Partida Rol por web

Los pasos a lo largo del corredor os llevan poco a poco hacia el momento tan esperado. Al final del pasillo, una tenue luz ilumina vuestra llegada. Las últimas palabras de Paolo todavía suenan en vuestros oídos cuando el primero de vosotros pone el pie en el límite de la sala...

Estalactitas de cristal milenarias penden del techo abovedado que cubre vuestras cabezas. Miles, millones de años han dado forma a esta sala, semejante a la cúpula principal de una catedral. Cada una de las estalactitas brilla con una luz proveniente de algún lugar de la bóveda, probablemente filtrada a través de algún agujero, e incrementada por el efecto producido por los dos... tres cubos.

Más impresionante que las columnas de roca natural que caen desde la bóveda es el objeto que descansa al fondo de la sala. Sobre un pedestal como el que dejasteis reposando el cubo de Raf anteriormente, un objeto idéntico al que portáis aguarda tranquilo. 

Él siempre ha esperado. Siempre ha estado ahí. El futuro, por el contrario, ha estado siempre por delante, un paso más allá que sus compañeros. El preciado objeto de Raf destella con alegría, dejando ahora emanar toda su energía, como si saludara con efusión a el cubo que yacía en la sala, durmiente.

Su compañero, al fondo de la sala, parece haber reposado ahí durante milenios. Él siempre ha aguardado; un vestigio de lo que fue, que el paso de los años poco a poco ha atenuado. A su alrededor la cueva ha cambiado, sus formas han envuelto ligeramente el objeto que aquí ha reposado durante tanto tiempo. Pero siempre ha estado ahí, y siempre lo estará.

El cubo que Georgi y Jeremy portan también emite su propia luz, aunque la mayoría de los reflejos que bañan su superficie proviene de sus dos compañeros. 

Tras unos segundos reconociéndose el uno al otro, los destellos que emiten los objetos cesan, y comienzan a simplemente reflejar la luz de la luna que se filtra en la sala. Entonces os veis a vosotros mismos. En cada uno de los objetos, podéis percibir vuestros reflejos.

En el cubo de Raf y Paolo podéis veros depositando los dos poliedros que portáis en las dos peanas esculpidas sobre la roca para - al parecer - ese propósito. El de Jeremy y Georgi parece un espejo, un reflejo de lo que hacéis ahora mismo, donde os miráis a vosotros mismos sorprendidos. En el tercero, el que reposaba en la sala, podéis veros entrando unos segundos atrás, justo antes de que el espectáculo de luces cesara.

Jeremy, mas allá de preguntarse el porque de la exitencia de otro cubo, mira las imagenes que en ellos se reflejan. Usando su mente dada a la psicologia y a las situaciones más allá de la normalidad - Vaya... misma imagen, tiempos diferentes.. - dice mirando a sus compañeros y acercando el cubo que transporta con Georgi cerca de los otros dos.

El esperado momento y al mismo tiempo tan temido por Raf, se acerca. El momento en que deberán probar si son merecedores de la confianza que la Tríada ha depositado en ellos.

El hombrecillo que tanto él como Paolo y Clive echan de menos tenía razón. Los cubos se han reunido y, ahora, por fin…

- Depositemos el cubo en ese pedestal. -le sugiere a Paolo, señalando uno de los dos que están libres.

El cubo; su cubo. El indio lo contempla y le parece que llevan una vida juntos, como si siempre hubiese tenido a su poliédrico amigo junto a él. Toda época anterior al accidente de la ISS, todo tiempo por detrás del momento del impacto queda tan lejos que se ha perdido en la memoria de Raf. Y ahora el cubo emana radiaciones que el científico no dudaría en definir -poco científicamente- como el reflejo de la felicidad por haberse reunido al fin con sus hermanos.- Y ustedes pongan el suyo en ése otro de allí… -les indica a Jeremy y al doctor, cada vez más excitado.

Cada cubo sobre su pedestal, equidistantes, formando los vértices de un triángulo equilátero.

Tal como Raf recuerda haberlos visto en su ensoñación en la cabaña de Helen, cuando su cubo le mostró la cueva donde ahora mismo se encuentran y el pobre de Raf casi no lo cuenta.

Clive permaneció fascinado unos segundos observando los tres objetos y las distintas representaciones de cada uno. Ya tenía en mente cómo relatar la escena, si sobrevivían a ella. En lugar de ver imágenes, directamente transformaba el fascinante evento en palabras, que plasmaba en imaginarias páginas.

