Partida Rol por web

Aferrandose a la lanza como si le fuese en ello algo más que la vida, Jorunn contemplaba desde abajo la lucha de sus compañeros. No era nada a lo que no pudiesen enfrentarse. Tan solo una manada de lobos furiosos y, aunque esa era una señal más de Odhinn que confirmaba que esa lanza era una posible respuesta, o una pieza más en el acertijo de la Dama, unos lobos no suponían un problema para el pequeño grupo. Claro está, Jorunn no había visto el rostro tuerto del lobo. No sabía que el peligro podía ser aún mayor de lo que parecía desde arriba.

La chica bajó despacio, fijando bien los pies a cada paso. Era consciente de que un simple resbalón podía no solo ser su fin, sino también el de sus compañeros. La cuerda que utilizaba para ayudarse cambiaba de color a su paso debido a las lágrimas de la espada que salían de sus manos y resbalaban también por el antebrazo.  Cada pocos metros, Jorunn giraba la cabeza para comprobar el estado de sus compañeros...especialmente el del berseker. Si "el oso" aparecía no bajaría hasta que se hubiese calmado. ¡Y esperaba que los lobos fuesen suficientes para calmar su ira!

Cuando se encontraba ya a mitad de camino, la noble no pudo aguantar mas el dolor de las manos y paro unos segundos a descansar antes de gritar a sus compañeros con la voz agudizada por la tensión nerviosa  ¡Tengo la lanza! ¡¡Cuidado con Thorgrimm!!   Agarrada al acantilado como estaba Jorunn estaba a salvo de los lobos y el berseker. Al final había resultado una decisión afortunada el que subiese, pues abajo no hubiese podido luchar. No en aquellas condiciones. Y desde luego no era el momento propicio para bajar mientras el guerrero estuviese desbocado.

Los lobos están embrujados por Yngwe...pero Thorgrimm...esperemos que se conforme con los lobos. 

La intención de Sigurd no había sido atacar, pues el comportamiento de los lobos era extraño. Sin embargo al ver que uno se lanzó a por Yngwe, y que Thorgrím comenzaba a enfrecerse, el hirdman supo que tendría que acabar entrando en el combate. O eso, o se quedaba al márgen.

Yngwe se ocupaba muy bien de nueve de los lobos, dejándolos en un agradable sopor, y Sigurd se lanzó con la espada a por uno de los que rodeaban al viejo tuerto. Sigurd evitaría a ese lobo cuanto tiempo pudiera...

Los lobos comenzaban a ponerse nerviosos a medida que pasaba el tiempo y prueba de ello fue cuando atacaron al scalda. Hild, tensando la cuerda del arco, disparo la flecha ya preparada contra uno de los que Yngwe no había dejado medio dormidos. Si tenía que luchar... lucharía.

Klemet se quedó completamente inmóvil mientras se preguntaba por que los dioses haría aquello. ¿Acaso se estaba contradiciendo? ¿Realmente era Odhin el que protegía esta lanza? ¿por que se la había mostrado? Nada tenía sentido y salvo que fuera en defensa propia el thurl dudaba en atacar a los lobos.

Los lobos parecían adormilados pero el líder junto con los otros tres se habían adelantado de manera amenazadora hacia el grupo por delante del resto dispuestos a atacar y a defender a los otros miembros de la manada.

Yngwe desenvainó su espada y interceptó al lobo despierto más cercano tratando de clavar la punta de su espada en el lomo más cercano, llevándose consigo a uno de los peligrosos enemigos a fin de que sus bravos compañeros acabaran con ellos lo antes posible.... y le rescataran a él mismo....  aún con sus movimientos de combate poco elegantes.... el scalda seguía silbando tranquilamente

El escalda había demostrado que no solo tenía dotes como músico si no también como guerrero. Silbaba como podía, entrecortado por los esfuerzos del combate pero su espada no erro el golpe cuando el lobo aulló de dolor. El lobo se retorció tratando de morderlo pero Yngwe se movía rápidamente para mantenerse fuera del alcance de sus fauces. 
La flecha de Hild pasó volando a pocos centímetros del corpulento lobo tuerto pero éste se movía constantemente y evitó la flecha. Sigurd en cambio tuvo mejor suerte puesto que se abalanzó sobre uno de los lobos que lo rodeaban y hundió su espada dos veces en el cuello de la bestia hasta que ésta dejó de moverse.

