Partida Rol por web

Hoy es el día...

...Que estamos todos retirados

Hemos pensado en reunir al grupo

Todos los años

VAYA, sorpresa

Menuda lie cuando era pequeño. comento Daniel intentando recordar alguna trastada suya, pero eran recuerdos muy lejanos, pues él era muy pequeño.

y así los viejos amigos recordaron una vez más esos tiempos lejanos, tiempos que ya no volverían y que solo les quedaría los recuerdos, fotos y gente querida que contarles sus "batallitas" y que seguramente no les llegarían a creer nunca.
El tiempo pasa, las personas se hacen mayores pero nadie les podrá quitar el pasado vivido.

Sí, parece todo un poco triste, pero seguramente sus hijos y nietos continuarán algún día esta historia.

Pues voy a dejar la pagina abierta esta semana para la despedida.

Los avatares de lo que narréis como personas mayores, los pasaremos yo o Lebaa en abueletes, para no desentonar el final de la aventura, luego.

Ha sido una partida estupenda, de verdad; sois gente cumplidora, habéis narrado estupendamente.
yo en algunas de vuestras narraciones me he llegado a meter en vuestro papel y sentir vuestra interpretación.
Hay mucha calidad en esta partida.
Pero todo termina, aun que la verdad todo esto resulte un poco triste después de estos meses juntos.

También mencionar y dar las gracias a Lebaa por dejarme ser su segundo abordo en esta historia.
un saludo chic@s sois estupend@s

VAYA.

Yo también os voy a echar en falta, pero la historía la escribí hasta este punto.

La verdad es que no me esperaba tener tan buenos compañeros de viaje y tanta calidad en el Rolear los personajes.

Esta aventura la voy a recordar , en mucho, mucho tiempo.

Muchas gracias a tí también Manuel por acoplarte a mis manias en el diseño de la historia y la paciencia que me has tenido.

Gracias a:

Marcos subrayaba varias veces que antes tenía que volver a México y dar señales de vida a su familia, y que sólo luego podría regresar para ingresar en las nuevas expediciones que se planeaban, pero de las que, de todas formas, querría participar.

Y con esto se terminó esta historia para él, y, tras una visita emocionante a su pueblo natal – sin, de ninguna manera, romper con su palabra dada, es decir, sin divulgar nada de sus quehaceres pasados y futuros incluso a sus más cercanos – empezaron muchas nuevas historias para él, cada una tan excitante y peligrosa como la anterior…

Hasta encontrarse de nuevo, en día, ya todos mayores, con todo el equipo de antaño liderado por la señorita Geend. Qué recuerdos! Qué risas! Qué escalofríos recorriendo de nuevo la piel al recordar su primer viaje espeluznante!  

Y allí estamos. Todos juntos de nuevo. Mayores, ancianos, pero felices y pudiendo contar la aventura que vivimos en aquelle época de nuestra vida.

No seguí. Me fui del Area 51 con Dani. Quise reescribir todo lo que en mi historia personal había estado mal. Comencé por hablar con el padre de Dani. Él siempre quiso mantener el contacto con su hijo y yo se lo negaba, así que me pareció un buen comienzo para la nueva Eva. 

Luego, con el dinero de mi padre, abrí un museo. Un museo de arqueología, donde daba charlas y exponía la maravilla de ese mundo sin desvelar nada de lo vivido. Ya no era necesario que la gente me conociera, esa aventura había marcado tanto mi vida que me olvidé de todo lo anterior que me llevó a ella.

Y así, pasaron los años. Sin perder el contacto con esa gente que me hizo ser quien soy ahora, sin olvidarnos de esa experiencia que nos ayudó a ver la vida de otra manera, sin desaprovechar la oportunidad que nos había dado la vida.

Y allí estábamos todos, en casa de Moncztezuma, recordando viejos tiempos, recordando esos momentos en que el hambre nos pudo y comimos cosas que nos hizo perder la vergüenza delante de todos, recordando el miedo, la tensión, la magia y sobretodo, lo hermoso y lo que descubrimos.

Mis ojos miran al pasado con nostalgia y lejanía, pero siempre con felicidad y dejándome la sensación de haber hecho las cosas bien.

Dante soltó una carcajada al ver a sus viejos camaradas, hacía mucho tiempo que no los veía y la correspondencia que en los primeros años mantenía se veía interceptada por el gobierno, suspicaz con las filtracciones de información. Cualquier carta aparentemente de apariencia banal podría contener material clasificado gracias a las manos de un hábil encriptador como era Thunderer.

Así que su único contacto era con los que habían aceptado seguir con la expedición, fueron años inolvidables de descubrimientos asombrosos y también de peligros inimaginables en los que se jugaba el destino del mismo universo. Con el paso de los años el tejano dejó el trabajo de campo y pasó a asesorar a las jóvenes promesas, así continuó hasta su retiro (aunque en años venideros aún habrían de pedirle consejo)

Estaba dando un fuerte apretón de manos a Hakim cuando vió a Eva, radiante como siempre, los años habían esculpido una sofisticación en la dama y la sabiduría que antaño se intuía en sus ojos ahora era obvía. 

Dante estuvo secretamente enamorado de la mujer y al verla de nuevo ese sentimiento despertó, se acercó a ella y tratando de ocultar su anhelo lo trocó por el de la amistad sincera que también le profesaba y la abrazó.

