Partida Rol por web

El paladín observó con horror el retorno del maldito mago. Aquello iba contra los dioses y no debía ser permitido, alzó su espada hacía los cielos y con voz atronadora, bramó:

Por los Dioses de la Luz que gobiernan cielo y tierra bajaba su espada lentamente para acabar apuntando al mago con el filo del acero, que brillaba con una luz dorada vindicaré tu vida y devolveré tu alma al tartaro, maldito.

Aquel ser no era un clérigo, era un ser infernal, como el explorador había dicho. Mi vista me había engañado, esto tenía que ser obra del elfo hechicero.

Agarré mi lanza con más fuerza, mientras me afianzaba para no caerme al cruzar el puente.

- ¿Es vuestro amigo? ¡Maldigo al que ha creado esa aberración! ¡Démosle descanso eterno de una vez por todas! - dije a mis compañeros - ¡Baern! ¡maldito mago del infierno! ¡le entregaremos tu cabeza a tu señor antes de ensartarlo con mi lanza! - grité al ser infernal mientras empezaba a cruzar el puente, en donde se había levantado una corriente de aire, regalo de bienvenida del mago asesinado.

La amazona perdió equilibrio sacudida por el viento, cayendo al vacío mientras salía despedida como una miserable hoja seca en otoño. Subitamente algo detuvo su caída, una cuerda se tensó tirando del cuerpo de Blür ghun Dhür. Al principio la cuerda tiraba del barbaró al vacío lentamente.

¿Podría el caudillo de las tribus de la tundra salvar a la doncella de los lobos? ¿La dejaría morir? ¿O se precipitarían ambos al abismo?.

Aquello que no parecía otra cosa mas que un simple bulto, les habló y se reveló como su antiguo compañero. Baern, el renacido, se confesaba que era siervo del Dios de Plata.

Al ver como el mago arrojaba el pergamino al abismo, Blür no pudo si no acercarse al borde del precipicio como intentando atrapar el rollo de papel con la mirada.

Maldito escupechispas, sabía que no era de fiar. Debí matarlo cuando le di la paliza...

Perdido en sus pensamientos homicidas, el bárbaro no se percató en la mala fortuna que tuvo Mina al ser arrastrada por un repentino viento producido por la magia del recién llegado. El tirón que provocó el peso del cuerpo de la mujer, le pilló por sorpresa. Soltó la espada de manera instintiva, dejándola caer en el suelo mientras intentaba sujetar la cuerda que lo mantenía unido junto con su camarada. Pero uno de sus pies resbaló, desplazándose al vacío y arrastrando al guerrero nómada con el...

Blür ghun Dhür tropezó cayendo por los suelos y siendo arrastrado hacia el barranco mientras se arañaba la cara contra las rocas. Mina se golpeaba violentamente contra las piedras viendo como el inexorable destino se acercaba paso a paso.

Sus visiones se vieron confirmadas, aquel hombre era el mago Baern, más malévolo y vengativo que nunca. Cáledan no podían creerse que al final las sospechas del bárbaro tuvieran cierto fundamento y su antiguo amigo fuera tan vil, quiso pensar que fue el malvado elfo quien lo corrompió, que ese ser no era el mago, pero los hechos eran irrefutables ...

Por ello el explorador le dirigió una profunda mirada de desprecio a Baern y deseó con todo su ser haber podido acabar con él de verdad cuando por error así ocurrió. No obstante una terrorífica ráfaga de viento se levantó, obra del mago sin duda, y provocó que tanto Mina como Blür salieran disparados del puente; por fortuna tenían la cuerda que inteligentemente se ataron siguiendo su consejo. De esta forma, y reaccionando con celeridad, el explorador apoyó sus piernas contra el lateral del puente, y manteniendo la horizontal con el suelo pudo soportar bien el fuerte tirón. Podía sentirse en su mirada el enorme esfuerzo que realizaba, la tensión de sus brazos y piernas era tal que estaba empezando a temblar, y sin saber si aguantaría mucho más, le dijo trabajosamente a los demás:

- Ayu... dadme -dijo como si cada palabra lo cansara más y tratando de ahorrar todas las energías para salvar a sus amigos.

Ya había perdido a uno y ahora lo estaban pagando caro, Cáledan no permitiría que ninguno más cayera, si habían de morir, él los seguiría, pero tenía claro que no iba a soltar la cuerda.

Yusuf se recuperó y se arrastró fuera del puente para acercarse a Caledan. Luego lo cogio por los hombros para ayudarle al tirar. Los poderosos brazos del ladrón ayudaron al izar al grupo. La cara de Blür estaba ensangrentada y llena de cortes y el brazo izquierdo de Mina colgaba inerte en una postura antinatural.

Blür ghun Dhür, tu ojo... aunque más bien debería haber dicho tu no-ojo.

