Partida Rol por web

Peter esbozó una sonrisa dentro del casco.-Una chica dura, ¿eh? no te tenía por otra fanática del picante, pero eso lo hace más interesante.

Esperó a que Lyara se hubiese acomodado en la parte trasera de la motocicleta -Mejor que te agarres.Dijo justo antes de arrancar e incorporarse al tráfico.

Aún no se registraban excesivos embotellamientos en el tráfico, puesto que aún faltaba algo más de una hora para alcanzar el momento en el que se registraba uno de los picos de volumen en el tráfico de vehículos debido a que muchos oficinistas abandonaban su puesto de trabajo; pero aún así en Nueva York no había ningún momento en el día rn rl que los vehículos pudiesen moverse de forma fluida. No almenos los turismos.

Estaba claro que Johnson estaba habituado a circular por la ciudad en moto. Se desenvolvía con la suficiente soltura por las calles de la urbe como para únicamente tener que detenerse en los semáforos en rojo y en las señales de STOP.

El aire era gélido, pero la peor parte se la llevaba sin duda el conductor, puesto que con su cuerpo hacía de muro contra el viento invernal que trataba de golpear a la menuda elfa sin demasiado éxito. Quizas la peor parte se la llevaba en las manos.

Tras callejear un poco por el distrito de Brooklyn, acabaron por internarse en una calle de las afueras, en un barrio aparentemente humilde; si más no se trataba de un barrio de inmigrantes, como así lo atestiguaban algunos neones escritos diréctamente en orco, árabe o chino.

Johnson detuvo la moto sobre la acera justo delante de lo que parecía un local de comida Tailandesa.

-Bueno, ya hemos llegado. Espero que lo de la comida picante no sea un farol, por tu bien quiero decir.

Le tendió la mano para ayudarla a bajar de la parte de atrás de la moto.

De un tirón puso el caballete central y, ya con el casco bajo el brazo abrió la puerta, dejando pasar primero a Lyara

El interior del local era como uno esperaría que fuese un local de comida en pleno centro de Chiang Mai. Varias mesas, todas vacías estabas esparcidas por el interior del restaurante en una única estancia desproporcionadamente larga en comparación a la anchura. Nada más entrar una asiática cincuentona y menuda les dedicó una reverencia.

-Khụ̄n thī̀ dī, agente Johnson. ¿Mesa parha dohs? dijo con un acento muy pronunciado.

-Gracias Pak. Tráenos dos sopas Tom Yum de gamba, dos de cerdo al curry rojo y...brocheas satay. para beber a mi una cerveza sin alcohol y a la señorita woods una...-si bien había impedido deliberadamente que la elfa escogiese la comida, si que tuvo a bien darle a escoger la bebida.

Las bebidas les fueron servidas enseguida y, mientras esperaban la comida, fué Peter el que rompió el silencio el primero.

-Debo reconocer que procedes de una familia élfica peculiar. agradáblemente peculiar si me lo  permites... Tus padres fueron de los primeros elfos en prestar servicio en el cuerpo desde la escala rasa, ¿verdad?- dió un trago a su cerveza-Evitando beneficiarse de su posición como elfos... admirable. Y no, no es que te haya estado espiando ni nada parecido, esta mañana McGee me envió los expedientes de todos vosotros y me los he tenido que leer... ¡Aunque algunos con más ganas que otros, eso no voy a negarlo!-finalizó en un tono más bromista, como para quitar hierro al asunto.
 

De acuerdo (no queria demorar la entrada de Everton).

Dime donde esta ubicada la comisaría, porque Don hubiera buacado alojamiento en NYC mas o menos cerca.

Hola. Había empezado a escribir un post de lo más mundano, de Don llegando a una pensión en Yonquers… una chatura mental espantosa.

Hasta que me di cuenta que antes que un irlandés, estoy jugando un enano. Y los enanos que se precien no viven en condominios humanos prefabricados…

¿Puedo dar rienda suelta a mi imaginación y crear el “Distrito Enano” de NY? Sería principalmente subterraneo, naturalmente, con una dosis de naturaleza fantástica y naturalmente mucha ingeniería enana moderna.

¿Te cuelga que arme esto, o ya tienes tus planes para esto?

Ahh no... mi imaginación iba a más allá. ¿Como se vería una vieja ciudadela enanan de la fantasia medieval si hubiera sobrevivido al dia de hoy? Es una mezcla interesante.

