Partida Rol por web

—Genial— murmuró, asqueado, Lobezno, al ver todas aquellas criaturas clónicas.

Con sus garras trataba de abrirse camino, y corrió como si no hubiera mañana, pero se dio cuenta tarde de que era inútil, de que jamás saldrían de allí.

—Genial— repitió, arrugando la nariz.

Con las garras brillando, trató de parar las flechas con más suerte que destreza, pero era también inútil. Aquel nuevo escenario en el que habían caído no hacía más que complicarles la vida.

Gruñó como un animal cuando la primera flecha se le clavó. Y después gritó, cuando la segunda dio con su costado. Perdió la cuenta pronto.

Se las fue sacando con fuerza, pero perdía el tiempo. Cuando se sacaba una, la siguiente ya estaba en otro lado, haciéndole un daño horrible, sintiendo una corriente eléctrica que lo atravesaba.

Con los dientes apretados y los ojos entrecerrados, fue clavando sus garras en los trasgos que tenía delante, como si fuera una máquina, y su único objetivo era abrirse camino.

—Vamos, vamos— decía, mientras trataba de avanzar.

Muchos más enemigos hicieron aparición y tenían arcos que los hacían todavía más repugnantes a ojos de Kara.

 -¿Saben disp…?¡¡

Ouch!!- se interrumpió cuando las saetas empezaron a clavarse en su cuerpo y, aturdida por los impactos, empezó a perder altura. Para males, no era tan apta para proteger a Gandalf y al loquito rojo, con cientos de flechas cayendo de todos lados.

Kara se enojó, se enojó realmente y sus ojos se encendieron como lo hacían cuando perdía la paciencia. Estaba agotada de prueba tras prueba y quería hacer puré al Zodíaco aquel pero sabía que todavía estaba lejos de lograrlo.

Iba a usar sus ojos de fuego pero algo le dijo que no. Si su poder salía mal (y en este plano ya le habían salido mal tantas cosas) lo único que conseguiría es que las dianas se encendieran e hicieran mayor daño a ella y sus amigos. No, mejor era usar otra forma.

Sopló con fuerza intentando congelar a la mayoría de seres y al menos, lo hiciese o no, lograría que algunas flechas se fuesen para atrás y se clavasen en los propios arqueros.

Las flechas iban y venían, muchas de ellas pasaban rozándonos pero, por desgracia para algunos, otra no. Impactaron en el cuerpo de varios de los nuestros, incluso en el mago, que parecía invencible. Pero no lo era. Su vida, como la de todos, corría serio peligro. Él sabría cómo detener aquella horda de trasgos.

Manos a la obra.

Un momento de concentración y dijo:

Si con mi ayuda os puedo dar un descanso para escapar, lo haré. Mi vida, sin pensarlo, entregaré.

¡Que esta barrera protectora apacigüe a nuestro enemigo y os de una tregua! - gritó.

Una imagen apareció en mente, algo indefinida pero clara conceptualmente. ¿Sería una premonición?

Kara y el resto, salid de aquí. ¡¡No miréis atrás!!

Un breve segundo después miró a Logan:

Y tú, insensato, nunca digas que este anciano no intentó protegerte. Y emitió una leve sonrisa de abuelete bonachón.

  —¡Eh, ricitos de oro! ¡Mis chistes no son malos!- protestó Spiderman cuando Kara recogió a Gandalf y a Masacre y lo emuló. —Son sublimes.- Defendió mientras lanzaba una red a la siguiente columna. —Y no son chistes, son chascarrillos de combate, perfectamente homologados y patentados. Simplemente van envueltos de una charla nerviosa- y como una colonia de hormigas aparecieron de todas partes sus enemigos por decenas de centenas sino miles:

   —ESO… ¡son “trasgos”!- dijo ante la duda expuesta de la mutante que absorbía poderes. —¡¡Y los Trasgos…son…malos!! Así que ya puedes desmelenarte- fue entonces cuando pasó la primera flecha silbando por el lado de su oreja - ¡¡Eh, tu maloliente de pacotilla!! Soy la araña-humana no la Diana-humana. Definitivamente debería cambiar de agencia publicista- concluyó devolviéndole el favor con una red. —Además, esas flechas no van a juego con el color de mis ojos. Y tú, Barba gris a ver si dejas de dar ideas a esos duendecillos verdes, si lo hubiese dicho yo Pícara ya me hubiese convertido en papilla de araña radiactiva.