Con un crujido tremendo noté como el brazo se partía en mil pedazos, siguiendo un dolor que amenazaba con hacerme perder el conocimiento. Completamente colgada por la cuerda, en el vacio, abrí los ojos para comprobar que el bárbaro había caído con ella, viéndose arrastrado a través de piedras afiladas para finalmente colgar como ella, tan solo sujetado por una cuerda que nos unía con la vida allí arriba. Poco a poco fuimos ascendiendo gracias a la fuerza de los que no habían caído.

Una vez de nuevo en la superficie, dolorida, miré a mi alrededor. El bárbaro sangraba profusamente, y los demás lo miraban con horror. A pesar de mi brazo, me conseguí poner de pie para poder ver que había pasado.

Oh, por el amor de los Dioses, su ojo...

En el sitio en el que antes hubiera estado su ojo, ahora habia una masa sanguinolenta y sin forma, sin apreciarse salvo vanos trozos de globo ocular totalmente destrozado. Miré mi brazo, que colgaba inerte y antinatural. Lo intenté recolocar en su sitio para evitar perderlo para siempre.

El explorador cayó al suelo en cuanto sus amigos consiguieron ascender hasta arriba y dejó de haber tensión con la cuerda. Luego se levantó un tanto animado, pues había conseguido salvarle la vida a ambos y era algo de lo que se sentía muy orgulloso. No obstante, en cuando vio el estado de los despeñados su alegría desapareció, vio el brazo descolocado de la guerrera, pero sobretodo lo que lo marcó fue la visión del bárbaro y su cuenca vacía, su amigo había quedado tuerto y el dolor que debió sufrir debió ser inmenso. Por ello visiblemente alterado, y aún sin decidirse a moverse de allí por temor a la fuerte corriente, le gritó al paladín:

-¡Erik! ¡tú sabes curar! ¡ayuda a Blür por lo que más quieras! -dijo con una mezcla de orden y súplica.

Luego se giró hacia Mina, que intentaba recolocarse el brazo, y decidió que por ella podía hacer algo más. Sacó una antorcha de su equipo, se quedó con el palo, y sacando unos jirones de su manta procedió a intentar entablillárselo, mientras le decía:

-Dadme el brazo mujer, puede que esto os duela pero es necesario -dijo mientras apretaba las telas, e intentaba recolocar el hueso roto como mejor podía.

Finalmente se quedó esperando para ver el estado de Blür y saber si podrían continuar o no.

Tras un crujido y un grito de dolor el brazo, la extremidad de la guerrera quedo recolocada pero le costaba demasiado moverla. Sentía que su brazo había quedado inutilizado. La herida del barbaro fue facilmente reparable mediante imposición de manos y pronto quedó restañada aunque Blür ghun Dhür sería tuerto de por vida.

Al examinar el horizonte, algo falla. Debería estar allí pero no está. El viento también ha cesado ¿Que rayos ocurre? ¿A donde ha ido Baern?.

Al ver que la situación era crítica veo a los dos caídos, con huesos quebrados y ojos faltantes. Ante los gritos de Cáledan me acerco al bárbaro y evalúo la situación de su ojo.

- Puedo hacer que la herida sane, pero no soy un clérigo, no puedo recuperar su ojo, solo podré mitigar... levemente, su dolor. -

Me pongo al frente de Blúr y me quedo mirándole la cara mientras pongo una de mis manos sobre su rostro. Antes de rezar miro al explorador.

- Haz guardia, que el piromano no se ponga belicoso justo ahora.

- Dioses, que me han dado la gracia de poder servirles y juzgar a aquellos que hacen el bien y el mal. Permitanme usar su gracia para ayudar a un compañero de viajes, que a través de todas las circunstancias y situaciones ha sabido mantenerse del lado de la luz y pelear por los mismos ideales que tengo yo.

Una leve luz blanco azulada comienza a canalizarse a través de mi mano para situarse en el ojo perdido del bárbaro. Noto satisfactoriamente que la herida ha cerrado, mas dejará una horrible cicatriz, como así también el cuenco vacío donde antes había un ojo sería algo permanente y de por vida. 

- Cáledan, si tienes un pedazo de tela sería un buen momento para hacerle un vendaje a Blúr. - dicho eso me vuelvo hacia la muchacha, si bien no me cae muy bien que digamos, y su forma de actuar y su trato son justificados por su vida pasada no se corresponde hacia los que queremos ayudar a su gente. Así mismo mis dioses me han enseñado el camino de la misericordia y el perdón permanente. Por lo que cualquier mirada de reproche o maldad desaparece totalmente de mi rostro, y con voz suave y tranquila le digo - Permite que mis dioses ayuden a curar tus heridas. 

No hago más, espero la respuesta de la muchacha antes de interceder. Si se niega, nada puedo hacer al respecto, no voy a forzar a alguien a recibir ayuda divina si no está predispuesta a aceptar la gracia de los dioses. 