Cómo idea base, iba a basarme en la Ciudadela Zhufbar del mundo de Warhammer :http://es.warhammerfantasy.wikia.com/wiki/Zhufbar

Me encanta esa idea de una megacascada que solía impulsar las forjas, ahora naturalmente sustituidas por otros medios de generación de energía más modernos... como unas super turbinas hidroelecticas. Y por supuesto, da agua potable y saneamiento a toda la ciudadela subterranea, por lo demás una maravilla de ingenieria enana (con sus zonas bajas y oscuras, por supuesto)

Pensé por un instante darle un toque sobrenatural, poco explicado pero misterioso, al origen del manantial (tipo: es una conexión al plano elemental del agua pero nadie sabe como ni porque funciona, simplemente brota agua de forma eterna y listo.

Lo situaría en las afueras de NYC, conectadas por un tren de alta velocidad que permita la conexión facil.

Lo sé, volé, pero ¿no está cool?

- ¡Ah, las especias son la alegría de la vida! -rió por lo bajo antes de subirse a la moto con cierta gracia. Si bien se agarró, parecía contar con cierto equilibrio natural. La elfa no era un paquete especialmente complicado de llevar a la hora de conducir, si bien parecía distraerse a menudo, mirando el entorno.

Debía admitir que tanto tráfico no le gustaba, aunque supuso que eran los gajes de vivir en una gran ciudad. Por irónico que fuera, gustándole tanto la conducción, no soportaba los entornos urbanos. Ver que Johnson sabía maniobrar adecuadamente para evitar el grueso de los vehículos le supuso un alivio inimaginable.

Inconscientemente se recostó a medida que el tiempo pasaba. Ya tenía cierta confianza con el detective y ponerse a cubierto de aquella brisa gélida fue un motivo suficiente para buscar la postura más adecuada.

- Vaya, yo habría tardado el doble o el triple. Claro que siempre voy en coche... y la mitad del trayecto consiste en buscar aparcamiento. Debería sacar la bici más a menudo -comentó frotándose el brazo izquierdo con la mano opuesta, antes de tomar la mano de su compañero y bajar de un saltito. 

Tras retirarse el casco, echó un vistazo a la entrada del local. Podía captarse un ligero brillo en sus ojos, tal vez hacía demasiado tiempo que no pasaba por un tailandés. Sonrió como si fuera una cría a la que los Reyes Magos hubiera cumplido un deseo.

Saludó con un cabeceo a la mujer que los recibió, una vez pasó al interior. Y aunque iba dispuesta a pedir, percibió que Johnson tomó la iniciativa. Entrecerró los ojos en una expresión que podía resultar divertida, aunque no interrumpió la comanda.

- Para mí bastará con agua. Del tiempo -dijo aún con aquella ligera sonrisa pintada en los labios.

No tardó en deshacerse de la chaqueta, dejándola en el respaldo de la silla para después tomar asiento. Su postura era bastante formal, aunque se encontraba relajada. Quizás era algún asunto de disciplina interna o mera costumbre. Si se podían hacer las cosas bien, ¿por qué no hacerlas?

- ¡Vaya! Fingiré que esa inspección no me da algo de miedo -rió por lo bajo antes de dar un pequeño trago a su vaso- Sí, es cierto que fue así. No toda la familia se tomó eso a bien, pero imagino que así son los nuevos tiempos. En todos lados hay algún retrógado -expresó aquello con un ligero encogimiento de hombros- Es cierto que a un elfo se le pueden dar mejor algunas situaciones, pero alguien que destaca no tiene necesidad de empezar desde la cima. No cuesta nada ganarse el ascenso, ¿no?

- ¿Y qué hay de tí? ¿Por qué ingresaste como policía? ¿Tal vez querías ser un héroe o querías una vida tranquila poniendo multas de aparcamiento? ¿Has tenido muchos problemas desde que conseguiste el trabajo? ¿Te ascendieron por algo en particular? ¿Qué opina tu familia de tu oficio?  -bromeó con aquel interrogatorio intensivo, sin dar tiempo a que Johnson pudiera responder a cada pregunta. Sólo se vió interrumpida por una ligera carcajada.

Jefferson regresó al Bronx, el barrio en el que poseía su apartamento desde hacía algunos años. De camino a casa, pasó antes por un K-Mart para realizar unas pequeñas compras, nada caro, simplemente para comer algunos comestibles y ocupar un poco más su frigorífico.

