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Mapa de la ciudad de Malaqa.

La Málaga musulmana.

La ciudad amurallada de Malaqa está poblada en su mayoría por árabes y beréberes regidos por una ortodoxia religiosa que responde a las normas de comportamiento social. La población no musulmana consta de una importante minoría judaica mientras que la presencia de cristianos se reduce a los cautivos apresados en hechos bélicos, forzados a trabajar en las Atarazanas, dónde se construían navíos ligeros para la vigilancia ribereña y el corso además de una pequeña colonia de comerciantes extranjeros. En la Alcazaba reside el gobernador de la ciudad, un príncipe nazarí, como delegado del sultán, rodeado de secretarios y juristas.

La vida cultural de Malaqa fue singular durante todo su periodo andalusí, convirtiéndose en un gran centro cultural en fuerte contraste con las tenebrosas costumbres imperantes en los países del norte medieval, Malaqa  fue puerta abierta a todas las manifestaciones intelectuales.

Inexpugnabilidad, industria, fertilidad, renombre, prosperidad, esplendor, siempre fueron adjetivos que definían perfectamente.

Inexpugnabilidad: Por su Alcazaba situada en alto; con muros y recintos dobles, escaleras altas, torres próximas, puertas bien defendidas; las torres albarranas son como pequeñas ciudades. Por la parte de la marina libre de todo temor, por tierra la guarnecen fosos y baluartes. No hay brechas ni puntos vulnerables.

Industria: Con ricas telas de oro, fábricas de cerámica, lugar de peregrinación adonde acuden mercaderes por tierra o por mar para llenar sus sacos, taller de pieles selectas.

Fertilidad: Lisura de los arenales, amenidad de los montes, fertilidad de cultivos, rodeada por montañas de almendros e higueras, repleta de jardines, abastecida y mimada por su gran río de agua dulce y fina. Toda su campiña es un hipódromo entre mar y jardines.

Renombre: En tiempos romanos cabeza de reino, bajo el islam cabeza de un imperio, allí tuvieron su corte muchos reyes. Emporio mercantil, centro de aprovisionamiento de fronteras.

Prosperidad y esplendor: Casa de techos altos, generoso mar rendido a su rico puerto, alhajas, perfumes, túnicas, chilabas, jardines, alcázares, huertas espesas, albercas que murmuran, celebraciones ostentosas, calles enteras y trabajadas, simétricamente distribuida como una tela de araña ahogadas por las gentes en el día hasta bien entrada la noche.

Ambientación.

Los Reinos vecinos de Castilla y Aragón han sitiado el Reino nazarí de Granada.  Al inicio de la primavera de 1487 el puerto musulmán de Málaga fue atacado por las fuerzas cristianas de la Reconquista, si Malaqa cae los musulmanes estarán a merced de los cristianos.

Para los Reyes Católicos Málaga es una campaña vital para el éxito de la Reconquista, por lo que no dudan en apostar a las puertas de sus murallas a un ejército. La guerra supone el inicio de un tipo de asedio total alejado de las gestas caballerescas que coronaron las historias de la Reconquista. Así, los Reyes Católicos no buscan tanto heroicidades personales como las de El Cid como un minucioso plan de acoso y derribo que lleve a la población civil a rendirse. En el caso del asedio a Málaga esta técnica llega a su máxima expresión durante la primavera de 1487.

Antes de comenzar el sitio, las tropas de Fernando ponen en marcha la quema de cultivos y la tala de árboles para dejar sin recursos a la ciudad sitiada. En el caso de las ciudades menos guarnecidas y más dependientes de la agricultura local, esta técnica es suficiente para la rendición, como ocurrió con algunas localidades de Almería.

Buena parte de las victorias cristianas en la guerra se producen por el propio temor de los civiles a sufrir el mismo castigo que ciudades vecinas. Eso ocurrió tras la batalla de Álora o el sitio de Ronda, cuando en los alrededores se avinieron a negociar una rendición para evitar la destrucción de sus ciudades y salvar alguna de sus propiedades.

Fernando establece campamentos permanentes a las afueras de las ciudades para dejar claro que no se van a marchar hasta que se rindan. A medida que la guerra avanza estos campamentos se vuelven más sofisticados e incluso parecen ciudades, como ocurrió con el de Santa Fe en las afueras de Granada.