- Esto es, Raf - dice a su compañero mientras depositan con cuidado el cubo sobre el pedestal -. Este era nuestro objetivo.

La verdad es que estaba sorprendido de haber llegado tan lejos. Los recuerdos de la odisea flotaban en su memoria: el centro de investigación, el tedioso viaje, guiados por Helen, la casa de la mujer, aquel tétrico punto de peaje... Todo formaba parte de un extraño sueño, del que no sabía si despertaría alguna vez.

Una vez Clive deja el cubo sobre la roca, da un paso hacia atrás y lo observa con fascinación, esperando el siguiente espectáculo del objeto. Su mirada se dirige nerviosa del futuro al pasado, y de este al presente que portan Jeremy y Georgi. La actitud del ruso todavía no acaba de convencerle, y cada vez que le observa involuntariamente tensa cada uno de sus músculos, en caso de que al hombre le de por hacer algo fuera de lugar.

Pero ahora, lo que más atrae su atención, es el misterioso efecto que las tres piezas del rompecabezas forman entre sí. Pasado, presente y futuro, representados en las facetas de los tres poliedros. "¿Nos ofrecerán los objetos una última pista, o tendremos que indagar en los eventos recientes para dar con ese cruce de realidades, ese instante donde podemos cambiar el fatídico desenlace de los acontecimientos?"

El aire se enrarece más y más, cuanto más cerca están los cubos de los pedestales. Sentís a vuestro alrededor una densidad agobiante que os aplasta contra vosotros mismos y al mismo tiempo parece sacaros de vuestros cuerpos. Los primeros en depositar uno de los cubos en su lugar son Raf y Paolo. Después, Jeremy y Georgi hacen lo mismo en el tercer hueco reservado al objeto, quedando los tres objetos enfrentados entre sí a distancias iguales.

La luz que reflejan los cubos parece congelarse en el aire, a mitad de camino del trayecto que han de recorrer para tocarse entre ellos. En el centro de la sala, las ondas de luz oscilan del mismo modo que han hecho en otras ocasiones sobre la superficie del objeto que Raf ha transportado hasta aquí.

Entonces todo parece irreal. Primero tenéis la impresión de estar atrapados entre los tres objetos, para luego veros reflejados en sus paredes y a la vez sentir como si vuestros cuerpos viajaran a la vez en tres direcciones. Por alguna razón que no llegáis a comprender, el cubo que Jeremy ha depositado en último lugar os atrae y sentís un cierto apego hacia él. Como el reflejo de un espejo, os observa e imita cada uno de vuestros movimientos. Los otros dos, sin embargo, parecen envueltos en una nube de luces que representan a la vez decenas de instantáneas, algunas de las cuales reconocéis. A cada momento, vosotros mismos os veis en distintas etapas de vuestras vidas: viajando en el vehículo de Helen, recorriendo el pasillo que sale del despacho de Marc, suspendidos en el espacio a muchos kilómetros sobre la superficie terrestre, escribiendo una novela frente a la ventana... Todas ellas se funden y desaparecen mientras la luz viaja del Pasado al Futuro, e imágenes de un tiempo que todavía no habéis vivido se aparecen ante vosotros.

Observáis a Raf, Paolo y Clive hablando con un hombre cubierto de sombras, que al instante parece adoptar una forma totalmente desconocida, de más de tres metros de altura y sin un rostro identificable. Un instante después parece desaparecer en el aire, para después ser reemplazado por una masa oscura cubierta de ocelos anaranjados.

De nuevo el tiempo gira en torno a vosotros, y los pensamientos de algunos parecen tornarse en vívidas imágenes. Un constante pensamiento en algunos de vosotros parece tomar forma, y el cuerpo de la oscura criatura gira, se encoge, y acaba desapareciendo en la luz para adoptar nuevamente la forma del hombre que hablaba con Raf. Da dos pasos hacia atrás, separándose de la luz que emiten los cubos, y os observa desde el otro extremo de la habitación. 

Si creéis a vuestros sentidos, nadie debería estar ahí, y lo que veis no es más que un juego de luces producido por los cubos. Vuestra mente consciente se debate con vuestro yo más profundo, tratando de haceros comprender que ahí no hay nada. Sin embargo, la figura que ha surgido de entre los cubos, del ciclo de imágenes y visiones, os observa fijamente, levanta ligeramente los ojos, y abre la boca...

