Partida Rol por web

Habías salido de tu habitación pensando en volver a enfrascarte en la investigación. En analizar la secuencia que el cubo emitía, enviársela de vuelta de todas las formas conocidas para ver si reaccionaba. Incluso a pesar de la última visión que te ofreció, todavía te atraía demasiado como para temerlo.

Sin embargo, Helen te suelta alegremente que dentro de poco vas a tener como compañeros a un escritor, y un detective privado. Gente cuyo interés por la ciencia se reduce al último artilugio para escribir o espiar. Dos personas para los que "investigar" significa ojear unos documentos, hacer unas pocas fotos y escribir un poco sobre ello. Un escritor (¡escritor!) e investigador privado (¡un maldito paparazzi!). Sin embargo, no habías podido tener tiempo para protestar.

La llamada telefónica os sentó a ambos como un jarro de agua fría. No es que no fuera una buena nueva. Es que era inesperado. Muy inesperado. Tus compañeros decidieron hacer oídos sordos a tus advertencias y desde entonces dejaste de saber de ellos. Raynor tampoco los ha mencionado desde que estás junto a ella, y tras la visión que te ofreció el cubo en la Soyuz lo habías dado por perdido. Y después estaba el último mensaje del cubo. ¿Qué ha comenzado? ¿Acaso ya es tarde para comprender su posible advertencia?

Sea como sea, y sin saber cómo habían llegado hasta allí, Georgi, Paolo y Saint estaban arriba, esperándote.

- Pero... ¿cómo? -tras la explosión inicial de alegría ante el fugaz pensamiento de que sus compañeros habían cambiado de opinión y habían optado por desertar como había hecho él, a Raf le entraron las dudas. Serias dudas.- ¿Usted sabía algo de esto? ¿Han ido a buscarlos como hicieron conmigo?

Sin duda Helen tenía que estar al corriente, si no, todo era demasiado raro.

Recuerdos de otras cosas raras acudieron a su mente, retumbando en ella como ecos lejanos:

Porque acabo de ver pasar a Wasabi a través del Nodo3 hacia la Zvezda...

Señor, yo sigo aquí con Wasabi. No se lo que le ha parecido ver, pero Ukio esta al lado mía y estoy hablando ahora mismo con él...

"HA COMENZADO" .

Y, de repente, una helada sensación de miedo agarrotó los músculos del científico, mientras miraba la cara de Helen, quien también parecía sorprendida.

La mujer, aunque sorprendida, parecía haber recibido la noticia con un diferente sentimiento que tú. Levantada de la silla, tras haber colgado el teléfono, anda de un lado a otro, con los brazos cruzados, meditando.

- No, Raf. Yo no sabía nada de esto. Lo último que yo supe es que aterrizaron y fue la NASA a recogerles. Ellos siguieron la ruta que les establecieron, no podíamos ir a por ellos.

La mujer dudaba, como si la situación se le escapara de las manos.

- No puedo comprenderlo. ¿Cómo han encontrado este lugar? ¡Es imposible!

Su último grito muestra una rabia contenida, como si todos sus planes se estuvieran viniendo abajo. Recomponiéndose poco a poco, se gira hacia ti.

- Lo único que podemos hacer es subir, pero con cautela - mientras termina esta frase, se acerca de nuevo al teléfono -. Adam, Clark: vigilad el perímetro, y que vayan a tres hombres a la entrada - Tras emitir la orden, cuelga el auricular -. Por si acaso. Sea lo que sea esto, cuando lleguemos allí será mejor que nos acompañen algunos de mis hombres.

Agarrotado por el temor sales con Helen del laboratorio, la puerta a vuestra espalda emite un pequeño ruido cuando se bloquea. Vais con aire de sospecha hasta la recepción, donde, tal como la mujer había prometido, los tres hombres que encargó estaban justo antes de la entrada, esperándoos.

Acompañados por ellos vais hasta la zona donde se supone que os esperan los tres astronautas. Una vez les ves, no sabes si confirmar tus sospechas o descartarlas: los tres hombres están allí, con Saint al frente. Están, por supuesto, fuera de sus trajes espaciales, pero son ellos. En sus ojos puedes leer el cansancio, y jurarías que al comandante le han salido nuevas arrugas por el estrés. Pero son ellos, los mismos hombres que por última vez viste en la estación, antes de que los acontecimientos te forzaran a volver con el cubo en una de las Soyuz.