Después, continuó su recorrido hasta su hogar. Desde el K-Mart al apartamento no tardó mucho en llegar. Su domicilio era un lugar bastante modesto, de no muchos metros cuadrados pero muy cómodo para un orco que vivía solo. En invierno resultaba un tanto frío, por lo que el agente de policía necesitaba mantener enchufados varios radiadores. Aunque por algún motivo de la construcción del apartamento, durante el verano parecía casi un auténtico horno.

Jefferson colocó la bolsa de la compra sobre la mesa y decidió abrir el frigorífico para ver qué alimentos le quedaban. A pesar de su buen apetito, solía cenar siempre muy ligero, casi siempre caldos, pescado o huevos fritos. Puede que fuera un orco, pero tenía que cuidar la línea.

Alzó las cejas en cuanto comentó lo facil que resultaba ascender, sobre todo cuando él había necesitado dos intentos para superar el primer escalón.

"Elfos" pensó para si con una sonrisa en la boca.

-Bueno, nunca me ví trabajando de oficinista y pese a que yo iba para bombero, no pasé el corte en las pruebas físicas. Supongo que la policía era la siguiente opción, ya sabes, vocación de servicio y esas cosas.- Se encogió de hombros.

-Pero lo cierto es que agradezco haber acabado en el departamento. No me entusiasma la vertiente represiva de la policía, pero se compensa con creces en cuanto ayudas a un ciudadano-Dió un trago directamente desde el botellín, dejándolo a la mitad de su capacidad.

-Ascender ascendí siguiendo el conducto reglamentario. Me presenté a las pruebas de Detective de hace año y medio y suspendí... la historia de mi vida-matizó irónicamente con una sonrisa-Pero  las de este año me fueron mejor y nada, aqui me tienes, sin comerlo ni beberlo me encuentro comandando al pelotón chiflado para capturar a Jack el destripador...resopló teatralmente.

-Y mi familia es una familia obrera más. Mi padre y mi hermano trabajan de bomberos en Long Island-puso una mueca-Y mi madre ama de casa. Los tres viven allí.

La conversación se vió interrumpida cuando Pak Soyun empezó a depositar humeantes platos  uno tras de otro  sobre la mesa. Ya por el olor se podía intuir que la velada iba a tornarse picante, al menos en su parte gastronómica.

-Bueno-dijo frotándose las manos-Cuidado, en serio, esto es picante-advertió.

Aunque realmente no quería forzarle a responder todas aquellas preguntas de golpe, guardó silencio cuando se dispuso a responderlas una a una. Mantuvo cierta sonrisa en los labios sin interrumpirle en ningún momento, lo cierto es que siempre mantenía cierto respeto a la hora de interactuar a los demás.

- Mhmm... bueno, este caso no deja de ser un incendio a extinguir. Tal vez tu instinto como bombero aún pueda aflorar -bromeó con una ligera risita, que no tardaría en acallar para ponerse algo más seria.

- ¿Crees que veremos algo de interés? Parece sin duda meticuloso, quizá no ha dejado ningún hilo del que tirar -suspiró ante la idea expresada- Imagino que sólo se podrá responder a esa pregunta mañana.

Lo cierto es que se había prometido no sacar demasiado aquel tema de conversación. Era evidente que se encontraba inquieta al respecto, pero pronto se fijó en la comida cuando esta llegó. Alzó las cejas ante la aclaración de Johnson y alzó la diestra para negar con el índice.

- ¡Estoy acostumbrada! -expresó decidida, aunque momentos más tarde acabara ruborizada y sacando fuego por la boca. Trataría de disimular su situación, haciendo ver que en efecto, lo aguantaba bien, aunque sus ojos llorosos pudieran decir lo contrario.

-Que le de tiempo a nuestro equipo o no es una cosa, pero estoy seguro que habrá un camino de baldosas amarillas para seguir. Tenemos tres casos y el último por lo que sabemos difiere en bastantes aspectos de los dos primeros. O se ha vuelto descuidado, o ha cometido errores o no es la misma persona, cualquiera de las tres opciones nos dan hilos de los que tirar.- Se encogió de hombros.

-Pero de una cosa estoy seguro, lo harás bien. No tienes de que preocuparte. De verdad. dijo en tono tranquilizador a la vez que le guiñaba el ojo.