- Os lo dije. Al final, la Tríada se encontraría.

Esa voz no puede existir. Si tan solo fuera una imagen, se desvanecería como ha ocurrido con el resto de visiones. Sin embargo, el sonido llega hasta vuestros oídos, y aunque el lenguaje que ha hablado os es totalmente desconocido, podéis comprenderlo perfectamente.

- Es vuestro momento, yo no puedo intervenir a partir de aquí, puesto que no soy más que un reflejo de lo que fui. El tiempo es poderoso, pero no puede alterarse a si mismo. Sin embargo, el tiempo es sabio. Su conocimiento es vasto, y aunque se oscurece cuanto más se penetra en su espacio, es capaz de enseñar. Si tuvierais más tiempo, podríais descubrir tantísimas cosas...

La habitación parece una esfera estática, donde el espacio y el tiempo se comportan de forma inusualmente lenta. Podéis observar la luz viajar y reflejar las facetas del hombre, llegando poco después hasta vosotros dando vida a su figura en vuestras retinas. Podéis sentir el sonido antes de que alcance vuestros oídos, y cada uno de vuestros movimientos parece ir a la vez hacia el pasado y el futuro al mismo tiempo, mientras que vosotros sentís no haberos movido en absoluto. Y sin embargo...

Lejos, más allá de la sala en la que os habéis encontrado minutos antes, algo ocurre. Los ecos de pasos parecen llegar hasta este lugar, y las voces de un grupo de personas alteradas entra en la habitación y llega hasta vosotros con un matiz parecido al del sonido bajo el agua. Sea quien sea, a cada segundo parecen estar más cerca. Por la distancia y cómo se acrecenta el volumen de los pasos (os resulta impresionante la sensibilidad que habéis adquirido y la cantidad de información que podéis extraer cuando el tiempo parece no moverse) calculáis que podrían estar aquí en unos pocos minutos. Sin embargo, y a pesar de vuestra percepción, no tenéis ni idea de cuánto podría llegar a ser eso dentro de esta sala. 

El hombre os saca de vuestros pensamientos cuando vuelve a hablar.

- Como os dije, el tiempo es poderoso, pero actúa como un resorte. Si tiras con fuerza de él, tiende a volver a su posición. Si intentáis modificar los grandes eventos, solo conseguiréis que se repitan de otra forma y en otro momento.

Os parece observar como el hombre, situado dentro de los cubos, vuelve a adquirir la forma de tres metros de altura, y observa desesperado como la oscuridad invade el lugar. En un momento todo es negro, y los tres fragmentos de la Tríada surcan la oscuridad para acabar aquí, prácticamente al mismo tiempo. Con una voz apesadumbrada, el hombre vuelve a hablar, desde la posición en la que estaba antes de la visión, y os trae de vuelta a la sala.

- Siento lo de vuestra compañera.

Os sorprende poder ver sentimiento en ese rostro, cuyos ojos parecen estar fijos más allá de esta sala. Después de dejar caer esta frase, permanece en completo silencio. Cuando os percatáis de lo que acaba de decir, giráis instintivamente la cabeza hacia donde estaban Smith y Helen.

La mujer ya no sangra, y sus ojos observan el infinito, libres del dolor que sentía antes. Podéis ver a Helen segundos antes de ahora mismo, sujetar con fuerza la mano de Smith mientras el hombre, ajeno a vuestra conversación, la asiste en el doloroso proceso de abandonar la vida. Podéis ver su cuerpo quedar inmóvil, e incluso podéis sentirlo enfriarse como si hubieran pasado horas desde su muerte. A la vez, podéis ver la sombra de la mujer que habéis conocido, enérgica, motivada, convincente. Todavía podéis escuchar su voz cuando os convencía para confiar en ella y seguirla en lo que os parecía una aventura surgida de una novela. Os observa poco antes de abandonar este lugar, todavía con confianza, con cercanía, como a sus amigos. Y sin embargo, ya no está aquí, no se mueve y no podría volver a hablaros.

"WOW"

Eso es todo lo que Clive pudo pensar una vez depositaron los tres objetos en los pedestales. "¿Es esto lo que vio Raf? Impresionante..."

