Partida Rol por web

No tardáis mucho en dejar la rojiza luz atrás, para volver a encontraros rodeados de oscuridad. Concentrada en el camino frente a vosotros, Helen masculla entre dientes, con dificultades para hablar debido al esfuerzo que le supone conducir:

- Tenemos que detenernos en una casa, nuestro compañero nos espera allí. Esperemos que él pueda ayudarnos a encontrar el lugar que el cubo nos ha mostrado... Si es que tenemos que ir allí.

Su decisión no dejaba lugar al debate. Aunque en este momento, salvo estar muy lejos de lo que se ha desarrollado a vuestras espaldas, hay pocas cosas que discutir.

Durante todo el trayecto el viento azota el vehículo de izquierda a derecha, con tal fuerza que parece que os vaya a arrancar del suelo. Los árboles que rodean el camino se doblan y arañan los laterales de vuestro medio de transporte, aunque las ramas parecen resistir las embestidas del viento.

El viaje se os antoja eterno. Tras lo que parecen horas conseguís llegar hasta una carretera de asfalto, donde aunque la oscuridad os siga acosando, al menos el coche deja de vibrar y saltar sobre barro. Guiados por la luz del automóvil, y por la firme mano de Helen al volante, llegáis hasta lo que parece un pueblo. Un lugar que, aunque ambos habéis pasado por él antes, os parece completamente diferente a la luz de la oscuridad. Helen tuerce en un cruce, y aparca bruscamente frente a una casa bastante elegante.

- Esperad aquí - dice, antes de bajarse apresuradamente del vehículo.

Y veis a la mujer correr hacia el interior del hogar. El viento agita su roja cabellera, que os recuerda a las llamas que os han despedido minutos atrás. Abre la puerta y desaparece en el interior, dejándoos solos con este horrible viento.

Las sombras de los árboles parecen extenderse de nuevo hacia vosotros cuando las ramas se agitan por el viento, y cada vez que una de ellas roza el vehículo la piel de vuestro cuerpo se eriza.

Los árboles cercanos no son más que figuras negras, afiladas, que recortan el cielo con sus ramas y hojas. Algunas de éstas se desprenden con la fuerza del vendaval, pero en general aguantan estoicos la embestida del temporal. Los árboles más alejados, sin embargo, parecen cobrar vida a cada momento. Su figura, aunque igual de oscura que la de sus compañeros más cercanos a vosotros, parecen estar perfiladas con diminutos puntos de color anaranjado que les otorgan un aspecto aterrador, como si en lugar de árboles fueran algo mucho más aterrador.

Y con cada oleada de viento, parecen moverse más bruscamente, como si se desprendieran del suelo y avanzaran empujados por el temporal.

Permaneces quieto. Igual que todo antes parecía hacerse eterno, la espera inagotable, ahora todo pasa en décimas de segundo. La puerta se abre, ocultándote tras ella, y sujetas firmemente tu arma para aturdir a quien sea que entre si puede amenazarte.

Desde tu escondite ves una figura acceder al edificio. Te tensas, dispuesto para asestar el golpe. La oscuridad no te deja intuir muchos detalles de la persona que entra, salvo el color rojo de su cabello. Contienes tu embestida y relajas los músculos. Helen, como si intuyera tu presencia, se gira bruscamente a ti dispuesta a atacarte, hasta que se hace consciente de que eres tú.

- Me has asustado - dice tras suspirar de alivio -. Todo esto se ha precipitado, Terence. Tenemos que irnos de aquí cuanto antes. Poco después de tu aviso nos han atacado y han destruido mis instalaciones. He podido traer el artefacto que ha empezado todo este caos, esperando que nos ayude a salir de este embrollo. Coge tu ordenador, pues lo vamos a necesitar. Llévate también lo que creas imprescindible, porque no volveremos aquí.

Antes de que vayas a por las cosas, te extiende una mano y te entrega un módem USB.

- Esta será nuestra conexión con todo lo que necesitemos. Tenemos que tratar de llegar a un lugar, aunque no tenemos ni idea ni dónde está, ni como se llama. Ahora te doy más detalles en cuanto cojas tus cosas y lleguemos al coche.

