Partida Rol por web

Uy, uy, uy.... esto se pone caliente.

- Perdona Diego, ¿tú sabes dónde están las bebidas? Podemos ir trayendo algo para aqui. Yo me tomaría un refresco, seguro que los demás querrán tomar algo....

Desmarcarme ante la llegada de Mariano y tratar de quedarme a solas con Diego en un solo movimiento.... No sé si saldrá bien, pero el intento ahi queda.

- Supongo que en la nevera de la cocina. - Expliqué, aunque me parecía una cosa bastante obvia, aunque no le presté demasiada importancia. - Sí, sí, claro, vamos, es aquí al lado, por esa puerta. -

No es que conociera la casa de Gimena de lado a lado, sin embargo, las dos o tres veces que vine pude descubrir la mayoría de las habitaciones y por supuesto, saber dónde está la nevera es algo bastante importante para mí.

- Además, tengo que dejar algo dentro, así que, ¡andando! - Puse pose de general mandando a sus tropas hacia delante mientras metía la mano en mi bolsillo y sacaba un paquetito de papel.

Ya convencida de que Mariano no se iba a presentar, Nerea empieza a exhibir una sonrisa. Aunque sorprendida de la cobardía de su ex, se siente más tranquila, ya que no estaba del todo segura poder enfrentarse a él.

Pero cuando vuelve a sonar el timbre, se gira palideciendo. No... Mira de reojo a su amiga Sam, viendo en su rostro una sonrisa triunfadora. Mierda... Sabía que no tenía que haber venido.

Sabe que la culpa es de ella, tenía que haber sido más fuerte, y no haber cedido ante las insistencias de Sam y Emily. Ahora no puede hacer nada, ni siquiera enfadarse con la gente que parece haber planeado todo eso... Pero seré idiota... Se dice con el corazón en un puño.

Antes de que Gimena llegue a abrir la puerta, Nerea se acerca a un sillón y se sienta, mirando hacia el televisor, aunque éste todavía se mantiene apagado. Bueno, quizás no es él... Pero, como negando esa esperanza, le llega la voz de Gimena saludando a Mariano.

Nerea respira profundamente. Se lleva las manos a la cabeza, apoyándola de esta manera, y cerrando los ojos, intentando calmar los latidos de su corazón, que parece querer salirse de su pecho. En el instituto ya le cuesta ignorarle, hacer como si no existiera, aunque sólo necesita mirar a Diana y recordar, para aplacar los latidos de su corazón... Pero allí...

- Jo, lamento llegar tarde pero he tenido un pequeño problema en casa y bueno, la cosa se complicó, pero ya está todo bien. - Expliqué mientras entraba a la casa tirado por Gimena. - Pero ya estoy aquí, y sé que me darás la charla en cuanto me pilles desprevenido, pero esta vez, no pude hacer nada para solucionarlo. - Sonreí.

Pasé con la mirada por todos los que estaban allí y los iba saludando con la cabeza, aunque cuando mis ojos se posaron sobre Nerea, el corazón casi me da un vuelco y he tenido que apartar la mirada para no palidecer y caerme redondo allí mismo.

De alguna manera me intentaba convencer, antes de llegar mientras venía con el viejo, que todo iba a estar bien y que ya podía haber superado ciertas cosas, pero por lo visto, me es imposible quitármela de la cabeza.

Espero que hagamos algo rápido o sino me voy a morir aquí mismo.

- Bueno. - Dije. - ¿Qué tenéis pensado hacer aparte de la consola y las cervezas? -

Una vez en la cocina me vuelvo a sentir tímida.

- ¿Qué tenias que meter en la nevera?- Le doy la espalda mientras la abro para que no vea mi nerviosismo. No pensé que la jugada fuera a salirme bien a la primera, y ahora me siento insegura.

- Esto. - Le dije mientras sacaba un paquete de un bolsillo de mi ropa y abría la nevera. - No querrás que me de un ataque en medio de la fiesta y tengáis que correr todos conmigo en brazos al hospital, ¿no? -

Tampoco era cuestión de hacerme el gracioso, estaba claro que ella no sabía nada. Los únicos que lo sabían eran Mariano y Gimena y el tío por que me pilló pinchándome en el medio del recreo, así que...

- Bueno, no me pasará nada, así que no pongas esa cara. La verdad es que pocos lo saben, por no decir que 2 personas. Gimena y Mariano están enterados, Sam... no lo sé... así que puedes picarla con la información si lo deseas. -

Me giré y le miré preocupada:

- ¿Diabético? Vaya, no sabia nada. Y no es asunto de Sam. Lo sabrá la gente que tú quieras que lo sepa, Diego. Yo no voy a contar nada.

Muevo los ojos un poco, apartándolos de él....

- ¿En serio piensas que soy del tipo de chicas que van por ahi murmurando y cotilleando? Muy mal debo estar haciendo las cosas para que no te des cuenta de nada- Sonrio ligeramente, tratando de suavizar la frase -O quizás tus estrellas son tan bellas que no te dejan ver nada más.

