Partida Rol por web

Te encuentras en el laboratorio de la base de la iniciativa XCOM, en la montaña Cheyenne, rodeado por un puñado de científicos de XCOM, cada uno trabajando en sus cosas. La mayor parte de tu trabajo consiste en desmentir avistamientos de "OVNIs", y diferente material "extraterrestre" que la gente o las autoridades encuentran por ahí.

Normalmente en cualquier universidad pueden verificar que los materiales en cuestión son efectivamente terrestres, pero cuando ni los mejores científicos pueden dar con el origen de un objeto, XCOM hace su entrada. En este caso tienes ante ti unos restos aparentemente metálicos cuyo origen no se sabe. El material es algún tipo de aleación no registrada, según informan desde la universidad Pierre y Marie Curie, en París, de donde fue mandado.

Efectivamente, tu análisis con el espectrofotómetro reporta un tipo de aleación desconocida. Pero tú eres mejor que todo eso. Sabes que eso no significa que sea extraterrestre. Un análisis de los isótopos concretos de los metales que forman la aleación arrojan un resultado claro: sea lo que sea esto, fue creado en la Tierra, con materiales de la Tierra. La concentración de isótopos de la muestra coincide con un intervalo de error razonable con los mismos materiales encontrados en la Tierra, por lo que las únicas opciones son que los materiales se crearon junto a la Tierra, o se crearon en otro planeta tardando la misma cantidad de tiempo y en las mismas condiciones. La probabilidad de la segunda opción tiende a cero, por lo que descartas que la muestra sea de origen extraterrestre. No sabes exactamente qué es, pero eso ya no es competencia de XCOM. Estás escribiendo el informe sobre el análisis del objeto, cuando del comunicador de pared del laboratorio sale una voz de mujer que dice:

- Alexandre Bell, diríjase a la sala de guerra cuanto antes, el Comandante quiere verle. Repito, Alexandre Bell, diríjase a la sala de guerra cuanto antes.

Te encuentras en uno de los talleres de la base XCOM. Estás dando una clase magistral sobre desactivación de explosivos a algunos de los nuevos reclutas. Aunque la mayoría de ellos son expertos en explosivos, no tienen tanta experiencia como tú en el tema. Los soldados te escuchan con atención, algunos de ellos tomando notas.

Estás desactivando una réplica de una bomba de tubo, paso a paso, mostrando todo lo que hay que hacer para detectar el tipo de detonador instalado y desactivarlo de forma segura. Estás a punto de cortar el cable que crees que es el correcto, con toda la clase expectante, sin pestañear, cuando un sonido de estática y una voz de mujer se escuchan por el comunicador de pared, atronadores en el silencioso taller:

- Bosede Okeke, diríjase a la sala de guerra cuanto antes, el Comandante quiere verle. Repito, Bosede Okeke, diríjase a la sala de guerra cuanto antes.

Te encuentras en el gimnasio de la base XCOM. Estás haciendo tu entrenamiento matutino, como todos los días. No hay ninguna señal de extraterrestres en el horizonte, pero eso no te va a apartar de tus obligaciones.

La música que suena por los auriculares que llevas puestos te motiva, y te ayuda a no desfallecer.

Ya has completado todo un circuito de fuerza que ha tocado la mayoría de las zonas del amplio gimnasio de la base. Ahora te encuentras corriendo en la cinta, con una elevación del 5%. Nada que un legionario no pueda hacer sin despeinarse.

Te dispones a subir la elevación algunos puntos porcentuales para afrontar los últimos kilómetros, cuando un sonido de estática y una voz de mujer se escuchan por el comunicador de pared de la sala, haciéndose oír por encima de tus auriculares:

- Dagobert Pappenheimer, diríjase a la sala de guerra cuanto antes, el Comandante quiere verle. Repito, Dagobert Pappenheimer, diríjase a la sala de guerra cuanto antes.

Te encuentras en la zona de pruebas de tiro de la base de XCOM, a las afueras de la misma. La base tiene varias galerías de tiro en el subterráneo, pero la distancia de disparo no es lo suficientemente lejana para ti.

