Partida Rol por web

Quién le iba a decir al ser humano que algún día alzaría sus ojos hacia las estrellas y llegaría a surcarlas. Y menos aún que iría más allá de lo que la vista puede ofrecernos. A ese lugar etéreo, mágico, que ha permitido a la humanidad desafiar leyes labradas a cincel por los primeros físicos, que ha permitido acortar las distancias y doblegar el tiempo, que ha permitido viajar por todo el universo. El hiperespacio

Y en ese lugar, terriblemente desconocido, un pecio de pasajeros, la Duquesa Selene, nave de línea de la compañía Maxos atraviesa los paisajes hiperespaciales en dirección a Porozlo.

La copa repiqueteó con un límpido sonido cristalino, interrumpiendo las numerosas (y algunas ruidosas) conversaciones que se daban en la gran sala de estar de la Duquesa Selene.  La mayoría de viajeros de primera clase (el resto viajaban en otro lugar de la nave, confinados en sus cápsulas de hibernación), ya habían acudido a la cena de gala que se iba a dar en la última jornada del viaje. Pronto (en unas horas) la nave saldría del Salto y llegaría a su destino, así que era el momento de despedirse (o incluso de conocer) al resto de viajeros con el que habían estado compartiendo la ruta de lujo hacia Porozlo.

El Capitán, escoltado por la Oficial de primera y la Jefa del servicio sostenía la copa invitando a un caluroso brindis que diese inicio a la fiesta de despedida.

Por fin mi retiro, ya ha llegado el momento, podre disfrutar de mi retiro dorado en el yate espacial en el que había invertido todo mi capital, muchos años de servicio, mucho esfuerzo e ilusión recompensado con un retiro dorado.

Al final del viaje en los astilleros de Porozlo  me espera mi nave, completamente auto suficiente y con una tripulación robótica, la segunda mejor que el dinero puede conseguir, y una vez de vuelta a casa invitare a mi amor a un crucero distendido los dos solos por el sistema solar.

Entonces como casi siempre que alejaba de mi mente aquel extraño artefacto, su imagen, como un canto de sirena de irresistible, y apenas su imagen apareció en mi mente en mi mano sentí el tibio tacto del artefacto alienígena,del tamaño de una pelota de ping pong una esfera perfecta hasta la diezmillonésima parte de una micra, ni siquiera la mejor tecnología humana conocida podía tener tal precisión, llegó a mis manos de una forma estraña, el el último viaje que como diplomatico realice, comprando un recuerdo par mi querida dama en el exotico mundo de .... cuando salía de la tienda de curiosidades y recuerdos para turistas de Jean un poriosero tambaleante se desplomo sobre mi y me la entrego con su último aliento con unas palabras que ni mi traductor pudo transcribir, como no era de buen ver que a un a persona respetable y ademas en una misión diplomatica se le viera por esos oscuros calaljenos de los barrios bajos lo deje en la calle y me dirigí a toda prisa a la cancillería donde no hable a nadie del poco comun incidente que había tenido. ........

Vaya trasto de nave pienso mientras subo al Duquesa Selene. Más le valdría llamarse Fulana Selene

Pero al menos me llevará hasta Porozlo, veremos si allí encuentro algo de trabajo o de diversión. Soy demasiado joven para estar retirado y no tengo dinero para vivir como me gustaría.

Además en Porozlo podré ocuparme de mi parte del trozo de chatarra que le gané al cabo O'Malley. Supongo que algo de dinero me darán por ello.

- Tendréis cuidado, si sabéis lo que os conviene. Un solo arañazo y os libero en el vacío... sin traje.

El gesto de desprecio y el puño, levantado a la altura del hombro en una actitud ligeramente amenazante, parece ejercer el efecto deseado, y los cargueros de su preciado aerodeslizador se afanan meticulosamente en meter a Pryscilla en el compartimento de carga de la Duquesa Selene.

