Partida Rol por web

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…

Mientras el transporte YV-929 sobrevolaba el planeta, el paisaje aparecía diáfano para sus tripulantes, que lo observaban a través de las ventanillas. Bontham era, sin duda, un planeta árido y montañoso. El monótono panorama mostraba a veces los restos, semiderruidos y prácticamente enterrados, de alguna construcción obra de seres inteligentes.

-Las antiguas minas de Bontham –dijo Neill Organa, el diplomático de la misión-. Mi tío me contó que, antes de que él naciera, e incluso antes de que lo hiciera su padre, Bontham era un próspero planeta minero. Importaba gran cantidad de minerales, y muchos venían aquí en busca de una mejor vida.

-Hasta que tuvo lugar un desgraciado accidente –continuó Mark Vermeer. El soldado estaba inquieto, como siempre que él mismo no pilotaba la nave en la que viajaba-. He leído los informes. Al parecer, varias explosiones destruyeron algunos de los más importantes complejos mineros, y todo cambió. Ahora, Bontham es un planeta prácticamente abandonado.

-¿Prácticamente? –preguntó el explorador del grupo, un clawdita llamado Joee Wesell. Aunque su raza puede adoptar distintas formas humanoides, ahora el clawdita mantenía su propia identidad.

-Bueno, muchas criaturas han vuelto a reclamar el planeta, y algunas razas primitivas han sido vistas por las naves de reconocimiento –dijo Neill-. Pero nada que no podamos controlar. Sólo tenemos que hablar con ese Tiree, e irnos.

-Espero que ese Tiree tenga algo importante para nosotros –interrumpió el dug Wickward-. No es que importe, pero se me prometió una recompensa por este trabajo.

-¿Acaso la seguridad de la República no te importa? –se enojó Mark, mirando a Wickward-. Entre Lord Dooku y la Federación de…

-Calma. No dejéis que el odio os nuble la visión –dijo entonces Agen Ralok, el hasta entonces callado padawan Jedi. El zabrak miró a sus compañeros-. Estamos juntos en esto, recordadlo.

-Creo que hemos llegado –Kjierag, el sulustrano, señaló por la ventanilla, interrumpiendo la discusión. A su lado se sentaba Braumak, un wookie de más de dos metros, que parecía un gigante en comparación con el pequeño ser. Braumak bramó, como si diera la razón a Kjierag.

La nave empezó a descender lentamente sobre un claro entre varias elevaciones montañosas. Con suavidad, se posó, y una puerta lateral se abrió segundos después. Todos salieron al árido planeta, donde afortunadamente el aire era respirable y la gravedad normal. Tras ellos, el piloto de la nave los despidió con la mano.

-Esperaremos aquí, pues debemos arreglar algunos desperfectos menores en la nave. Recordad, podemos mantenernos en contacto con los comunicadores –se tocó el oído-. ¡Suerte!

El grupo, guiado por Neill Organa, se encaminó sin más dilación a su destino. A pocos metros de la nave, una entrada excavada en la roca se mostraba entre secos matorrales como una boca pétrea.

-El complejo minero Xana 291 –Joee señaló la entrada. Neill se detuvo a su lado-. Ésta es una de sus tres entradas principales.

-No hagamos esperar a Tiree –la voz del noble sonó segura, al igual que lo fueron sus pasos una vez que empezó a caminar hacia la mina. Como una sombra suya, siempre estaba el padawan jedi.

El grupo entró, encendiendo sus barras luminosas para alumbrar mejor el interior de la mina abandonada. Un enorme túnel de cinco metros de ancho se abría ante ellos, con numerosos cables de energía recorriendo su techo, y varios raíles magnéticos recorriendo su suelo, sonando metálicamente bajo las botas de los recién llegados.

-La mina debe de ser enorme, a juzgar por la cantidad de cables –dijo Kjierag con ojo crítico.

-Entonces, habrá que tener cuidado con no perderse –contestó Neill.

-Y con no tocar ninguno de esos cables –siguió Mark, que señaló a uno de ellos, sobre sus cabezas. Estaba algo deshecho, y varios pequeños chispazos destellaban cada pocos segundos-. Parece que aún hay energía.

-HHHurrRRRRR –agregó Braumak.

El grupo avanzó por la mina, pasando por varios desvíos, siguiendo recto por el túnel principal. Sus pasos resonaron en el lugar, repitiéndose en un eco que traía sonidos turbadores. A veces, podían oír lejanos temblores, como si la mina no fuera lo suficientemente segura.

-Odiaría estar aquí durante un derrumbe –masculló para sí Wickward.

Al fin, llegaron a una gran cueva, iluminada tenuemente por desgastadas barras luminosas colgadas de sus excavadas paredes de roca. Al fondo, el túnel principal seguía hacia unas profundidades oscuras y tenebrosas. Varias cajas amontonadas, algunas destrozadas en un montón de astillas, llenaban el lugar, además de unos oxidados raíles magnéticos y un par de vagones abandonados e inservibles. Pero, aparte de eso, no había nada, ni nadie, en aquella cueva.