La conversación fue derivando en temas más triviales y amenos; a medida que iban dando buena cuenta de los platos que les servían, quedaba claro que Lyara tenía un mejor aguante hacia el picante que Peter, el cual estaba rojo y con la frente perlada de sudor, buscando cada varios bocados el refrescarse los labios con rápidas bocanadas de aire, como si estuviese hiperventilando, lo que no hacía más que acrecentar la vertiente cómica de toda aquella situación, llegando a llevar hasta la carcajada a la elfa en varias ocasiones, a quien incluso se le escapó alguna lágrima.

El tiempo pasó volando y gracias a que habían empezado a cenar realmente temprano, cuando se dieron cuenta de que llevaban casi dos horas y media sentados apenas se habían hecho las nueve y media de la noche.

Peter aprovechó la excusa de ir a la barra a por otra botella de agua para dejar la cuenta pagada, no dando opción a la elfa de abonar su parte por mucho  que tratase de insistir.

Una vez en la puerta dispuestos a salir al exterior repararon en que al parecer llevaba un rato nevando. El asfalto y las aceras empezaban a estar enharinadas. Los copos de nieve bailaban  de un lado al otro, alargando en mucho su recorrido desde el cielo hasta el suelo. El sillín de la moto también estaba blanquecino por una fina capa de nieve.

-Vaya...dijo mirando al cielo; al hablar una estela de vaho salió de su boca.

-Supongo que es mejor que te pida un taxi antes que acompañarte con la moto. O.. bueno, lo cierto es que vivo aquí al lado y si quieres... podrías subir a tomar la última a casa y esperamos a ver si para... mientras decía esto se frotaba el antebrazo derecho con la mano izquierda, miraba hacia arriba evitando mirarla diréctamente.

- Sí, yo también expresé mis dudas acerca del tercer caso, pero hasta que no lo comprobemos no sabremos nada nuevo -dijo aquello con un suspiro, la anticipación la estaba carcomiendo por momentos- Ya veremos cómo resulta. Estoy segura de que alguien habrá visto algo. O que encontraremos algún tipo de pista. Una pelea poco limpia pudo alterarle y hacer que cometiera más descuidos.

- Ya veremos, es la primera vez que me encargan algo tan importante -rió un poco con cierto nerviosismo, que trató de enmascarar ocultando los labios tras la diestra.

- ¡Juro que no era mi idea hacerte sufrir! -bromeó en cuanto vió lo susceptible que era su compañero a la comida picante.

Si bien la elfa tenía gran apetito, era cierto que comía con cierta parsimonia, saboreando cada bocado. Debía ser horrendo comer con ella si se tenía prisa, pero por fortuna aquella situación requería todo lo contrario. Se mantuvo entretenida por la conversación y no pareció guardar un gran control sobre la hora que se les hacía. Sin embargo seguía siendo relativamente temprano, por lo que no se preocupó en demasía.

Hinchó los mofletes por un instante cuando se percató de que Johnson pagó toda la cuenta, y manteniendo aquella expresión graciosa por unos instantes acabó resignándose al ver que no lo convencería de pagar a medias.

Al salir al exterior miró la nieve, encantada. Aunque se arrebujó algo más con el abrigo. Después miró de soslayo al detective cuando le dirigió la palabra.

- Uh... bueno. Pero sólo un rato, sería terrible llegar mañana somnolientos. O peor aún, tarde -aunque su tono de voz sonaba algo sobreactuado cuando dijo lo último, no creía en que fuera a ser impuntual nunca.

Un hilo de sol mañanero se coló por la desvencijada persiana del pequeño apartamento donde guardaba las pocas cosas entre misión y misión; se había quedado dormido como tantas otras veces en el sofá viendo la televisión hasta las tantas de la madrugada, un mensaje en la pantalla rezaba ¿Todavía sigues viendo New girl?... 

El pequeño Apartamento contaba con una sola habitación, un baño y una cocina-salón de unos 15 metros, mucho para un orco tan joven. La vivienda, herencia de su tía abuela Fridarth hacia relativamente poco que había pasado a su titularidad tras años cerrada desde su muerte.