Y mientras recoges tus cosas, ella espera pacientemente en la puerta. En el exterior, el viento se hace más intenso todavía, y las ramas de los árboles crujen, manteniéndose aferradas a los troncos con todas sus fuerzas.

El silencio se apoderó de los integrantes del vehículo, ocupados primero en resistir los golpes de lado a lado que provocaba el traqueteo del vehículo en la pista y en soportar después los azotes del fuerte viento.

Parecía una eternidad la que había transcurrido desde que su vida era una vida normal, dedicado a sus tareas científicas en la Estación Internacional. Ahora se sentía bajar por una vertiginosa caída de acontecimientos de la cual -y eso era lo peor- no conseguía vislumbrar a dónde se dirigía.

Esa incertidumbre ponía algo nervioso a Raf. Todo lo que tenía era el objeto más maravilloso que la ciencia había descubierto jamás y un par de compañeros embarcados en la misma deconcertante tarea. A los cuales, por lo que parecía, pronto se uniría un tercero.

- ¿Usted sabe a quién ha ido a buscar Helen? -preguntó, más por romper el silencio y tranquilizar sus nervios que por otra cosa.- Recuerdo que me mencionó que se nos iban a unir a la investigación un escritor y un detective; quizás sea él.

Clive seguía mirando por la ventanilla del vehículo. La escena parecía irreal, los edificios y los propios arboles realizaban extraños juegos de sombras entre ellos. Durante un instante parecía que los tenía encima agitándose y al siguiente se encontraban quietos en su sitio. Si no fuera por lo sucedido hacia unos momentos hubiese pensado que estaba en su casa bajo la influencia de algún psicotrópico.

La voz de Raf le sacó de su ensimismamiento y le enfrentó a la realidad.

- No se Raf. La verdad es que no he oído nada de Helen, pero dada la situación cualquier ayuda será bienvenida. Mi capacidad de asombro está llegando a sus límites y no me gustaría quedar fuera de combate en esta situación. La verdad es que me gusta ser racional, pero esto me está superando.

- ¿Racional? A mí también me gusta serlo, Clive, y de tal modo intento tomarme este asunto, aunque no crea, que me está costando lo mío. -dijo con una sonrisa amarga.- Sólo hay que darle un poco de 'elasticidad' a las rígidas bases sobre las que hemos construido nuestra ciencia, ¿no cree?

Miró hacia el maletero.

- 'Eso' que tenemos ahí demuestra que hay otras formas de vida en el universo, con una ciencia algo... diferente.

Sin ir más lejos, el material de que está hecho el cubo. Está formado a partir de elementos químicos conocidos, pero mezclados de forma que forman un mineral totalmente desconocido.

Y esa capacidad de mostrar imágenes futuras... -dejó la frase en suspenso.- Parece como si, a su manera, estuviese vivo.

Es posible que la conversación ayude, pero sentís que la opresión que el siniestro exterior ejerce sobre vosotros se desvanece ligeramente. Escucharos el uno al otro, expresar en voz alta vuestros sentimientos y temores ayuda a calmar los nervios. No importa la ventisca, las sombras oscuras que parecen moverse hacia vosotros: estáis juntos en esto, y el apoyo mutuo os da la esperanza de que las cosas pueden salir bien.

- Raf,  le puedo asegurar que suelo ser muy elástico. En mis viajes he visto muchas cosas pero siempre han sido indicios, señales, recuerdos o mas frecuentemente chiflados de todo tipo. A todos ellos les escucho e investigo pacientemente  con la esperanza de encontrar algo mas que mentiras y vaguedades. Pero nunca he encontrado ninguna certeza.

Clive hizo una pausa recordando años vagando por decenas de países en busca de una migaja de conocimiento, de una prueba de la existencia de algo mas allá de nuestro entendimiento.

- y de repente.... me encuentro con esto. Una verdadera prueba, un hecho irrefutable, algo mas allá de nuestra comprensión. Por un lado estoy triste porque esa búsqueda de años ha terminado y por otro lado satisfecho por lo que este objeto nos aportará en el futuro. Es como una montaña rusa de sentimientos encontrados, tan pronto arriba como de repente abajo. Me va a costar mucho enfrentarme a ello y alcanzar un cierto grado de tranquilidad y estabilidad pero estoy firmemente decidido a conseguirlo...

