Partida Rol por web

Mos Eisley el espaciopuerto más importante del planeta Tatooine, un sitio peligroso por toda la escoria reunida en ese lugar tratando de salir o entrar con embarques legales o ilegales sin que a nadie le importe mucho con tal de ganar algunos créditos extras.

La cantina más grande del espaciopuerto es donde se ha corrido el rumor sobre una muy buena recompensa por un antiguo artefacto inservible para muchos, incluso se dice que nunca ha existido tal objeto.

La música estridente retumba en aquel lugar, el ambiente se siente fresco a diferencia de la empolvada avenida principal de aquella ciudad.

El distintivo lenguaje binario de tu droide te saca de tus pensamientos.

-Decc... no se permiten droides en esa cantina.- El droide dirige su monolente hacia la entrada de la cantina más famosa de Mos Eisley. -Dime en donde esperarte y lo haré.-

Como cualquier día, me encuentro en la barra de la taberna tomando la primera bebida alcoholica que me viene a la mente, cada vez que pido es una diferente. Doy el último trago al vaso que tengo en la mano y digo de manera algo alta para llamar la atención del cantinero -Hey! Otra ronda por aquí, si no es tanta molestia- Cuando se acerque a mi para entregarme la bebida, me inclino más hacía el y le susurro -Se que hay una interesante oferta de trabajo ¿Sabes quién es el empleador o tienes alguna información interesante?-

-Se que hay una interesante oferta de trabajo ¿Sabes quién es el empleador o tienes alguna información interesante?-

El cantinero le entrega a Kuroe un "Aliento de soldado" mientras discretamente  le señala con el mentón una de las mesas más alejadas de la barra. 

-Ese Advozse lleva tiempo dándole vueltas a su bebida, llegó hace varios minutos. Ten cuidado Kuroe...- Wuher se aleja limpiando un vaso.

 Umbael había llegado a aquel punto perdido del borde exterior de la galaxia de la peor manera: de polizón en un carguero. Por fortuna, también era una ruta segura si el Imperio te andaba buscando. El viaje se había consumido casi todos sus créditos, que ya no eran muchos, pero al menos conservaba su fiel sable de luz.

 Había escuchado rumores de que alguien estaba buscando reliquias Jedi en Tatooine y aquella atestada taberna del espacio puerto parecía un lugar ideal para comenzar a buscar. Se situó en un lugar discreto, junto a la barra, con la capucha echada para que no pudieran reconocerlo. 

 Mientras se mantenía en su posición, esperando que el camarero no se acercase a exigirle una consumición para estar allí, se concentró en sus sentidos. Sintonizó con la fuerza con la esperanza de captar algunas conversaciones jugosas. Alguien estaba interesado en reliquias Jedi y Ravenant quería escuchar cualquier cosa que fuera sobre el tema.

Una camarera Twi´lek se acerca hasta donde Umbael se ha sentado, con una amable sonrisa se inclina hacia el humano.

-¿Alguna bebida?...- la camarera le mira esperando una respuesta

El ambiente empieza a entrar en calor ya que hay más gente que de costumbre.

 Umbael negó con la cabeza. 

 Nada de momento. Estoy esperando a alguien.

 No era del todo falso, esperaba a alguien con información. No habían quedado y le daba igual quien fuese, pero alguien de aquella taberna debía saber algo. Se concentró en aumentar sus sentidos.

 Escuchó a su alrededor con los sentidos aumentados. Atento a las palabras mágicas: Jedi o Reliquia.

Tras huir del ejército Imperial al terminar la última misión suicida que nos impusieron, llegué a Tattoine, lugar de los peores canallas y de un montón de miradas que matarían, no hay un sitio mejor para ocultarse y reunir información, era como estar en casa. La idea de ir a Tattoine fue por que escuché un rumor sobre que mi tripulación estaba por el sistema y tenía que encontrarlos.

Fui a visitar a mi viejo amigo Watto para ver qué tenía y desde allí fui a la taberna de Mos Eisley. Entré y todo el mundo me miró:-No hay nada como el hogar.-dije suspirando y el guardia gamorreano de la entrada me intentó cachear:-Vamos Fred, ya te has olvidado de mí. Me decepcionas, sabes que siempre voy armado.-le dije al gamorreano mientras abría la casaca de cuero:-Me alegro de volver a verte.-le dije con una sonrisa pilla y poniendole una mano en el hombro antes de seguir hacia el interior. 

Me acerqué a la barra y solté una barra de créditos pidiendo una copa de Whisky aldearaano:-Gracias.-le dije al droide camarero. 

Me detuve junto a R5 en un callejón frente la fachada de la cantina.