- Es muy extraño, Helen, muy extraño... -no cesaba de repetir mientras caminaban.

No podía ser que estuviesen allí. Y si no podía ser, es que no debían ser ellos. Y si no eran ellos...

Llegaron por fin a donde sus tres excompañeros les esperaban y un vuelco le dio al corazón de Raf al verlos. Realmente, sí parecían ellos.

Pero no es posible...

Aferrado a su idea, aguzó sus sentidos tratando de percibir algo que le resultase anormal (*) pero se forzó a mantener un rostro lo más sereno posible.

- Saludos comandante..., doctor..., Paolo. Ella es Helen Raynor, imagino que la recuerdan. -fue saludando, llegando a esbozar una sonrisa. Sus dudas y sospechas eran muchas, pero no dejaba de alegrarse en el fondo de verlos vivos.

Si es que realmente eran ellos.

- No se imaginan lo intrigados que estamos todos por saber cómo y por qué están aquí. -terminó, endureciendo inconscientemente la expresión de su rostro.

Saint dudó un instante si recibirte con un abrazo, pero tus reservas le indicaron que era mejor un saludo con la cabeza, simplemente. En su rostro, sin embargo, podías percibir alegría por volver a verte.

- Estábamos preocupados, Raf. Tu partida sin explicaciones, ese afán por ir con la desconocida - con un gesto se disculpa ante Helen por la expresión.

- Pero tenías razón. En todo. Nos esperaban armados, y nos retuvieron. No sabíamos dónde nos llevaban, pero alguien atacó el convoy y aprovechamos la confusión para escapar de allí. ¿Fue usted? - pregunta hacia Raynor. Sin embargo, no espera respuesta antes de continuar.

- Escapamos de allí y volvimos hacia la Soyuz... No estaba lejos. Utilizamos los sistemas todavía intactos de la nave para escuchar a nuestros enemigos - con la mirada hace un gesto de reconocimiento hacia Paolo, supuestamente habrá sido él el encargado de tal hazaña -. Hablaban de vuestra ubicación, y sólo necesitábamos dar con la civilización para ubicaros en un mapa. Eso fue lo más difícil, una vez nos hicimos con tecnología, pudimos dar con este lugar. Yo... lo siento. Siento mucho haber dudado de ti. Pensábamos que estabas... - sabes que la palabra que viene a continuación es loco. O lunático, o demente.

Raf procesó lo que le decía su antiguo comandante, buscando alguna incoherencia o algo que reafirmase sus sospechas. Escuchándole se dio cuenta de que ignoraba por completo cuánto tiempo llevaba ya allí en la instalación. Había supuesto que fueron horas las que pasó inconsciente en la cama, pero... ¿y si habían sido días?

Echó unas cuentas rápidas: su soyuz debía haber llegado a la Tierra antes que la de sus compañeros. En el tiempo en que él había llegado al complejo de Raynor los otros deberían haber llegado a las instalaciones de la NASA y, después, haberse trasladado a donde ahora estaban.  ¿Realmente habían tenido tiempo para todo eso? (*)

¿Y cómo habían podido encontrar aquel edificio perdido en medio de la nada, tan deprisa?

Raf seguía sin tenerlas todas consigo. A pesar de ello, contestó...

Raf sabía que Helen no tenía nada que ver en el supuesto ataque al convoy que relataba Saint, así que, o había alguien más jugando aquella partida o el comandante se lo estaba inventando todo.

- Lo siento, comandante, pero no le creo. -contestó, de forma muy tajante. Era una apuesta arriesgada, pero el sexto sentido del científico, aquél que tantas veces le había guiado hacia el éxito de un descubrimiento, le indicaba que tenía que tensar la cuerda. Dejando a su excomandante con la sorpresa aún en su rostro, se giró bruscamente hacia Georgi.

- ¿Qué tal, doctorr? -se dirigió a con quien tantos buenos momentos había pasado en la ISS.- Les veo a ustedes muy enteros, después de haber pasado por tales penurias. Eso será sin duda gracias a su buenhacer, querido amigo, ¿no es así? -una sonrisa descaradamente burlona se mostró en su cara. No sabía aún a qué cartas jugar, pero un par de buenos faroles seguro que no le perjudicaban.

