con otros que no fueran La Niña- No nos hagas esperar más y dinos lo que tengas que decirnos-

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05/08/2014, 22:43
El Guardián

Al decir la niña la última palabra, los dados dejaron de rodar, las ruletas de girar y las cartas se mostraron, las reglas acababan de ser escritas y el destino fijado. Hasta entonces todo había sido posible, pero las preguntas fueron respondidas y muchas puertas se cerraron para toda la eternidad, dejando tan solo un manojo de caminos bifurcados, broma de Moiras, que muestra opciones que son tan solo trampantojos. La Dama del Lago, mensajera de las Moiras acababa de adjudicar un final a la Niña y con ello un nombre.

Y de ahí leyó El Guardían, del libro de la Dama del Lago, el verdadero nombre de la niña.

-Serás fuerte y diestra, Spica será tu estrella, búscala si te pierdes-

La niña se sentía capaz de cualquier cosa, aunque se le pudiera escapar como llevarlas a cabo, pero para eso tenía a Trapos, que la guiaría y aconsejaría. Fortuna velaría a su protegida para que nada malo la pasase.

El Guardián cerró el libro y éste desapareció. Dejó el púlpito atrás y éste volvió a ocultarse.

-Solo una cosa más, protector- contestó, dejando que su increpación volase hacia la nada. Conocía a esos seres, para qué eran creados y su comportamiento era producto de su naturaleza.

-Dime, pequeña eterna, ¿como te llamarás?- Era tan difícil que acertara su verdadero nombre, como peligroso. Pero si pretendía navegar por los mares estrellados, combatir contra la locura de los bosques del silencio y caminar por las arenas del desierto rusiente, la niña debía tener un nombre.

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07/08/2014, 17:46
Trapos

El libro dejó de tener relevancia y por eso desapareció, quedando en el aire un asunto más importante. La Niña debía tener un nombre. Trapos en cierta manera se alegró, los nombres eran importantes, aunque el búho seguramente siguiera llamándole niña o pequeña la mayoría de las veces.

Esta vez Trapos decidió aconsejarla, o al menos darle ánimos. La respuesta debía de darla ella misma, que para eso era su nombre, mas unas palabras orientadoras nunca estarían de más. El animal de trapo se bamboleó ligeramente de un lado para otro levantando alternativamente sus patas, con cuidado, para no molestar a la pequeña a la que aún seguía encaramado. Este extraño ritual se repetía cada vez que Trapos se concentraba para buscar un consejo que ni él mismo estaba demasiado seguro de cual debía ser.

-Tómate tu tiempo- la poca paciencia demostrada con el Guardián era lo opuesto a lo que el tono de su voz transmitía ahora- recuerda que ese nombre es por el cual se te conocerá. Debe gustarte y no ser difícil de pronunciar si no quieres que otros te acaben poniendo un mote para evitar decir tu nombre. Busca dentro de ti uno que te guste y si estás perdida, fíjate en la estrella que el Guardián ha mencionado antes.

El ser alado dudaba que la estrella le sirviera demasiado en estas circunstancias, ni siquiera estaba seguro de que se viera esa estrella donde ellos se encontraban ahora. Pero las palabras del ser impasible que se encontraba ante ellos eran más importantes de lo que parecían, así como sus preguntas. Quizá diera una pista para el nombre o solo diera un consejo a seguir en el futuro de sus aventuras, era difícil saber a qué atenerse cuando el hombre encapuchado hacía una pregunta o una afirmación.

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08/08/2014, 14:33
La Niña

La niña observó con asombro la desaparición del libro. Todo allí olía a "magia", una palabra que le gustaba saborear aunque no comprendiera su significado. Había prestado atención a las palabras dichas por el Guardián y aprehendido cada paso del ritual que en aquel lugar se había realizado, pero su significado se le escapaba.

Fuerte y diestra... ¿para qué? Spica... nombre raro para una estrella. ¿Sería capaz de recordarlo? Algo en su interior le decía que sí, que lo llevaría consigo más allá de las fronteras que tendría que atravesar. Aquello la reconfortó.