Las tropas castellanas emprenden el bombardeo contra las murallas de las ciudades para abrir un hueco y entrar con las tropas para tomar la ciudad.

Pese a los intentos durante la primavera de Fernando, la inexpugnable muralla no cae, el ejército usa una técnica mucho más sangrienta: lanzar ataques de artillería curva (precedente de los obuses) en los que se lanzan bolas de fuego o con pólvora dentro de la ciudad para atacar a la población civil. El objetivo: fomentar la rendición de la ciudad por la presión de los ciudadanos.

Las ciudades con salida al mar tenían una dificultad adicional para su bloqueo: la llegada de barcos con víveres que permitían resistir sine die. En el caso de Málaga era el principal puerto comercial de Granada, la ciudad más rica y por la que llegaban víveres desde África en época de conflicto bélico. De esta forma, por primera vez barcos de Aragón, País Vasco e incluso el imperio austríaco participan en la contienda bélica para estrechar el cerco sobre una ciudad acostumbrada a vivir en la abundancia del comercio.

Dentro de los muros comienzan a planearse revueltas por la falta la falta de víveres por tierra y mar, los bombardeos continuos y la presencia imponente de los cristianos comienzan a incrementar los rumores y la sensación de que buena parte de la burguesía comercial de Málaga planea rebelarse contra el dominio militar y religioso, con objetivo de llegar a un acuerdo de rendición con los cristianos.

El verano comienza con fuerza y amenaza por secar los pozos de la ciudad, apenas quedan reservas de harina y muchos se ven forzados a sacrificar a sus caballos para conseguir alimentarse.

Pese a los esfuerzos del Rey de Aragón y su alto general el Marques de Cádiz en derribar los muros de la ciudad, Malaqa sigue estando muy bien fortificada. La campaña se alarga más de lo previsto, y las incursiones nocturnas de los musulmanes causan bajas en el bando cristiano. Cuando los cristianos comienzan a darse cuenta de que han subestimado a los musulmanes muchos de sus nobles pierden la moral y deciden retirarse junto con sus fondos para la guerra.

La victoria de la Reconquista nunca ha estado tan cerca y a la vez tan lejos. Aunque el ejército castellano y la artillería aragonesa superan en mucho al ejército nazarí, las grandes murallas de la ciudad con sus escasos 9.000 soldados de infantería musulmana  mantienen a raya a los 12.000 soldados de caballería y a los 50.000 soldados de infantería cristiana.

Los recursos económicos escasean para la larga campaña del Rey de Aragón, sus esperanzas de conquistar la ciudad se disipan con la llegada del verano, sus altas temperaturas y el temor de que por mar lleguen barcos africanos. La moral entre los cristianos está por los suelos, incluso se oyen rumores de que la mismísima Isabel de Castilla se dirige a apoyar a su esposo.

La Inquisición.

La Inquisición o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos.

La Inquisición mantuvo una actitud escéptica hacia los casos de brujería, considerando, a diferencia de los inquisidores de otros reinos del norte de Europa, que se trataba de una mera superstición sin base alguna. Los inquisidores eran preferentemente juristas, más que teólogos, con un gran conocimiento de las leyes. Mantenían en el anonimato a los delatores que acudían a ellos denunciando a los herejes y sus pecados contra la fe cristiana. La herejía no era sólo un pecado sino un delito, no bastaba con la confesión para ser absuelto, también los cristianos debían denunciar a sus cómplices incluso si habían muerto, porque en ese caso sus restos se exhumaban y quemaban, una obligación que se extendía a todos los creyentes bajo pena de excomunión. Gracias a esto la Inquisición contaba con una inagotable provisión de informantes e informes.

Muchos verdaderos y fieles cristianos, por culpa del testimonio de enemigos, rivales, esclavos y otras personas bajas y aún menos apropiadas, sin pruebas de ninguna clase, han sido encerradas en prisiones seculares, torturadas y condenadas como herejes relapsos, privadas de sus bienes y propiedades, y entregadas al brazo secular para ser ejecutadas, con peligro de sus almas, dando un ejemplo pernicioso y causando escándalo a muchos. Incluso los cristianos en algunos territorios se muestran reacios a las actuaciones de la Inquisición pero es un tema tabú entre ellos por el temor de ser ajusticiado por los inquisidores.