Durante la caída sujetó con firmeza la cuerda para que las rocas afiladas del desfiladero no la cortaran, ya que lo mantenían unido a la mujer. Pero esas mismas piedras golpearon en el rostro del bárbaro con dureza. La tensión del momento y la adrenalina que fluía por su cuerpo, no le permitieron darse cuenta de la gravedad de su lesión.

Una vez arriba, las caras y los comentarios de sus compañeros le pusieron en sobre aviso.

Una masa sanguinolenta de piel y partes de globo ocular ocupaban la cuenca de su antiguo ojo derecho. Apretando con fuerza los dientes, extrajo aquella masa y la cortó con su daga a ras del nervio.  Cuando el filo del cuchillo rozó el cordón nervioso un terrible dolor recorrió el cuerpo del nómada, como si un zumbido eléctrico recorriera todo su ser. Pero Blür ghun Dhür, había sido entrenado desde niño para no sentir dolor, para ignorarlo y seguir adelante.

Arrojó al suelo los restos y escupió al suelo, maldiciendo entre dientes al brujo que otrora fuese miembro de la compañía.

_ No os preocupéis amigos, los dioses me bendijeron otorgándome otro ojo. Uno es mas que suficiente. Dijo escudriñando a cada uno de ellos, mostrando una amplia sonrisa.

_ Muchas gracias Erik, que los dioses te protejan y que nunca te abandonen. Pues tu don, es uno de las mas grandes habilidades que un humano pueda tener.

Con un trozo de tela de su manga, se hizo un vendaje improvisando un parche.

_ ¿Cómo te encuentras Mina? Esa herida haría que cualquier elfo marica del Bosque Viejo se desmallara de dolor, pero tu eres una mujer norteña, una guerrera. Seguirás adelante y ajustaremos cuentas con ese hechicero del demonio.

Blür no pudo evitar fijarse en como su compañera no apartaba la mirada de su cuenca vacía, mientras se la cubría con la tela.

_ Si, ya lo se. Esta pequeña cicatriz atraerá a las mujerzuelas como la miel a las moscas. Pero no desesperes, pues solo tengo el ojo puesto en vos y en nuestra amada Therinya. Finalizó esgrimiendo la mejor de sus sonrisas. Ahora deja que te cure el paladín, pues dependemos los unos de los otros para completar esta misión suicida.

Cuando el paladín le pidió que estuviera atento al mago, Cáledan levantó la cabeza y vio que Baern había desaparecido. Aquello no auguraba nada bueno, y además el poderoso viento parece que amainó, decididamente algo malo se avecinaba. Por ello, quedarse en el puente no era para nada seguro, así que de está forma empezó a correr por el mismo mientras instaba a sus compañeros a hacer lo mismo diciéndoles:

-¡Dejemos las sanaciones restantes para después! tenemos que salir de este puente ¡ahora! -había que aprovechar aquella pausa y llegar al otro extremo del mismo, quizás allí encontraran más respuestas, dado que en el inicio no había nada que hacer.

Y continuando su carrera, esperando que el grupo lo siguiera para que la cuerda no lo retuviera, se puso al frente junto a Yusuf e intentó pisar sólo donde lo hacía éste.

Tras avanzar la distancia que os separaba de la catedral veis la enorme arcada gótica que marca el inicio del templo. La luz y las tinieblas se debatían ante el monumento y la hora de la verdad había llegado

Impasible, escucho las palabras del bárbaro mientras se venda su ojo. Mi brazo estaba recolocado, pero a pesar de ello colgaba sin vida, solo que esta vez tenia un ángulo normal. No había tiempo de curaciones, había que continuar.
- Aquí debe ser - observé estúpidamente al mirar el arco gótico. Apreté mi lanza con la mano que me quedaba, esperaba al menos luchar dignamente antes de conseguir el descanso eterno.
Maldito mago y maldito su maestro, no descansaré hasta mandarlos de vuelta al infierno...
Miré a mis compañeros
¿Quien va primero? Yo estoy herida, poco puedo perder ya. Si tengo que morir, moriré, vosotros continuad o huid, encontraré descanso en este lugar sagrado, y si es preciso mi alma velará para que vuestro amigo y su señor no consigan salir jamás de aquí - mientras decididamente comenzaba a penetrar en aquel edificio bendito y maldito a la vez.

Niña estúpida. Pienso para mis adentros al notar que se incorporaba con el brazo sin vida. Pero más allá de eso comprendía su posición. Había cosas más importantes.

Ante la pregunta de Mina, y viendo que el bárbaro también la había pasado mal, la respuesta era más que obvia, aunque yo hubiese abierto la marcha igualmente aunque ambos estuviesen en condiciones.