No sabía muy bien porque pero hablar parecía que le tranquilizaba, expresar con palabras sus sentimientos le ayudaban a interiorizar la situación y enfrentarse a ella.

- Pero he de reconocer que quizás sea mas fácil para mi que para usted, al fin de al cabo yo soy un creyente. Escéptico, pero creyente, y usted es un científico.

Enfundo mi pistola en la funda sobaquera para, a continuación, aceptar el módem usb que guardo en mi chaqueta.

Recojo mis cosas, entre ellas el portátil y examino la estancia buscando rastros de mi presencia o de mis pesquisas en el lugar. Si hay papeles, los quemo en el fuego de la chimenea.

Una vez satisfecho me dirijo a Helen. Estoy listo...

A pesar de que infinidad de preguntas asolan mi mente, me contengo y sigo a Helen al coche, sin dejar de estar alerta ante un posible ataque. Estoy ansioso por escuchar que más tiene que decirme Helen y, como no, examinar ese artefacto, esa pieza de la Triada que haría que las cosas empezaran a cobrar cierto sentido en el caos en  que se ha convertido mi, hasta ahora, ordenada existencia.

- La verdad es que puede decirse que tengo las tragaderas muy grandes. -se rió un poco insulsamente de su propia expresión.- Para mí esto es el sueño de todo astrónomo, encontrar pruebas de la existencia de vida extraterrestre.

No creo que haya nada de... 'paranormal' -no sabía muy bien como definirlo- y estoy seguro de que si conseguimos estudiar con calma el cubo -cosa que empezaba a poner en duda- llegaremos a conclusiones que ensancharán enormente las fronteras de nuestra ciencia.

Hablar le ayudaba a no perder sus firmes convicciones científicas, las cuales habían estado en jaque demasiadas veces en los últimos días. Y también le tranquilizaba y hacía que la espera de Helen bajo aquel tétrico panorama de viento y oscuridad se hiciese más soportable.

La mujer aguarda pacientemente junto a la entrada, tras cerrar la puerta para evitar que el vendaval levante todos los papeles de la habitación. Una vez estás listo, abre de nuevo y se dispone a salir antes que tú, cuando la fuerza del viento arranca la puerta de sus bisagras. Helen da un salto hacia atrás, aunque se recompone rápidamente. La madera se aleja de vosotros, golpeando el suelo con furia.

Una vez salís al exterior, toda la fuerza del temporal arremete contra vosotros. A duras penas podéis caminar sin ser arrastrados por el viento. Helen te toma la mano para que entre ambos podáis avanzar entre hojas y pequeñas ramas arrancadas de los árboles.

Una vez llegáis hasta el furgón, ella se lanza hacia el asiento del piloto, y aprovecha un pequeño receso del viento para abrir la puerta y entrar al interior del vehículo.

Vuestra conversación se ve interrumpida cuando la puerta del hogar frente a vosotros se abre, y repentinamente es arrancada de su lugar. Golpea una de las paredes de la casa y se aleja de vosotros, arrastrada por el viento atroz. Un instante después, Helen y un hombre salen del interior. Ambos avanza, sujetándose el uno al otro para evitar sufrir el mismo destino de la puerta, y llegan con dificultades hasta el vehículo. La mujer entra de nuevo al asiento del piloto, mientras que le ofrece la puerta trasera al recién llegado.

Una vez cierra la puerta, Helen deja escapar la tensión en un largo suspiro. Con la voz todavía agitada y respirando fuertemente por el esfuerzo físico, se gira hacia vosotros.

- Perdonad por haberos hecho esperar, pero no podía quedar ninguna prueba de lo que él haya podido descubrir. Raf, Clive: os presento a Terence Smith, el hombre que faltaba antes de salir de aquí como alma que lleva el diablo.

La mujer quita el freno de mano del vehículo, y comienza a dar marcha atrás. Incluso en el interior del furgón, suficientemente grande para que vosotros cuatro y la preciosa carga quepáis sin problemas, la furia del viento se hace notar, balanceándoos ligeramente de izquierda a derecha y forzando a Helen a poner todos sus sentidos en la conducción. El hecho de que esta oscuridad no se vea siquiera superada por la luz de los faros de vuestro medio de transporte no facilita las cosas. Una vez en la carretera, antes de ponerse en marcha, concluye:

- Terence ha estado tratando de obtener información, y gracias al módem USB y su ordenador tendremos acceso a toda la información que queramos. Es una de las mejores personas que podríamos tener para acceder a cualquier dato, ¿verdad?