Asombrado por el efecto de la Tríada, el escritor llevaba sus ojos del pasado al presente, de este al futuro y de vuelta al pasado. Cómo las imágenes se conectaban, y como los reflejos de distintos tiempos parecían hablarse entre si mantuvo al hombre sin habla. Ni siquiera la reaparición del hombre en la sala fue capaz de sacarle del estupor en el que se encontraba por la presión del aire y la luz a su alrededor. El misterioso hombre parecía tan irreal como todo lo que le rodeaba, y Clive pensaba si no era más que parte del espectáculo de luces, un juego de reflejos que aparecía y desaparecía a voluntad. 

Cuando por fin fue capaz de pensar con algo más de claridad, se preguntó si el hombre no aparecería frente a ellos porque Clive y Raf lo deseaban.

- Quizá es así como funcionan... Puede que lean nuestro deseo y lo materialicen - dijo en un momento de silencio del hombre, más para si que para los demás.

Después de abrir la boca, pensó que era una tontería. Es evidente que tienen que hacer algo con el tiempo. La Tríada no es una especie de genio que conceda deseos, sino que parece manipular el tiempo. Los tres objetos representan el tiempo en sus tres estadios: pasado, presente y futuro. Eso ya estaba claro antes. Aunque quizá estuviera en lo cierto en la forma de comunicación con los cubos. Quizá no había que buscar un mecanismo o resorte, es posible que simplemente haya que hablarles, o pensar en el momento mismo que deben cambiar. "Quizá sea más fácil de lo que pensábamos".

Sin embargo, y hasta que no hagan una prueba, todo son teorías.

Cuando el hombre terminó de hablar, Clive giró la cabeza despacio. La mujer yacía en el suelo, y Smith la sujetaba con delicadeza. No podía ser. Helen, de entre todos ellos, era quien más merecía ver el final. Hacía poco que la conocía, pero notó como su estómago encogía de dolor y sentía en el pecho esa angustia que te invade cuando alguien querido se marcha para siempre.

- No, Helen, no... - dijo hacia la mujer, esperando que ella respondiera, que girara su rostro y clavara en él los ojos una vez más. Pero nada ocurrió -. Esto no puede estar pasando. ¿Por qué? - se preguntó consternado -. ¡Georgi, haz algo! - gritó hacia el médico, esperando que este pudiera obrar un milagro.

Entonces su mente se movió a la velocidad de la luz. Los cubos, el tiempo, un cambio. ¿Y si trataban de salvar a Helen? ¿Podría hacerse eso? 

- Eh... - comenzó dubitativo -. ¿Y si...? - observó uno a uno a sus compañeros, hasta que su mirada dio con Jeremy -. Jeremy, tú viste lo que le ocurrió a Helen. ¿Y si cambias lo que ocurrió en la sala? ¿Podría salvarla eso? ¿Funcionarán los cubos? ¡Así podríamos comprobar cómo hacerlos trabajar y a la vez salvar a Helen!

No estaba seguro de nada, pero el tiempo apremiaba, y debían hacer algo. No se le ocurría nada mejor en este momento. Salvar a la mujer que ha sido capaz de traerles a todos aquí era la mayor prioridad para Clive. El resto del mundo podía esperar.

La Tríada por fin reunida. El impacto que eso produce en el tiempo enseguida se hace notar y Raf tiene la sensación de que se distorsiona y se elastiza hasta confundir lo que ha ocurrido, lo que ocurre y muchas de las cosas que pueden llegar a ocurrir.

Es el momento... -se dice el indio.- Si no logran detenerlo, el futuro que espera impaciente a la humanidad es el negro destino de desaparecer a manos de una especie que ya ha aniquilado a otras.

"Ellos buscan ser los únicos allí donde la luz llega..."

La frase del humanoide rebota en sus pensamientos. Pero el pobre científico se siente desorientado, no sabe qué hacer. Tenía la infantil esperanza de que los cubos una vez reunidos se encargarían de todo, pero no parece que vaya a ser así. Pasado y Futuro se enzarzan en una conversación de recuerdos mientras Presente da la sensación de que aguarda, expectante.

"Una conciencia fuerte puede ser capaz de comunicarse con las piezas, e incluso dominarlas."

Las palabras que dijo en su día Smith se han quedado encasquilladas en su memoria y ahora afloran con fuerza.