Me acerqué mucho a él, pero con cara de inocencia saco de la nevera dos refrescos. Sin apartarme un milímetro, aunque aguantando la respiración de nervios le ofrezco uno:

- ¿Quieres? - Su cuerpo se quedó atrapado entre la nevera y el mio, y mi rostro cerca del suyo sin que yo haga ademán de intentar nada más que darle la bebida.

- No, no, no, no. - Dije negando con la mano y con la cabeza al mismo tiempo. - No pienso que seas de las que cuentas, ni tampoco dije de quiénes lo saben para advertirte que no se lo cuentes a nadie. La verdad es que a mí me da un poco igual, además... - Metí mi mano debajo de la camiseta y saqué un colgante. - ... aquí lo dice, que soy diabético, lo que pasa es que tampoco me han visto sin camiseta mucha gente. -

Pero en ese momento, algo sucedió.

No sé que ha sido, ni como pudo pasar, pero tenía a Emily encima mío. No, no de esa manera, pero ahora me sentía realmente encerrado entre la nevera ( la cual me estaba congelando la espalda ) y ella, que me pasa un refresco tan cerca mío que puedo sentir su perfume sin siquiera hacer un esfuerzo.

Extendí mi mano un poco temblorosa mientras cogía el bote de cola ligth de su mano e intenté sonreir, aunque estaba tan nervioso que no sabía muy bien como reaccionar o si mi sonrisa en ese momento era simplemente una mueca algo extraña.

- Sí... er... gracias... yo... ¿darme cuenta de qué? - Respondí intentando saber de qué iba todo esto. - Yo... tengo que saber algo... ahora me siento como un idiota, la verdad. -

- Consola, cerveza, pizzas y piscina. - Dije mientras señalaba el exterior de mi casa dónde hay una piscina bastante grande dónde podemos caber todos tranquilamente. - Aunque bueno, estabamos esperando a que llegues para poder pedir y decidir que pizzas queremos. -

Miré a un lado y al otro, buscando a los demás y me percaté de una cosa.

- Tenemos a dos desaparecidos que fueron a la cocina. - Continué con una media sonrisa algo diabólica.

Me acerqué a Sam y le di un codazo amistoso, al mismo tiempo que le señalaba la cocina con mi cabeza.

- ¿Va un poco a saco, no? Al final Die se va a cagar en las patas y saldrá corriendo. Dulce también va a por él, ¿lo sabes no? -

Sam sonríe satisfecha con la primera parte de su plan cumplido con éxito. Ahora, sin embargo, quedaba el más difícil.

Nota el leve codazo y se gira. Escucha a Gimena, y asiente resignada.

Ya lo sé... pero déjala.. para una vez que se lanza la pobre... Dice con un suspiro. No es la única amiga que tengo que necesita un empujón de vez en cuando... Dice en voz algo más alta, mirando brevemente a Nerea de reojo.

Nerea, ¿por qué no vienes a ver qué pizza pedimos? El primer paso ahora era evitar esa tensión que se palpaba. Cuanto más relajaditos mejor. A mi me apetece barbacoa. Da su opinión, pues debían pedir más de una para todos.

Diego se ve tan incómodo, tan nervioso, que retrocedo liberándole el paso.

- Perdona.... no pretendía incomodarte.

Quito la mirada, y la bajo para romper el contacto visual. Mis ojos se posan en el colgante, y me alegro de tener otra cosa que mirar. Carraspeo suavemente.

- ¿Me dejas verlo? Manteniendo la distancia de un brazo, acerco mi mano hacia la placa para verlo y cambiar de tema. Parece que me he colado, y toca recular.

Un suspiro sale de los labios entreabiertos de Nerea y finalmente se levanta, dándose la vuelta y enfrentándose a Mariano. Allí está el chico, por un momento cruzan sus miradas y la joven siente como su corazón zozobra con nerviosismo. - Hola - Le dice, quizás de forma algo seca. Le cuesta sacar esa sonrisa que tanto le gustaba al muchacho. Su expresión es algo hosca, aunque por dentro se siente desfallecer.

Se adelanta unos pasos, acercándose a Sam. - Ummmhh... - Por un momento se queda pensando, no está del todo segura qué pizza le apetece. La de atún le encanta, pero también la hawaiana... Se muerde el labio inferior, indecisa... - Creo que me decantaré por la hawaiana. - Dice finalmente mirando de reojo a Mariano. Cuando estaban juntos solían pedir la de atún para comérsela entre los dos, y ese recuerdo ha sido lo que finalmente le ha hecho decidirse.

- Yo me decanto por cualquiera que no tenga anchoas, así que la que queráis pedir para mí me viene bien. - Dije con una sonrisa mientras miraba de reojo a la cocina, a ver que pasaba allí dentro.

Mis pies se movieron hacia Gimena, pero estaba al lado de Sam, que estaba al lado de Nerea y mis neuronas me dijeron que debía contenerme.

Me acerqué a Manu y con la mirada, le dije todo lo que tendría que saber.

