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[DM10/18] Vidas breves

[DM10/18] Vidas breves

 

—Pum —dijo la mujer. 

Su mano se alzaba a la altura de su cabeza, moviendo los dedos como si siguiera el ritmo de una melodía. El jazz sin embargo entraba por las ventanas con una cadencia muy distinta, inundando la habitación.

—Bum-bum. Bam-bum. Pum.

Caminaba mientras tanto, siguiendo la cadencia de lo que decía con todo su cuerpo. Parecía que disfrutaba. Yo aún no había acabado de despertar, pero sentí el fuerte olor de la gasolina y del sudor antes de notar un leve aroma a almizcle. No podía moverme, ni siquiera intentarlo. Con un giro, su espalda y su nuca dieron paso a unos ojos que se clavaron en mi mirada y en mi cerebro, perforando mi consciencia y llegando a lo más profundo de mi cráneo.

—Dum. Dum-dun. Darún.

Sólo ella oía aquella melodía. Pensé que lo que fuese estaría sólo dentro de su cabeza. Que era una demente. Su voz era sedosa, capaz de colgarse por cada pliegue de mi alma entre el sonido del festival de fuera. Quise pedir ayuda, pero no pude ni despegar mis labios.

—Pum. Pa-pum. Pum.

Se acercó a mí lentamente. Nunca había tenido tanto miedo, pero no fui capaz de hacer nada. De todas formas... ¿Habría cambiado algo? Sus ojos ya no estaban en los míos, sino en mi cuello. La música seguía sonando, pero yo sólo pude prestarle atención a ella cuando se acercó a mi oído.

—Bum. Bum-bum. Babún.

Su contacto frío puso mi piel de gallina. Y cuando puso su mano sobre mi pecho me pareció irónico darme cuenta de que los golpes de su voz coincidían exactamente con los de mi corazón.

—Bum. Badum. Bum-bum. Pum.

Tras aquellas últimas sílabas apoyó su frente en mi sien, como si disfrutara de los últimos segundos de aquella canción. No sé cuánto tiempo pasó, pero sí que después sentí sus dientes en mi cuello. Luego sólo hubo silencio.

 

Ese fue el final. Ese fue el principio.

 

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