Desde que llegó a Nueva York desde su antiguo barrio en Dakota del Norte su vida social se había reducido a los multiplayer del Steam y los delincuentes de las bandas en las que se había infiltrado, tampoco es que en Bismarck tuviera muchos amigos, era difícil que los cabeza hueca de las bandas callejeras de su ciudad apreciaran a un Orco sabelotodo que disfrutaba mas de los libros que de robar en coches; no es que no supiera hacer esas cosas, era casi imposible que un Orco no hubiera tocado radios, altavoces, maleteros y trasteado en ellos... oferta y demanda lo llamaban. Casi siempre robaban a clanes rivales o a Snobs que se perdían por el guetto, pero nunca había agredido a nadie y eso era lo que le había alejado de su clan y de su gente.

Era un día importante, el último sin ordenes, sin compañeros y sin nada que hacer, se habían acabado sus cortas vacaciones tras la última infiltración, tenia que aprovechar el día porque ni Gorant sabia cuando serian las próximas, no se esperaba el poco tiempo para uno mismo que le quedaría en ese trabajo, la gente tendía a pensar que un policía de Nueva York disfrutaba de grandes libranzas y de una vida genial con una gran nómina, pero había camellos de poca monta que ganaban el doble que él y hacían la mitad de calle.

Apagó el televisor y se dirigió a la cocina, aun tenia pizza fría de la noche anterior, la calentó un poco en el microondas y se dispuso a llenar la panza antes de continuar el vicio en su nuevo juego preferido, aquel de supervivencia que se había puesto tanto de moda, 100 personas de distintas partes del mundo soltadas en una isla y matarse entre ellos hasta que solo quedaba uno; los orcos siempre eran los primeros en caer, todo el mundo les odiaba e incluso varios jugadores en teoría rivales se juntaban para masacrarles, por eso había optado por hacerse una pequeña hobbit, esos eran los mas fáciles de llevar, no les veían hasta el último momento.

Tras 5 partidas y solo 10 muertes, optó por salir a respirar un poco del aire de Nueva York, Al día siguiente tenia un nuevo destino, ligeramente ligado a su última infiltración, pero no era momento de pensar en ello, se acercó a su tienda de alimentación preferida, una de comida biológica que hacia unos meses se habia convertido en la mas conocida del Bronx Orco, su dueña, Cindy, era una preciosa semiorca venida de California, llevaba trabajándosela bastantes semanas, era muy agradable y bastante lista para tener genética Orca, era por ello que se sentía atraído por ella. Tras comprar varias raciones preparadas Cindy le guiñó el ojo:

-Sigue en pié lo de esta noche verdad Zoddert? me apetece mucho ver el piso del orco mas listo del Este del Bronx. rió.

-Claro que si, no te pienses que esto es lo que te tengo preparado, pienso hacerte mi receta especial, me la enseñó mi abuela y solo la preparo en ocasiones especiales, y esta claro que esta noche la es. Dijo tras guiñarle un ojo y dejarle el cambio como propina.

La tarde fue tranquila, terminó su serie mientras ordenaba el pequeño apartamento de su tía abuela, tras otra ración de tiros que no le fue nada mal, 3 veces entre los 10 últimos y una victoria con 2 muertes, se puso manos a la obra para preparar el guiso especial de su Abuela.

Eran las 7 cuando Cindy tocó al timbre de su viejo edificio, estaba preciosa, una minifalda roja y un Top que a duras penas tapaba sus atributos femeninos, la invitó a entrar y le sirvió una copa del mejor vino que habían catado, regalo de su antigua unidad, la cual parecía contenta de su nuevo destino; Que les peten, pensó, la mayoría de ellos eran humanos bastante racistas que no aceptaban la existencia de fuerzas policiales compuestas por Orcos, hacia un par de años del éxito en Los Angeles de Jakoby, primer Orco en un cuerpo de policía y primer Orco en ser galardonado con una medalla al mérito por su magnifica intervención al haber desmantelado una Organización terrorista de Elfos renegados, un ídolo para él y un referente a nivel profesional.

La velada fue magnífica, cenaron, hablaron y lo que ocurrió después solo podía definirse con un UUUUUUUUP!, sin duda la última tarde antes de su nuevo destino había sido legendaria, esperaba repetirla pronto.

Se tumbó en su cama junto a la preciosa semiorca y durmió, ajeno a lo que le esperaba al día siguiente.  

A Johnson se le iluminó el rostro de alegría.

Peter disfrutaba mucho con la compañía de la joven elfa y al parecer, ella también disfrutaba de la suya, o al menos no le resultaba desagradable. pensó para si mismo.