Para hacer que el entrenamiento sea un reto, tienes que irte muy lejos de tu objetivo. Te encuentras a alrededor de 800 metros de distancia de la diana de práctica, con una elevación de unos 150 metros sobre la misma. Consigues hacer blanco la mayoría de las veces, pero te cuesta acertar en el centro a tanta distancia. El viento, el efecto Coriolis, y el propio rozamiento hacen difícil predecir el comportamiento de la bala a esas distancias. Sabes que con un blanco móvil a esta distancia lo tendrías muy difícil.

Ahí sigues, tomándote tu tiempo entre disparo y disparo, controlando tu respiración como sólo un francotirador experto sabe hacer, cuando un sonido de estática y una voz de mujer te interrumpen, sonando por los auriculares a los que tienes conectada tu radio.

- Manuel León, diríjase a la sala de guerra cuanto antes, el Comandante quiere verle. Repito, Manuel León, diríjase a la sala de guerra cuanto antes.

Un trabajo que por regla general es bastante bueno, trabajando en busca de pruebas alienígenas de cualquier tipo, pero lamentablemente me encontraba con supuestas pruebas de origen desconocido que muchas veces lo que identificaba era que aunque eran en definitiva desconocidos por un motivo u otro, no eran de origen alienígena y no podía seguir investigando, o sencillamente era un descubrimiento estúpido que otro podría descubrir sin tanto problema si se hubiera dedicado un poco más de su tiempo investigando esa pieza. Al menos siempre me aseguraba de que todo estuviera bien documentado lo que hubiera descubierto, y tenía notas de cada cosa almacenadas por si era necesario. Uno nunca podía saber cuando una de esas piezas podía llegar a salvar el trasero a la organización después de todo. Respiré hondo, mientras realizaba el informe con algo habitual que solía hacer, que era hacer varias veces el mismo informe pero en distintos idiomas. Eso, aunque algo aburrido y fastidioso, ayudaba luego a que si se mandaban los datos a otras universidades o sitios de investigación no tuvieran que perder demasiado el tiempo traduciendo cosas.

Entonces, escuché la llamada del deber, en este caso del comandante. Normalmente eso no solía suceder, y si había una llamada era por algún motivo en específico. Asentí, mientras me levantaba de mi asiento después de escribir las últimas palabras del informe, con mi pistola en mi cintura. Muchos conocían que era algo paranoico en relación con los alienígenas, y que el que llevara una pistola conmigo en todo momento rozaba la precaución en extremo, pero si ellos supieran cuando era un adolescente totalmente aficionado a cualquier cosa de los alienígenas, se lo pensarían de nuevo y quizás hasta pensaran que era una mejoría; si hubiera tenido éxito con mis planes seguramente ya tendría un segundo cuartel para XCOM totalmente equipado y con suministros para varios meses. Suspiré, empezando a caminar directamente hacia la sala de guerra de forma rápida. No quería llegar a hacer esperar al comandante después de todo.

Concentrado en mi ejerció matutino , realizo  el entrenamiento, con la música y voz de mis hermanos de sangre, mi corazón se llena de alegría , dándome las fuerzas que necesito para completar todos los objetivos , mi mente  trabaja  a mil por hora ,  haciendo  recordar   las caras de mis hermanos de sangre , el juramento de fidelidad de la legión extranjera,   el gran monumento de la legión  extranjera, en honor a los legionarios .Los lugares que  he visitado cono legionario, conflictos que participe ,   esto me hace  darlo todo . Se me escapa una frase en francés.  ( Honneur  et fidélité).

De pronto un sonido estático envolvente, me saca de mi trance. Quedándome quieto un segundo, para escuchar y entender de qué trata.
Al oír nombre me poco ojo avizor, entendido el mensaje, dejo el ejercicio, secándome el sudor con una toalla, recogiendo mi equipo, dejándolo en la taquilla.
 Poniéndome algo presentable, encabezado por la boina verde legionaria.
Camino hacia la sala de guerra, tarareando Le boundin 

Bueno, aquí casi había terminado de todas formas. ¿Qué querrá de mí el comandante? Será mejor no hacerle esperar.

Recojo mis cosas y me apresuro a volver a la base a paso ligero.