—Vale socio —dije al droide agachándome un poco— tu espérame fuera y vigila por si vienen imperiales o ves algo raro. Te tendré siempre presente, voy a ver qué se cuece ahí dentro. No te metas en líos y escóndete. Odiaría tener que negociar con jawas por tus piezas —sonrio dandole unos golpecitos en la cabeza mientras conectaba mi propio comunicador lobular y me echaba la capucha de su capa por encima— estamos en contacto.

Suspiré y enfilé el bullicioso interior de la cantina. Quien quiera que hubiera soltado ese rumor tendría que aparecer tarde o temprano si quería contratar talento. El olor dulzón a bebidas exóticas se mezclaba con el del sudor y a saber qué más de diversas razas alienígenas. La música era pegadiza y agradable. La cantina tenía fama de ser un tugurio frecuentado por gente peligrosa del borde exterior. Sería mejor andarse con cuidado, pero en Cantonica también había lugares parecidos y conocía la mayoría. Sin arredrarme busco un lugar entre las sombras desde el que pasar desapercibida, cerca de la barra. Tenía que admitir que todo esto me emocionaba bastante. A pesar de la deuda contraída por Eldorado sentía que esta era una oportunidad única y no pesaba fallar a Waldo. Me hago una composición de lugar observando a los parroquianos y me aseguro de advertir una segunda salida por lo que pudiera pasar. 

—¿R5 estás ahí? —susurré discretamente para comprobar la comunicación con el exterior.

El viaje no había sido muy especial, aunque tuviera poca experiencia ya había hecho algún viaje largo alguna que otra vez por lo que este viaje simplemente era el comienzo de una nueva vida lejos de aquellos malos recuerdos y aquella mala vida. Una nueva, seca y polvorienta oportunidad... 

Tras unas horas de recorrer las escasas calles, de visitar los diversos puestos del mercado así como alguna que otra tienda suspiré al fin al llegar a aquella cantina. Estaba limpia, al menos para lo que estaba acostumbrada, y el ambiente parecía, a primera vista, mucho más saludable y pacífico que aquella en la que había trabajado no hacía muchos años.

Nada más entrar miré a mi alrededor, observando aquel ambiente pues aunque el ambiente de todas las cantinas fuera parecido todas y cada una de ellas siempre tenían elementos que las hacían destacar... Mesas para jugar, negociar, prostitutas, apuestas, mercenarios, cazarecompensas... Todos, absolutamente todos tenían su lugar en aquellos ambientes, simplemente había que saber dónde y cómo mirar... 

Me moví como si el ambiente de una cantina fuera natural en mi, como si estuviera acostumbrada a moverme y casi vivir en una de ellas, después de todo no era muy diferente de como había crecido...

Mis ropas estaban desgastadas, llenas de polvo y se veía que no eran nuevos, sino que llevaban su camino andado. Algo que aún quedaba más marcado en mis botas y las cicatrices que mostraba mi rostro. 

Era curioso ver aquella figura femenina de metro setenta, de cuerpo fibrado, cabello castaño y ojos claros. Podía verse la juventud en su rostro, su mirada y su cuerpo, aún así las cicatrices mostraban que su vida no había sido fácil aunque las cicatrices no ocultaban una extraña belleza sino que parecían dotarla de una más salvaje. 

Me acerqué hasta la barra haciendo una señal a quien se encarga de ésta. Cuando se acercara para tomar mi pedido hablaría con el tono habitual de las cantinas.

- Una cerveza trandoshiana, gracias.

Dejaría los créditos solicitados sobre la barra y me sentaría en ésta. Medio cuerpo mirando a la barra y medio mirando al resto de la cantina. Comenzaría a tomar mi bebida mientras intentaba mantener una corta charla con quien estuviera tras la barra.

- Soy nueva por aquí, ¿qué lugar me recomendaría para pasar la noche? Y, ¿cuál no? 

-Este no es lugar para Guages como tú...- El trandoshiano toma la cerveza que ha pedido Andra y la bebe de un trago, un sórdido eructo le desliza el cabello hacia atrás a la chica humana.

-¡Davjäan inyameet!!!- El trandoshian se limpia las fauces con la manga de su traje y se lleva la mano derecha a la cacha de su bláster. -¡Lucumba, jetar madle!!!- Varios parroquianos se retiran rápidamente llevándose sus bebidas

-!Un verdadero milagro verte por aquí Nobbo...- El cantinero ni bien acaba la frase cuando el trandoshiano inicia una pelea con la humana forastera que acaba de ingresar.

-Aquí sigo Decc, te recibo fuerte y claro... todo sigue con normalidad aquí afuera.- El droide permanece escondido detrás de unas cajas a la entrada de la cantina.