¿Hasta dónde es capaz de alterar el tiempo la Tríada y cómo hay que activarla? Y, sobre todo, ¿qué pequeña porción de éste es la que hay que variar para que no ocurra lo irremediable? Hay que entender de las palabras del extraño que tiene que ser un detalle, que no valen los grandes cambios. Pero… ¿qué?

Y entonces ocurre. La revelación de ese ser, confirmada por su propia observación, le desgarra el corazón y la visión de los ojos vacíos de Helen hace que los suyos se empañen de lágrimas.

Como un eco lejano escucha la voz alterada de Clive que propone volver el tiempo atrás hasta el punto donde se separaron y en que, por consecuencia de ello, Helen recibió el mortal disparo.

Sí, ¿por qué no? Quizás nunca debieron separarse, quizás aquello fue un error.

"Una vez unidos, os habéis separado. Las consecuencias de ello, todavía no las sabemos..."

Mira a Jeremy. Él estuvo allí, quizás pueda valorar si las cosas habrían sido distintas de haberse quedado todos juntos, unidos...

Y luego mira a la Tríada, todo depende de que sean capaces de hacerla funcionar y de que lo que hagan con ella sea lo correcto. Por algún motivo se siente atraído por Presente pero, tras unos instantes, su mirada se desvía hacia Futuro. ‘Él’ es su amigo, y es en 'él' en quien realmente confía.

Mientras espera a que Jeremy se pronuncie -la pregunta que le ha hecho Clive ha podido ser hace apenas un instante o puede haber sido hace ya mucho tiempo, es incapaz de decidirlo- se acerca paso a paso al cubo. No sabe muy bien cómo, pero a lo mejor se anima a pedirle que ponga en marcha a sus compañeros, y que les lleven de vuelta al tiempo y a la sala donde, todos juntos, escucharon que unos pasos desconocidos se acercaban.

Jeremy todavía está intentando arregar sus pensamientos, dentro de esa lógica que tiene. todo le da vueltas, parece caer desde el infinito y les causa vértigo. Se tiene que apoyar en algo pero lo único que tiene cerca, a parte del pedestal, y eso no lo va a tocar de momento, es a Georgi. Se apoya en él, y enseguida nota un nuevo latigazo en el brazo. Exclama de dolor, pero parece que el astronauta ni se ha dado cuenta. Eso le vuelve a la realidad inmediata justo a tiempo de escuchar a Clive.

- Ayudar a Helen?, evitar que le disparen?, - piensa - No, no se... - balbucea - ... fue un disparo de Marc.. o de esa cosa..  no se si estando todos lo hubiesemos evitado - dice.. aunque sabe perfectamente cual hubiera sido la manera de evitar que esa bala llegara a Helen. ¿Seria capa de hacerlo en caso de que la historia se repitiera?

Smith rememora los instantes en lo que aquello ocurrió. ¿Podría evitarse? Quizá...

El tiempo oscilaba a su alrededor, y por un instante pareció sentirse allí otra vez, observando a aquellos hombres entrar. Sus rápidos reflejos le permitieron aprovechar la ventaja de la sorpresa e inclinar la balanza a su favor, mientras Georgi y Jeremy remataban la faena.

Pudo escuchar con claridad el fatídico disparo, y el doloroso sonido de la bala atravesando la piel. Instantes después volvía al presente, y notaba a Helen inmóvil entre sus brazos.

El hombre de hielo se reblandeció ligeramente por dentro, y sus manos comenzaron a temblar, mezcla de rabia y de dolor. Era sumamente injusto que la mujer que había hecho el esfuerzo de movilizarles a todos fuera la única persona que no fuera a llegar a ver el final. Que tan cerca de la resolución, un acertado disparo acabara con la vida de Helen. Con decisión, el hombre depositó suavemente a la mujer en el suelo, como si todavía respirara y no quisiera causarle ninguna magulladura, y se levantó hacia sus compañeros. El reflejo en los ojos de Jeremy le delató en qué estaba pensando hacer para cambiar el futuro. Smith tenía otra idea.

- Sé quién le disparó. Podríamos cambiar nuestros objetivos en el enfrentamiento, y eliminarle antes de que pueda alcanzar a Helen.

