Partida Rol por web

Te das cuenta de que tus piernas se han visto atrapadas por el hielo. Congeladas. Un dolor agudo se apodera de ti mientras tratas de liberarte pero te da la sensación de que tus huesos podrían partirse en cualquier momento. Gritas pero el resto del grupo ha seguido avanzando y te ha dejado atrás. Notas que el hielo sigue avanzando poco a poco, muy lentamente congelándote cada vez más.

Notas algo liquido y cálido entre tus piernas. Agua. Una mancha se va haciendo cada vez más grande en tus ropas, bajo tu vientre abultado. Al levantar la vista te das cuenta de que el resto del grupo ha seguido avanzando cuando un fuerte dolor te hace caer de rodillas. Al parecer el vástago de Strigandi llega antes de tiempo. Notas al bebe moverse dentro de ti y te das cuenta de que lo vas a tener ahora, sola, a oscuras y muerta de frío...

De pronto te das cuenta de que un grupo de salvajes te rodean. El resto de tus compañeros están inmoviles, como si estuvieran petrificados,los salvajes parecen dispuestos a matarte a ti y a los tuyos pero cuando te lanzas a proteger a la hija del jarl del ataque te das cuenta de que apenas te puedes mover. Te cuesta mover cada músculo, el frío te ha entumecido tanto que cada paso es una tortura para ti. Sin embargo los salvajes no tienen la intención de quedarse con los brazos cruzados...

Caes al suelo golpeando tus huesos contra la dura roca. El frío atenaza tus músculos y te dificulta el volver a levantarte. El resto de tus compañeros te mira viendo como tratas de ponerte en pie sin éxito. Incluso les oyes murmurar acerca de lo viejo que eres para una expedición así y que solo les retrasaras. Un escalofrío te recorre el cuerpo cuando recuerdas como a Gandalv, tu padre, lo lanzaron por la borda de un snekjjar que luchaba contra la tormenta. Un sacrificio a los dioses dijeron los hombres presa del miedo. Quizás tu destino sea ser sacrificado a los dioses...

Notas un ardor entre tus piernas. Te quedas atrás un momento y dejas que el grupo avance. Examinas un momento que es lo que ocurre y un sudor frío te empieza a recorrer la espalda. Tu miembro, ahora amoratado, te arde dentro de las ropas. De alguna manera el frío que sientes ahí es mucho mayor que el que sientes en los pies y las manos. Cuando te intentas tocar tus dedos notan el contacto helado... lo has visto otras veces en dedos y orejas, la única solución llegado a ese punto es cortar para que no se gangrene el resto...

Un mensajero, uno de los hombres del barco aparece corriendo por donde habíais entrado. Te llama gritando. Sus palabras no podían ser más nefastas. La aldea kjari ha sido invadida por las tropas del rey mientras estabais ausentes y tu, la descendiente del jarl, eres ahora buscada por todos los daneses fieles. El único barco que consiguió escapar ha surcado durante días para poder informaros pues no podrás volver a vuestra tierra nunca más o te mataran.

Al oír la voz del hombre del hombre de Osvif, Jorunn se giró sorprendida y aterrada.Sus ojos se dilataron y un único pensamiento azotó su mente. Padre. Su padre, antaño tan diestro en la batalla había sucumbido a la traición.  ¿Como era posible? ¿Pero no era eso lo que había pronosticado Hild el año anterior? Lo que habían interpretado como la traición de Strigandi podría no ser tal...Puede que la auténtica traición fuese aquella. 
Jorunn se sintió en aquel momento perdida ye invadida por el dolor y la rabia.

La joven se agachó en el suelo tratando de respirar con normalidad pero las piernas la temblaban. No, no aquello no podía ser. Tenía que ser mentira. Si. ¿Cómo era posible que el hombre de Osvif les hubiese alcanzado? ¿Y porque no había venido con otro como prueba "tenía" que ser mentira. Jorunn trataba de convencerse de ello sin darse cuenta que en realidad "quería" que fuese mentira. Pero... el sueño de su padre...

Padre... cumpliré tu misión

¿Por qué?

Esa es la primera pregunta que el hirdman se hizo al ver que sus compañeros lo abandonaban a su suerte, al ver que lo traicionaban. Hild, Jorunn, Klemet, Yngwe... incluso el poco dotado pero sin duda fiel y gran compañero Thorgrím. No podía ser...

¿Por qué?

No podía dejar de repetírselo una, y otra, y otra vez. Mientras en vano intentaba salir al paso, quitarse el hielo de encima para poder continuar, y plantar cara a esos traidores. Pero el hirdman creía conocerlos lo suficientemente bien para pensar que no lo traicionarían.