- Iré yo primero, si veo algo raro se los haré saber. Sino le señalaré que vengan donde estoy yo.

Escudo en mano y en posición defensiva comienzo a adentrarme en la catedral.

Brotando de la puerta de la catedral una voz habló, una voz con un deje divino y que sonaba como la proclama de un hombre piadoso exhortando a los fieles. Las puertas de la catedral parecían infranqueables, a pesar de estar abiertas.

Alto dijo con suavidad Habéis afrontado un gran riesgo y es la hora de la decisión, solo uno de vosotros puede entrar... así ha de ser.

Una de las estatuas giro la cabeza. Era un hombre anciano vestido como un clérigo de aspecto pétreo. De su cuerpo nacían ramas de piedra que formaban arbotantes alrededor de las columnas. Una voz en vuestra mente os lo anticipó. Es él.

¿Quien se entrelazará con el destino de esta catedral? os preguntó El viaje termina aquí y ahora se os avecina el mayor peligro... ¿cual de vosotros nunca morirá pero tampoco vivirá?

Su mirada os observa con determinación y piedad.

Tras recorrer el puente, pronto llegaron a la inmediaciones de la catedral. Se produjo un breve debate por quién ocuparía el primer puesto en la exploración del lugar.

Seguía sin gustarle la idea de que el paladín fuese en cabeza, pero fue su decisión y era mejor ahorrarse su opinión.

_ Cáledan, Yusuf estad atentos. Cualquier cosa que se le acerque o se asome cosedlo a flechas y virotes. Susurro a sus compañeros, mientras se colocaba al lado de Mina, justo en el costado en el que descansaba inerte el brazo roto.

_ Mantengámonos juntos por el momento, yo protegeré este costado y tu serás mi ojo derecho. No había sonrisas ni guiños, era la hora de la verdad. Y Blür estaba concentrado.

Al escuchar la voz miro a mis compañeros.

Solo tres podríamos adentrarnos sin inconvenientes a la catedral.

- Blur, Mina, creo que en esta oportunidad este viaje no es para ustedes. Yusuf, Cáledan, si no tienen oposición, creo que yo debería ingresar. Si los dioses están de mi lado me permitirán tener éxito y dejar libre el paso para eliminar la amenaza de los orcos y sus huestes. 

Cáledan se quedó escuchando atentamente al sabio pétreo, sin duda sería el que creo el ritual para mantener al mago elfo preso allí y debían hacerle caso si querían vencerle. Uno de ellos debía sacrificarse, uno de ellos pondría fin a todo aquello, al menos hasta los próximos 100 años, y debían decidirlo ahora...

Por ello miró extrañado a sus compañeros, que parecían no entender la importancia de las palabras de la estatua y les dijo de forma extrañada ante sus reacciones:

-¿No habéis oído lo que ha dicho el sabio? Sólo uno pasará, sólo uno acabará con todo esto, de nada sirven las estrategias ahora...

Luego se quedó mirando el arco, pensando si el que debía sacrificarse era él, había pensado mucho en el tema, había cambiado de opinión alguna vez, pero lo cierto era que lo hizo movido por la pena de perder al mago por su culpa, y ahora que sabían que sólo buscaba más poder, no se sentía tan arrepentido de lo que hizo. No obstante, él no tenía nada que perder, no tenía familia, ni muchos amigos y el único que le importaba y que evitaba que buscara su propio final era su fiel mascota; parecía una tontería, pero quería a ese perro demasiado. Además, según había oído el sacrificio haría que nunca viviera, pero tampoco muriera, y aquello le daba auténtico pavor, él quería reunirse con su amada Drílian por encima de todas las cosas, aunque fuera en el más allá, pero si aceptaba aquel sacrificio jamás ocurriría y eso no estaba dispuesto permitirlo, demasiado mal le había tratado ya la vida como para también renunciar a aquello, renunciar a su deseada muerte...

Por ello, tras una meditación profunda en medio de aquel ambiente extraño, el explorador levantó la cabeza, convencido de haber tomado la decisión correcta, y mirando a sus compañeros les dijo con voz decidida aunque con cierto tono nostálgico:

-Sabéis que daría mi vida sin pensarlo por todos y cada uno de vosotros, ¿no?, tenía pensado sacrificarme cuando llegara este momento, y nunca me importó entregar mi vida por una causa justa, pero no puedo sacrificar mi muerte... Siento la llamada de mi amada desde el más allá y sé que algún día me reuniré con ella para estar siempre juntos y recuperar el tiempo que nos arrebataron... -dijo con tono apenado y haciendo una pausa- Llamadme cobarde si queréis, pero es la única esperanza que me queda para estar con ella y no puedo renunciar también a ello; no voy a ser yo el que se sacrifique esta vez... -terminó diciendo, esperando que sus amigos fueran capaces de comprender su decisión.