-¿Y bien? –dijo Wickward, con tono irónico-. ¿Y el tal Tiree?

Entonces, pudieron oír lejanos disparos de blaster. Instintivamente, todos sacaron sus armas, y el sable luz de Agen fue desenfundado, con su larga luz amarilla iluminando su extraño rostro.

-¿Qué ha sido eso? –dijo Kjierag, justo cuando pudieron oír un nuevo sonido: numerosos pasos, de botas pesadas, entrando a la carrera en la mina. Algunas voces llegaron hasta ellos, aumentadas por el eco del sitio.

“Dotación del arma, asegure la entrada…”

“… nadie debe salir de la…”

“… Tiree no quiere que…”

“… artefacto de gran valor…”

-Creo que voy a tener que pedir un aumento en mi recompensa –gruñó Wickward, mientras oían todo el alboroto procedente de la entrada a la mina.

Después de escuchar los disparos, Joee Wesell decide esconderse sigilosamente entre los vagones y sacar su macrobinoculares para observar en dirección a los tiros.

Como un resorte, el pequeño Dug saltó hacia el monton de cajas... Se quedó alli con su DH-17 en la mano. Ni siquiera apuntaba hacia la zona donde venian las voces.... Su mente estaba extasiada con las ultimas palabras que habian llegado a sus oidos: "… artefacto de gran valor…… artefacto de gran valor…"

En su cabeza habia un millón de artefactos que encajaban en esa vaga descripción.

Tengo que averiguar de que se trata, pensó Wickward.

El wookiee arrugo la nariz y enseñó los dientes, en un mueca de desagrado: No le gustaban las sorpresas y el eco de un blaster en la oscuridad no era el mejor de los presagios.

Trato de esconderse en los vagones, al igual que Joee, aunque cayó en la cuenta que con su tamaño solo un ciego pasaría por alto una carro con una montaña de pelo asomando, así que masculló un maldición y se limitó a apoyar su fusil en el borde del vagón, utilizándolo de media cobertura.

Instintivamente al escuchar los disparos en la lejanía Agen Ralok miró a su izquierda esperando una sutil mirada de su maestro Line Kro…una simple mirada de su maestro le indicaría que hacer en esta extraña situación… pero estaba solo…y en su lugar estaba acompañado de mercenarios de dudosa reputación, y para proteger nada menos que a un político, el joven detestaba a los políticos, mirando a su alrededor se topó con la figura de un soldado, era Mark Vermeer, al menos alguien que esta instruido en valores de justicia, disciplina y lealtad pensó el padawan. Aún sin su maestro el aprendiz sabía que tenía que hacer y con su sable de luz en mano, en posición defensiva indicó al político que se resguardase en lugar seguro, solo entonces con el político a salvo podría Agen concentrarse en sentir la fuerza, para quizás averiguar algo de los individuos que se acercaban hacia ellos.

Kjierag no lo dudó ni un segundo, aunque no sabía qué se podría encontrar si se adentraba aún más en la mina, pero gracias a todos los años que había trabajado en las minas de Umnub podía vislumbrar la posible estructura y entramados de túneles que conformaban Xana 291. Avanzó hacia la oscuridad e instó a los demás a seguirle "¡No os quedéis ahí,adentrémonos más en la mina, si vienen a por nosotros les tenderemos una emboscada!" , pero con el ruido de los disparos no estaba seguro si el resto le habían oído.

No tenía tiempo para esperar, un grupo de enemigos desconocidos se acercaban rápidamente hacia ellos, y esa gran cueva con tan poca cobertura se le antojaba insegura para un enfrentamiento frontal contra una fuerza enemiga desconocida. Corrió rápidamente y se sumergió en la oscuridad del túnel principal esperando encontrar un entramado de túneles secundarios con los que dar esquinazo a los enemigos o bien tenderles una emboscada.

Cuando Neill escucho los disparos de blasters se le pasaron por la mente las palabras de su tío antes de partir de coruscant, “Neill regresa sano y salvo, te necesito aquí”
Las palabras del joven padawan le hicieron volver en sí, Neill obedeció inmediatamente y corrió a cubrirse entre los vagones con su arma en la mano, dispuesto a disparar si era necesario. No le gustaba recibir órdenes y menos de un simple aprendiz de jedi, pero este era el encargado de su seguridad y tendría que hacer lo que él le ordenara en situaciones como esta.

...what about RD-2? Algún otro droide? es solicitable?

Nisiquiera había tenido que desenfundar su arma.

Alerta, Vermeer sostenía el fusil firmemente, mientras miraba hacia la oscuridad. Observó inmóvil al sulustrano en plena carrera hacia el corazón de Xana, entonces corrió hacia el Noble y su protector. Refugiados tras los vagones, sobre la gruesa arena que cubría los túneles, las voces resonaban con fuerza. El polvo estropeará todo el equipo, pensaba mientras accionó el intercomunicador:

- Vermeer a transporte aéreo, Vermeer a transporte aéreo-. La línea sólo emitía un leve siseo. Esperando respuesta, se giró hacia los compañeros de refugio.