Bosede no se inmuto ante el sonido del altavoz. Años de experiencia le habían enseñado que cuando juegas con explosivos tu vida depende de tu concentración. Sus labios se movieron en silencio durante un instante, había adquirido la costumbre de contar de tres a uno justo en el momento de terminar ese tipo de trabajos. Lo hacía en silencio y en su lengua materna, por lo que muchos suponían que en realidad estaba rezando. No lo hubiese ocultado de haber sido preguntado, pero ningún zapador le preguntaría. Era una cuestión de respeto. Un hombre que se juega la posibilidad de convertirse en pedazos carbonizados puede tener las manías que se le antojen.

Sus dedos presionaron con firmeza el pequeño cortacables y el juguete emitió un audible beep indicando que Bosede había tenido éxito. Una serie de murmullos de aprobación y asentimientos le acompañaron mientras dejaba el aula con paso firme para atender la llamada.

Conforme vais recibiendo el mensaje, os encamináis hacia la sala de guerra. Es una gran habitación, de techo muy alto, en la que hay una serie de terminales, con una buena cantidad de gente trabajando en ellos. Ocupando el centro de la sala, y rodeado por más terminales de control, se encuentra la proyección holográfica en tres dimensiones de un mapamundi. Al lado de ésta, hay dos personas de pie estudiando lo que parece ser el mapa de un pueblo o ciudad pequeña proyectado en una gran pantalla.

Uno de ellos va vestido con uniforme de combate, mientras que el otro viste un impecable traje de dos piezas de color oscuro. El Comandante, al darse cuenta de que habéis llegado, os hace un gesto con la mano para que os acerquéis.

- Bienvenidos, caballeros. Tenemos un asunto urgente entre manos. - señala al mapa de la ciudad con la mano - Esto es Comala, en el estado de Colima, en México. Hemos recibido informes de fuertes disturbios en la zona. Sabemos que han habido numerosas llamadas por parte de la ciudadanía a la policía y a los bomberos, alertando de disparos y explosiones. Cuando hemos intentado comunicarnos con las fuerzas de seguridad mexicanas en la zona, no hemos sido capaces de establecer contacto. Es como si se hubieran desvanecido.

El Comandante se pasea alrededor del mapamundi, con las manos a la espalda, mientras continúa hablando.

- Nuestros servicios de inteligencia no creen que los disturbios estén causados por bandas, o narcos. No es sólo que hayamos perdido la comunicación con las fuerzas de seguridad. Parece que cualquier tipo de comunicación de largo alcance ha dejado de funcionar. No hay señal de televisión, ni radio, ni teléfono que provenga de allí, ni hay ningún aparato conectado a internet en este momento. Nada. Hay tecnologías que podrían causar algo así, pero hablamos de material militar puntero, nada que un puñado de pandilleros pueda conseguir así como así.

El Comandante terminó de dar la vuelta alrededor del mapamundi y se colocó frente a vosotros, firme.

- No tenemos evidencias de que los disturbios tengan un origen extraterrestre. Pero es nuestro deber comprobarlo.

- Vuestra misión consiste en explorar la zona, encontrar el origen de los disturbios y ponerles fin si es posible. Existe la posibilidad de que haya heridos, por lo que es de importancia suprema que éstos sean puestos a salvo. La operación Tierra de Fuego será liderada por el sargento Gerald Kaufmann aquí presente. - dice señalando al otro hombre, un alemán de unos 30 y tantos años y mirada seria. - El sargento Kaufmann es un tirador de élite de XCOM que ya lleva varios años con nosotros. Sigan sus órdenes al pie de la letra y todo saldrá bien.

- ¿Tienen alguna pregunta? - os dice el Comandante.

Esta vez si que parecía grave la situación. Una cosa eran disturbios ocasionados por ataque terrorista o algo parecido, pero que de repente se hubiera perdido toda conexión, tanto de teléfono como internet, eso si que era raro. Y como decían, era algo de tecnología puntera, y claramente militar, no algo que unos pandilleros tenían a mano. Y si era algo de derrumbamiento de antenas y conexiones, seguramente hubiera habido informe de esos destrozos. Estaba claro que algo raro había, como mínimo una nueva tecnología que no sabíamos en juego.