La mujer espera que el hombre se introduzca a si mismo, al igual que los otros dos pasajeros, en lugar de hacerlo ella misma. De este modo, puede comenzar a alejarse de este lugar y la base de Helen, cuyo funesto destino esperáis quede muy por detrás vuestra.

El indio se giró del asiento delantero donde estaba para saludar al recién llegado.

- Hola, Terence, menudo tiempecito ¿eh? -bromeó, a pesar de la tensa situación- ¿Información? ¿Ha conseguido averiguar alguna cosa que nos aclare algo este asunto? -inquirió, sin tener una idea muy precisa de hasta qué punto estaba ese hombre informado del asunto que les ocupaba.- ¿Sabemos a dónde nos dirigimos? -les preguntó a la vez a Smith y a Helen.

- Si, la verdad es que no estaría mal saber donde vamos. Hola Terence - dijo ofreciendole la mano - yo soy Clive Owens, escritor, diletante, y en estos momentos mas que estupefacto actor en un drama cósmico que le supera. Siempre es un placer conocer a alguien que pueda ayudar.

El hombre de color responde a las presentaciones sonriendo y acepta la mano que se le ofrece, estrechándola con firmeza pero sin llegar a causar dolor. A pesar de la sonrisa es obvio que, al igual que Helen, está recuperando el resuello tras la enconada lucha que ha mantenido contra los elementos en el corto espacio que separa la casa del coche.

Como bien ha dicho Helen mi nombre es Terence y mi trabajo consiste en recopilar información con el fin último de la protección de los Estados Unidos de América y, al parecer, voy a tener que esforzarme para merecer el sueldo. 

Termina la frase acentuando su sonrisa, dándole un pequeño cariz irónico a su semblante que, rápidamente, cambia a uno más serio al mirar, preocupado, por la ventanilla del coche. Se agacha para colocar el portátil en el portarevistas del asiento delantero para,a  continuación, fijarse el cinturón de seguridad.

Cuando lleguemos a un sitio más tranquilo podremos hablar más largo y tendido sobre esto, ahora la prioridad es salir de esta especie de huracán en el que estamos metidos...

Y, a continuación, observa con atención a través de los cristales del coche, buscando alguna posible amenaza... 

Helen, ajena a vuestra conversación, trata de mantener el vehículo dentro de la carretera, cosa que no resulta nada fácil. Cada poco tiempo, un bandazo os hace golpearos contra los laterales del furgón o entre vosotros.

En el exterior, por más que avanzáis, el viento no cesa. Por el contrario, parece que no hace más que aumentar. El cielo, a pesar de no tener nubes, no os deja ver ninguna estrella. Es como si un negro manto hubiera cubierto la Tierra, y ningún atisbo de luz, por lejano que sea, pudiera llegar hasta la superficie.

Los árboles, las señales, y cualquier objeto que pasa cerca vuestra tiene un aspecto tenebroso teñido por este manto. Nada parece seguro, y os sentís rodeados de amenazas. De vez en cuando, un grito de la mujer os previene de un giro brusco o una frenada inesperada. Alguien le llama en mitad del viaje y parece tratar de contarle algo importante, pero la mujer no puede perder ni un instante de vista el asfalto, o podríais acabar prematuramente vuestro viaje.

Tras horas en la oscuridad, Helen detiene el coche. El viento parece haberse detenido de repente. Miráis a vuestro alrededor y no observáis nada. Absolutamente nada. Las luces del vehículo tratan de iluminar, pero nada refleja su luz. A vuestro alrededor parece no haber nada. Raf siente una sensación extraña, como si volviese atrás, a un lugar lejano y vacío.

Antes de que la mujer pueda hablar, sin embargo, os hacéis conscientes de que el viento no se ha detenido. Su portentoso estruendo todavía os llega, ligeramente amortiguado. Simplemente, no es capaz de llegar hasta vosotros.