  Pronto, como habían esperado, la situación se puso desesperada.

  Una auténtica lluvia de flechas cayó sobre ellos, consiguiendo que el trepamuros perdiese la hebra por la que se sostenía al aire y fuese a hacer amistad con el suelo.

  —¡Ouch! Qué dolor, creo que se me han soltado los dientes. ¿Alguien ha tomado la matrícula de ese autobús?- bromeó mientras la cabeza la cual le daba vueltas y procuraba recuperar un poco los sentidos e intentaba ponerse de nuevo en situación. Sus enemigos los superaban en número y cada uno de sus compañeros hizo auténticas proezas reduciendo la cantidad de forma exagerada, eran héroes, héroes extraordinarios de leyenda y se notaba con sus actos excepcionales, incluso Spidey lanzó una red contra uno de ellos y lo agitó por encima de su cabeza como quién sacude una honda tumbando a varios de ellos por el camino, pero cuantos más se sacudían más llegaban a ellos. —¿Dónde narices vamos a encontrar la gema con tanto bicho pestilente?- su uniforme que no disfraz estaba ya hecho jirones, pues su piel era resistente pero la tela no tenía nada de radiactiva. —¡Parad ya, que los trajes no crecen en los árboles!- se quejó con ganas renovadas mientras secundando al mago que intentaba frenarles el paso por un sentido, y Kara por el otro, y aprovechando la idea del máster, empezó a tejer como si no hubiese un mañana una red tupida que también les sirviese de escudo por otro lado.

  —¡Qué equipazo! ¿No creéis? Deberíamos buscarnos un nombre. ¿Habéis pensado que deberíamos hacernos uniformes a juego? - se quedó pensativo ante las palabras del anciano que les pedía correr cuando toda salida parecía cortada. —¿Ha llamado insensato a Logan?- preguntó incrédulo y necesitado de una confirmación, a Peter no le hubiese gustado en ese momento estar en la piel del mago.

Masacre, que había soñado que había disparado el turno anterior- _{al parecer no viste los trasgos aunque hicste una tirada de "otearlos"}- pero se dijo que no quedaría este turno sin hacerlo. Así que desenfundó sus dos pistolas- _{otra vez-} se puso su ipad con una música épica y disparó como un loco- _{chiste fácil, ehem}- a cuantos trasgos le dejaran disparar. Mientras chillaba histéricamente.

-No podréis pasar- miró a Gandalf- Has perdido tu oportunidad de decirlo.

Personalidad 1: ¿Solo cogiste 3 granadas y te llevaste el ipad?

Personalidad 2: Qué quieres, sin música épica no es lo mismo.

Personalidad 1: ¿Y donde pusiste que llevabas un cacharro de esos?

Personalidad 2: Bueno, en el inventario puse juguetes varios.

Personalidad 1: ¿Y eso es un juguete?

Personalidad 2: psss, si no se lo dices tú a Zodiaco, yo tampoco.

Pícara notó los pinchazos de las flechas. Allí arriba estaba siendo un objetivo demasiado fácil, al igual que Kara. Su energía disminuía, y no tuvo más remedio que dejarse llevar al suelo, donde clavó la rodilla y tomó aire, intentando analizar la situación.

Pero eso no era lo suyo, que tontería. Ella siempre había repartido guantazos a diestro y siniestro. Y si no, se había cargado el lugar. ¿No era así? Pues estaba claro lo que tenía que hacer.

Pero justo antes de lanzarse a por una de las columnas, el viejo dijo una de sus tonterías.

¿Cómo quieres que huyamos si no tenemos por dónde escapar sin la gema? ¿Ves algún portal que nosotros no? le espetó. Las chocheces la sacaban de quicio.

Era el momento de crear el caos. Tenía que aplastar a todos esos bichos, y cuantos más a la vez mejor que mejor.

¡Preocupaos por hacer un escudo poderoso! ¡Voy a tirar las columnas! No era una pregunta, era un hecho. La mujer, a pesar de sus heridas, se lanzó a por la columna más cercana, estampándose contra ella con sus poderosos puños.

Lobezno gruñó de manera gutural al oír el comentario de Gandalf. El mutante (o mejorado, según la productora de la que sea esta partida) no olvidaba cómo en el primer escenario Gandalf los dejó atrás, y él siguió adelante, sin importarle más que su bastón y su sombrero picudo. Logan no olvidaba. Tampoco perdonaba.