Ahí estaba Janos, dispuesto a comenzar una nueva vida, volviendo a sus raíces, aquellas de las que el Imperio le había arrancado cuando aún era un muchacho imberbe e inocentón. Reposaba sentado, observando el trabajo de los mozos, sobre la caja hermética que guardaba su traje de vacío. Había dilapidado casi toda su magra cuenta en el pasaje de la Selene y el almacenaje de Pryscilla en ésta... ¡Y no iba a dejar que unos cuantos paletos le rozaran siquiera la pintura!

Sí, estaba desesperado. No le quedaban ni 400 créditos y aún no había podido negociar con sus 4 partes de una nave.

- Quizás esta misma Selene no esté tan mal, con un poco de pintura... -fantasea, entre dientes-.

- ¿Señor?

El muchacho, con la cara sucia de grasa, le mira con ojos expectantes.

- ¡Que llevéis mi maleta! -contesta con tono duro, palmeando el contenedor sobre el que estaba sentado e incorporándose-.

Da igual, siempre se pueden conseguir socios a bordo, y yo me sé vender, concluye mientras vigila como meten su segunda posesión más preciada en la nave.

Otro viaje más... no creo que lo soporte, y encima tengo que hacer trasbordo en Porozlo, ¿acaso estoy en el siglo XX? Enfin, que tonterías, menos mal que cuando llegue a mi destino voy a poder seguir con mi ardua investigación. - hablaba solo John Lewis -

Y esta vez espero cobrar... - suspira entre dientes -

Oh señor, si es tan amable, ¿me ayuda con el equipaje? - le dice John a Jason al no ver a ningún empleado por las cercanías.

Jason sale de su ensimismamiento, y pone inicialmente cara de pocos amigos ante la intromisión.

- ¡Claro que no hay mozos, yo...! -frena en el ultimo instante, suavizando su tono y sus gestos, con un renovado talante amistoso-. ¡Yo querría saber cómo demonios este espaciopuerto no se cae a pedazos!

Lanza un disimulado vistazo hacia la compuerta de carga, donde siguen afanándose con su traje de vacío, e inmediatamente extiende la mano al desconocido.

- Jason Halas, pero puede llamarme Jason. Y devuélvame la mano pronto, que tengo que ayudarle a llevar los bártulos -pronuncia este último arcaísmo con voz de pirata clásico, y guiña un ojo.

En cuanto le devuelve la mano, se dispone a ayudar al que parece ser uno de sus compañeros de viaje.

Oh, toda suya, je je. Y muchas gracias Jason Halas, mi nombre es John Lewis, un placer conocerle.

Justo cuando paso al pasaje de primera clase, veo como introducen un precioso deslizador en la bodega y como dos de los pasajeros se ponen a charlar entre sí.

Presentomi billete de viaje, mientras entrego mi pistola Gaus,y dejo mi ligero equipaje de mano en las manso de un odel so asistentes.

Jason echa una mirada disimulada al nuevo pasajero, no cargada de intenciones, con un suave giro del cuello, como si le doliera, y vuelve de nuevo la cabeza hacia Lewis.

- Bueno, señor Lewis... ¿Qué le lleva a usted a Porozlo?

Nada, es un maldito punto intermedio a mi verdadero destino, pero no quiero contarle mi aburrida ruta, solo espero que el viaje dure lo menos posible para ponerme a trabajar, soy científico, ¿sabe?

Y como si no hubiera dicho nada o como si ya lo hubiera dicho todo John sigue a la suya mirando los decorados no favorecedores de la nave.

Tras entregar mi pasaje me dirijo a habitación, y veo las "últimas Adquisiciones" que he obtenido.
Otra vez ese maldito objeto que continuamente me llama, lo convoco con un pensamiento y aparece de nuevo ne la palma de mi mano abierta, su perfección la relación entre su peso y su volumen todo tan perfecto y la vez tan distante,por su peso se diría que es una esfera hueca, pero su tacto te produce una sensación de densidad y de masa casi infinita.

- Científico, ¿eh? ¿Físico? ¿Químico-orgánico? ¿Xenobiologista, quizá? ¡Una vez conocí a una...! Pero es un chascarrillo fácil, y supongo que ya lo habrá oído -dice, con tono jocoso-.