Gritó sus nombres, uno por uno, esperando que alguien volviese a ayudarle a escapar de esa trampa, sin duda, letal.

El berserk no sabía lo que había pasado, estaba cerrando el grupo cuando se vio rodeado de salvajes dispuesto a acabar con todos los miembros del grupo.

Algo les debía de haber hecho la condenada hechicera, pues sus compañeros estaban petrificados. Seguramente el también lo habría estado hasta hacía apenas unos segundos, pensó. Pues no había otra explicación posible a que lo hubiesen pillado desprevenido.

Por suerte, se había liberado del embrujo a tiempo para ayudar a sus compañeros. Con tiempo más que de sobra para que la sangre y las entrañas de los salvajes volviera a cubrir el suelo como lo había hecho la tarde de ayer. Él se encargaría de contenerlos hasta que sus compañeros rompieran el conjuro igual que él lo acababa de hacer.

Uno de ellos ya estaba cerca de Jorunn, con su espada levantada dispuesto a segar la vida de la joven hija del Jarl. Sin pensarlo se lanzó contra él como un poseído deseando desmembrarlo antes de que pudiese tocarle a Jorunn un solo pelo de su rubia cabellera.

Algo pasaba, la dama debía haberlo tenido inmovilizado mucho tiempo, pues su cuerpo estaba frío, sus músculos protestaban haciendo que cada paso le doliera como si alguien estuviese clavando agujas en sus piernas y brazos. Aguantó el dolor, tenía que hacerlo, no podía dejar que los salvajes acabaran con sus compañeros.

Mordiéndose el labio descargó un potente golpe con su hacha a dos manos que impactó en el hombro del salvaje y el golpe de retorno le dio a otro en la pierna seccionándola inmediatamente

Yngwe se fue rezagando, se palpó a través de la ropa y sintió el crematorio dolor entorno a su miembro engagrenado, el color violáceo era insalvable y cuando lo vió al adelantarse un poco el pantalón... -Se te acabó la fiesta amiguito - esto no hizo más que apesadumbrarlo tal vez más de lo que ya estaba tras la emboscada en la playa de la que se seguía sintiendo culpable. Volvió a apretarse la faja y fué hasta Klemet, tocándole un hombro, queriendole prevenir de lo que debían ir pensando en hacer cuando se detuvieran a descansar. Hild era la más apropiada para las curas y bálsamos.... pero no iba a poner los restos mortuorios de su pinga en manos de la volva.... y ya nunca tendría la oportunidad de saber si ella hubiera correspondido al scalda.

Tocó el hombro de Klemet haciéndole retrasarse un poco con él - Klemet... creo que me he engangrenado, tendrás que echar un vistazo cuando descansemos pero lo más probable es que tengamos que cortar - pensó en que los dedos de los pies podían cortarse sin más.... - Tal vez esta noche... - estaba triste, muy triste, pero intentó sobreponerse, ya tendría tiempo para lamentarse al día siguiente

Caminaban en silencio, cada uno de ellos sumido en sus propios pensamientos. Los de la völva no eran otros que intentar imaginar cuál sería el precio que les haría pagar la Dama por la osadía de comparecer ante ella. Ni los brillantes colores en las paredes por donde pasaban, fruto del choque de la luz contra el hielo, ni el frío que los rodeaba, consiguieron que la völva apartara sus pensamientos de lo que el destino les tenía marcado. Pero sí hubo una cosa que centró todos sus pensamientos.

Sintió el líquido recorrer sus muslos, creyendo en un primer momento que se había metido de lleno en alguna laguna interior de la cueva. Pero era imposible, aquel líquido era cálido al contrario de lo que debería ser el agua helada de ese lugar. Asustada, miró hacia abajo para comprobar qué era lo que estaba sucediendo y lo que vio, acrecentó aún más su temor.

Acababa de romper aguas... No podía ser verdad. No, en aquel lugar no. Intentó avisar a sus compañeros para que la ayudaran pero ellos ya no estaban. Justo en ese momento las contracciones le arrancaron un grito de dolor haciéndo que cayera al suelo de rodillas mientras se sujetaba el vientre entre sus manos enlazadas. Las lágrimas acudieron a sus ojos al verse sola, alumbrando un nuevo ser en medio de la oscuridad y el frío que la rodeaban.