—Viejo, será mejor que cierres esa boca— rugió Lobezno, mirándolo fijamente.

Tuvo que contenerse mucho para no ir a por su yugular, y la estuvo mirando mientras los demás hablaban y hablaban mientras se protegían de los ataques de aquellos trasgos.

Fue entonces cuando Pícara fue a por la columna. Nadie la detuvo. Fue puro instinto, a por todas.

—¡Ten cuidado, nena!— le gritó, temiendo por que un trozo de columna cayera sobre ella, y sobre todos ellos. 

Gracias al poder combinado de todos los superhéroes, lograron hacer un escudo de magia y telarañas lo suficiente para evitar que las flechas continuaran dañándoles. Todos estaban muy heridos, salvo los que eran capaces de regenerarse, y tras una larga y eterna espera, los trasgos, o mejor dicho, los miiiiiles de trasgos empezaron a huir. 

Mientras tanto Pícara había empezado a derrumbar parte de las minas, mientras que Kara había congelado a varios de ellos. Pero el resto habían terminado huyendo. Por fin parecían ser libres, y un absoluto silencio se apoderó del lugar.

Y para sorpresa de ninguno, al menos no para los jugadores que decidían las acciones de nuestros héroes, unos terribles pasos empezaron a sonar. Como si un ser gigante estuviera a punto de llegar. 

Se encontraban justo a la altura del puente, del mismo puente que si alguno de los presentes había visto la película, sabría lo que tarde o temprano le podría terminar pasando a Gandalf. El Balrog estaba a punto de hacer presencia, la sombra y la llama, el calor, la oscuridad, poco a poco se veía como se iba acercando al grupo. Aquel ser maligno, de odio, sombras y terror estaba a punto de hacer presencia al otro lado del puente. Y cuando apareció entre las sombras de su cabeza se podía ver una hermosa gema, un rubí rojizo y enorme que reflejaba el fuego que había en el cuerpo del demonio. 

En su mano derecha portaba un látigo gigantesco compuesto por seis colas, y en la otra mano movía una bola de fuego de arriba a abajo, cuyo tamaño hacía pensar a los presentes que atravesaría el escudo de telarañas y magia sin ningún problema. _{Ah! Y por si había alguna duda, de tres disparos que hizo Masacre, solo uno acertó y casi mata al trasgo, pues rebotó en la armadura y de nada sirvió...}

Costó, realmente costó pero en conjunto pudieron hacer frente a los enemigos que los atacaban con sus flechas. Fueron las telas de araña, los puños, el viento congelado de Kara; fueron todos esos ataques y desvíos juntos que les dieron una chance de seguir vivos. Y los miles de criaturas se empezaron a disperar, huyendo de la batalla. Algunos habían caído, pero para Kara debería haber sido mucho más impactante la victoria.

“Oh no…”

Cuando oyó el retumbar de pasos que se hacían eco en la enorme caverna, la rubia se detuvo en el aire para vislumbrar qué era lo que se estaba acercando.

-Oh no…

Repitió esta vez en voz alta. Un ser colosal se encontraba en ese puente, uno que parecía venir de los propios infiernos. Portaba un látigo gigante en su enorme mano y sus ojos eran como llamaradas.

-Por todo Kriptón… voy a necesitar mucho aliento gélido para bajar a esa cosa –dijo intentando quitarle hierro al asunto aunque sabiendo que se jugaban la vida en esta prueba. Divisó la gema que se hallaba en su cabeza y lo comunicó al resto al tiempo que volaba hacia el bicho usando toda la fuerza de su pecho para soplar. Antes había dejado a sus ocupantes al nivel del suelo abriendo sus manos.

-Como el lobo y la casita… ¡tienes que caer, cosa horrenda!!

El grito de furia que lanzó Lobezno por la boca resonó en aquellas paredes de piedra en cuanto aquellas criaturas comenzaron su retirada. Con ganas de más, y creyéndose indestructible, comenzó a correr detrás de los trasgos más rezagados, sólo por el mero placer de verlos correr delante de él. hasta que se dio cuenta de que no huían de ellos, sino de un pez más grande.

—Oh— se lamentó cuando escuchó dentro de sí, a la altura del pecho el retumbar de aquellas pisadas gigantes.