Luego llegó un momento clave para la niña. Debía decidir su nombre. Trapos acicaló su cabello con sus patitas de tela, moviéndose impaciente a la vez que le transmitía paz a su protegida, pero aquel gesto no la tranquilizó.

Durante infinidad de días había sabido quién era. Cada mañana al ver su reflejo en el lago, en aquella burbuja fuera del tiempo, su nombre, uno cualquiera, había brotado de sus labios sin dudas, fuerte y claro, con su propia presencia.

Pero allí, frente al Guardián, sintiendo la ansiedad de su fiel compañero pues aquello era importante, la niña no sabía que responder. Recordaba haberle dicho a Fira que se llamaba Azul, pero ese no le parecía un buen nombre. Aquella caverna la había despojado de su última identidad y, en aquel instante, se le pedía que buscara una nueva, una que la definiera para los días futuros.

Escuchó los susurros de la caverna, sintió las patitas de Trapos que no dejaban de moverse, balanceó los pies mientras pensaba en cómo debería llamarse, hasta que lo supo. Un soplo de aire en su rostro, refrescante y juguetón se lo había dicho.

-Brisa. Me llamaré Brisa.

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09/08/2014, 19:11
El Guardián

Milenios atrás, cuando todo era considerado el TODO, con mayúsculas, y los dioses deambulaban en silencio, desperdigados, solitarios, sin contacto, pues los seres omniscientes no encontraban uso para la charla banal, y los seres inferiores no existían, el puzzle del TODO estaba completo, enmarcado y a la vista de todos. Pero el acuerdo fue firmado, el marco desapareció y el puzzle desarmado y desmigajado en el viento.

Havā, Kada, Nasim, Zephrine, Brisa, tantos apelativos recibía el Anemoi, sin importar culturas, países o incluso mundos, pero su nombre acababa de ser conjurado, su pieza encontrada y el puzzle comenzado de nuevo. El céfiro soplo y su aliento envolvió la creación, viento suave, adalid de la primavera, pero no consiguió entrar en Interludix. La niña no notaría sus efectos hasta salir de aquel lugar cortado del tejido del tiempo.

-Así será, Brisa. Cree en tu nombre- más que una recomendación parecía una orden.

Anduvo de vuelta hasta la gran cueva de entradas y salidas, seguido por la niña y su protector.

-Ya puedes marchar- indicó, mostrando a la pequeña una pared de ortosa verduzca. Confiaba en que supiera como abrir aquella puerta, sino quizás habría problemas al haber fallado la selección de la elegida.

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13/08/2014, 17:12
La Niña

Brisa sintió el aliento en su rostro como una suave caricia. Sentía que algo importante acababa de ocurrir aunque ella no pudiera comprenderlo. Seguramente el búho protector podría explicarle qué era lo que había sucedido en aquel lugar, desde que cruzara la puerta en el árbol hasta que aquel momento, donde su nombre había sido revelado.

Siguiendo la orden muda de desandar el camino, la niña saboreó las últimas palabras pronunciadas por el Guardián. Debía creer en su nombre y así lo haría. Brisa, liviana y suave como el amable viento. Brisa, cálida o refrescante según fuera la ocasión. Brisa.

Llegaron hasta la puerta y la niña miró al Guardián una vez más, antes de despedirse.

-Gracias -. No sabía el por qué, pero sentía que aquel ser había hecho mucho por ella. Con curiosidad infantil preguntó a continuación:

-¿Volveremos a vernos? -y luego, en un arranque inesperado, se acercó velozmente hasta él y le dio un abrazo.

Una vez terminadas las despedidas, la niña se plantó frente a la puerta, buscando la manera de abrirla. No veía un picaporte o una cerradura tal como las conocía. Tampoco tenía una llave, recordó. Desorientada, sin saber muy bien que hacer, pero sin atreverse a tocar aún la superficie rocosa, encaró a su compañero.