- Aquí, resguardados del viento tenemos un momento de respiro - dice la mujer tras horas en silencio. Habla en voz baja, como si temiera ser escuchada por alguien más. Su respiración entrecortada revela su cansancio y el esfuerzo que ha estado haciendo todo este tiempo, al igual que una ligera capa de sudor que perla su frente. Respira profundamente antes de continuar, dándose un momento para reponerse del agotamiento -. No sé que es el huracán este, pero comenzó justo antes del ataque. No se tampoco cuando cesará, pero no voy a poder seguir mucho tiempo así, menos aún sin un rumbo fijo. Es momento de que todos nos pongamos al día. Somos un equipo, y debemos actuar como tal. Raf se ocupará de los detalles científicos, es ingeniero de la NASA y un experto en radiaciones cósmicas. Él ha estado con el cubo desde que lo encontró, así que sabe de él más que ninguno aquí. Clive no es simplemente un escritor. Se ha recorrido bibliotecas y ruinas de medio mundo en busca de sectas, conspiraciones e información oculta a los ojos de la gente. Nadie como él aquí puede saber más de sociedades secretas, misterios sobrenaturales y cosas por el estilo. Ni siquiera tú, Terence. Por último, Terence es un agente de la NSA de alto rango. Él es nuestra puerta a las comunicaciones y la información.

Helen se ha andado sin rodeos, descubriendo todas las cartas al mismo tiempo. Si teníais recelos a la hora de contar algo a vuestros compañeros, parece que ella os lo ha impedido. 

- Entre los cuatro tenemos que ser capaces de saber qué está pasando aquí, qué debemos hacer y cómo detener todo esto. Así que pongamos toda nuestra información en conjunto y tratemos de buscar respuestas. Empezaré yo con un resumen de las últimas horas.

A continuación, y casi sin coger aliento, enumera por encima las cosas más importantes que han ocurrido. Las preguntas, aclaraciones y discusiones las deja para después.

- Raf y tres de sus compañeros de la ISS han descendido. Nuestro compañero indio trajo este cubo, mientras que los otros tres han acabado en manos de la NASA y, probablemente, nuestros enemigos. Aparecieron poco antes del ataque en nuestra base, aunque dudamos que fueran ellos mismos.

- Tengo un hombre infiltrado en la base de la NASA que me informa que tienen un cubo que, por su descripción, parece exacto a este. Al parecer ese objeto también muestra imágenes. Al frente del proyecto está un científico que responde al nombre de Marc, uno de esos científicos que opina que el fin justifica los medios. Ha sido quién ha llamado mientras conducía. Parece que ha recopilado datos de la investigación de Marc. En cuanto tenga un momento le pediré que nos la envíe, puede que nos ayude a saber algo más.

- Respecto al ataque, Clive nos alertó de que vio gente acechando nuestra base justo antes de reunirse con nosotros, y Terence me informó que nuestra ubicación estaba comprometida. Justo antes de que escapáramos con el cubo, el centro de investigación fue atacado. El propio cubo nos mostró imágenes del centro ardiendo, a la vez que nos ofrecía como alternativa ir a una especie de casa junto a un lago. No tenemos ni idea de por qué ni dónde está.

- Creo que, en pocas palabras, esta es nuestra situación ahora. Tenemos un cubo, sabemos que hay otro, y al parecer tenemos que llegar a un lugar. Sabemos que los cubos son capaces de mostrar imágenes en su superficie, y que emiten ondas, como si transmitieran mensajes. Sin embargo, no conocemos la finalidad de estos dos objetos... o lo que sean - dice, haciendo alusión a la capacidad que parece tener el objeto de actuar libremente y "sentir".

- Con una imagen general del puzzle, es momento de centrarse en los detalles y tratar de sacar algo en claro. ¿Alguien quiere empezar?

- Bien, pues comenzaré yo mismo. -se adelantó Raf, dispuesto a narrar sus vivencias con el objeto hallado en el espacio.- Ignoro hasta qué punto están al corriente; yo les puedo contar de forma resumida mi propia experiencia.