A vuestro alrededor, el vapor de agua se condensa por la densidad del aire que os rodea. Los tres cubos parecen agitarse frenéticamente, como perros de caza a punto de abalanzarse sobre una liebre acorralada. Los tres centran sus imágenes en torno a Helen, todavía intacta en la sala donde se produjo el acontecimiento, y la realidad a vuestro alrededor parece congelarse definitivamente. Solo vosotros, dentro de la pesada esfera producida por los cubos podéis moveros para observaros unos a otros, sorprendidos por el espontáneo efecto. Smith, sorprendido, mira hacia los objetos. La imagen permanece congelada en el rostro de la mujer, que observa atenta instantes antes de que los hombres accedieran a la sala. En sus ojos se reflejan las siluetas de Jeremy y Georgi, situados a ambos lados del acceso a la sala.

Presente, pasado y futuro convergen en el rostro de la mujer, mientras el resto de la existencia se limita a ese efímero instante.

Parece que Smith está de acuerdo con la idea de Clive de volver el tiempo atrás y con el momento que ha elegido como destino. Salvar a Helen. Quizás ése sea el detalle que sea necesario cambiar... O quizás no, y se estén dejando deslumbrar por la oportunidad de poder actuar como semidioses y devolver la vida a quien ya la ha perdido. Para, tal vez, simplemente obtener una prórroga temporal que no sea suficiente para detener el fatídico destino que aguarda al final del camino.

En cualquier caso, piensa Raf, el poder vivir un momento así que rompe las barreras de la ciencia y todas las creencias preestablecidas acerca de la variable tiempo, ya vale la pena por sí mismo. Pero, sobre todo, por encima de la satisfacción intelectual que como físico pueda proporcionarle vivir en primera persona esa experiencia, está la que obtendría su bondadoso corazón al volver a oír latir el de su compañera. Quien, sin duda, merece más que nadie llegar hasta el final de esta historia.

Detenido frente a su cubo, contemplando en él el hermoso rostro reflejado de Helen, Raf cae en la cuenta de que la proposición de Smith los devolverá a un punto del eje temporal situado a tan sólo unos instantes de que sus enemigos aparezcan. A un momento en que, seguramente, ya se habrán separado. Examina con mayor detenimiento la imagen congelada por los cubos y, junto al rostro de Helen, el indio sólo es capaz de ver en la escena a Jeremy y a Georgi, lo cuál lo confirma. En ese caso, si vuelven el tiempo atrás, muy probablemente Clive, Paolo y él se encuentren lejos de allí, sin posibilidad de hacer nada para remediar lo que quieren evitar.

- Tal vez no debimos separarnos... tal vez tendríamos que enfrentarnos a ellos todos juntos... -dice, entrecortadamente, sin el aplomo de estar seguro de lo que propone.

Los cubos parecen haberles escuchado y, a lo mejor, leído los pensamientos más íntimos de cada uno de ellos, porque se les ve preparados y conformes para dar ese salto en el tiempo. No parecen reflejar las dudas que él tiene, así que quizás debería deducir que están de acuerdo con el plan, con el momento y con el lugar elegidos.

Raf cierra los ojos, sintiendo un vértigo que le arrastra. Luego los abre, y mira a sus compañeros, a ver si alguien tiene algo que añadir o si ya están todos dispuestos para partir. No sabe cómo hay que hacer para desencadenar definitivamente esa 'vuelta atrás', pero supone que si se concentran lo suficiente -o lo piden de forma directa- la Tríada ejecutará su cometido.

El instante se extiende en el tiempo como si de horas se tratara. La pesadez del entorno acorrala a Clive contra si mismo e incrementa el peso de sus temores. A cada una de las palabras de sus compañeros, su mente parece tener una eternidad para procesar lo que dicen. Todos parecen estar de acuerdo en cambiar el momento reciente. El escritor duda que esto pueda cambiar el destino de toda la humanidad, pero como el hombre desconocido dijo, todo pequeño detalle puede ser importante.

A la propuesta de Clive, Raf añade algo más extremo. ¿Y si todos estuvieran en la sala, luchando juntos? Quizá hubieran salvado a Helen, o quizá hubiera recibido igualmente el disparo.

El hombre mencionó algo sobre ellos separándose, y que tendría consecuencias. ¿Puede ser eso lo que acabó con Helen? El hombre... 

Mientras Raf concluye su frase, Clive ya ha meditado su respuesta, como si hubiera tenido días para analizar ambas opciones y hubiera optado por la mejor solución.