- Creo que esta vez si es algo alienígena, Comandante. Las unicas formas de hacer que toda comunicación en una zona se desplome de esa manera, es empleando una bomba EMP o destruyendo simultáneamente las torres de comunicación, y en estos casos, ya nos habríamos dado cuenta de esos destrozos claros. - Dije claramente, dando voz a mis preocupaciones, aunque claramente también estaba claro que quizás podían tacharme de paranoia, muchas veces lo respaldaba con análisis y conocimientos reales por lo que al menos forzaba a mirar la situación de forma detenida y eso permitía varias veces salvar el trasero de alguna u otra forma.

- Y entiendo que vamos a investigar, pero... ¿cual es nuestra obligación con los civiles? - Dije, dando voz a esa preocupación. No me gustaba tener que dejar civiles atrás cuando podía salvarles, pero sabía que si se eliminaba a la amenaza antes de que llegaran a causar mas daños, esos civiles se podrían salvar mejor igualmente, aunque hubiera otros que no llegaran a conseguirlo. Era extraño, el tener que hacer esas decisiones, pero esta vez en teoría solo teníamos que seguir las ordenes. Respiré hondo, mientras notaba el peso de mi pistola. Esperaba que si hubiera batalla, mi puntería siguiera igual de bien puesta para el combate.

-Por mi parte todo claro, mi comandante. LLegar, localizar, eliminar y evacuar civiles heridos.

Entrando en la sala de guerra, me cuadro, realizo el saludo militar.
¡Señor quería verme! –  a sus órdenes mi commandat.

Por fin oigo, las palabras que tanto tiempo llevo esperado.

 Señor, quiere decir que vamos hacer una misión de reconocimiento (infiltración, búsqueda, eliminación de posibles objeticos, protección de civiles) .
 Cuente conmigo, ¡solo de la orden y la cumpliré! .
Señor, podría el servicio de inteligencia, facilitarnos mapas de la zona y documentos que nos puedan ayudar a realizar la misión, para poderlos estudiar, si usted mi comandante y el sargento, nos lo permiten.

Los labios del Comandante se curvaron imperceptiblemente en una leve sonrisa ante las palabras de Bell.

- Ponerlos a salvo, por supuesto. Incluso si resulta ser otra amenaza mundana, somos los primeros que vamos a acudir al sitio, por lo que es nuestro deber y responsabilidad mantener la seguridad de los civiles.

Un asentimiento de cabeza fue el inicio de la respuesta del Comandante a Pappenheimer. - Sí, por supuesto. Tenéis acceso a toda la información que disponemos sobre la zona. El Skyranger sale en media hora, así que utilicen ese tiempo para prepararse. En el arsenal les está esperando el oficial de intendencia con todo el equipo que necesitarán para la misión.

El Comandante se pone firme ante vosotros, con las manos a la espalda. - Mucha suerte, caballeros. - y después sale de la sala.

- Bien, señores. - dice el sargento Kaufmann frotándose las manos. - Aquí tienen el mapa de Comala.

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- Las últimas imágenes de satélite de que disponemos son de antes de los altercados, pero la distribución debería ser la misma, a menos que la situación sea peor de lo que pensamos. El Skyranger nos dejará en el campo de cultivo del norte, y desde ahí empezaremos a explorar hacia el sur.

Comala tiene alrededor de 20000 habitantes, y es una pequeña ciudad donde la gente se dedica a la agricultura, a la ganadería y al pequeño comercio. Los puntos de referencia de la zona serían el lago, al norte, junto con el río que sale de él, la iglesia católica del sur de la ciudad, y el parque que se encuentra al oeste.

Tendremos el mapa disponible en nuestras pdas, pero sigue siendo mandatorio estudiar su distribución.

El sargento se dirige hacia la salida, y os dice antes de marcharse - Cualquier discusión táctica sobre la misión se podrá hacer en el Skyranger, pues tenemos varias horas de viaje. Les veré en el hangar en media hora.

 Señor cumpliremos la misión, mientras realizo el saludo militar. Sargento, tenemos que pertrecharnos para la misión, que la media hora se pasa volando.  Si nos das permiso para ir a por el equipo de combate. les ver en hangar.  Por el camino discutiremos, que táctica usaremos.  realizo el saludo militar, acto seguido me dirijo a la armería.

Saludo al comandante, y le sigo con la mirada mientras se marcha antes de devolver toda mi atención al sargento.

-Todo claro, mi sargento. Permiso para ir a recoger mi equipo.