Lo cierto era que Lyara era tan transparente y con aquel punto de ingenuidad casi infantil que en el fondo se tornaba complicado tratar de adivinar sus pensamientos, y eso que en nigún momento hacía nada por ocultarlos. Que complicado- se lamentó el humano.

Desde el interior se pudo escuchar la voz cargada de un exótico acento de Pak Soyun -Agente Johnson, cojer un pahragua ¿si?

Aceptando el ofrecimiento, Peter agarró uno de los paraguas que se amontonaban en un paraguero a la salida del locas, aún resguardados por el toldo del restaurante. Todos ellos rean idénticos; baratos paraguas de plástico transparente transparente.

Ofreciéndole el brazo, abrió el paraguas y empezó a caminar con paso tranquilo resguardándose bajo el paraguas de una nevada que parecía aumentar de intensidad paulatinamente. Aquel final de febrero estaba siendo especialmente frío y turbulento en cuanto a la climatología.

Tras caminar unos pocos bloques, llegaron a un edificio de seis plantas antiguo, de ladrillo rojo visto. Cuando dejaron atrás los seis escalones de la entrada se adentraron en una recepción tan desvencijada como la fachada misma del bloque de apartamentos. El suelo de madera crujía bajo sus pasos y el pasillo flanqueado por las puertas de diferentes viviendas estaba iluminado por tres de las cuatro lámparas que colgaban de las paredes.

El detective caminó con paso resuelto hasta la escalera y, subiendo hasta el primer piso, sacó un manojo de llaves de su bolsillo en cuanto hubo llegado a la primera puerta. "1º A"

en cuanto abrío la puerta pareció que cambiasen de barrio. La puerta que por fuera estaba descolorida y estillada por el tiempo, por dentro estaba lacada en un blanco brillante. El interior de aquel apartamento era moderno y desentonaba por completo con el resto del edificio. El suelo brillaba con un parquet barnizado y cuidado. Las paredes estaban pintadas de un marrón oscuro y de ellas colgaban añgunos cuadros de estética japonesa.

El mobiliario casaba por completo con el ambiente moderno y estético del resto de la vivienda. Los muebles lacados en negro con detalles en rojo eran de estética minimalista y sobria y recordaban aires orientales.

Encima de una cómoda del mismo color que el resto del mobiliario reposaba un expositor con una elegante katana enfundada en su vaina y, justo sobre la cómoda una fotografía ampliada de Peter ataviado con Hakama azul y Keikogi blanco con la katana en la mano en medio de alguna clase de exibición.

Nada más entrar ambos pudieron notar la bofetada cálida de la calefacción central dándoles la bienvenida al domicilio que casi les obligó a deshacerse de los abrigos, que en un santiamén estuvieron colgados en el perchero de la entrada. La temperatura en la casa debía rondar los 22º grados, por lo que jerseis, chaquetas o sudaderas enseguida agobiaban a su portador.

-Ponte cómoda, como si estuvieses en tu casa. ¿Que te apetece tomar? tengo cervezas... algún refresco, creo que tengo alguna botella de vino...infusiones... -dijo enfilando diréctamente hacia la cocina y dejando a la elfa total libertad de movimiento en el apartamento.

Lyara se estaba divirtiendo, por lo menos no le había dado muchas vueltas a sus responsabilidades. Eso ya era una buena señal en alguien como ella. Era evidente que no abandonaría el tema por completo y que aquellas preguntas se habrían formulado tarde o temprano, pero se forzó a si misma para no insistir más de la cuenta. Sabía cuando debía moderarse.

Permaneció algo absorta mirando la nieve que se acumulaba en la calle, aunque salió de su ensimismamiento cuando le entregaron el paraguas a Johnson y éste empezó a andar. Siguió los pasos quedando a la par aunque ladeó la cabeza cuando la tomó del brazo. No opuso resistencia pero no parecía acostumbrada al contacto físico de ninguna clase.

- ¡Ojalá nevara siempre! Bueno, no siempre. Quiero decir, tampoco me gusta ver las calles bloqueadas. Eh, bueno. Ya me entiendes -pareció abandonar el tema tan rápido como pudo, quizás al haber percibido que sonaba demasiado infantil.

Ladeó de nuevo la cabeza al ver el exterior del edificio. Estaba claro que su estado la había sorprendido un poco, a fin de cuentas, por tolerante y abierta que fuera, tratándose de una elfa había pasado gran parte de su vida viviendo en una burbuja donde casi cualquier cosa tenía buen aspecto.