Saint parece sorprendido, e incluso recula ligeramente, como si le hubieras golpeado con tus palabras. Su cansancio se hace más patente en su rostro y duda como responder a tu afirmación. Georgi no hace más que asentir a tu saludo y encoger los hombros cuando mencionas su buen trabajo. Sin embargo, antes de que el doctorr pueda contestar, el comandante vuelve a tomar la palabra.

- Sé que suena difícil de creer, Raf, pero es cierto. Estos últimos días han sido un infierno, y pensamos que lo mejor sería hacer caso a tus consejos y buscar a Raynor. Nosotros...

El comandante suspira, buscando las palabras adecuadas.

- De verdad, no se cómo hacerte ver que no mentimos. Lamento tanto no haber tomado el mismo camino que tú desde el principio... Pero ahora sabemos de qué son capaces, Raf. Tienen un potencial difícil de igualar y... yo... Tan solo puedo pediros que nos permitáis refugiarnos aquí y ayudaros con lo que podamos.

Por la reacción de Helen, sabes que ella cree tan poco a los tres astronautas como tú. Con calma, ignorando lo que Saint tenga que decir se dirige hacia uno de sus hombres y le susurra algo, tras lo que se marcha. No se te escapa la reacción de tu ex-comandante, que se tensa ligeramente al ver al hombre desaparecer.

Raynor se acerca y sonríe amablemente a Saint. Se dispone a decir algo, cuando recibe una llamada de teléfono.

- ¿Sí? ¿Ahora? ¿Qué ha ocurrido? Oh, no... nada tan importante como eso, continúa.

Y como si no le importara en absoluto tener a esos tres hombres aquí, se gira y continúa con su conversación, ajena a vosotros.

Cuando Raynor se aleja, Saint se acerca hacia ti, lo que te hace recular ligeramente. Ahora te sientes indefenso, sin el hombre que os vigilaba ni Helen.

- Raf... ¿Ella es de fiar? ¿Te ha ayudado? No te estará reteniendo, ¿no? ¿Podemos hacer algo por ti?

Sin embargo, la sensación que tienes es que en cualquier momento vayan a lanzarse a por ti. Tu corazón se acelera y tus sentidos se agudizan, y te cuesta respirar normalmente. Esperas que haber jugado tus cartas tan rápidamente no vaya a ser un problema... Y maldices a esa mujer por dejarte solo justo ahora.

- ¿Qué demonios hace, Helen? -Raf tensó los músculos de su cuerpo al quedarse solo frente a sus... ¿compañeros?

¿Qué debía hacer? Creía haber notado cómo Saint titubeaba al oir su respuesta, pero no podía estar seguro. ¿Continuaba por aquella linea o se mostraba de forma más amistosa, a ver por dónde salían los tiros?

- No, comandante, nadie me retiene aquí. Decidí desertar por mi propia voluntad. Y me gustaría creer que ustedes también lo han hecho. -su rostro estaba muy serio, impropio del talante del indio.- De todos modos, yo no soy quién aquí para brindarles refugio.

Y de repente, los rasgos de su cara se suavizaron, esbozando una sonrisa infantil tan propiamente suya.

- Al final parece que sí que han tenido algo que ver mis 'hombrecillos verdes' ¿verdad?

¿Pueden contarme lo qué ocurrió en la ISS tras mi partida? ¿Qué pasó con el resto de la tripulación?

Saint suspira, preparado para proceder a contarte lo ocurrido en el espacio. Sin embargo, cuente la historia que cuente podría ser todo inventado, lo sabes perfectamente. De todas formas, escuchas atentamente, observando de reojo la puerta por la que Helen se ha marchado.

Saint, muy expresivo, narra como la situación se puso tremendamente difícil. Cuenta que la única opción fue volver. Te describe como activaron la otra Soyuz y como abandonaron a Padalka allí arriba. Y entonces te das cuenta de algo más: no es que Georgi y Paolo hablen poco. Es que no añaden ningún detalle a la versión del comandante. No han abierto la boca desde que han llegado. "¿Pueden contarme...?" has preguntado, y te están devolviendo un monólogo del comandante.