Miró por encima de su hombro, y se giró, tragando saliva con dificultad, temiéndose lo que vendría en ese momento.

Y lo vio. Nunca había visto un ser semejante, e intuyó que podía ser lo último que viera en vida. Miró a todos los que estaban allí, y se preguntó qué estarían pensando. Era hora de luchar con todas sus fuerzas.

Se fijó en lo alto de su cabeza cuando Kara lo indicó, y vio la gema brillar, casi burlona.

—Menuda vista, rubia— dijo Lobezno, mientras Kara volaba por encima de sus cabezas.

Gruñó un poco, y entrecerró los ojos en cuanto Kara comenzó a soplar.

Fue en ese momento cuando se le ocurrió una posible idea suicida.

—Pícara, nena— dijo, acercándose a ella—. Tírame hacia la cabeza de ese grandullón. Trataré de coger la gema lo antes posible. Puede que todo acabe si se la quitamos.

Miró sus garras, reflejando el brillo de las llamas, y volvió a mirar a Pícara.

—Sé que puedes, venga. 

El combate se había convertido en una auténtica batalla, pero los héroes, que por algo lo son, no cedieron ni un ápice de su terreno.

  Iban a ganar o morir, aunque -bien pensado- Zodíaco tampoco les dejaba otra opción.

  —Eso sí, nada de cuero negro- añadió mirando a los X-men. —Los noventa han quedado pasados y aparte de parecer payasos, el cuero es muy incómodo para luchar.

   El Redes seguía con su diatriba como si el tiempo de pausa del juego no hubiese pasado, hablaba de no solo actuar como grupo sino vestir como tal.

  —¡Y un nombre! ¡¡Eso!! Además de uniformes a juego necesitamos un nombre. ¿Qué os parece “Los patea-goblins”? ¿”Los machaca-goblins”?¿”Spiderman y sus amigos”?

  Puede que, pasados unos minutos, la verborrea nerviosa de Spidey los hubiese asustado más que el ataque conjunto en sí. Los trasgos huyeron, sí, pero no fue eso lo que hizo de aquella estampida de trasgos, una desbandada de desertores.

  —¡¡Yuhuuuuuuuuuu!! ¡Equipo trepamuros-1, Goblins Gallinas-0 - celebró entre risas el buen Parker. Obviamente, algunos como él lo festejaron con ingenua alegría mientras Lobezno gritaba de furia y los perseguía.

  Y, entonces, el suelo retumbó. El friki que vivía dentro de él tenía muy claro lo que les estaba por caer, y no le hacía ninguna p”7@ gracia.

  —Supongo… que no hay ninguna posibilidad de que huyan de nosotros, o del aliento de Logan ¿verdad?

  Pronto, sombras, cenizas y fuego cobraron forma ante ellos de la forma más terrible que se pudiese concebir.

  —¿No habíamos quedado que no podía salir un Balrog en este juego?- preguntó ganando algo de tiempo para acercarse al grupo. Entonces el Maiar denominado “demonio de poder” gruñó haciendo sacudir el aire a su entorno.

  —El aliento de mi Balrog huele a comida de Balrog.

  Pero más allá de la desesperación, y de citar a Ralph Wiggum, una idea empezaba a gestarse en su cabeza y brillar. Spiderman no se había ganado el apodo de asombroso por rendirse o huir. Estaban en el puente y recordaba perfectamente el libro, imaginaba que a Gandalf no le haría ninguna gracia lo que estaba por caer… ¿Caer? Jejeje caer… ¿Lo pilláis?

  Hummm… -perdón- decíamos que a pesar de todo, Parker, hizo uso de sus conocimientos de friki, científico y sentido común para trazar un plan. Cuanto más alto y más pesa un enemigo, mejor cae, quizás esta vez era cuestión de hacerlo caer solo y de la misma forma que en el libro se llevaba al mago anciano por delante.

  Poco le duró la alegría, ni un segundo tuvo para compartir su plan con sus compañeros, la mitad de ellos ya se habían lanzado al ataque. Al menos Kara, les había dicho lo de la gema y eso les dejaba claro su objetivo.

  —Vale, nada de hacerlo caer sin conseguir la gema antes- Pícara y el mutante de las garras de adamantium ya estaban en ello, Kara volaba hacía la criatura soplando como si quisiera convertirlos a todos en polos, pero como ni unos ni otros estorbaban su plan, solo era cuestión de readaptarse, sumarse y seguir en ello.