-¡Eva, el tiempo no pasa por tí! ¿Te llevaste algún medallón para mantenerte eternamente jóven? dijo con un chascarrillo.

Camino lentamente apoyado en dos bastones, debido a un problema grave de osteoporosis, por lo que me siento a la mínima oportunidad. Sonrío con calma ante la efusividad y las emociones del reencuentro, han pasado muchos años desde aquel vieja a Egipto y han pasado muchas cosas desde entonces pero, a pesar de todo, volver a ver a la misma gente con la que todo comenzó siempre es un placer.

- ¿Qué tal todo, muchachos? ¿señorita Geend? - Sonrío antes de decir. - He visitado su museo alguna que otra vez, siempre sin poder avisar, me temo, me gusta como lo dejó y lo bien que trató siempre a los jóvenes arqueólogos. También me gustó mucho que dedicara dos salas a la señorita Eklund y al joven Arud, un bonito detalle.

-Eres un adulador, Dante-le digo riendo mientras mantenemos el abrazo, tal vez, más de lo necesario.

Luego Samuel me da la enhorabuena por el museo.

-Mil gracias, amigo... y por favor... llámame Eva-le corrijo con una sonrisa dulce.

El tiempo parece haber sacado lo mejor de mí y eso se me nota a la hora de hablar con ellos. Ya no tengo el tono de autosuficiencia ni superioridad que tenía antes.

-Me pareció justo crear esas salas... ellos formaron parte de nuestra aventura-digo con un deje de melancolía en la voz-. Bueno, contarme qué tal va todo.

Después de quedar noqueado por la sorpresa al recibir la inesperada invitación a una especie de reunión de amigos en casa de Moctezuma, en lo primero en lo que pensé fue en declinar el ofrecimiento. No quería revivir todo lo acontecido hacía poco menos de 40 años en Egipto y en aquel planeta del infierno al que llegamos.

No obstante, poco a poco, a medida que avanzaban los días, la curiosidad empezó a florecer en mi. No había mantenido contacto con ninguno de los “expertos europeos” desde entonces y, aunque supiera de los logros profesionales de algunos gracias a los medios de comunicación, en el fondo descubrí que tenías ganas de saber cómo les iba y de qué manera les había afectado todo lo que vivimos en aquella maldita pirámide.

Desde entonces, a mi la vida me trató bien. Lo primero que hice al regresar a Egipto fue dejar mi trabajo como policía turístico y dedicarme en cuerpo y alma a lo que por entonces sólo era una opción de ocio y acabó convirtiéndose en toda una forma de vivir: el atletismo. La incomprensión de mi familia, de arraigada tradición policial en sus miembros varones, hicieron que el inicio fuera duro, pero valió la pena el sacrificio. Gracias a mi perseverancia conseguí mi mayor sueño: representar a  mi país en unas olimpiadas. ¡E incluso me llevé una medalla!

Conocí al amor de mi vida y me casé con ella. Me dio cinco fantásticos hijos que, a su vez, también me dieron nietos. Tristemente, hace diez años enviudé. Desde entonces, me he casado varias veces y todavía no he conseguido mantener una misma esposa más de dos años. Ahora estoy soltero… de nuevo.

Me muevo con cautela por el salón de Moctezuma, pero no tardo en perder las reticencias y conversar con los asistentes. Cuando veo a Samuel, se me iluminan los ojos y le estrecho efusivamente la mano.

“¡Samuel, viejo amigo! Ahí fuera alguien ha escrito algo en una pared y quizás quieras echarle un ojo.”

Asiento ante las palabras de Eva antes de decir:

- Muchas cosas no las voy a poder contar. - Digo con pesar. - Confidencialidad y todas esas mierdas de los militares, pero al menos si que puedo decir que hay fuera hay mucho por descubrir y mucho por ver, aunque por desgracia hay muchos al estilo de Apofis, también puedes encontrar a buenas "personas". Por ejemplo, os acordáis del coronel Freakley, el militar que nos dio la charla tras el desastre en el laboratorio, pues resulta que después de un par de cervezas no era tan mal tipo, un estirado y un poco engreído, pero no era mal tipo en el fondo. 

Medito unos instantes antes de añadir:

- Por lo demás, mi salud ha empeorado bastante debido a los continuos viajes, mis huesos ya no son lo que eran y mis últimos años han sido de trabajo de oficina, así que puedo decir que acabé como empecé.

Sonrío a Hakim cuando entra y hace su broma sobre algún tipo de escritura en una pared.

- ¿Qué tal viejo amigo? - Digo con alegría. - Ya sabes que no me puedo resistir a una pared escrita. Aunque debo decir que tu ayuda habría sido de gran ayuda en algunos de los sitios en los que he estado.

Tras saludar sonrío con malicia antes de decir:

- ¿Qué os parecería una última aventura? Una lejos de tipos como ese. - Digo señalando la tele donde Trump sigue diciendo sus sandeces habituales. - Hay algunos sitios muy agradables a los que poder retirarse a descansar.

Y así una vez más se reunen los viejos amigos ahora retirados de las grandes aventuras, pero aún en su condición pensando en pequeñas aventurillas y recordando de paso las grandes.

Esa amistad y tantas vivencias extrañas, no se podrían olvidar tan fácilmente.

Pero todos sabían en sus corazones que los tiempos de juventud ya no volverían y que era una despedida al ritmo de vivida conocido.