Todo empezó en la Estación Espacial Internacional…

Raf les contó su historia desde el principio, tal como la iba recordando: la extraña radiación que habían detectado los sensores de la estación y que parecía un “mensaje” repetido una y otra vez. La colisión con el asteroide de material extraño y con inscripciones grabadas, que había hecho de caparazón al cubo que ahora transportaban en la parte de atrás de la camioneta. Se estremeció al recordar el siguiente episodio: la inmediata aparición tras el impacto de una especie de gusano gigante que trató de atraparlos y del cual escapó cuando huyó con la sonda Soyuz, dejando abandonados a sus compañeros. Aún sentía el horror de aquellos momentos.

Lo último que recuerdo de “aquello” era que me perseguía… Entonces… - A todos los que puedan escucharme. Apagar TODAS las luces.- Bueno, parece que dejó de hacerlo, no sé qué sería de él. El cubo dejó de emitir luz cuando éramos perseguidos, creo que la falta de luz puede confundir a esas criaturas. Por eso - se dirigió al escritor- es por lo que le pedí antes que no intentase iluminar con el móvil.

Añadió su aterrizaje en el desierto donde le esperaba Helen y lo poco más que habían podido descubrir antes del ataque a la base.

Cualquier teoría que les ofrezca para explicar el asunto se apoyará sobre bases nada firmes, pero puestos a decir algo…

Creo que tanto la criatura que nos atacó como el propio cubo deben proceder de otros mundos, de otro planeta; son la prueba que evidencia quer no estamos solos en este universo. A falta de poderlo corroborar por algún método científico, creo que el susodicho cubo presenta reacciones más cercanas a algún tipo de ser vivo que de un sofisticado ingenio tecnológico. Creo que de algún modo, el cubo “huye” de la criatura y de más como ellas aunque ignoro por qué. Sospecho que éstas tienen alguna capacidad, yo diría, mimética, de modo que  son capaces de imitar sorprendentemente la apariencia de otras formas de vida, como podemos ser nosotros mismos, los humanos.

Seguramente le quedaría alguna cosa más que aportar al conocimiento común, pero el bueno de Raf hizo una pausa esperando las reacciones de sus compañeros, sus propias reflexiones y la aprobación o desaprobación de sus teorías por parte de Helen Raynor, quien, a buen seguro, también tenía las suyas.

Clive escuchó fascinado la historia de Raf. La verdad es que no habían tenido tiempo para charlar de todo lo que le había ocurrido en la estación espacial y ahora se arrepentía de no haber hablado más con él sobre el asunto. Detrás de esa breve descripción se vislumbraba una historia fascinante. Su mente analítica ya organizaba los capítulos del que pudiera ser uno de sus mejores libros. Y eso sin saber casi nada de toda la historia.

- Bueno, en mi caso yo he llegado un poco por accidente. Aunque soy conocido por mis novelas policiacas también poseo una faceta oculta de escritor de libros sobre ocultismo, parapsicología y todo aquello que tenga que ver con lo místico. Durante años he viajado he investigado con la libertad que mi nombre de escritor famoso me otorgaba y mientras tanto recopilaba información por todo el mundo que luego publicaba en forma de seudónimo.

Clive recordó con cariño todos aquellos años pero también reconoció que la verdadera aventura había empezado aquí y ahora,  y no sabía donde terminaría.

- Helen pensó que mis conocimientos podían ser de ayuda en la investigación y me emplazó para que viniera al centro. Pero antes de llegar mi coche fue tiroteado, mi conductor fué asesinado y yo escapé por los pelos. Además las mismas personas que me habían atacado tenían rodeado el complejo al que me dirigía. Logré entrar pero al poco nos atacaron y salimos corriendo y aquí estamos.

Clive hizo una pausa. Como intentando recordar algo.

- Y hay algo que no logro quitarme de la cabeza. Durante el primer ataque, en el que murió el conductor pude ver de refilón a los atacantes y vi que tenían una marca en la mano. Una especia de cono curvado que por alguna razón me resulta familiar pero que no logro recordar. Estoy seguro que estará en alguno de mis cuadernos de notas en mi casa, pero evidentemente no hay tiempo de buscarlos...

Jeremy escucha atentamente la información que sus compañeros arrojan, anotando mentalmente datos y detalles, que completan algunas de las piezas del puzzle que ha estado componiendo estos días. Cuando Clive concluye, él comienza a añadir sus datos.