-Trapos... como salimos de aquí? Es una puerta... mágica? -antes de atreverse a hacer nada más, Brisa aguardó el consejo de su protector. Aquel búho, que una vez había sido su muñeco de trapo, tenía pinta de ser muy sabio.

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13/08/2014, 17:47
Trapos

El protector, siempre alerta, vio sorprendido e impotente como la niña abrazó al Guardián. Tenía que enseñarle a su protegida que abrazar a todo el mundo no era una buena idea, ella no conocía a nadie, había estado sola desde que tenía memoria. Y no sabía que habían personas buenas, las que Trapo denominaba como raras, y malas, de las que había una cantidad más alta de lo que uno se esperaría.

Resopló, pues ya nada se podía hacer por eso. Ahora estaba el tema de la puerta. Claro que llamarle puerta no era del todo acertado, al menos no aún. Aquello era un muro, sin ningún cerrojo o mecanismo a la vista.

Para ayudar mejor a la niña abandonó su posición que había alcanzado hasta ahora, la cabeza de ésta, para situarse junto al bloque de mineral. Comenzó a picotearlo, a estudiar su composición. Aquel primer reconocimiento no le dijo nada, ni siquiera había allí un triste gusano que pudiera refrescar el paladar del pájaro. No, la respuesta sería más profunda.

-Quizá debas hacer honor a tu nombre y soplar- decía estas palabras mientras el mismo soplaba  seguro de que de funcionar, cosa poco probable, solo lo haría con ella- claro que eso cansa mucho. Es probable que la respuesta esté en tu interior, quizá si quieres que haya una cerradura y una llave éstas aparezcan deseándolo. Y por otro lado, llamar a las puertas por si hay alguien detrás nunca está de más.-

El búho no era muy optimista con su última sugerencia. Pero qué sabía él, Wendel era un tipo de lo más complejo, Trapos no sabía nunca tras qué puertas se encontraba.

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15/08/2014, 00:08
El Guardián

Una enfermedad que le había estado invadiendo de forma lenta pero inexorable, desde que llegó al Interludix con una apariencia normal, incluso bella para los cánones de su raza, hasta su actual estado; el Guardián no solo había tenido que ver como aquel nudo temporal alargaba su vida de forma casi inmortal, sino también como su cuerpo enfermaba, agrietándose, endureciéndose y causándole dolor que solo conseguía paliar a medias gracias a las aguas moradas. Esa kilasa -lepra- que cargaba como símbolo se su posición y que le vino a la cabeza en el momento que la pequeña eterna le abrazó. Tan pequeña ella y tan grande él, que lo único que ella pudo abarcar con sus pálidos brazos fueron sus muslos, mientras apoyaba su cabezita peluda típica de los humanos sobre su segundo estómago. No, no debiste hacerlo, pensó.

¿Como afectaría la lepra a los humanos? Tampoco importaba, pues la niña tal y como era ahora y como fue en el Orbis, dejaría de serlo en el momento que entrara en un nuevo mundo. La Niña era el común denominador, el caldero de donde se extraía cada una de las innumerables pequeñas, todas distintas exteriormente pero con un mismo interior.

-Quizás-contestó el Guardián, separándose un paso en el momento que la chica se desenganchó. -Eso no depende de mí- concluyó levantando su mano sin uñas para tirar más aún de su capucha, volviendo a ocultar sus ojos.

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15/08/2014, 00:25
Narrador

Fue mentar la llave y la niña pensar en ella, cuando una pequeña llave ligera y brillante empezó a aparecer sobre su corazón, como ya ocurriera en otra ocasión. Poco tardó en colgar del cordel de cuero atado a su cuello.

¿Qué ocurrió la última vez? ¿Qué hizo? ¿Qué palabras se dijeron? ¿Funcionaría esta vez?

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15/08/2014, 14:32
La Niña

La niña, con su candidez, no le dio importancia a la preocupación que sintió en el Guardián cuando le dio un abrazo. Ella veía más allá de su apariencia, era capaz de percibir lo esencial y lo que le transmitía aquel ser era algo bueno aunque al principio hubiera resultado aterrador. Su deformidad o sus enfermedades no habían sido registradas.