Los lobos se podían haber estado quietecitos a una prudente distancia limitándose a gruñir y rondarles, el guerrero oso lo había medio soportado conteniendo la rabia que amenazaba con inundarlo. Pero en lugar de eso habían preferido atacarles y una vez la lucha comenzaba no había forma de detenerlo.

De un salto se metió en mitad de la manada sin dejar de golpear con su hacha a diestra y siniestra, haciendo que los lobos que intentaban atacarles tuviesen que pensarse mejor sus próximas acciones.

Klemet sujetó con fuerza el destral mientras se mantenía en segunda fila junto a Hild. Aquella situación era un autentico peligro y cuando el primero de los lobos cayó a manos de un Sigurd salvaje y brutal rezó a Odhin para que se fijase en la fuerza del guerrero y no en la afrenta. Afrenta si es que aquello era obra de Odhin...

El berserkr se lanzó a la carrera blandiendo su hacha de aquí para allá. La sangre de los lobos le salpicaba y los cueros de estos rodaban malheridos para no volver a levantarse. Cuando Thorgimm frenó su carrera y se giró para enfrentarse al lobo tuerto solo el quedaba en pie, adelantado del resto de los lobos que seguían adormilados por la música del escalda.
 

Yngwe no se acobardó ni un poco y lanzó contra el enorme lobo tuerto su golpe blandiendo el arma con ambas manos y lanzando un gritito, el arma golpeó al lobo en el lomo, pero era duro y ni siquiera se clavó el arma... entonces el rugido del berserker hizo recordar a Yngwe que ahora tendrían problemas mayores que un lobo tuerto reencarnación de Odin, y se arrepintió de haberse lanzado al combate enardecido por sus primeros y certeros golpes..... uy uy uy

La baba empezaba a gotear de la densa barba de Thorgrím. Había acabado con dos de los lobos, en esos momentos estaba rodeado por lobos paralizados por el scalda y solo quedaba un enemigo haciéndole frente, el viejo lobo tuerto.

Mientras se abalanzaba sobre este último un rayo de entendimiento cruzó su perturbada mente. Sin lugar a dudas acabaría con el lobo en un par de golpes y entonces, no habría más enemigos que sus compañeros de aventuras. Durante un breve segundo comprendió que aquello era realmente peligroso, pues sabía lo que les pasaba a los que combarían a su lado cuando acababa con la vida de todos los que se le oponían.

Aún estaba a tiempo, sabía que cuanto menos permaneciese dentro de la bruma homicida, más posibilidades tenía de controlarla, de mantener a sus compañeros a salvo. Con un rugido de la más pura rabia detuvo su carrera bajando la cabeza de su hacha, dejando que Sigurd e Yngwe acabarán con el último de los lobos.

Sigurd atacó y atacó al lobo, una y otra vez, hasta que hundió su espada en el lomo de la bestia... matándola sin remedio. Se quitó de encima el cadáver del animal y miró al lobo tuerto, abstraido durante un segundo que para Sigurd fue una hora entera. Ni siquiera reparó en el recerdo de que Thorgrím estaba fuera de control, y mucho menos reparó en el hecho de que su furia había sido completamente aplacada.

Sigurd estaba frustrado, enfadado... y lo que tenía delante podía ser en lo que su rabia fuera descargada. Lo sencillo sería atacar a los lobos dormidos, eliminarlos... pero aunque fueran animales el honor de Sigurd le hacía ver esa idea como cobarde y sencilla.

El lobo tuerto, el líder de la manada ¿de verdad tenía que ver con el dios de la sabiduría? Sigurd se lo preguntaba, no tenía sentido que fuese él ¿de verdad lo era? Todo era una casualidad muy grande, nada más salir de la cueva, y parecía un espectáculo poco propio del padre de los Aesir. Si no fuera por esos lobos, Sigurd ya estaría lejos... se habría marchado; esos lobos se lo habían impedido.