  —Ya lo creo que va a caer…- secundó el cabeza de red algo más centrado y reafirmando la broma de la kriptoniana.

  Spiderman se incorporó y comenzó a correr dirección a aquella bestia. No, no estaba loco, no tenía que enfrentarse a él, solo trabajar en equipo. Esperaría a que la pareja mutante hiciese lo suyo de quitarle la gema, también esperaría a que Kara desequilibrase lo suficiente al Dios oscuro con su soplo y entonces él lanzaría una red a sus pies y tirando con fuerza se convertiría a sí mismo en una honda, daría algunas vueltas entorno a sus tobillos, hasta que le quedasen atados con un lazo doble y pudiese hacerlo caer como un ternero en un rodeo.

  Así lo lanzaría al abismo, justo igual a como el Balrog arrastró a Gandalf en el relato de Tolkien con su látigo. Una lección de justicia poética. Sólo que él, no tenía ninguna intención de caer junto al monstruo en el vacío. Para eso estaban su agilidad natural, su gracia arácnida, sus redes, y, también, para eso podía pegarse a las paredes.

  Esta vez, Balrog caería solo.

Sin tiempo para alegrarse había pasado tan rápido como había llegado. La chica del mechón blanco descendió lentamente, sin darse cuenta, hasta llegar al suelo al ver a esa criatura de fuego y sombra. Sus ojos se abrieron como platos, calculando cuánto podría quemarse si se acercaba demasiado. Podía lanzarse contra él, esquivar la bola de fuego, esquivar el látigo y... Darle un fuerte mamporro. ¿Lo lograría?

Pero, antes de tomar la decisión final, alguien ya le estaba dando ideas. Miró a Logan con incredulidad, pero asintió rápidamente.

Venga, que el expreso al infierno sólo pasa una vez. Agarró a Logan por la camisa y lo levantó por encima de su cabeza como si fuera una hormiga. Dio un par de pasos hacia atrás y calculó la precisión. Se mordió la lengua mientras entrecerraba los ojos. Corrió un poco y lanzó a su compañero X-Men contra la criatura.

Tras matar a 100 trasgos él solo_{- si, ya, claro... el dire dice que ni siquiera le sacaste un ojo a uno}- Masacre se sentía muy útil en la aventura. Pues sabía, que de no ser por él- e_{starían igual, o mejor, al no tener que aguantar tus comentarios-} estarían perdidos.

Pero los trasgos eran el entremés. Pues, como todos sabían_{- aunque yo lo dudaba-} apareció el gran jefazo, un Balrog, que añadía un punto más al marcador de campo de nabos de aquellos villanos, nada de villanas sexis medio desnudas para Masacre tampoco esta vez. Pero no era momento de quejarse- _{porque de lo que iba a servir-} si no de matar al jefe de nivel. Automáticamente apareció una barra roja sobre la cabeza del demonio que indicaba su vida- _{y si no la había, Masacre la veía igual}- la cual Masacre se disponía a reducir, aunque fuera un poquito.

Sacó su lanzacohetes- _{¿qué?, no tienes de eso}- quiero decir su pistola- _{así nos ha ido durante toda la aventura}- esto... su granada_{- nah, guardatela pa' luego, total, de poco va a servir-} O sea, cogió sus dos armas blancas_{- ya no recuerdo qué eran-} y se dispuso a trepar por el bicho corriendo para dirigirse a las alas y cortárselas. Por supuesto, no creía que sus espaditas atravesaran la piel o lo que tuviera la bestia por su cuerpo, ¿pero y qué pasaría si lo intentaba con las alas? Seguramente lo mismo, pero debía intentarlo.

-¿Quién quiere alitas al estilo búfalo? Yo invito- dijo mientras se lanzaba contra la bestia parda- _roja.

Personalidad 1: Ya verás, ahora como sí hacemos pupa, que gastamos para la tirada 2 puntos de trama.

Personalidad 2: ¿Qué? Aquí no hay de eso.

Personalidad 1: Pues vaya... menos mal que al menos sí hay indicadores de vida de los malos sobre sus cabezas.

Personalidad 2, mirando al resto de personas imaginarias: ¿Sabéis ya lo que tengo que aguantar todos los días?