- Aunque supongo que ya nada de eso te importará. Por lo que se ve, todo aquí te va bastante bien, y supongo que seguirás analizando ese cubo que encontramos...

- El cubo...

Era una apuesta arriesgada, pero Raf seguía empeñado en desenmascarar a sus supuestos compañeros.

Me temo que no, señor. Tuve que deshacerme de él, comenzó a volverse muy... agresivo. O por lo menos así lo sentí yo. Tuve miedo y...

Raf observaba atentamente las reacciones de Saint y de sus mudos acompañantes, mientras trataba de ser convincente.

... el cubo estará ahora mismo flotando en algún rincón del espacio. -procuró mostrarse apesadumbrado.- Allí donde lo abandoné.

Saint se preparaba para responder cuando Helen vuelve a aparecer en escena. Con un porte impresionante y postura de autoridad, se acerca hasta vosotros. Mientras anda hasta vuestra posición no aparta la vista de los tres astronautas. Frente a ellos, apoya las manos en sus caderas.

- Bueno, chicos - dice hacia Saint -. Dejemos ya esta cháchara sin sentido. No vais a conseguir lo que sea que venís a buscar. Raf, no perdamos el tiempo con ellos. Si sois quienes decís ser, estaréis coaccionados por vuestros amigos de la NASA para tratar de sacarnos información. Y si no sois vosotros... Continuar con esta conversación no nos llevará a ningún sitio. Os pediría amablemente que abandonarais este lugar, pero creo que será más inteligente ordenar vuestra retención.

Girándose hacia dos hombres que han entrado con ella y omitiendo la expresión de sorpresa de los tres astronautas, concluye:

- Edward, Dean. Ocupaos de que estén cómodos.

Los dos hombres, apoyados por otros dos compañeros de más de dos metros de altura, ofrecen amablemente a los tres astronautas que vayan con ellos.

Saint, sorprendido, planteó mostrar resistencia ante lo que consideraba una brutal ofensa por parte de Helen Raynor, pero dada su situación, prefirió aguardar y tratar de llevar las cosas por la vía diplomática.

- Raf, por favor... - dijo hacia ti mientras los cuatro hombres les escoltaban -. Haz recapacitar a Helen. Tú has estado con nosotros ahí arriba...

Pero los hombres que los guiaban no le dieron tiempo a decir nada más, tras lo que les viste perderse en uno de los pasillos de este edificio que tan desconocido te resultaba todavía.

En cuanto los hombres se alejaron, Helen te tomó del brazo y te guió hacia la sala donde guardabais el más preciado tesoro de este lugar. El cubo permanecía oscuro, como sin vida. Cuando la mujer encendió las luces del laboratorio, los focos se reflejaron en la superficie perfectamente pulida como si de un espejo se tratara. Haciendo caso omiso al cubo, Helen cerró la puerta y te miró preocupada.

- Esto es todo una trampa. No sé que pretenden esos tres, pero que estén aquí significa que han encontrado nuestra ubicación. Tenemos que pensar rápido, pues ellos deben ser solo la primera parte del plan. Si no son tus compañeros, lo más sensato sería acabar con ellos antes de que puedan seguir con lo que sea que tengan planeado.

La mujer camina entonces hacia el centro del laboratorio, donde el cubo se encuentra rodeado de instrumentos de medición, captando toda la atención de la maquinaria que disponéis para su análisis. Se acerca a su oscura superficie, y aproxima una mano, temerosa y a la vez fascinada. Termina por dejar caer el brazo sin tocarlo, y vuelve hasta ti.

- El vehículo en el que venía uno de los hombres que iba a ayudarnos ha sido atacado en mitad de este bosque. Han matado al conductor, y el escritor está intentando llegar hasta aquí. No sé si es buena idea quedarse aquí. Ellos tienen más recursos, más armas y mucho más poder. Pero la otra opción sería salir por la puerta de atrás tú, yo y este objeto.

Es la primera vez que ves a Raynor tan preocupada. Su actitud actual es completamente distinta a la mostrada frente a los tres astronautas, donde se veía arrogante y poderosa. Ahora, sin embargo, parece frágil y temerosa.

- ¿Crees que tus compañeros eran ellos mismos? ¿Estarán en el bando enemigo?