- El hombre - comienza -. El hombre lo encontramos cuando nos separamos. Cuando ellos llegaron, él ya no estaba con nosotros. Si luchamos todos juntos, puede que salvemos a Helen o puede que no. Pero lo que es seguro es que nosotros no tendremos la posibilidad de tener esa conversación con él, y toda la información que nos transmitió se perdería. ¿Que puede que todos juntos le encontremos igualmente? Quizá. Pero también puede ser que cuando lleguemos al punto donde apareció frente a nosotros él ya no esté allí. Y el resultado de la contienda si todos estamos juntos... No sé, quizá sea distinto.

Quizá sus compañeros estén con Raf. Es posible que Clive se quede solo en su razonamiento, pero analizar la magnitud de lo que propone Raf parece mucho más complejo que lo que Smith ha sugerido.

- Por mi parte prefiero optar por lo que Smith propone. Parece más predecible, y las posibilidades de que Helen sobreviva haciendo lo que él dice son altas, creo.

La realidad es que cualquier cosa puede pasar, y ni siquiera están seguros de qué va a ocurrir exactamente cuando pidan - ¿Hablarán con los cubos? ¿Es así como se hace? - cambiar ese pequeño detalle.

Jeremy duda totalmente de lo que se están propiniendo. Pero lleva mucho tiempo viendo y experimentando cosas que van mucho más allá de su imaginación y razonamiento. No comprende muy bien las exigencias del cubo ni el cómo salvar a Helen puede ayudar a una raza alienigena a sobrevivir. Pero lo que si comprende es que no quiere que Helen esté muerta.

- Muy bien, voto por salvar a Helen. - exclama Jeremy. Mira a Smith como asintiendo a su proposición, aunque cada vez se le forma más la idea en la mente de que la única manera de salvar a la mujer puede ser dando otra vida a cambio otra vida no tan importante.. y parece ser que el menos importante o el que parece fuera de lugar es él. ¿será este mi destino? piensa.

- ¿Como lo hacemos?, ¿alguien sabe como "activar estos cubos?" pregunta. .

Clive asiente cuando Jeremy coincide con él y con Smith. Sin embargo, cuando el hombre pregunta cómo hacer funcionar los objetos, se encuentra observando los tres artefactos equidistantes, consciente de que él está tan perdido como su compañero. La verdad, esperaba que al final, la cosa funcionara de algún modo sencillo. Sin manual de instrucciones, lo único que pueden es probar lo más obvio y, si no funciona, quebrarse la cabeza con ideas extrañas.

- Quizá si se lo pedimos por favor... - comienza bromeando -. No, en serio; supongo que lo más obvio es... hablarles, ¿no?

Es consciente de que Raf ha tratado al cubo como a otro ser vivo desde que le conoce. Y él mismo lo ha visto como más que un objeto en varias ocasiones, sintiendo que ese pedazo de mineral pulido era mucho más que un objeto inanimado. Pero igualmente sigue sintiéndose raro al hablar de la Tríada como de una persona más.

Está seguro de que el científico coincidirá con él en qué es lo que deben de probar primero. De hecho, y conociendo la impulsividad de Raf en todo lo que concierne al cubo, le sorprende que no haya saltado ya de su sitio tomando la iniciativa.

- Quizá alguno de los que habéis estado en esa sala - dice mirando a Jeremy y luego a Smith - pueda decirle lo que debería haber ocurrido, o algo así.

Con la mirada fija en los hermosos ojos de Helen proyectados en una imagen que ha quedado congelada en un instante muy preciso del tiempo, Raf escucha como ecos distorsionados los comentarios de sus compañeros y procesa sus pareceres mientras los contrapone con sus propias ideas. Todo eso en un margen temporal que tiene a la vez la dilatación de las horas y la inmediatez de un segundo.

Sus compañeros han elegido el momento y él, pese a sus dudas, está de acuerdo. Incluso los cubos parecen estar conformes pues han detenido su pase de imágenes y recuerdos y los han puesto "en pausa" justo allí, cuando Jeremy, Smith y Helen están preparados para recibir a sus perseguidores. Y, a juzgar por la actitud de los poliedros, dan la sensación de estar esperando a que alguien pulse el botón de reanudar la proyección y la vida continue a partir de ese preciso instante, borrando todo lo que ya ha ocurrido después de él.

Y, como sea que ese botón no es algo evidente, el indio opta por hacer caso a Clive y probar lo más sencillo. Pedirlo. A su manera.