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Y así, nuestro intrépido héroe se enfrentaba a un bicho volador ígneo que le superaba en al menos 20 veces su tamaño con poca más ayuda que sus espadas de no-adamantium. ¿Será esté el fin de Masacre? ¿Le volverán a salvar el culo en el último segundo como ha hecho hasta ahora? Lo veréis el próximo turno a la misma Masacre hora en el mismo Msacre canal_{- ¿ahora copias a otros?}

Sombra y llama - decía el mago gris. La similitud entre esta bestia del infierno y el mismísimo demonio es tal, que si lográis acabar con él podréis decir que habréis hecho algo tremendamente importante.

Cuidado con lanzarse a... - no terminó la frase pues vio a Lobezno yendo directo a por el Balrog.

Proteger a mis aliados será mi misión ahora. El mago intentaría atacar a tal bestia con su espada, provocando algo similar a una descarga eléctrica. ¿Daría resultado?, ni él mismo lo sabía, pero habría que intentarlo.

Nuestra virtud es la debilidad de esta criatura.

Tú y yo solos de nuevo. Será como la última vez, no lo dudes ni un instante.

Tras una larga, larga, larguísima espera, el encuentro con el Balrog comenzó a resolverse. 

Para empezar Gandalf, el cuál era el único que iba a ser capaz de enfrentarse a tal criatura, se pensaba que ya se había enfrentado a él. Eso no era así, si Gandalf iba de gris es que aún no había muerto, y tampoco había resucitado, por lo que no había habido todavía tal encuentro contra el ser de oscuridad y fuego, así que, éste nuestro anciano mago, era un Gandalf anterior a dicho encuentro. Así que no sabía que lo más probable es que muriera. Además, la diferencia de este nuevo ser, es que su látigo tenía seis colas, una para cada uno de los miembros de dicha partida. Así que, el final iba a ser más que evidente para cualquiera de los que se hubieran leído la novela del Señor de los Anillos. La pregunta era si conseguirían sacar o no la gema que tenía la criatura oscura en su frente.

Para eso unieron sus poderes, el objetivo no era derrotarlo, sino, al menos sacarle la gema de la frente. 

Kara comenzó lanzando su aliento congelante, pero el frío que salía de los pulmones de la muchacha no era suficiente para helar la llama del ser que venía del mismísimo infierno. Así que el hielo se convirtió en agua, y el agua rápidamente en vapor. 

A continuación, Pícara y Lobezno planearon una estrategia exitosa. La marveliana lanzó con bastante puntería a su compañero que cayó sobre el hombro gigantesco. Pero entonces empezó a sentir como sus pies empezaban a arder, a pesar de su factor regenerativo, la goma de las botas se había chamuscado y sus pies empezaban a estar rápidamente en carne viva, y en apenas unos segundos se le estaba quemando todo el tejido muscular. El dolor era insoportable, así que debía moverse con agilidad para arrancarle la gema antes de que la bestia se lo quitara de encima como si de un mosquito se tratase.

Después el increíble y torpe Spidey lanzó una de sus telarañas con la gran ingenuidad de atraparlo. De nada sirvió, era tal el calor que desprendía el demonio que la telaraña se deshizo varios metros antes. 

Por último, el alocado Masacre se lanzó a trepar por las piernas del Balrog, y en cuanto tocó una de sus piernas, el traje empezó a descomponerse, así como el resto de su piel. Solo estar cerca de él hacía que ardiera, pero Masacre también tenía un poder bastante rápido de regeneración, pero le gustaba tanto llamar la atención que le metió una patada que lo lanzó por los aires, golpeando también a Kara y cayendo los dos al suelo. 

Ambos quedaron colgando del puente que había cerca de ellos, y que bajo ellos no había absolutamente nada. El Balrog había estado a punto de eliminar a dos de los aventureros con tan solo una patada. Si recurría a su bola de fuego o a su látigo, lo que podría ocurrir podría ser terrible.

Soplar para apagar esa llama infernal del demonio gigante era lo mismo que intentar apagar el sol, cosa que Kara no haría pues era la fuente de su poder, pero a grandes rasgos, estas llamas eran así de fuertes. “O es que yo soy débil en este universo en el que el Zodíaco es el rey”.

La kriptoniana vio como Pícara lanzó a Lobezno hasta la criatura. Su mirada se amplió al notar que el sujeto estaba comenzando a humear.

“¿Podría ella…?”