- Esos hombres deben formar parte de una secta, cuya información parece muy escurridiza. Hasta el momento solo había conseguido datos de lo que buscaban, pero no de quienes podrían ser. Quizá con ese símbolo tuyo podamos dar con ellos; en la NSA tenemos datos almacenados de la mayoría de sectas conocidas. Lo que sí que sé es que tratan de dar con un artefacto que llaman la tríada. Al parecer, por conversaciones interceptadas, ese objeto que chocó con la ISS y que llevamos aquí tiene que ver con la tríada. Ellos tienen, como ha dicho Helen, un objeto idéntico a este. Pero eso no es todo. Al parecer están buscando un tercer cubo, y creen conocer su ubicación. Ahora mismo están destinando todos sus medios a hacerse con él. Bueno... Y al parecer con este también.

Clive todavía tenía dudas de lo que había visto, pero todas las informaciones parecían conectarse muy bien. Sin embargo, la parte más complicada de creer venía a continuación.

- Esa "Tríada" parece tener que ver con una raza alienígena que se ha estado ocultando hasta ahora entre nosotros, sin que nos demos cuenta. A esta última información no le he querido dar mucha credibilidad... Al fin y al cabo, toda la información que tenemos sobre sectas son más bien datos de lunáticos que no tienen muy claro siquiera cómo se llaman. Pero esa... criatura - un escalofrío recorre la piel de Terence Smith, al conectar sus datos difusos con las vivencias de Raf, y hacerse consciente de que a lo mejor no son solo alucinaciones de un grupo de chalados -, esa capacidad mimética que dice usted que tienen... Coincide con lo de que se oculten entre nosotros. Y el hecho de que apareciera a la vez que el cubo es una muestra de que la Tríada y ellos están relacionados de alguna forma.

El agente parece dispuesto a concluir su discurso para comenzar a sacar conclusiones y planificar el siguiente movimiento, cuando recuerda algo más.

- Oh, sí. Respecto a la tríada encontré algo más - abre la pantalla de su ordenador y os muestra un documento de texto con algunas notas -. Algunos documentos de la Universidad de Miskatonic tienen datos sobre el artefacto, aunque no se de cuánta utilidad nos serán. Parecen algo así como una antigua leyenda - termina, mientras gira el ordenador hacia vosotros para que podáis leer el documento vosotros mismos.

La Tríada es un artefacto compuesto de tres piezas. Por sí solas su potencial es limitado, pero en conjunto son capaces de ofrecer casi cualquier cosa imaginable. Las tres piezas son indistinguibles entre sí a simple vista, pero cada una tiene una base completamente distinta a la de las otras.

Su origen es desconocido, y nadie ha sido capaz nunca de hacerse con las tres piezas del artefacto.

Una conciencia fuerte puede ser capaz de comunicarse con las piezas, e incluso dominarlas. No hay otra forma de utilizarlas, pues no tienen ningún mecanismo que las active.

Los cánticos de los sacerdotes de Istamar rezan que llegado el momento en que la oscuridad amenace nuestra existencia, la Tríada tomará la decisión de ponerse en manos de aquellos que puedan enfrentarse al temor.

- O sea que uno de los componentes de la Tríada nos ha elegido a nosotros. -Raf se sintió infantilmente orgulloso por ello. Se había tomado todas las explicaciones sobre aquel mítico artefacto con una sorprendente credulidad. - Bien, pues está en nuestras manos no decepcionarle.

Lo principal es evitar a toda costa que el cubo caiga en su poder; sería estupendo si supiésemos donde está el lugar que nos mostró el cubo, pues parece claro que él quiere que vayamos allí. Si no, lo cierto es que no sé a donde podríamos huir. -miró a Helen, por si ella había contemplado alguna posibilidad en su plan de fuga.

Raf le describió a Smith el paraje que habían visto en la superficie del cubo: el lago, la cascada y la moderna mansión, por si a él le recordaba algún sitio conocido, o se le ocurría cómo buscarlo..

Lo del símbolo es otro detalle que deberíamos mirar. La verdad es que, en el fondo, lo mismo da que sea una secta de lunáticos que otra, pero a lo mejor hallamos algo interesante. Con la descripción que nos ha hecho Clive del “cono curvado”, ¿es suficiente para empezar a indagar en su base de datos, mr. Smirth?