- Vamos, chico. -le susurra a 'Futuro', como quien le pide a su fiel mascota que le traiga las zapatillas de estar por casa- Es el momento, llevadnos allí...

Los tres objetos permanecen fijos en el instante, pero nada sucede. Todos tenéis la situación de que el cubo que Raf ha acariciado emite un sentimiento, algo similar a la inquietud. La imagen fija que os muestra parece titilar, como si quisiera ir allí y hacer algo, pero nada cambia en el objeto ni en vuestro entorno.

Ese sentimiento se transmite entonces a los otros dos cubos, pero sigue sin ocurrir ningún milagro. Helen continúa en el suelo, inmóvil, tan solo un reflejo de su pasado, cuando todavía respiraba.

Entonces Smith grita por primera vez desde que le conocéis, no sabéis a quién, pero suponéis que se dirige a la misma entidad que Raf.

- ¡Vamos! ¡Haced algo! ¡Dejadnos salvar a Helen disparando a ese hombre antes de que él pueda hacerlo!

Y después se hace el silencio.

De repente la sensación que los objetos os transmitían desaparece. La imagen congelada en los cubos parece cambiar, tornando a un instante distinto en cada uno de los objetos. Pasado se detiene en el momento en que Smith disparaba. Presente parece transformarse en un reflejo de la realidad, mostrando vuestras miradas sorprendidas con la reacción al grito de Smith. Futuro parece sumirse en una nube oscura, un negro que parece absorber toda la luz existente.

Entonces algo cambia. Notáis durante una fracción de segundo un tirón, y el tiempo se extiende junto con vosotros como un muelle hacia el pasado. En ese instante tenéis la impresión de estar al mismo tiempo en distintos instantes, como si os hubieran sujetado y arrancado de la realidad para extenderos a lo largo de un tiempo indefinido. En el mismo lugar, en el mismo momento, sois todas las posibles instancias de vosotros mismos desde el instante en el que Pasado se ha detenido, fijo en el rostro de Helen, hasta la oscuridad infinita de Futuro. Vuestros cuerpos se desgarran en billones de fragmentos hasta convertirse en nada, y un instante después os encontráis en el mismo lugar, observando atónitos los tres objetos, sin ser capaces de describir lo que acaba de ocurrir.

Todo el cuerpo os duele de una forma que jamás habíais sentido, y tenéis la sensación de que ni siquiera sois vosotros mismos. Vuestras memorias, de alguna forma, parecen distintas, pero son las mismas que siempre habéis tenido. Sin embargo, uno de vosotros no está aquí. No le echáis de menos, ya que sabéis perfectamente que nunca llegó hasta esta sala. Miráis a Helen durante un instante, y la mujer, de pie a vuestro lado, desvía la mirada de los cubos a vosotros. Los recuerdos son extraños, pero tenéis la certeza de que lo que recordáis es exactamente lo que ha ocurrido:

Jeremy se preparaba para enfrentarse cara a cara con Marc, y uno de los hombres sacó un arma. Con presteza apuntó a Helen, pero un disparo cambió sus facciones a un rostro de asombro. El arma cae de su mano y el hombre se desploma en el suelo, mientras la sangre brota por la parte trasera de su cabeza a través del agujero de la bala disparada por Smith.

Su compañero, herido por Helen, trata de aplacar la amenaza más peligrosa: Smith. A pesar de la herida que le atenaza el brazo izquierdo, su pulso no tiembla, y un acertado disparo lanza a vuestro compañero hacia atrás, herido.

Tras acabar con el resto de oponentes, corréis hacia Smith, pero ya es tarde. El hombre no respira, y su corazón ha dejado de latir para siempre.

Tras una discusión con Georgi, que parece incapaz de razonar, decidís dedicarle unos instantes de silencio a vuestro compañero caído, y acarreáis el cubo cuando escucháis los pasos lejanos de otro grupo de gente que se acerca.

Al encontraros con Raf, Paolo y Clive, les narráis lo ocurrido en el camino hacia la sala en la que os encontráis ahora mismo.

Cuando conseguís reunir la Tríada y Helen lanza la pregunta de cómo hacerla funcionar, por alguna razón que no llegáis a comprender, de alguna forma sabéis que hablarle a los objetos sobre el instante que debéis cambiar ha de funcionar. Y cuando uno de vosotros lo propone, por alguna razón que sois incapaces de comprender, os viene a la cabeza el rostro de Smith, vuestro taciturno compañero.