Lobezno estaba corriendo intentando ir por esa gema, pero se abrasaría en poco tiempo. “Tal vez no puedo apagar las llamas del Ser pero si puedo apagar el fuego que ataca a nuestro compañero, tal vez eso le gane tiempo.”

-…Sí, ese es un buen… ¡Aaaaaaaaaaah!!!

Estaba por intentar hacer eso cuando Masacre la hizo tumbarse con una especie de patada. Al caer vio como Spiderman intentaba inmovilizar a la criatura con sus telarañas aunque sin éxito.

-¡Dame la mano! –le dijo a Masacre, tenía que volar con él lejos del puente antes de que ese enorme bicho usara ese látigo que tenía muy mala pinta. Por lo pronto, el plan de apagar a Lobezno se había retrasado frente al de salir vivos de aquí. Kara no pensaba caer al abismo y menos perder a otro amigo en el combate, no señor.

“Ya ha habido demasiadas muertes, aun recuerdo al hombre azul. Ojalá cuando salgamos de aquí, si lo hacemos estemos vivos.”

Buscó al mago con la mirada, él tampoco parecía tan seguro de cómo combatir a este enemigo.

Si ese látigo con el que presume es tan peligroso, debo intentar hacerlo añicos.

Cuanto más provoquemos a este monstruo, peor será para nosotros, aunque también para él - o eso pensaba.

Tal era el calor que emanaba de ese ser que le caían unos chorretones por la frente que nublaban su vista. Aún así, no cejó en su empeño por procurar dar algo de tiempo a sus compañeros, fuese el que fuese, pues este combate se resolvería por una minucia.

La magnífica fuerza de Pícara, lanzó a Logan por los aires, tal y como le había pedido.

Con las garras brillando delante de él, gritó con furia, desgañitándose la garganta, y mirando con fiereza a aquella criatura de fuego.

Se agarró como pudo, metiendo las garras dentro del hombro del Balrog. Fue entonces cuando casi lo olió antes que sentirlo.

Las botas se le estaban derritiendo, y sintió la rigidez del cuerpo del Balrog directamente en la planta de sus pies. Gritó como nunca había gritado Logan, pero, aun con todo, siguió adelante.

Se sentía arder, sudaba muchísimo, y debía de pensar rápido. El objetivo era coger la gema, no derrotar a aquella criatura.

Miró la cabeza enorme, y apretó las mandíbulas. Debía de hacerse con ella cuanto antes.

Apenas se daba cuenta de lo que le estaba pasando al resto de sus compañeros. Sólo tenía ojos para la gema, la cual brillaba delante de él, casi de manera insultante.

—Un… poco más— murmuró, casi rugiendo, avanzando hacia la frente del Balrog con toda la agilidad de la que era capaz encima de aquel ser—. ¡Vamooos!— gritó, dando una zancada, y alargando el brazo para coger la gema, aguantando todo lo que podía el fuego infernal que le consumía poco a poco.

En un pensamiento estúpido, se preguntó si todavía tendría pelo. 

El lanzamiento había sido perfecto, como esperaba la muchacha. Se quedó allí, viendo un espectáculo que para nada era agradable.

Una criatura que parecía toda fuego y que el poder de hielo de Kara no podía apagar, era bastante invencible. Ninguno de los allí presentes parecía capaz de hacerle frente y, aunque el objetivo era la gema, tenían que encontrar el portal y cruzar los dedos para que el bicho no los siguiera.

Para Pícara, el portal estaba claro. Esa caída hacia el infinito. El Balrog no parecía sólo proteger la gema, si no que también protegía esa entrada.

Una preocupación menos pensó la muchacha mientras veía cómo Logan y Masacre empezaban a quemarse. Miró a su alrededor, pensando qué podía hacer para acabar con todo aquello. Ella no se iba a acercar ni loca a ese mar de llamas, no era estúpida. Pero sí que podía seguir lanzando cosas...

Y lo tuvo claro. ¿No se había cargado parte del lugar al intentar acabar con los monstruitos? Las piedras quizá ayudarían a acabar con el monstruo, o al menos dejarlo sin aliento hasta que le quitaran la gema.

Y así, Pícara cogió una de las piedras y la alzó por los aires. No había que apuntar, simplemente disparar.

¿Quién ha sido un perro bueno? ¡Cógelo, Toby! gritó, lanzando la piedra.