- Estos... bueno, supongo que terminarán liados. Ya verás. -

- Eh, sí, sí, claro. - Dije mientras me quitaba el colgante y se lo dejaba en su mano. - Es un colgante médico de esos, que dice que soy diabético y poca cosa más. Mi grupo sanguineo, que por cierto, es B+, y que no soy alergico a ningún medicamento. Aunque nunca he tenido la suerte de que alguien pueda utilizarlo, la verdad. -

Cerré la nevera con tranquilidad, ahora que Emily se ha apartado un poco de mí, pero no me moví de mi sitio.

Vamos a ver, no es que me molestara que ella se acerque tanto a mí, ni tampoco puedo decir que no me gustaría que se quede a mi lado un rato más. Sin embargo, tengo un serio problema con la multitud y aquí, justo detrás de la puerta, creo que hay un par de orejas pegadas esperando escuchar algo y eso no es algo que me guste demasiado.

- Oye, que no quería ser borde ni nada... - Susurré. - ... pero es que no me molan los oídos indiscretos, ¿sabes? -

Mire el colgante, mientras le escuchaba hablar.... En un momento me había enterado de un montón de cosas sobre él. Quizás no haya sido tanta locura el haberme arriesgado, aunque parece que le molesté.

En el momento en que le iba a devolver el colgante, me dice lo de los oidos indiscretos.... Sonrio. Entonces no le molesté.

Asiento, sonriéndole aún:

- Si, tienes razón. Toma, vuelve a ponértelo. Mi padre dice que uno nunca debe separarse de estos colgantes. ¿Llevamos las bebidas? Estarán esperándonos. Y... suspiro antes de continuar en voz más baja... debería ver qué tal va Nerea.

- ¿Nerea? Bueno, es verdad. Yo también tendría que ver como esta Mariano. Al final, espero que no termine la cosa mal. Mariano la sigue queriendo, ¿sabes? Pero ella lo evita así sin más. - Dije al mismo tiempo que me ponía el colgante. - La verdad es que no entiendo mucho que es lo que pasó entre ellos. Por que si, él le metió los cuernos con la zorrita, pero seguro que detrás de todo hay algo más. ¿No crees? -

Cogí un par de refrescos y vasos de plástico que habían por allí e intenté hacer equilibrio con ellos sobre mis manos. Al final, decidí meterme unas botellas bajo el brazo para evitar cualquier tipo de percance.

- Por cierto, me ha gustado esta pequeña charla que hemos tenido. Hacía rato que no hablábamos. Tendremos que repetirla, ¿que te parece? -

- Nerea no consigue olvidar. Aunque desde luego Diana pincha bien. Es una bruja que solo vive para hacer daño, y con Nerea ha encontrado un filón.

Tomo el resto de las botellas y vasos, haciendo equilibrios como él, mientras nos encaminamos hacia el salón.

- Yo creo que ella también sigue queriéndole. En fin, veamos a ver qué sucede.

Su frase sobre nuestra conversación me sonroja y bajo un segundo la vista, antes de volver a sonreirle.

- Me encantaría volver a hablar contigo.... No resulta muy fácil. Siempre estás abstraido o... acompañado.

Antes de darle ninguna explicación salgo hacia la sala. Si, he tenido celos de Dulce, y parece una ironía. Un diabético, con una chica llamada Dulce. En fin.... La fiesta sólo está empezando.

Diego y Emily regresan de la cocina cargados con refrescos y cervezas. La mayoría las lleva Diego en su mano, y debajo de sus brazos, mientras que Emily ha cogido los vasos y las servilletas por lo que pudiera pasar.

Colocan todo lo que han traído en la mesa del salón, dejando los vasos sobre la mesa, para que cada uno coja el suyo.

La música continúa sonando en la mini cadena con tranquilidad y en la calle no se escucha ni un ruido.

Nerea levanta la cabeza del folleto de pizzas al escuchar que regresan Emily y Diego. Sonríe a su amiga, intentando averiguar por su expresión qué tal le ha ido con el muchacho.

Se acerca a la mesa y cogiendo un vaso lo llena de coca-cola. Está intentando comportarse normal, pero durante todo el rato evita mirar a Mariano. Se nota que se siente incómoda y no sabe qué hacer, medio deambulando por la sala. Un par de veces mira hacia la puerta de la calle planteándose inventarse una excusa para largarse de allí.

Según ha ido pasando el tiempo, los nervios se han ido apoderando de ella, los recuerdos son demasiado recientes como para haberlos olvidado y poder comportarse con normalidad.

- Si me permitis voy al servicio. - Comenta dejando nuevamente el vaso sobre la mesa y dirigiéndose hacia donde Gimena les indicó que se encontraban.

Miro a Nerea, con media sonrisa.... No hay gran cosa que contar.... y con media interrogación. Está tensa, se nota a pesar de sus intentos.

Cuando se levanta para ir al baño resopló disimuladamente.... Esto no va bien.

- ¿Habeis elegido pizzas? A mi me vale cualquiera. Oye, ¿no podriamos jugar a algo Gimena? Estamos todos como un poquito parados.

Miro a Gimena con una muda súplica en la mirada.