Con la cara manchada de la sangre del lobo muerto, Sigurd con gran furia se abalanzó contra el lobo tuerto, descargando en sus ataques toda frustración, ira y furor que le quedaba, con la intención de partir la columna del animal en dos.

Hild comenzaba a dudar de todo lo que estaba sucediendo. En un primer momento, quizás influenciada por las palabras de la Dama, había creído que el mismo Odín les estaba enviando claros mensajes para que se encaminaran hacia un lugar en concreto, en este caso conseguir la lanza por la que Jorunn había ido, pero ahora tenía dudas. Demasiadas coincidencias, demasiado fácil.

Se recriminaba el hecho de no haber visto las señales verdaderas, de haber sabido interpretar el mensaje correctamente. Ella era la völva pero no había sabido leer los mensajes que aparecían ante sus ojos y ahora se daba cuenta que aquello sólo podía ser una trampa tendida por el dios embaucador.

Colocó una nueva flecha en el arco pero, al ver cómo peleaban sus compañeros, decidió no disparar, apartándose al ver al berserker entrar en esa furia asesina en la que solía sumergirse, atenta a cualquier movimiento de ataque por parte de los animales.

El lobo tuerto esquivó cada golpe que el hirdman le propinaba al igual que el espadazo que había lanzado Yngwe. Ni siquiera se dignó a atacarles mientras se apartaba de los golpes que éstos le lanzaban. Tras el último golpe de Sigurd el lobo dio un fuerte aullido y el resto de los lobos empezaron a retroceder. Antes de desaparecer en el bosque el lobo tuerto se giró hacia el grupo una vez más y volvió a aullar como si se mofase de los guerreros del clan kjari.

El thurl había estado en silencio todo el combate junto a la pared de roca. Cuando los lobos se hubieron marchado se quedó unos minutos pensativo y se acercó al hirdman.

-Sigurd-dijo apoyándole una mano tranquilizadora en el hombro mientras el guerrero, cubierto de sangre, respiraba agitádamente- coge uno de los lobos y llévalo contigo...-dijo misteriosamente sin dar explicación alguna.

Thorgrím había conseguido contenerse, evitando que el derramamiento de sangre acabara con la vida de alguno de sus compañeros de viaje, a veces pensaba que el poderoso don que le había otorgado Thor podía convertirse en su peor aliado. Pero claro, eso solo ocurría algunas veces, cuando la hidromiel corría por sus venas y se ponía melancólico, y esa no era una de aquellas veces.

Con poco más que hacer que esperar a que Joruun descendiese se sentó en el suelo a contemplar las vistas que la montaña le ofrecía.

Thorgrím se sentó cerca del lugar donde estaba el brazalete de Sigurd al que nadie prestaba atención y discretamente lo recogió y lo guardó entre sus ropas.

A veces un hombre enamorado que se sentía rechazado podía hacer cosas de las que luego se arrepentía.

¿Pero que?...

Jorunn terminó de bajar el acantilado. Su manos sangraban profusamente pero no parecía preocuparse de ello. Había cosas más importantes como la posible deserción de uno de sus miembros, la aparición de los lobos...y la lanza. La lanza ante todo. Jorunn miró primero el arma y despues los lobos muertos. No había alcanzado a ver la tara del lobo que había huído pero el aullido le había estremecido.
¿Estáis todos bien?preguntó mirando a su alrededor. Cuando comprobó que así era, pareció relajarse brevemente. Se habían salvado mientras ella estaba pegada a la pared, esperando que Thorgrimm recobrase la razón. Pero aquello no era nada de lo que tuviese que avergonzarse, era sentido común. No podía seguir tratando de abarcar demasiado como había hecho anteriormente. Hild, Klemet...Esta es la lanza que estaba arriba Yngwe...mirala también...¿Te suena de alguna leyenda o alguna historia?
En aquel momento, la joven estaba demasiado preocupada como para ponerse a hablar con el hirdman, pero no había olvidado sus palabras respecto a que quería deshonrarlo o matarlo.