No podía ser. Aún no era capaz de asimilar que estaba dando a luz al hijo de un traidor. Comenzó a llorar por el dolor, el miedo y la vergüenza, sintiendo que las contracciones cada vez eran más frecuentes. Intentó gritar, avisar a sus amigos de que estaba en apuros, pero ningún sonido salió de su garganta. El dolor cada vez era más intenso y el terror se apoderaba de ella a cada instante que pasaba.

¿Qué sería de ella a partir de ahora? ¿Dónde iría?, ¿dónde encontrarían refugio ella y el hijo de un traidor, de un desterrado?

Aquello no podía ser verdad. No podían haber arrasado la aldea, los pueblos vecinos les hubierna ayudado. ¿Como se iba a haber atrevido ese asesino de hermanos a atacar la aldea? Parecía imposible que aquello fuese cierto cuando entro un hombre malherido. ¡Era Osvif!

-Nos han atacado siguieron el barco y nos han...-sus palabras quedaron cortadas por un gemido cuando una flecha le atravesó la espalda cayendo muerto frente a ti. Varios hombres armados con espadas y escudos entraban por la abertura y cubrian a los demás que poco a poco iban entrando. No querían dejar ningún testigo con vida.

El frío empezaba a congelar tu cuerpo, casi no podías pensar. Tus ojos habían quedado fijos en los reflejos que se formaban con la luz. Tu mente se desvanecía cuando diste un grito. Un fuerte alarido. Aquel no era tu fin. No, si debías morir sería con la espada en la mano y te reunirías con tus compañeros en el Valhöll. Aquellos reflejos... eso era. Caiste de rodillas al suelo con la respiración acelerada...

El hacha partió a uno, a dos... El guerrero feral estaba lleno de rabia mientras se enfrentaba a sus enemigos. Aquella sería una muerte digna y no bajo los hechizos de ninguna bruja. La sangre salpicaba las paredes ocultando los reflejos que se formaban con la luz, manchándolos en sangre. La sangre... la sangre era lo que le había mantenido con la cabeza en su sitio aquella vez...

-Buen intento bruja-pensó el Berserkr cuando se hubo calmado.

-Definitivamente hay que cortar-le respondió el frío thurl-. Míralo por el lado bueno, quizás ahora cantes mejor...-Una daga resplandeció entre las manos de Klemet- Si es que sobrevives...

El resto te miraba pero no podías adivinar que es lo que pensaban. Intentaste no mirar a la cara de las dos mujeres que iban a presenciar como perdías tu virilidad como un vulgar animal...

El dolor se hacía cada vez más fuerte. Pero no era un dolor normal, era un dolor frío. Notabas el frío en tu interior y pensaste que quizás aquella era la sensación de parir un bebe muerto. Los sentimientos se encontraban dentro de ti. Pero el frío te quemaba más y más. Alzaste tus ojos hacia las rocas y los reflejos que allí se formaban. Con determinación te levantaste hacia ellos escupiste en la roca.

-Maldita bruja... casi lo consigues...-una sonrisa se dibujó en tu rostro a medida que el dolor iba desapareciendo.

¿¡ Qué hacían el resto mirando !? ¡ Se lo había dicho a Klemet con discreción ! Yngwe se echó atrás interponiendo sus manos frente al Thurl - Si bien amigo, pero quizá este no es el mejor momento para mutilarnos, no me voy a privar de hacerlo cuando yo quiera - Yngwe trató de convencer al ahora tan obstinado curandero a posponerlo, no iba a rebanarse el rabo delante de sus compañeros ni aunque esto le pudiera costar la vida, lo haría como dios manda, descansados y no en la cueva de una bruja, no era el mejor lugar para auto-mutilarse

NOOOOOOOOOO

Jorunn sacó la espada y se preparó para enfrentarse con los traidores. No iba a caer. No iba a caer. Su linaje sobreviviría, encontrarían a la dama....No...No podía dejarse llevar por la desesperación. Un par de lágrimas brotaron de los ojos de la noble que se congelaron al instante mientras se disponía a vender cara su vida. Traidores...traidores en el barco... Lo que faltaba...

La desesperación hizo mella en la joven. Tan solo tenía a sus compañeros ¿Cómo rehacer un clan y vengar a su padre? ¿Como hacer que pagasen?¿Le serían sus propios compañeros leales, ahora que su padre había muerto? Probablemente si, pues ella era la sucesora en aquel momento. En cualquier caso solo había una cosa que ocupase la cabeza de Jorunn en aquel momento: Venganza.

De pronto apareció el berserkr mirandote desde arriba. Su expresión ceñuda cambió rápidamente por una de preocupación.

- Klemet. Nadie te está esperando hoy en el Nifheim. Sus puertas no se abrirán para tí. Así que despierta...