Parece dudar durante unos instantes, mirando a varios lados, incluido al nuevo pasajero, pero vuelve a retomar la compostura.

- Yo he visitado cientos de sistemas solares, y además he hecho mis pinitos en la Marina. Aunque mi verdadera vocación es ser comerciante, podría hacer un dinero haciendo las veces de guardaespaldas... Digamos, ¿no necesitará seguridad, por casualidad? Puede consultar mi hoja de servicio, si lo desea... ¡Licenciado con honor!

Su tono no es de súplica, sino con pagado de sí mismo, seguro y directo.

Mmm bueno, pues verá... lo cierto es que no me vendría mal. Pero ya sabe que hoy en día a los científicos como yo no se les paga bien, así que no dispongo de mucho efectivo.

Pero seguro que si hago bien este trabajo lo consigo.

Durante varios días vuestra estancia en la nave es más que agradable. El pasaje no es muy dado a las convenciones sociales y poco más podéis conocer de ellos, salvo alguna agradable charla durante alguna comida o ciertos momentos de ocio. Así mismo, la tripulación de la nave es en todo momento correcta, y podéis decir que el viaje, a pesar de las expectativas inciales, está siendo más de lo que habíais intuído.

Había pasado un tiempo en vuelo, y Jason se había hecho con los nombres, las caras y, quien más y quien menos, una idea vaga de la personalidad de cada uno. Se había mostrado amable, casi cordial, y siempre dispuesto a lanzar algún que otro chascarrillo o broma sarcástica, lo que en cierta medida le destapaba.

Parecía tener predilección por los grandes ventanales, abiertos al éter vacío. Una tarde, noche, mañana o madrugada (ahí era imposible saber qué hora del día o la noche era a no ser que mirara un reloj, y a Jason no le importaba en demasía), al recorrer Lewis el pasillo por el que estaba él observando los astros, Halas inicia una conversación cuando está a escasos metros.

- Buenas, señor... ¿Lewis? Espero que esté teniendo un apacible viaje.

Su sonrisa es cálida.

John caminaba tranquilamente por los pasillos, lo hacía para estirar un poco las piernas tras estar un rato sentado leyendo unos estudios interesantes de un buen amigo.

De pronto alguien le habla, iba tan metido en sus pensamientos que casi ni se percata, pero la voz le resultó familiar y se detuvo.

Oh... esto... Jason, ¿verdad? - dice John con cara de estar pensando - Apenas nos hemos visto desde que llegamos aquí. - Lewis recuerda la pregunta de Jason y le responde - Pues de momento parece un viaje de lo más normal, y bastante más silencioso de lo normal, cosa que normalmente me gustaría, pero parece que pasa algo. (John parecía estar hablando sólo) Mmmm... esto... ¿y a usted cómo le va?

Jason parece ignorar la pregunta:

- ¿Que pasa algo? No sé, no me enterado de mucho -cambia a un tono más enérgico y menos distraído-... ¿Quizá algo que ver con su seguridad personal? No me malinterprete, pero dijo que podría necesitar de mis servicios tras un trabajo, y le he estado dando vueltas. No hay mucho que hacer aquí dentro salvo mirar las estrellas.

Paso mi tiempo socializando con todo el mundo,intento pasar un rato ala menos de distendida charla con todos pasajeros y con el presonala de la tripulación que este relevada de servicio, no me gusta molestar a la gente mientras trabaja al igual que am i no me gustaba que me molestaran. Pero paso la mayor parte de mi tiempo en el gimnasio con la oficial de primera Bar Gulphen, no me gusta dejar solo a la ciencia y la tecnología el cuidado de mi cuerpo, aunque siempre que puedo también intento charlar sobre política imperial con Orlando Ivoine y sobre la exquisitez de la cocina con ambos chef de la nave.

En general intento confraternizar con todo el pasaje y la tripulación, tratando a todos con sumo respeto y evitando en l osposible mostrarme superior social, económica, o profesionalmente.