Tras terminar con las despedidas, sintió que la llave volvía a materializarse sobre su corazón, cálida y brillante. Sobrecogiéndose por el momento, se dio cuenta que estaba recordando lo que había vivido unos instantes o tal vez eones antes, cuando Fira le brindara la posibilidad de abandonar su burbuja y aquella sensación la llenó de sorpresa, poniendo su cabecita en blanco.

-Espera... espera un momento, Trapos... algo dijo la luz danzarina cuando la llave apareció y la puse en la cerradura... como era???

La niña aferró la llave intentando recordar. Eran pocas palabras, un pedido al guardián de las puertas (o así lo había sentido en su momento), una pequeña invocación.

-Abre la puerta Wilson... no, no era ese el nombre... Walter... Wendel!!! Abre la puerta... no, eso tampoco... -su frente se perló de sudor frente a su esfuerzo. La cabeza volvía a dolerle pero no iba a rendirse. Tenía la llave y sabía que cuando la acercara a la puerta, se formaría la cerradura. Solo restaba pedir por favor, y su pasaje a un nuevo mundo estaría disponible.

-Ábrete Wendel, no seas cel..., no! no!, era al revés! Lo tengo, lo tengo!!! Wendel no seas celoso y ábrete al fin! -triunfal, estiró su manita para colocar la llave en la cerradura y aguardar a ver si la invocación había resultado correcta.

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21/08/2014, 23:44
Narrador

Un pequeño ojo de cerradura se formó al acercar la niña su llave, que hundió y giró como hiciera en el Orbis.

Entonces una figura se formó en un lateral de la roca, delgada y alta, parecía moverse con fluidez, como si aquella roca más que eterna fuera en realidad flexible y alguien jugara bajo su piel. Haciéndose de rogar, bailó, saltó e hizo una pirueta, antes de llevarse una mano a los labios, como si pidiera silencio. Se acercó y pareció soplar, inflando levemente la puerta, surgiendo bisagras, un pomo y finalmente la hoja en sí, como si fuera una puerta hinchable surgiendo de la nada, pues eso era. Pareció sacar una llave que encajó desde el otro lado y giró. La puerta se movió lentamente y Wendel se despidió antes de que el umbral expedito desvelara su verdadera figura.

Empezó a soplar viento, proveniente del mundo más allá de la puerta, como si el aliento del céfiro finalmente hubiera localizado a la chiquilla y envolvió a la niña, transformándola en Brisa.

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26/08/2014, 10:38
Trapos

La intuición del ave estuvo en lo correcto. La Niña, ahora con un nombre más místico, invocó la llave y la cerradura como Trapos esperaba que hiciera. Wendel, por otro lado, hizo el resto de la manera que solía hacerlo. A su ritmo y llamando la atención.

Tras esa ceremonia de apertura que al búho le pareció demasiado larga, apunto estuvo de picotear o alentar a Wendel para que se diera más prisa, la puerta dejó de estar cerrada. Y daba acceso a otro mundo. Un mundo ventoso, que hizo que Trapos lamentara que la niña no hubiera escogido como nombre "día soleado pero no caluroso".

No obstante, la niña no había escogido tan mal. Una brisa, como el nombre que ahora portaba, la envolvió y le cambió el aspecto. Un aspecto que indicaba que era más poderosa que antes.

-Bien, pequeña- seguía llamándole así, como solía hacerlo, como si para él siguiera siendo la Niña- has abierto la puerta. Y ahora eres más...- esperó unos segundos, como si tuviera que pensar qué calificativo decir- azul. Pero seguro que eso nos es útil en tu aventura.

Trapos era cascarrabias a veces, por supuesto. Sin embargo, siempre alentaba a la que ahora se llamaba Brisa para que tuviera fuerzas para seguir adelante. Para que no se sintiera sola.