Partida Rol por web

 El dios no se encuentra a gusto de interrumpir sus deseos pero vé en los ojos de Xena algo importante. Sale de entre la vegetación y ve que los demás están entrando a la caverna.

-Bueno... comienza la acción. ¿Vamos mi princesa?

Dice torciendo la comisura de sus labios en una sonrisa de guerrero. Seguro habrá una batalla allí y no hay nada en el mundo que Ares disfrute más.

Entro en la caverna, con sumo cuidado.. Parece despejado,y con un gesto señalo a los demás que me sigan. Llevo la espada en la mano, pero de momento no parece haber nada más que nosotros mismos.

Oigo los latidos de mi propio corazón,en este silencio..

Hércules asintió a las palabras de Calisto con un cabeceo y agarró un pedrusco del tamaño de una cabeza humana. Se la puso bajo el brazo por si necesitaba un proyectil y avanzó tras la guerrera en silencio, no muy lejos. Le hizo un ademán a Gabrielle para que le siguiera de cerca. Ambas mujeres eran fieras, pero Hércules estaba desarrollando un especial aprecio por aquellas dos mujeres indomables y no quería que nada les pasara. Velaría por ellas como por cualquier otro camarada o amigo.

Gabrielle es la siguiente en avanzar y como no tiene ninguna objeción al plan de Calisto camina detrás de ella, atenta y con la bara en su mano, dispuesta a pelear si hace falta. Aunque ahora está más preocupada por Xena, una preocupación inconsciente, pues sabe que ella se sabe defender y aunque le cueste admitirlo, también cuenta con la ayuda de Ares.

 Varios Ergidos murieron, pero venían más. De pronto una voz oscura, potente, gritó:

-Aah por ellos!!!

Su tono era tan fuerte que toda la caverna retumbó y hasta el propio Ares pareció intimidado, al menos algo, por su poder. Entonces una luz blanquecina los cegó a todos por un instante...

Cuando abrieron los ojos estaban en una sala oval lujosa. Tenía esculturas de mujeres y un candelabro enorme que pendía del techo y eran encendido por miles de luciérnagas. Una mujer se acerca a los guerreros. Su cabello es dorado como el oro y tiene el porte que solo una diosa puede presentar.

-Por Fortuna pude sacarlos de allí...

Dice.

-Chicas... Ares... no tiene sentido que me presente ante vosotros pero tú, Hércules, debes saber que soy Artemisa y he intervenido cuando sentí que el aura del Nigromante os había avistado. Creedme, su ejército es una cosa pero contra él...

La diosa niega, apenada.

-No, él tiene el Casco... ¿les has contado del Casco, verdad Ares?

- Saludos Artemisa. -Hércules no rinde culto a ningún dios, pero siempre era agradecido con quien el ayudaba. Y ante todo, Artemisa era alguien que le había ayudado. La diosa vírgen, pero que le había ayudado, y si bien Hércules desconocía los detalles de su enemigo, no pondría en duda las palabras de la diosa- Es un placer y un privilegio contar con tu protección... Pero parece que mi hermano no tiene reparos en decir una cosa y ocultar otra... Parece que aun en la divinidad, aun hay clases. Sin embargo, no es la primera vez, por lo que no se de que me sorprendo... ¿Que es ese casco del que hablas, Artemisa?

-Bien, bieen.

Dije haciendo un gesto con la mano de disculpa e intentando restarle importancia al asunto.

-Artemisa, tú exageras mucho. No compartí toda la información por el bien de las muchachas. ¿Qué hubiera pasado si esos Ergidos nos hubieran capturado? Yo soporto las torturas pero éstos ángeles de Zeus...

Viendo la cara de Artemisa preferí ir al grano.

-Bueno, vale. He ido al Inframundo y he descubierto que a Hades, mi tío, le han robado esta reliquia hace unos días. Parece ser que el que posee el casco controla a los cuerpos de los recientemente muertos por su mano, o por la mano de los guerreros del casco. No sólo los controla sino que convierte a cualquier fallecido por su causa, en un superhombre. Casi, casii, tan fuerte como mi amigo Hércules aquí.

Digo, mirándolo de soslayo.

-Cuestión que la única forma de acabar con el poder del Casco es devolverlo a su lugar en el inframundo.

Sonrío.

-¿Bien? Eso creo que es todo, pequeñas...

-Así que ésa es la explicación..

Como todos los misterios, fácil cuando se sabe la respuesta.

Si el casco ha sido robado del Inframundo, tendremos que devolverlo allí,con todo lo que supone..El que lo robó, mientras lo tenga, controlará a su antojo las almas humanas, no importará cuántos érgidos matemos, siempre habrá más. ¿Hades sabe o sospecha quién se lo cogió?