Pero de nuevo trató de disimular el gesto, no quería parecer una mala invitada ni demasiado presuntuosa. A fin de cuentas le estaba ofreciendo la hospitalidad de su hogar. Sonrió un poco cuando finalmente pasaron al interior del apartamento, aunque en esa ocasión el asombro fue más positivo.

- ¡Vaya! Sí que tienes bien cuidada tu parcela -miró con curiosidad todo aquello que se plantaba delante y no pudo evitar comentarlo- No te hacía tan aficionado a lo oriental. La verdad es que es un buen contraste.

Quedó pensativa, mirando la katana por un largo instante. Luego su atención fue requerida por la curiosa fotografía mientras se retiraba la chaqueta, la cuál trató de dejar allá donde no estorbara.

-Uh... té. Si puede ser verde te lo agradecería, ¡y si tuvieras un poco de miel daría saltos de alegría!

Estuvo tentada de desenvainar aquella arma expuesta, pero era demasiado respetuosa con las propiedades ajenas, por lo que se contuvo. Tras dar un par de vueltas por el salón -nuevamente conteniéndose por no explorar el resto de habitaciones-, acabaría tomando asiento a la espera. Se preguntó si no debía haberse descalzado, pero al no haber visto a Johnson hacer lo propio supuso que estaba bien como estaba.

-Bueno, todo empezó con las artes marciales de pequeño y luego... bueno , ya sabes supongo que todo se me fué de madre-Rió.

Volvió de la cocina con una bandeja en la que reposaban dos tazas de cerámica tapadas, de las que salía un cordel con la etiqueta del té. Sobre la bandeja también había un tarro de miel.

Acomodó la bandeja sobre la mesita que había delante del sofá donde se había sentado Lyara, sentándose él en el mismo sofá , si bien evitó sentarse justo a su lado, al haberse dado cuenta de que a la chica elfa el contacto directo parecía resultarle extraño "elfos"- pensó.

-Lo cierto es que  siempre he pensado que la cultura asiática... la japonésa más bien, siempre ha sido un intento de la humanidad por acercarse a los elfos en cierto modo. La estética, la forma de ver la vida.... no se-se encogió de hombros-Siempre me ha dado esa impresión. Aunque supongo que es una tontería si lo piensas bien.

Tomó la taza y la destapó. Una nube de vapor con aroma a te verde subió con velocidad desde el interior del recipiente hasta perderse antes de llegar al techo de la casa. Dos suaves soplidos distorsionaron la forma de la nube de vapor que seguía elevándose desde la taza.

- Así que si me apunto a karate, corro el riesgo de acabar remodelando mi hogar e incluso verme influida por filosofías orientales... mhmmm... -bromeó llevando una mano al mentón, fingiéndose pensativa al respecto cuando Johnson se dirigió a buscar aquello que había pedido. No podía negar que era un buen anfitrión.

La agente no hizo amago de ir a alejarse en cuanto tomó asiento, parecía que la cercanía no la incomodaba. Sólo era algo quisquillosa a la hora de entablar contacto físico: aunque se tratara de estrechar una mano.

- No sabría decirte. Si sé algo de vosotros, los humanos, es que sois muy variados. Vuestras tradiciones cambian mucho de un lugar a otro, y esa cultura es la que en cierta manera moldea a los individuos, aunque luego cada uno sea como sea -expuso encogiéndose de hombros- Con eso no quiero decir que todos los elfos seamos iguales, ni lo mismo con los enanos, orcos o medianos. Pero creo que tenemos algunos elementos culturales más universales entre nosotros.

- De todas maneras no soy licenciada en Ciencias de la Conducta, ¿eh? -rió un poco y abandonó aquel tema para centrarse en el té, una vez destapado. Estaba claro que le encantaba aquel aroma por como sonreía. Tomó rápidamente una cucharita para verter algo de miel en la taza y rápidamente remover. No es que tomara una cantidad demasiado grande, pero su gusto por lo dulce era más que evidente.

- Lo cierto es que no conozco demasiado de los países asiáticos. Más allá de lo que llega aquí, claro. Me llama más la atención Europa -dijo aquello cruzándose elegantemente de piernas antes de tomar al fin la taza, dando un sorbo tras soplar un poco, de manera cómica, al haberse quemado la punta de la lengua.