Partida Rol por web

- Siempre el mismo arrogante... -Dice Hércules con una sonrisa piadosa, pero con evidente tono de decepción- Y luego te preguntas por que padre prefiere a Atenea como diosa de la guerra... Muy bien Ares. No voy a discutir contigo. Si ellas te toleran, yo también -dicho esto, Hércules se dirigió a las mujeres- ¿Seguimos? Abriré camino junto a Calisto. Vosotros controlad la retaguardia y los flancos...

Gabrielle observa a los dos machos discutir, y poniendo los ojos en blanco y cogiendo su arma con fuerza, avanza precavida siguiendo a Calisto. Piensa que quizá Xena y Ares podrían ir por el otro lado y así cubrir más terreno, pero les deja la estrategia a ellos, que tienen más experiencia y calla y avanza.

 Calisto es la que vá más adelante. Un poco más atrás se encuentra Hércules y Gabrielle. Cerca del Ergido que había muerto, y ahora simplemente quedó una losa quemada, Ares toma posición. Justamente tras éste se encuentra Xena, quien se prepara para cualquier otro imprevisto.

La caverna se halla sombría, amplia, llena de lugares escondidos.

En ese momento es que Calisto, mientras está fijándose en la forma del sitio al que entraron, nota a uno de los guerreros enemigos unos metros cerca de ella. Tiene un torso espectacular, como todos ellos, y su barba oscura y profunda, le dá un aire de bárbaro. No ha aún visto a la chica que permanece a la sombra de las antorchas.

Señalo por gestos a Hercules la presencia del nuevo ergido, para que avise a los demas en silencio. No se nos oye ni respirar, y asi debe seguir siendo.

La criatura esta despistada, no se percata de nuestra presencia. Me acerco por detras, con intencion de decapitarlo..

Hércules asiente ante los gestos de Calisto y le hace gestos de vuelta indicándole que él va a flanquear al érgido por otro lado. Después avisa por gestos al resto para que guarden silencio y se pone en movimiento.
El heroe de los mortales no se solaza con la muerte de enemigos, pero en esta ocasión es doblemente necesario eliminar a cuantos más enemigos mejor. Y el sigilo es su mejor arma para ello. No solo les permitirá eliminar enemigos si no también liberar almas atrapadas de inocentes y condinadas a vivir aquella miserable existencia.
Solo eso ya merecía la pena el no ir a por el plato principal. Tanteó el pedrusco de su mano y se preparó por si Calisto decapitaba al enemigó. Llegado el caso, Hércules aplastaría la cercenada cabeza contra él suelo. Como ya habían comprobado, las cabezas de estos aun tenían la capacidad de hablar y emitir ruidos aunque estuvieran seccionadas. Aplastarle el cerebro lo mataría o no, pero como poco impediría que diera la voz de alarma...

Xena después de hacerle un gesto con la cabeza a Hércules en modo de saludo les deja que Calisto y él mismo se encarguen del Érgido. Ve que Gabrielle se encuentra bien y que no está en peligro por lo que mientras, ella se dispone a buscar más enemigos que se encuentren escondidos en la cueva, para ello indica con la mano a Ares que se va a mover por si él quiere seguirla.

Hércules está a punto de flanquear a Calisto pero el guerrero usa su espada para atacar a la joven. Otro guerrero, el que está más abajo caminando por un pasillo (el Ergido 9) comienza a subir hacia la dirección por la cual le vienen los golpes de espada de su compañero.

Al parecer los érgidos estaban más en cantidad de lo que esperabamos y un enemigo estaba a nuestra altura. Si no lo liquidábamos con rapidez corríamos peligro de que diera la alarma. Sin temor ni pudor, a sabiendas de que aquellos seres eran los recipientes y prisiones de las almas de unos inocentes, Hércules no se cortó a la hora de atacar con la mayor fiereza.
A sabiendas de que su garganta era la clave para una rápida alarma y fracaso de nuestro plan de entrar a escondidas, Hércules soltó el pedrusco y avanzó en una rápida carrera contra el enemigo. Gabrielle estaba cerca del érgido y el héroe no quería que aquella dulce muchacha sufirera ningún daño, aunque ya la había visto manejar aquella vara con mortífera eficacia. Cuando llegó a su altura, buscó dar un golpe seco con ambos puños unidos, convertidos en una maza, siendo su objetivo la tráquea del cadaver andante. Si lograba golpearle con eficacia, le causaría daño y una incapaz temporal para emitir sonidos.

Calisto golpea dieztramente con su espada contra la del Ergido, incluso le hace un par de profundos cortes en el pecho. Hércules, quien ya ha llegado al lado de la joven, lo golpea con las rocas con tanta fuerza que destruye su cráneo. El guerrero cae de costado y de su interior se eleva otra alma agradecida. Ésta, a diferencia de las anteriores, tiene un consejo para los viajeros. 

-Tened cuidado con el sacerdote negro... las armas no alcanzan contra él.

Luego desaparece. 

Xena otea el rededor pero no encuentra Ergidos cercanos. Gabrielle se acerca a Calisto y ahora Ares también está ahí. El Dios está serio, no hay lugar en este momento para sus bromas.

Dos érgidos ya han sido vencidos,pero no sabems cuántos más nos aguardan..

La cueva avanza en la oscuridad, no parece haber final en el pasillo, así que continúo avanzando..

En la oscuridad y el silencio,algo parece moverse de nuevo.. ¡otro guardián!

Agarro de nuevo la espada, y advierto por gestos a los demás de su presencia.