 Xena había estado con Ares anteriormente en un ambiente bastante intimo.

- No se te había ocurrido ni mencionar el tema... - dijo mirando muy seria a Ares - a mi me parece que tiene más que ver de la importancia que tu le das. 

- Artemisa, ¿es posible que el suceso con los Érgidos esté relacionado con dicho casco? La verdad es que es mucha casualidad para que no lo sea - su tono al hablar con la diosa se relajó - y si eso es así cómo podemos arrebatárselo sin que todos caigamos por el intento.

Algunas dudas me asaltaron viendo el alcance del asunto.

- Y hay algo aun más importante que eso... ¿Está Hades enterado de semejante robo? Es más... si lo esta, ¿que le retiene para que desate su furia sobre el ladrón? No entiendo que puede tenerle atado de manos para que actúe por su cuenta... y que lo sepais vosotros dos, indica que no es ningún secreto para él... ¿O se supone que por alguna razón no puede intervenir y requiere de intermediarios...?

Me crucé de brazos y me atuse la barbilla, meditando. Aquella bola de nieve descontrolada caía por la ladera sin ningún control, creciendo a cada segundo.

Artemisa primero contestó a Xena.

-No es posible, en todo caso es imposible que no lo esté. Yo le he avisado a Ares del robo del casco primero que nada, no sé por qué ocultó información.

Miró al Dios con cara de reproche pero éste sonrió y le lanzó un beso al aire como respuesta.

-Vale, dijo Ares.

-¿Hay algo más que debamos saber...? -inquirió la mujer.

-Si queréis saber más de lo que mi tío sabe, pues id al Inframundo. Yo ya lo he hecho y... viendo que ya las muchachas se han buscado a su salvador...

Ares sonríe y concluye:

-Nada tengo que hacer yo aquí.

Se acerca a Xena y le tiende un amuleto, es como una pulsera con piedras rojas.

-Si me necesitas sólo parte la cuerda que une estas piedras y vendré al instante.

Su mano acaricia la mejilla de la guerrera.

-Tú sabes que eres mi talón de Aquiles en esta guerra. Dicho ello, me despido, queridos anfitriones.

-¡Espera!- inquiere Artemisa.

Pero con una potente luz Ares desaparece de la vista de todos.

Gabrielle pone las manos en jarras pensativa. Encima que eran pocos, Ares, una de las grandes ayudas aunque no lo reconocería delante de él, se esfumaba. Pone los ojos en blanco ante la escenita con Xena y se dispone a hablar.

Quizá ir a ver a Hades no sería tan mala idea. No se reconocía ni ella. Quizá él pueda decirnos como inutilizar el casco o pueda darnos algo de ayuda. Dice encogiendose de hombros. Pero sin duda, el camino también sería peligroso.

-Vayamos - digo.- Hades nos ayudará con su casco, si no sabemos cómo inutilizarlo, o cómo acabar con él, de nada nos vale enfrentarnos a su actual dueño. La información nos dará ventaja sobre él. Pero hemos de darnos prisa, ¿no os parece?

- No se va al Hades así como así... -comentó Hércules, poniendo un poco de reflexión en los entusiastas presentes. Su tono es seguro y relajado, sin decir una palabra más alta que otra, pero con un tono eminentemente serio por la gravedad de los hechos- Es una de las pruebas más duras a las que puede someterse una persona... da igual si es mortal, dios, o titán... Aquella tierra es la de las almas perdidas y es un camino solo de ida. Pocos se han atrevido a acudir a tales tierras, y menos aun se han enfrentado a sus peligros y regresado sin experimentar profundos cambios; tanto emocionales como físicos. Unos dejaron la vida en su interior. Otros cosas más importantes, como su corazón... Para muchos, es la tierra de la desesperación y la condenación, donde expían sus faltas en vida. Es cierto que no todos sufren en el Hades. Algunos vivieron vidas sencillas y carentes de mal en su interior y están libres de condena, pero poca ayuda podremos esperar de ellos, pues estarán ensimismados, esperando su entrada a los Elíseos... Si tomamos una decisión en esa dirección hay que ser conscientes de todo y ser sumamente prudentes... Además, no podemos ir todos allí. Los érgidos seguiran matando gente para incorporarla a sus filas y alguien debe detenerles... O al menos relentizarles y entorpecerles. Quizás podríamos convencer a algún dirigente cercano para movilizar a su ejército y que nos preste ayuda en esta hora tan oscura. O incluso una alianza entre polis... A fin de cuentas, este problema nos afecta a todos... -el tono del héroe era mesurado y razonable. Cuando pareció terminar su exposición, Hércules, bajó la mirada un instante y suspiró, tomando una decisión- ...Y no teneis en cuenta que colarse en el Hades para conseguir información es una tarea que puede realizar una sola persona..., quizás con más éxito que una partida entera... No quiero que nadie sufra el destino del Hades antes de tiempo estando yo presente. Alguien debe movilizar Grecia, y yo me he granjeado demasiados enemigos entre los poderosos para semejante tarea... Yo iré al Hades. E iré solo...