>> No estamos todos juntos en ésto -dijo señalando las cajas que ocultaban al Dug- Y aunque odie decirlo, creo que Kjierag lleva razón.

Esperando respuesta, el joven se sintió dubitativo, lejos de los controles de una nave; con la desagradable sensación de haber pasado antes por una situación parecida.

Novato time:

Querido director, puedo yo inventarme la contestación de la nave?

Puedo solicitar un droide del exterior?

no me llevo bien entre los humanos. Muchas gracias!

No puedes inventarte la respuesta de la nave. Pero sí puedes solicitar un droide de los que lleva la nave, pero no te preocupes por eso... en este turno habrá noticias al respecto.

El grupo se repartió por la cueva, presto para el combate, mientras Kjierag se perdía por el túnel del fondo. Cuando el sulustrano se perdió en la oscuridad, en los comunicadores que tenían todos en sus oídos se oyó una voz conocida: la del piloto de su transporte.

Kjierag avanzó por el túnel que se hundía en la mina, dejando atrás a sus compañeros. Era estrecho, oscuro, y lleno de escombros, y mostraba los siglos de abandono de Xana 291. El sulustrano observó cada detalle de las paredes, analizándolas con detenimiento. Acercó su mano a algo que le llamó la atención, y tocó la roca de la pared.

-Agua… se está filtrando agua –dijo, mirando al techo. Vio algunas gotas caer, y supo que la mina era una trampa mortal-. Estamos bajo un lago, o algún tipo de reserva de agua…

En ese momento, se oyó una voz en su comunicador de oído. Era Mark, el soldado de la República que los había acompañado en el viaje.

"Vermeer a transporte aéreo, Vermeer a transporte aéreo."

Enseguida, Kjierag oyó la respuesta apresurada del piloto de su transporte.

“¡Organa, Organa, nos han…!”

A través del comunicador, resonaron varios disparos blasters, y la comunicación se cortó. En ese momento, el sulustrano supo que la sencilla misión no iba a ser tal. De nuevo, el comunicador vibró con una nueva voz, desconocida para él.

A través del comunicador, resonaron varios disparos blasters, y la comunicación se cortó. Joe Wesell miraba a través de sus macrobinoculares, con el wookie cerca suya, apuntando con su fusil al túnel por el que habían llegado. Arma en mano, Neill Organa se escondía tras otro vagón, no muy lejos de Mark Vermeer, que también se disponía a defenderlo. Wickward había desaparecido tras unas cajas. La espada de Agen Ralok, el joven zabrak, iluminaba fantasmagóricamente la cueva con su luz amarillenta. El rostro del padawan mostraba su concentración.

Entonces se oyó un movimiento brusco tras las cajas de la sala. Todos vieron a Wickward apuntando a algo que se le había acercado. La luz de la barra luminosa del dug mostró a todos qué había surgido de su escondite…

-¡Un droide! –dijo Mark.

En efecto. Un droide modelo R2, emitiendo una serie de pitidos, apareció ante los compañeros. El pequeño ser metálico estaba en perfecto estado de conservación, perfectamente limpio para estar en una abandonada mina. Su cabeza del droide giró a un lado y a otro, y en ese momento otra voz se oyó en los comunicadores.

“Hola, mis estimados huéspedes. Soy Tiree, vuestro humilde servidor… ha sido una agradable sorpresa ver que el grupo B ha llegado hasta aquí movido solo por el bien común. Perfecto. Así que la avaricia del grupo A, el ansia de poder del grupo C y el afán de superación del individuo D mueven a los seres inferiores del mismo modo que el bien… interesante… oh, disculpadme, tiendo a recapacitar constantemente, no os lo toméis como algo personal. Veréis, sois parte de un interesante experimento: en lo más profundo de este complejo minero, hay un antiquísimo artefacto que me es muy preciado. Llevo años tras su pista, y al fin lo he localizado. ¿Quién diría que tan fabuloso objeto estaría en este desolado planeta? No en Korriban, ni en Arkania… no, aquí. La verdad es que… oh, perdonad, pero me comunican que van a hacer la detonación, deberías cubriros. No quisiera veros morid tras todo el esfuerzo de traeros engañados a esta mina…”

Repentinamente, una enorme explosión estalló en el túnel de acceso. Un crujido imponente dejó sordos a todo el grupo momentáneamente, mientras una nube de polvo entraba en la cueva y cubría al grupo. El droide emitió un largo “Uooooooo”, mientras su cabeza giraba a un lado y otro.

Repentinamente, una enorme explosión estalló, procedente del túnel de acceso al complejo minero. Un crujido imponente dejó sordo al sulustrano momentáneamente. Mirando atrás, Kjierag vio cómo una nube de polvo cubría la cueva dónde había dejado al grupo.

“¿Estáis todos bien?”