La decisión era difícil, pero no iba a permitir que nadie se enfrentara a la pesadilla del Hades, y menos estas mujeres tan formidables. En poco tiempo, habiendo combatido codo con codo, Hércules ya había cogido aprecio a sus compañeras de viaje. Todas tenían un corazón bravo, un espíritu indómito, y un alma bondadosa. Y le habían impresionado profundamente. Especialmente una de ellas...

Hércules miró de reojo en su dirección, tapados sus ojos por sus cabellos, con cierto disimulo, antes de alzar de nuevo la vista hacia las tres, reafirmándose en su decisión de ir solo y evitarles a las chicas un posible destino horrible. Hacía falta gente así en la tierra.

Él estaba capacitado y era más prescindible, pues muchos reyes y señores rendían culto a Hera, la diosa del hogar y la prosperidad, quien veía en Hércules la debilidad de su marido y pensaba que matándole purgaría la ofensa que suponía su existencia en la tierra. Su obsesión por acabar con él la cegaría hasta el punto de que antepondría su vendetta personal al bien de su gente. La alianza de Hércules con las chicas entorpecería cualquier intento de convencer a sus seguidores por temor a enfurecer a la divinidad. Así mismo, Hera estaría más que encantada de que Hércules se marchara al Hades por su propio pie, por lo que no centraría su mirada en fastidiarlas a ellas. Hércules sabía la realidad y era mejor afrontarla cuanto antes.

Estaba clara su senda: su destino era ir al Hades...

Escuché atentamente las palabras de Hércules, y las sopesé largamente. Finalmente rompo el silencio que se había creado:

-Ya veo que estás decidido a ir.. Tienes razón en lo de que hace falta quien le vaya parando los pies a esa criatura infame mientras bajas al inframundo, pero no me gusta la idea de que vayas solo.

Nunca supe de nadie que volviese del inframundo. Se dice que Odiseo regresó, tras haberlo pasado muy mal.

Pero Hércules es un semidios, podría ser distinto..

-Me imagino que conoces mejor que nosotras a qué estás dispuesto a enfrentarte..Por mi parte, estoy dispuesta a quedarme y combatir hasta tu regreso, o a acompañarte, si es necesario. No me arredra el Hades..

Gabrielle asiente a las palabras de Calisto.

Sólo no vas a ir. Dice tajante mirandole a los ojos seria. Era pura dulzura y todo corazón, pero cuando las ocasiones lo requerían y defendía su opinión que creía firme y correcta, sabía ponerse seria y ser estricta.

Quizá yo tampoco sea la adecuada para bajar ahí abajo... Dice siendo consciente de sus limitaciones en combate. Pero bajaré si hace falta con tal de que no lo hagas solo. Dice asintiendose a ella misma, dando seguridad.

Hércules escuchó atentamente a sus interlocutoras. Su rostro era sereno y tranquilo, pero por dentro estaba francamente impresionado.

- De la misma forma que nunca obligaría a nadie a acompañarme... -respondió Hércules ante el comentario de Gabrielle- ...tampoco obligaría a nadie a no venir conmigo si lo considera su responsabilidad. No es mi deseo obligaros, pero si convenceros, Gabrielle... Os he llegado a apreciar y no quiero exponeros a semejantes peligro. No os mentiré: tampoco es de mi agrado enfrentarme en soledad al Hades, pero siendo sensatos, es la mejor forma de afrontarlo con el menor riego de pérdidas... Temo lo que pueda encontrar allí y no me importa reconocerlo..., pero supongo que eso me hará estar más atento y combatir mejor... -una sonrisa asomó a su rostro, tratando de quitarle tensión al momento con aquel leve deje de humor. Luego su tono volvió a ser más serio- Más allá de los famosos peligros de la laguna Estigia y del guardian Cerbero, no se con que me encontraría, Calisto... Y es precisamente esa falta de certeza es la que me lleva a pediros que no me acompañeis... Además, aquí necesitareis de todas las fuerzas y recursos que dispongais para entorpecer la labor de los érgidos. Sobre todo si hay que unir a las polis o alzar un ejército contra el enemigo... Esa tampoco es una misión baladí, y muchos moriran sin buenos generales al frente... -dedicó una significativa mirada a Xena, quien había sido general de ejércitos- Algunos igual se me aparecen en el Hades y no será agradable. Parece que al final, mi hermano Ares acabará teniendo su guerra...

El héroe dejó el último comentario en el aire. No era el único que debía pronunciarse en esta materia...